En relación con el artículo que sobre el patrimonio esquilmado se insertó hace unos días en este blog, vinculado sobre todo a los atentados contra los vestigios arqueológicos, quisiera ofrecer algunos datos sobre el arruinamiento, destrucción y desaparición del edificio que albergó primero el cenobio de las monjas terciarias franciscanas de Sancti Spíritus y posteriormente el cuartel en que se trocó el inmueble, también conocido o identificado por esa referencia religiosa. Este trabajo pretende acercarse a las vicisitudes para su demolición y los pasos que se dieron para levantar los bloques de viviendas actuales, tomando como referencia la calle del deán Santiago Sevillano Sánchez, prolífico presbítero en distintos campos de acción, fallecido el 30 de diciembre de 1911, y al que el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo le dedicó la calle que lindaba con el citado edificio militar.
Esta vía urbana tiene su origen en la
ampliación de la desembocadura de la calle San Vicente hacia la puerta de
Sancti Spíritus, en un espacio que en 1751 se conocía como Campo de Sancti
Spíritus y en 1904 como Plazuela de Sancti Spíritus, rematando con un talud
escalonado que confluye con la calle de La Colada y que servía de acceso al
terraplén de la muralla. Antiguamente esta calle se denominaba de Sancti
Spíritus y más adelante calle del Cuartel de Sancti Spíritus, en referencia al
antiguo convento, más tarde convertido en cuartel, como queda escrito, que aquí existió antes de
levantarse los bloques de la Cooperativa de Viviendas San José que ahora
conocemos. Esta calle, según un apunte municipal, fue empedrada en 1916.
La
manzana que ahora nos ocupa está prácticamente representada por el espacio en
el que se levantó el convento de Sancti Spíritus, ya que por la parte enfrentada
de la calle nos encontramos con la tapia del extenso patio del palacio
episcopal y con algunos inmuebles de menor valor. Además, por la cara oeste
linda con el adarve de la muralla. Lógicamente, junto al convento se encontraba
hasta 1975 la capilla del monasterio, advocada también al Espíritu Santo y que
fue conocida con el nombre de capilla de Sancti Spíritus o, menos comúnmente,
como iglesia de Santa Isabel de Hungría, denominación que también se hizo extensiva
al convento.
El
asentamiento de las religiosas terciarias isabelinas de Sancti Spíritus en Ciudad
Rodrigo fue errático. En un primer momento tuvieron convento en Valdárrago, en
el término municipal de Robledillo de Gata. Con la aplicación de las resoluciones
del Concilio de Trento, que obligaba a las religiosas que moraban en lugares
despoblados o apartados –como era el caso- a trasladarse a alguna población
cercana, el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo exige que la comunidad venga a la
localidad mirobrigense. Lo hacen en 1536, cuando toman posesión de unas casas
cedidas por Francisco Vázquez, llamado popularmente El Rico o El Indiano, que
se encontraban en el lugar que había ocupado anteriormente la iglesia
parroquial de San Pelayo. Las citadas casas estaban a la derecha, saliendo por
el antiguo postigo de San Pelayo, recuerda Hernández Vegas. En el plano
adjunto, datado en 1731, se especifica la ubicación del convento de Sancti
Spíritus viexo, ya destruido y su
solar ocupado por la extensión de la muralla abaluartada.
Plano de 1731 señalando el convento de Sancti Spíritus |
La
bendición del convento se produce el 30 de junio de 1566, “pues el 28 del mismo
nombra el Cabildo comisión para acompañar al obispo Diego de Simancas a la bendición
del monasterio e iglesia de Sancti Spíritus, en las casas de Francisco Vázquez,
el domingo último de junio”, señala el citado canónigo.
El
convento permaneció en este lugar hasta principios del siglo XVIII, cuando fue
destruido por los portugueses en el asedio de la Guerra de Sucesión que dirigió
el marqués de Las Minas y en el que participaron unos 40.000 hombres. Ciudad
Rodrigo había capitulado el 25 de mayo de 1706, siendo gobernador de la plaza
Antonio de la Vega, y después de ocho días de asedio. Quedó al mando de la
plaza el portugués Luis Brito Caldeira, siendo nombrado gobernador de la plaza
el holandés Diego Farrel. Después de 16 meses de ocupación, Ciudad Rodrigo fue
recuperada para Felipe V por el marqués de Bay el 4 de octubre de 1707. Con los
dos sitios, media ciudad había quedado destruida. Entre tantos escombros se
especificaron como dañados, caídos o ruinosos el molino de Carbonero, los
hornos de pan y el convento de Sancti Spíritus.
Destruido el
convento extramuros, las isabeles se recogieron en la Casa de los Niños de la
Doctrina, cediéndoles el obispo, fray Francisco Manuel de Zúñiga Sotomayor y Mendoza,
la capilla de San Vicente. “Enfrente de esta iglesia, y tocando ya la muralla,
estaban los solares del también arruinado palacio de los Caraveo, cuyo
mayorazgo poseía a la sazón el marqués de Espeja [heredero de éstos y de
Francisco Vázquez], que había sido patrono del antiguo convento destruido.
Cedió, pues, el marqués a las religiosas los abandonados solares, con la condición
de conservar el patronato sobre el nuevo convento”, señala el canónigo
Hernández Vegas antes de fijar la fecha de la donación en 1711.
“Este
convento de Sancti Spíritus o de Santa Isabel de Hungría tuvo un claustro,
embaldosado en 1799, y vidrieras en la media naranja de la iglesia, reparadas
también en ese año [se anotaron 83 reales pagados a Pedro Blanco, maestro vidriero, por componer las vidrieras de la
media naranja de la iglesia que destrozó un raio]. Los testimonios
fotográficos transmiten un templo de sillería con planta de cruz latina y
crucero cubierto con una media naranja. La parte mejor conocida es la portada
de la misma, pues, aunque mutilada, se conserva integrada en la sede de los
nuevos juzgados. Presenta jambas, recorridas por un baquetón con los extremos
inferiores reservados; éstas y el dintel lucen sillares labrados en punta de
diamante con el decidido propósito de lograr juegos de luz. Remataba en lo alto
con un frontón triangular partido y el símbolo del Espíritu Santo entre follajes
y sobre una placa recortada”, apunta José Ramón Nieto en el conocido trabajo
sobre el patrimonio artístico mirobrigense. El escudo había desaparecido cuando
se recuperó la portada para el Palacio de Justicia de Ciudad Rodrigo. Había sido donado o vendido al propietario de una casona ubicada en una finca próxima a nuestra localidad.
Vista parcial del cuartel de Sancti Spíritus Foto Pazos |
El
convento tuvo apenas un siglo de historia. Su final estuvo marcado por las
asedios y consecuencias de la Guerra de la Independencia. En un asiento
registral, fechado en Ciudad Rodrigo a 29 de octubre de 1904, se hace una
síntesis de la historia del monasterio hasta pasar a depender del Ejército para
su conversión en cuartel de infantería. Dice así: “El hoy nombrado Cuartel de Sancti-Spíritus fue en sus
primitivos tiempos convento de monjas, hasta que por necesidades de las guerras
del siglo anterior se sucedieron en Ciudad Rodrigo, ordenó el Jefe de la Plaza
el traslado de las monjas a otro convento y se hizo cargo el Ramo de Guerra de
este edificio, para emplearlo como alojamiento de tropa; una vez. pacificado
algún tanto el país, solicitaron las religiosas volver a su convento, según se
desprende de la comunicación que el nueve de mayo de mil ochocientos quince
dirigió el Gobernador Militar al Jefe de Ingenieros de la Plaza, pretensión que
parece alcanzaron hasta que en mil ochocientos treinta y seis y como
consecuencia de algaradas facciosas
sobre la línea del Tajo obligaron de nuevo al Gobernador Militar a incautarse del
edificio y pensar en su habilitación como cuartel, por escasez de edificio para
acuartelar la guarnición de la plaza, ordenando el Jefe de la Comandancia la formación
del presupuesto para tal objeto, cuyas obras, en unión de otras muchas se han
ido realizando en años sucesivos hasta la fecha, por considerarlo de hecho
propiedad del Ramo de Guerra y como tal debe estar indudablemente
incluido entre los que figuran en la relación general de fincas de guerras que
se formó en virtud de las leyes desamortizadoras y obra en el Ministerio de la
Guerra. En esta fecha sólo se hizo cargo Guerra de la parte destinada a convento;
y su iglesia siguió siendo propiedad del clero hasta que en el año mil
ochocientos ochenta y tres se entabló su permuta por el edificio de San Agustín
que era propiedad de Guerra en virtud de la Real Orden de tres de junio de mil
ochocientos ochenta y tres. Como títulos de dominio de lo que fue convento de
monjas de Sancti Spíritus, existe la relación de fincas firmada con motivo de
la desamortización en la que indudablemente figura este edificio, y el venirlo
disputando el Ramo de Guerra sin protesta ni reclamación de nadie desde el año
de mil ochocientos treinta y seis, que se tomó en ruinas y el haberse gastado
en ejecutar obras, sumas de gran importancia. Respecto al almacén, antes
iglesia, existe la Real Orden de concesión de permuta y el acta levantada con
este objeto”.
El cuartel de Sancti Spíritus desde el acceso por La Colada Foto Pazos |
Vemos,
pues, que el convento de Sancti Spíritus, fue desalojado de religiosas ante la
constatación de los sitios de la Guerra de la Independencia, pasando a dar albergue
a la tropa. Tras quedar arruinado por los dos asedios de 1810 y 1812, las
monjas, que estaban alojadas en otra comunidad, solicitaron en 1815, ya
pacificado el país, volver a ocupar las dependencias de su convento. Allí
estuvieron hasta 1836, cuando el gobernador militar decide incautarse del
edificio para albergar la tropa, dada la escasez de medios con que contaba la
guarnición. A partir de este momento se inicia una serie de obras para
adaptarlo a las necesidades de la milicia, convirtiéndose durante una centuria
en el cuartel de infantería de la plaza de Ciudad Rodrigo, por donde pasaron la guarnición de Infantería de Toledo y después
el batallón de cazadores de montaña de Antequera, última unidad militar que
guarneció esta plaza. Por lo que respecta a la capilla del convento o
iglesia de Sancti Spíritus, siguió en este tiempo siendo propiedad del Obispado
hasta que en 1883, siendo administrador apostólico de Ciudad Rodrigo Narciso
Martínez Izquierdo, se permutó este templo por el de San Agustín, hasta
entonces perteneciente al Ejército tras la desamortización de 1836 y que era
utilizado como almacén de paja.
En
la descripción de la ficha catastral del cuartel y almacenes de Sancti Spíritus
se apunta que estaba situado en “la calle de Sancti Spíritus, según el lindero
frente; no se expresa el número. Situación: Dicha finca se halla situada en la
parte oeste de la población y dentro del recinto amurallado, Descripción del
inmueble: Forma un polígono irregular de diez y siete lados y su extensión
superficial es de dos mil setecientos ochenta y seis metros cuadrados, con diez
y ocho decímetros cuadrados, compuesto el cuerpo principal del edificio en sus
crujías Norte, Este y Sur de planta baja, principal y segunda; la crujía Oeste,
de sótano, bajo y principal que es lo que correspondía al antiguo coro, y las
dependencias anexas a la que fue iglesia y los accesorios que existen en el
patio principal, como cuerpo de guardia, cuadras, cocina y cobertizo, sólo
tienen planta baja. Linderos: Por su frente al Este y en una línea de setenta
metros veinte centímetros, con la calle de Sancti Spíritus; por su fondo al
Oeste, y en una línea recta primero de sesenta y tres metros, y cinco después,
que comprenden sesenta y ocho metros, con el recinto principal o muralla; por
su costado derecho al Norte y en una línea quebrada de seis direcciones que
componen cincuenta y siete metros, veinticinco centímetros y una recta de diez
y siete metros sesenta centímetros con plazuela de Sancti Spíritus, y por su
costado izquierdo, al Sur, con uno de los acceso que dan al terraplén de la
muralla en una línea recta de treinta y cuatro metros ochenta centímetros.
Tasación de la finca: La valoración del inmueble, según inventario que existe
en dicha comandancia, es de doscientas siete mil pesetas. Conocidamente no
tiene cargas”.
Plano del cuartel de Sancti Spíritus con la capilla |
El
uso como cuartel del convento de Sancti Spíritus sería el último destino del
inmueble. Tras la marcha del Batallón de Cazadores de Montaña Antequera Nº 12,
el edificio comienza a deteriorarse de tal forma que la Junta Regional de
Acuartelamiento de la 7ª Región Militar, en una carta enviada al ayuntamiento
el 26 de agosto de 1958, expone que “es necesario demoler por el estado ruinoso
en que se encuentra [el cuartel] para evitar posibles derrumbamientos”. Además,
el comandante anuncia que “para que no se produzcan daños en el edificio, he
resuelto sea derribado con mano de obra y dirección militar”. Antes de proceder
al derribo, se consulta con el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico de
la Provincia de Salamanca, cuyo arquitecto, Fernando Población, estima en una
carta remitida el 26 de septiembre que “debe conservarse la iglesia y edificio
del antiguo convento y en cambio puede derribarse el resto, es decir, el cuerpo
del edificio de más reciente construcción, así como la tapia posterior y
construcciones anteriores, estudiando una vez derribada dicha parte una
ordenación de su emplazamiento con objeto de adecentar y hermosear la zona de
tan espléndidas perspectivas, sobre todo desde el Parador y con vistas a un
noble acceso a la ciudad por la puerta de la muralla cercana”.
El
29 de septiembre la Junta Central de Acuartelamiento ordena a la sección de zapadores,
tras conocer la resolución de Patrimonio, que se traslade a Ciudad Rodrigo para
“comenzar la demolición del cuartel de Sancti Spíritus”. A la vista de la
decisión del Servicio de Defensa de Patrimonio, el ayuntamiento, en un pleno
celebrado el 30 de octubre de 1958, solicita la cesión gratuita de la iglesia y
el convento de Sancti Spíritus “para conservarlo y repararlo, a fin de tratar
por todos los medios que Ciudad Rodrigo persevere en su carácter de antigua
ciudad”. La Junta General de Acuartelamiento continúa con los trámites para la
demolición y el 10 de octubre, tras una comisión permanente, comunica que se va
a “iniciar la demolición del cuartel” con el fin de “aprovechar los materiales
que sea posible en los campamentos de reclutas, principalmente el de El Ferral
de Bernesga (León), subastando, juntamente con el solar resultante, los
materiales sobrantes”.
Portada de la capilla el convento de Sancti Spíritus |
El
18 de octubre se celebra una reunión en Ciudad Rodrigo para determinar los
pasos a seguir para el derribo del cuartel, un encuentro al que asistieron el
“capitán general presidente de la Junta Regional de Acuartelamiento, el
gobernador civil de Salamanca, el alcalde de Ciudad Rodrigo, el arquitecto
encargado del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional en la
Provincia de Salamanca, el jefe de la comandancia de obras y el comandante
secretario de la Junta Regional de Acuartelamiento”, como recordaría más tarde
el propio capitán general en una carta enviada al alcalde de Ciudad Rodrigo y
fechada en Valladolid a 15 de abril de 1961.
Los
zapadores parecieron hacer caso omiso a las directrices de Patrimonio y, salvo
la capilla, prácticamente derribaron todo el resto del cuartel. El ayuntamiento, a raíz del anuncio de subasta del solar resultante de la
demolición del antiguo convento, el 30 de octubre de 1958 ofrece al Ejército un
terreno de 9.000
metros cuadrados , situado en el barrio de San Isidoro,
al final de la avenida de España, pasando el puente del ferrocarril, como
permuta. El 26 de septiembre de 1959 la Junta Central de Acuartelamiento comunica
al Consistorio que no acepta el ofrecimiento y piden “aumentar la propuesta
para que los intereses del Ejército no sufran pérdidas tan elevadas como la que
se contiene en la actual propuesta de permuta”.
Continúan
las labores de desmantelamiento del cuartel y el 1 de julio de 1960 el Ejército
inspecciona “los trabajos de retirada de escombros vertidos en el foso de la muralla
procedentes del derribo del cuartel”. Afirma que el ayuntamiento no ha tomado
ninguna “medida conducente a la conservación del muro perimetral ni de la
capilla, que no se derribaron por deseo de esa corporación”. El 8 de julio el ayuntamiento toma una serie de medidas para garantizar la seguridad de los viandantes: cierra al tránsito de carruajes y personas la zona y establece una
vigilancia diaria. El consistorio se muestra favorable “a tirar lo que queda en
pie”, aunque esperará a la decisión que adopte el arquitecto provincial de
conjuntos monumentales. Mientras tanto, la Junta Central de Acuartelamiento
ordena para el 13 de noviembre el repliegue de su personal desplazado a Ciudad
Rodrigo. El 3 de diciembre, el arquitecto provincial recuerda que se había
prohibido el derribo del convento, ya tirado excepto un muro de la fachada
principal. Y afirma que al ser un hecho consumado, da su autorización para
desmontar el muro de la fachada, “respetando siempre la iglesia y limpiando el
solar de los escombros y restos allí existentes”.
El
31 de enero de 1961 el ayuntamiento vuelve a intentar quedarse con el solar y
la capilla de Sancti Spíritus. Hace una nueva oferta al Ministerio del
Ejército; en esta ocasión ofrece 200.000 pesetas por el solar y 7.000 metros
cuadrados ubicados en la referida zona del barrio de San Isidoro, además del
cuartel viejo de Santo Domingo. Todo ello valorado en unas 800.000 pesetas. Por
último, apunta el consistorio que si consiguiera el terreno se haría un parque,
el “Parque del Ejército Español”.
El
tema va por otro derrotero. El 15 de abril de 1961 el capitán general presidente
de la Junta Central de Acuartelamiento recuerda al consistorio que “el derribo
del muro que quedó debe ser efectuado por ese ayuntamiento”, explicándole que
“el referido muro presenta varias grietas importantes y en la parte próxima a
la puerta principal un abombamiento en su parte superior, que ofrece peligro de
desplome, por lo que es aconsejado su derribo, por lo menos hasta la mitad de
la segunda planta, situada a 4,50 metros de altura, aproximadamente”. Asimismo,
hace referencia al “mal estado en que se encuentra la capilla, que tiene la
bóveda principal abierta, el muro izquierdo agrietado lateral y superiormente y
la cubierta completamente desmantelada, por lo cual existe también peligro de
desplome, siempre y cuando que ese ayuntamiento no se encargara de consolidar
dicha edificación una vez derribado el muro de referencia”.
Vista aérea del cuartel de Sancti Spíritus y de la capilla anexa |
Volviendo
a la oferta económica del ayuntamiento, el Ministerio del Ejército comunica el
26 de mayo que no acepta la propuesta de permuta. Parece que en el consistorio
se da por perdida la posibilidad de hacerse con esos terrenos y la capilla de
Sancti Spíritus, ya que el 30 de mayo se dirige al Ministerio del Ejército
señalando que “hay particulares que pudieran estar interesados en el derribo
[de lo que queda pendiente], poniendo como precio el que se les diese la piedra
procedente de éste”. Además, en virtud de la contestación del ministerio, de
fecha 26 de junio de 1961, el capitán general de la Junta Central de
Acuartelamiento señala que por los escritos enviados desde el ayuntamiento
parece que el consistorio da por terminadas las negociaciones para quedarse con
el referido solar. No obstante, el ayuntamiento vuelve el 28 de octubre a plantear
una nueva oferta: pagaría hasta 750.000 pesetas en metálico, aunque a plazos.
El Ejército tasa el cuartel en 1.336.640 pesetas, mientras que el ayuntamiento
sólo puede ofrecer en metálico 562.000 pesetas, por lo que se le pide un
esfuerzo para que haga una oferta un poco más ventajosa.
Se
sigue sin acercar posiciones entre ambas partes. El ministerio saca el 23 de
julio de 1962 el pliego de condiciones técnicas y legales para la venta del
cuartel. El ayuntamiento, una vez que no
ha habido postores, vuelve a ofrecer al Ejército una cantidad económica, en
este caso 900.000 pesetas con el objetivo de hacer el señalado parque público en el
referido solar. Es julio de 1963 cuando el alcalde, Joaquín Martín Báez, vuelve
a subir hasta el millón de pesetas la oferta, aunque para ello tendría que
conseguir un crédito, operación fallida y que provocó que un año después, en
concreto, el 16 de marzo, el consistorio desista en su empeño de hacerse con el
solar y capilla del antiguo cuartel de infantería. No obstante, el Ejército
siguió responsabilizando al ayuntamiento de la situación de ruina del muro que
no se había derribado, por lo que exige al consistorio que se haga cargo de las
obras necesarias y también del cerramiento.
Vista de los bloques de viviendas que ocupan el lugar del cuartel y la capilla Foto Manuel Alende (Wikipedia) |
La
retirada del ayuntamiento en la puja por el solar y la capilla del antiguo convento
de las isabeles, deja abierta la puerta a la iniciativa privada. Se constituye
una cooperativa, presidida por Carlos Martín Martos, que quiere utilizar esos
terrenos para levantar un grupo de viviendas. Finalmente, se hacen con el solar
y la capilla y en 1967 solicitan el permiso de obras para construir seis
bloques de cuatro plantas, inmuebles que ahora ocupan la zona de referencia.
La capilla queda exenta del proyecto, siendo adquirida más tarde por Francisco
Rodríguez Lamas, quien solicita permiso a la comisión de Patrimonio para su
derribo y posterior construcción de un edificio de nueva planta. La citada comisión, en
reunión celebrada el 18 de marzo de 1975, acuerda “autorizar el derribo con la
obligación de depositar los elementos arquitectónicos de la puerta y motivo
alusivo al Espíritu Santo, que está sobre ella, en el depósito municipal”. Sin
embargo, “no autoriza la construcción del nuevo edificio por considerar que
resultaría tan agresivo en su aparición sobre las murallas como las actuales
viviendas de la Cooperativa San José y que los errores cometidos en fecha
anterior no deben condicionar las decisiones actuales de la comisión”. Algo
que, a la postre, quedó en papel mojado ya que en 1977 se autoriza la
construcción del polémico edificio.
Estupendo articulo de la historia y muy bien documentada e ilustrada
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