Unos dicen que se parece a una barca, otros que se
asemeja a una almendra. Y hay quien afirma que la muralla medieval de Ciudad
Rodrigo representa el origen de su erección: dos cuernos engarzados, espejo del
hallazgo de un cornúpeta de oro en Sexmiro por un tal Juan de Cabrera[1]
y que sirvió para levantar la mayor parte de sus muros.
Cuentan las
crónicas que Fernando II, después de derrotar a los moros en la célebre Batalla de la Paloma, decidió recomponer
la muralla. La leyenda, viva todavía en los albores del siglo XVII, apuntaba,
sin embargo, a la bonhomía del descubridor de un tesoro que derivó el valor de
su hallazgo para la construcción de los muros mirobrigenses, un carácter
legendario que da un valor mítico a la erección del amurallamiento de Ciudad
Rodrigo[2],
aunque para el prebendado Antonio Sánchez Cabañas sea sólo “patraña de viejos”.
Plano de Ciudad Rodrigo realizado por Juan Amador Courten en 1725 |
Corría el
último tercio del siglo XII cuando el tal Juan de Cabrera descubre en Sexmiro[3]
un tesoro: una cabeza con cuernos y un cabrito, ambos de oro macizo. Su
implicación en la defensa de Ciudad Rodrigo, principalmente de sus moradores,
le llevaría a emplear el valor de su hallazgo en la construcción de unos muros
de tapiería argamasada de cal y guijarros, que a la postre formarían un
circuito de unos 2.250 metros, con una altura de 8,36 metros y un ancho de 2,10
metros, equivalencia de las varas, pasos, pies y tapias de la época.
En 1618 Gil
González Dávila relata la creencia popular de que Juan de Cabrera, artífice de
la construcción de la muralla, fue un dadivoso personaje que empleó su fortuna
en la construcción del amurallamiento y que, como reconocimiento, fue enterrado
en un lucillo de la desaparecida iglesia de San Juan Bautista, en donde en 1904
se levantó el cuerpo lateral de la Casa Consistorial: Dizen
sus moradores [de Ciudad Rodrigo], que la mayor parte de sus muros se edificaron
con el valor de un tesoro que se halló en Sesmiro. Confirman esta verdad, con
mostrar en la Parroquia de san Iuan un lucillo donde está enterrado el que se halló
este tesoro, que le ofreció al seruicio de la Patria, dando defensa a su
gente, explica González Dávila.
Y
así, transformando en dinero el valor del cornúpeta y el cabrito de oro, Juan
de Cabrera levantó la muralla de Ciudad Rodrigo. Y, como constatación del
origen y esencia del tesoro, tiene forma de encornadura.
Una
bonita leyenda. Tan solo eso.
[1] La historiografía local señala a Juan de
Cabrera como el alarife que construyó la muralla.
[2] Al respecto, véase PUERTO, José Luis. Un motivo legendario: el amurallamiento de
la ciudad o población. (Dos ejemplos salmantinos: Ciudad Rodrigo y Monleón.
En Revista de Folklore, núm. 293.
Obra Social y Cultural de Caja España; Imp. Casares, Valladolid, 2005; pp.
169-175.
[3] Todavía en esta
pequeña localidad de la comarca mirobrigense se conserva el topónimo de La Viña
del Tesoro.
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