Un insigne
rodericense, Juan Martín Zermeño, sin duda el que cuenta con una mayor proyección
local en la historia militar de España, sigue siendo todavía un perfecto
desconocido en Ciudad Rodrigo. Cierto es que algunos trabajos editados en el Libro del Carnaval [1] han dado cuenta de su
vinculación y origen mirobrigense, unas pinceladas que están todavía muy lejos
de reflejar la relevancia que tuvo este prohombre mirobrigense en la historia
de la ingeniería militar española a lo largo de buena parte del siglo XVIII,
una importancia que sí reconocieron sus coetáneos mirobrigenses, con el
Consistorio a la cabeza, confirmándole su origen nobiliario, junto a su hijo
Pedro[2],
también relevante ingeniero militar, el 1 de julio de 1767 en el solemne acto realizado
por el Ayuntamiento para recibirles como “caballeros hijosdalgo notorios.”[3]
Antes, en 1755, el propio rey
Fernando VI había reconocido a Juan Martín Zermeño su origen nobiliario al concederle
un privilegio real en el que le daba permiso para que al escudo de armas
de el que al presentte husáis podáis añadir en campo azul un león de oro
enpinado y abrazado de seis vanderas y en canpo roxo una torre de platta
yncendiado su homenage.[4] Juan Martín
Zermeño había nacido en Ciudad Rodrigo el 14 de junio de 1700[5],
siendo bautizado pocos días después, el 25 de junio, en la desaparecida iglesia
de San Juan Bautista. La tradición familiar había estado vinculada durante
varias generaciones con el estamento militar[6],
sirviendo y defendiendo al rey “con la espada en la mano” siempre que fue preciso.
Por eso no es de extrañar que Juan Martín Zermeño se inclinara, en cuanto se le
presentó oportunidad, por seguir los pasos de sus ancestros, pero con una llamativa
precocidad, ya que ingresó en el Cuerpo, en calidad de ingeniero voluntario, el
20 de abril de 1713, cuando tan sólo contaba con 13 años[7]
y el 10 de abril de 1716 entró a servir de cadete en el regimiento de
infantería de Almansa[8].
Y así, a los 19 años ya tenía su primer grado militar,[9]
ayudante de ingeniero y subteniente de infantería, y destino en la plaza fuerte
de Melilla, en donde contraería matrimonio, con Antonia García de Paredes Martín,
de tan sólo 16 años[10],
el 5 de mayo de 1721.
Después
llegarían los ascensos. El grado de capitán lo alcanzó el 18 de julio de 1725,
en virtud de una cédula real certificada en San Ildefonso por Baltasar Patiño;
el de teniente coronel le fue concedido el 31 de mayo de 1736, en otra cédula
firmada en esta ocasión en Aranjuez, también avalado por Patiño; el de coronel,
le fue otorgado en El Pardo por medio de una resolución regia el 27 de enero de
1740, refrendada por Casimiro de Istariz, mientras que los cargos de brigadier
de infantería y mariscal de campo fueron certificados por Zenón de Somodevilla,
en Aranjuez y San Lorenzo El Real, despachos fechados el 6 de junio de 1744 y
el 2 de noviembre de 1745, respectivamente.
Un
año más tarde es nombrado ingeniero jefe del ejército en Italia y poco después,
en 1749, ejerció de comandante general del Cuerpo de Ingenieros con carácter
interino[11], cargo que desempeñó
hasta 1756, cuando ya había alcanzado en 1754 el rango de teniente general.[12]
En 1758, el concreto el 4 de abril, Fernando VI despacha una cédula real por la
que confiere al teniente general Juan Martín Zermeño el empleo de comandante
general de la plaza de Orán, destino al que estuvo ligado hasta 1765, un año
antes de que fuera nombrado, esta vez con carácter oficial, ingeniero general
del Cuerpo de Ingenieros de Su Majestad[13],
cargo que ocuparía hasta su muerte, ocurrida en Barcelona, ciudad en la que
tenía sus casas en la calle de San Pedro Más Baja, el 17 de febrero de 1773[14].
Cuando
muere por “enfermedad natural” Juan Martín Zermeño, a eso de las 11 de la noche
del citado 17 de febrero, Luis Bernardo Bereterrechea, auditor general
de Guerra del Ejército y del Principado de Cataluña, ordena que se formalicen
las diligencias necesarias con arreglo al testamento, si lo hubiere hecho, por
lo que es necesario visitar el domicilio del finado e inquirir a los allegados
sobre su existencia. Bereterrechea, asistido por el escribano Daniel Troch, se
acerca a las casas en donde había morado Juan Martín Zermeño y allí encuentra
al coronel ingeniero en jefe Miguel Moreno, a los tenientes coroneles e ingenieros en
segundo Antonio Sopeña y Blas Sapino, y al ingeniero extraordinario Antonio del
Valle, junto a otras personas que se habían acercado a velar el cadáver del
teniente general. Le explican al auditor que, efectivamente, el difunto les
había comunicado su última voluntad y entregado el testamento al escribano
Troch, a quien se le ordenó que lo abriese y que, en principio, sólo leyese
aquello concerniente al nombramiento de albaceas y a las disposiciones para el
funeral, acto que ejecutó en presencia, y como testigos, de Marcos Aurelio
Corsí, su ayuda de cámara, y Francisco Vives, oficial de la escribanía de
Guerra.
Tarjeta de visita de Juan Martín Zermeño. Biblioteca Nacional de España |
Tomada nota de sus disposiciones,
Bereterrechea inquiere a Corsí por las llaves de las estancias en donde Juan
Martín Zermeño guardaba los papeles concernientes a su servicio y al dinero de
que pudiera disponer. El ayuda de cámara le responde que dos o tres días antes de morir, le havía entregado una llave con
expresión que no la diera a persona alguna, sino al don Pedro Martín Cermeño,
mariscal de campo de los reales exércitos, su hijo.[15] Para
cumplir con las mandas del difunto, el general auditor ordena que una arca de nogal de quattro palmos de
largo y unos tres de alto, con tres cerraduras y llaves, y una papelera con
gavetas que el mismo Excmo. general difunto tenía en un quarto imediato al de
su dormitorio, se subiesen a otro del segundo piso, como en efecto así se
ejecutó, y se selló dicha arca con las armas reales, entregando como se
entregaron dos llaves de ella, la una a dicho don Miguel Moreno, y la otra al
referido don Antonio Sopeña, y la otra, con la de dicha papelera y la de el
expresado quarto[16] fue
entregada al escribano Troch, como fedatario, procediendo posteriormente al
sellado de la estancia. Al mismo tiempo, Bereterrechea ordena a Marcos Corsí, encargado de todas las alajas, ropa, y demás
del uso de Juan Martín Zermeño, y a Luis Piloto, mayordomo de la casa, que cada uno por su parte zelasen para que
nada se extraviase, ni removiese, comprometiéndose a ello delante del
escribano hasta que se procediese a la lectura del testamento y al posterior
inventario de bienes.
Tres días después, el 20 de
febrero, tras haber dado eclesiástica sepultura al cuerpo del teniente general
en la iglesia del convento de San Francisco de Paula, Bereterrechea se dirige a
la casa en la que vivió Juan Martín Zermeño para proceder a la apertura del
sobre y a la lectura de todo el contexto testamentario del finado, acto que se
realiza en una de las estancias de la casa del difunto en presencia del
mariscal de campo Pedro de Lucuce y los citados Miguel Moreno, Antonio Sopeña,
Blas Sapino y Antonio del Valle, contando también con la asistencia, como
testigos, de Marcos Corsí y Luis Piloto.
Juan Martín Zermeño había
redactado sus últimas voluntades el 26 de noviembre de 1772. Lo hizo en su
casa, en presencia del escribano Daniel Troch, y asistiendo como testigos
Marcos Corsí y Francisco Vives. El teniente general había entregado al
escribano un pliego, cerrado con doblez, que contenía el testamento hológrafo.
Había sido autentificado con las firmas de los citados testigos. Estaba continuado su último testamento con una memoria escrita y
firmada de su mano y letra propias, y el testamento escrito de mano agena y
firmado de la propia, qual dixo que quería valiesse por derecho el testamento
codicilo o por aquella especie de última voluntad, que mejor a derecho valer
pudiese,[17]
revocando todos y qualesquiera testamentos
o especies de últimas voluntades que hasta el día presente hubiese hecho ante
qualesquier escrivano[18].
Retrato de Zermeño. Archivo General Militar de Madrid |
El
testamento, redactado con cabal juhizio,
memoria y entendimiento, explica Juan Martín Zermeño, considerando que me he de morir y que este caso es posible en toda
hora, y ha de llegar sin saber quándo, especifica, en primer lugar, el
deseo del teniente general de que mi
cuerpo sea sepultado en la iglesia de San Francisco de Paula de esta ciudad, a
los pies de Nuestra Señora de la
Victoria , y en su defecto en la capilla de Nuestra Señora de la Soledad ; pero pudiendo ser,
me será de gran satisfacción que sea en el primer lugar indicado,[19]
dejando a los albaceas[20]
la decisión de ordenar la celebración de misas[21]
en su memoria, bien el día de su fallecimiento o del entierro.
Como segunda y
última voluntad, después de ordenar satisfacer las deudas que legítimamente
sean ciertas, declara heredero universal de sus bienes a su único hijo[22],
Pedro, nacido del matrimonio que contrajo con Antonia García de Paredes, ya
difunta, para que disponga de ellos como
quisiere; y si tomase estado de matrimonio y falleciese sin dejar hijos, le
hago especialísimo encargo tenga presente a sus parientes para esta herencia.[23]
Por
otra parte, Juan Martín Zermeño había ordenado a sus albaceas que cumplieran
una serie de legados o mandas dirigidas al personal de su servicio. Así,
estipula que se den a mi mayordomo Luis
Piloto cien libras, moneda cathalana, por lo bien que me ha servido, y a su
mujer cinquenta, y las mismas a cada uno de los hijos que tubieren al tiempo
que Nuestro Señor fuere servido llevarme a mejor vida. La misma cantidad y
por los mismos motivos, y por la caridad
que siempre manifestó a mi persona, destina a Marcos Corsí, su ayuda de
cámara, a su mujer y a los hijos que tuvieren. Al lacayo Jacintho Pérez, por haverme bien servido y sufrido mis
impertinencias (que confieso no han sido pocas), quiero se le den treinta
libras y además se le asistirá con el salario de dos meses para que pueda
mantenerse ínterim busca su acomodo. Además quiere que a los cocheros y demás lacayos que hubiere a mi servicio, al tiempo de
mi fallecimiento, se les asista con dos meses de su salario, al respeto de lo
que estubiere cada uno ajustado y que a Domingo
Buj, mi cozinero, se le asista con los mismos dos meses de su soldada, y además
con veinte y ocho libras por si quisiere bolverse a su país.
Finalmente,
el teniente general había dispuesto el futuro para sus dos esclavos: A Gracia, negra, mi esclaba, es mi voluntad
se le dé libertad, pero si quisiere seguir sirviendo a mi hijo en calidad de libre,
le pido la mantenga y trate con caridad, y si estándolo sirviendo, se le
proporcionase casarse, es mi voluntad que le tenga dicho mi hijo basquiña y
jubón para la calle, según estilan las mujeres de los menestrales, y para
dentro de casa, un guardapiés de calamaco, tres camisas de lienzo caserillo,
dos pares de enaguas del mismo lienzo, dos pares de calcetas de ilo, dos pares
de medias de estambre y dos pares de zapatos de cordobán, esperando de ella que
por esta mi memoria me encomiende a Dios. Y para el negro Masuxe, mi esclabo, que por su desgracia ha sido incapaz de
imponerse en los misterios preciosos que debe saber un christiano, aunque mi ánimo
ha sido dejarle libre, ruego a mi hijo consulte con uno o dos theólogos de
conocida virtud si será más equitativo dejarle libre o donarlo a una comunidad,
en la que tal vez observando la continua oración y ésta, con su santo zelo, se
aplique a instruirle, consiga este infeliz su salvación, único fin que me
obliga hazer a mi hijo este encargo. Y últimamente le hago siga el de los theólogos.
Firma de Juan Martín Zermeño |
El
22 de febrero de 1773, cinco días después del fallecimiento de Juan Martín
Zermeño, se inicia la redacción del inventario de sus bienes[24],
operación que llevarán a cabo Luis Bernardo Bereterrechea, auditor general de
Guerra del Principado de Barcelona; Pedro de Lucuze y Ponce, mariscal de campo
y director de la Real
Academia de Matemáticas de Barcelona; y los albaceas
testamentarios del difunto: Miguel Moreno, coronel ingeniero en jefe; Antonio
López Sopeña y Blas Sapino, coroneles e ingenieros en segundo, y Antonio del
Valle, ingeniero extraordinario. El escribano Daniel Troch da cuenta de todos
los actos que se celebran, una vez que Marcos Aurelio Corsí, ayuda de cámara
del finado, y Luis Dionisio Piloto, mayordomo de la casa, cesaron en la
custodia de los bienes que se encontraban en el inmueble, cometido que se les
encargó tras conocerse la muerte del ingeniero general el 17 de febrero y
después de leerse el testamento el día 20.
El inventario,
necesario en ausencia de Pedro Martín Zermeño, su hijo y heredero universal de
todos sus bienes, en ese momento residente en la Corte , lo ordena el auditor
Bereterrechea el mismo día 20 de febrero, una vez desvelado el codicilo, aunque
no se procedió a su formación hasta dos días después.
La mañana la
emplean en inventariar las piezas de plata labrada, 325 objetos para diverso
uso, pero especialmente destinadas al servicio doméstico. Destacan la
cubertería para 36 comensales, seis docenas de platos ondeados o los varios
juegos de fuentes, cuya relación completa da idea de la opulencia que rodeaba
al ingeniero militar en el momento de su muerte.
Los fedatarios se
encontraron con un juego de 14 fuentes ondeadas, dos grandes y las otras de
diferente tamaño aparejadas de cuatro en cuatro; con otro juego de 17 fuentes
redondas, una grande y las otras agrupadas, también de cuatro en cuatro, por su
tamaño descendiente. El inventario de las piezas de plata también da cuenta de
cuatro ensaladeras, dos tazones con sus tapaderas, dos salvillas ondeadas, seis
docenas de platos también ondeados, cuatro salseras, ocho saleros, “dos barcas
que sirven de vinagreras”, dos cucharones grandes y otros cuatro menores, un
juego de cubertería de 36 piezas con cucharas, tenedores y cuchillos con mango
de plata, además de 36 cucharitas para café; una cafetera grande, una tetera,
dos mancerinas, dos candeleros grandes de a dos luces y otros ocho de tamaño
regular, dos juegos de despabiladeras; palangana, jarro y jaboneras; una
escribanía completa, con su campanilla; “un sorti
compuesto de cuatro candeleros de a dos luces, seis tazas ondeadas y
doradas por dentro, cuatro cucharitas, cuatro saleros, dos azucareros, con
aceitera y vinagrera -de cristal sólo están dos piezas-”, dos azafates grandes
esmaltados y dorados y, finalmente, un par de espuelas.
Antepasados de Juan Martín Zermeño |
En este punto,
“por ser tarde”, se suspendió el inventario para tomar un refrigerio, reanudándolo
a las tres de la tarde para dar cuenta, en esta ocasión, de la indumentaria del
finado, una operación que se dilataría más de lo previsto. En primer lugar, en
las diligencias practicadas se anotó “un uniforme grande, antiguo, de general”
junto a otro pequeño; después se daría cuenta de un “vestido de paño color de
aceituna con chupa carmesí guarnecido con dos galones”, otro de “color de
perla, guarnecido con sobrepuesto de plata y chupa de terciopelo azul”. Sigue
la relación de la indumentaria militar de Juan Martín Zermeño con otro uniforme
de “terciopelo florecido color de cereza”, una “chupa y vueltas de tisú de oro,
un vestido de terciopelo fondo color de oro, un uniforme grande de ingeniero,
otro de paño pequeño de segovi y un vestido negro de verano”. Antes de
suspender la primera jornada del inventario y quedar “el día de mañana, a las
nueve de ella”, los fedatarios recogieron en sus anotaciones “dos batas de
lienzo con listas encarnadas, un aderezo de grana guarnecido de plata, otro
viejo y 10 pares de medias de seda”.
El 23 de febrero
volvieron a reunirse a la hora fijada el auditor de Guerra, el mariscal de campo
Pedro de Lucuze y los cuatro albaceas para proseguir con su trabajo de inventario
de los bienes del ingeniero militar. Se abundó en la ropa que había dejado el
difunto en sus arcas y armarios: una docena de camisas de holanda con “vueltas
bordadas”, otra docena de tejido y composición que no merecieron el apunte de
los fedatarios, ocho camisas de holanda con “vueltas lisas”, además de otras 43
sin definir; dos docenas de corbatines usados, 18 camisas de “debajo, las seis
nuevas y las demás usadas”; 12 calzoncillos, 20 pares de calcetas y 12 gorros
de aguja y seis de lienzo bordado. El trabajo de esta mañana termina señalando
parte de la lencería y otros aditamentos que se encontraban en los dormitorios:
una docena de sábanas, la mitad usadas; seis sábanas de familia y otras 18
nuevas del mismo género; 13 almohadas usadas, un peinador y una toalla con
encaje; tres cortinas de ventana, cuatro pares de botenines de aguja, dos pañuelos de batista y otro de seda, dos
gorros de algodón y “uno de pelo de cisne”.
Por la tarde se
reanuda el inventario con la mantelería: 44 servilletas labranderas, cuatro
tablas de manteles de una pieza, también de labrandera, al igual que una
toalla; 24 servilletas de aona con
muestra, tres tablas de manteles de la misma especie; 60 servilletas de
ginesta, viejas, y tres manteles, también usados, del mismo material; un paño
de mano, otros 12 de “mano de Mallorca”, seis “más ordinarios”; 39 servilletas
de Mallorca y seis más ordinarias, otras 39 servilletas de Mallorca y 48 de
Génova; seis manteles de la misma procedencia y, finalmente, cuatro piezas de
tela adamascada para servilletas y manteles, apunte con el que se da por
terminada esta segunda jornada del inventario.
Dibujo de uniforme realizado por Zermeño. A.G.S. |
A las nueve de la
mañana del 24 de febrero se continúa la relación de bienes con los mismos
fedatarios de las jornadas anteriores. Este día lo dedican a inventariar el
mobiliario de las dependencias de la casa que habitó el ingeniero militar en la
calle barcelonesa de San Pedro Más Baja. El número y calidad de las piezas
descritas abunda en la riqueza acumulada por Juan Martín Zermeño, ya puesta de
manifiesto en las anteriores anotaciones.
La relación
comienza inventariando 24 sillas de nogal cubiertas de felpa florecida y un canapé
compuesto de los mismos materiales. Aparte, existen 12 cubiertas de damasco
carmesí para las sillas y otra para el citado escaño, nueve cortinas de la
misma tela y color con cordones de seda. En las dependencias también se
encuentran 36 metros
de damasco carmesí distribuidos en tres piezas, 12 cenefas para las cortinas,
siete doradas y cinco en blanco.
Siguiendo con el
mobiliario, la casa contaba con seis espejos grandes con marcos dorados, cuatro
mesas de nogal con piedras de Tortosa, un espejo de chimenea, dos mesas grandes
de piedra con pies dorados y un pequeño escritorio de nogal; dos cantoneros
mallorquines, un armario de nogal con puertas de cristal, 12 cantoneros de
piedra desarmadas, ocho mesas de piedra también desarmadas, dos arañas de
cristal, cuatro palmatorias también de cristal, una silla poltrona vestida de
felpón floreado, un catre con su colgadura completa de damasco carmesí, cuatro
colchones para catres, seis para la familia, tres cubiertas o jaiques para las
camas, otro grande colorado y cinco para la familia, dos cubiertas de damasco
carmesí, una colcha grande de indiana de China, 68 sillas de paja, tres mesas
redondas de nogal y una mesa charolada. Aquí acaba el inventario matinal,
quedando de nuevo para las tres de la tarde, después del almuerzo.
A esa hora se
reúnen los albaceas con el auditor para continuar con la relación del mobiliario:
seis mesas de pino, dos catres viejos, dos camas de tablas, un tapete morisco,
un cubre silla también de ese material, una cama dorada con colgadura de
damasco verde y dos colchones; dos canapés de nogal, una cama de tablas son su
testera pintada, un armario grande con libros, 13 cortinas de bayeta encarnada,
siete hojas de cortina de indiana colorada, siete piezas grandes y otras tantas
pequeñas de lienzo crudo para los balcones, un cuarto y gabinete guarnecido de
indiana y cortinas del mismo material, dos niños de Nápoles con sus repisas
doradas; dos maletas, una de baqueta y otra de paño, un maletón también de
baqueta, dos cortinas de indiana de fondo blanco y seis láminas grandes de
cobre con sus marcos dorados pintados por Rubens, apunte con el que comienzan a
relacionarse, de forma parca, por cierto, las obras de arte que colgaban en las
paredes de la casa de la calle barcelonesa de San Pedro. En ese momento, por
“hacerse tarde”, se suspende de nuevo el inventario para continuarlo al día
siguiente con los mismos protagonistas.
Aledaños de la iglesia de San Francisco (A Coruña) |
El 25 de febrero,
a primera hora de la mañana, se reanuda la relación de los bienes muebles de
Juan Martín Zermeño. Primero se hace referencia a una colección de láminas de
cobre, pequeñas, originales de Brilli[25],
y de seis lienzos con marcos dorados, realizados por Matías de Torres[26],
las dos únicas referencias de autoría de las obras de arte propiedad del
ingeniero militar, aparte de las citadas seis láminas de cobre de Rubens. Las
descripciones de los cuadros son cada vez más vagas, limitándose a su tamaño y
a la calidad de los marcos: seis lienzos con sus marcos dotados, otras cuatro
del mismo material, “dos grandes con marcos pintados, uno grande sin marco,
otro grande con marco negro, seis pequeños con marcos charolados, dos estampas
con marcos y cristales, dos papeles de la China con marcos de madera y cristales, una
pintura pequeña con marco charolado y otra más pequeña en tabla con marco
dorado”. Sin embargo, tal vez por el respeto que profesaban tanto el finado
como los redactores del inventario, la iconografía religiosa es un poco más
explícita: “un lienzo de san Pedro con marco dorado, otro de santa Rosa, un
lienzo original del descendimiento de la cruz con marco dorado, un lienzo de
San Sebastián sin marco y un cuadro grande de San Bruno”. Por último, antes de
suspender la relación, que se reanudaría, como en los días anteriores, a las
tres de la tarde, se anota en el inventario la existencia de “dos baúles con
papeles” y de “seis pieles de tigre grandes y dos pequeñas”.
El proceso del
inventario se centra ahora en anotaciones sobre el menaje de campaña. Juan
Martín Zermeño tenía en su hogar seis ollas o marmitas de cobre, con sus
tapaderas; 18 cacerolas, una pezonera con su hoja para el pescado, un brasero
con tapadera, un horno, dos potomeras
con tapaderas, dos torteras, una pasadera y una cafetera de azófar; dos chocolateras,
un cucharón y un almirez, todo ello de cobre; siete candeleros de latón, otro
grande y viejo; un reloj de hierro para el asador y tres asadores, dos de ellos
chicos y el otro grande; una jarra de azófar para lavar los vasos y, con el
apunte de cuatro braseros de cobre, se cierra el capítulo de los útiles
destinados a la campaña.
La última jornada
del inventario se celebra el sábado, 26 de febrero, en sesión matinal. Las
anotaciones se refieren casi exclusivamente a la loza de china, pero se
detallan otras piezas de menaje o de uso decorativo. La relación comienza con
93 platos, otros 13 grandes y medianos, 53 tazas para café y 83 platillos para
ese mismo fin. Sigue con una vinagrera con su plato, dos jarros grandes para
flores con su tapadera, dos tazas grandes y una tetera; un librillo grande, dos
medianos y otro pequeños, señalando que también hay otros tres “más medianos
ordinarios”. Además, se señalan 17 jícaras y otras dos blancas; una maceta de
flores y dos mostaceras. El apartado de la vajilla de cristal se abre con 36
copas inglesas, otras 24 pequeñas de hechura diferente y un vaso de cristal de
la “fábrica del Rey, con las armas”. El inventario también incluye dos platos
de “piedra de Málaga” y tres más pequeños, dos saleros, dos tazas de piedra, un
león de mármol, cinco jarros blancos y matizados, también de la dicha piedra malagueña,
y una garrafa de estaño para el agua.
Los fedatarios no
habían finalizado, ni mucho menos, el inventario de los bienes de Juan Martín
Zermeño. Quedaron para continuarlo el “lunes inmediato”, aunque no pudieron
hacerlo al presentarse en Barcelona Pedro Martín Zermeño, hijo y heredero
universal del finado. Enterado de las diligencias del inventario que estaba
realizando el tribunal militar, según lo dispuesto en las ordenanzas vigentes y
obedeciendo la voluntad plasmada por el difunto en su testamento, el heredero,
avalado por la documentación que presenta referida a sus derechos, solicita al
tribunal que “se sirva cesar en la continuación del mismo inventario y en las
demás diligencias que deberían practicarse”; asimismo, y en consecuencia,
“mande no sólo sacar los sellos que se hallan en un cuarto del segundo piso de
la casa mortuoria del mismo, su difunto padre, y demás que se hubiere mandado
poner, sino también entregar las llaves, plata, alhajas y demás que se continuó
en el citado inventario a esta parte”.
El auditor
general, Luis Bernardo Bereterrechea, tras conocer la muerte del ingeniero
general, había inquirido a Marcos Aurelio Corsí, ayuda de cámara de Juan Martín
Zermeño, sobre el paradero de las llaves del arca en que el difunto guardaba
los papeles concernientes a su servicio como militar, en donde también se
encontraba el dinero. La llave de la papelera y la del cuarto, que también fue
sellado, quedaron en poder del escribano Daniel Troch, a la espera de la
llegada a Barcelona de Pedro Martín Zermeño, quien había salido de Madrid “con
toda diligencia” al enterarse de las “funestas noticias que tuve del estado de
salud de mi amado padre”. Sin embargo, “me hallé sin el consuelo que deseaba y
con la amarga pena de que había fallecido el 17 del pasado mes, después de
recibidos los santos sacramentos con todo conocimiento”, señala Pedro Martín
Zermeño en una carta que dirige al Consistorio de Ciudad Rodrigo, fechada el 3
de marzo, dando noticia de la muerte de su padre[27].
El escribano,
conocida la presencia del hijo de Juan Martín Zermeño en la ciudad y tras el
pedimento realizado por aquél, de acuerdo con el auditor del tribunal, fija las
diez de la mañana del 2 de marzo para proceder a la apertura del cuarto sellado
y entregar el arca y la papelera al heredero universal de los bienes del
ingeniero militar mirobrigense. También asistieron al acto los albaceas fijados
en el testamento. No había alteración en los sellos de la puerta ni del arca.
Se hizo entrega de las llaves a Pedro Martín Zermeño, al que también se le traspasó
la “plata y demás efectos continuados en el presente inventario”, al tiempo que
se le rendían cuentas de los gastos efectuados tras el óbito de su padre con
“motivo de su enfermedad, entierro y misas, mandas y legados y otros”.
En la memoria, se
especifican los gastos derivados del entierro y de las 925 misas que se
oficiaron a favor del finado en buena parte de las iglesias y parroquias de
Barcelona, incluyendo más tarde, en otra relación, los dos oficios solemnes
celebrados el día de la muerte de Juan Martín Zermeño en los conventos de San
Francisco de Paula y Trinitarios Descalzos. Asimismo, se cumple el codicilo
respecto a las mandas para entregar ciertas cantidades de dinero a sus
sirvientes: al mayordomo Luis Dionisio Piloto, al ayuda de cámara Marcos
Aurelio Corsí, al lacayo Jacinto Pérez, al cocinero Domingo Buj y a los
cocheros Manuel Muri y Josep Puriol. En cuanto a los gastos propios del
entierro de Juan Martín Zermeño, se satisface al cerero Miguel Vall la cuantía
de la factura por las “hachas y velas que se emplearon en toda la función
funeraria”; al carpintero Francisco Vila la correspondiente a la confección del
“baúl, gastos de formar el túmulo y enlutar la casa”; y a Francisco Antonio
Casanova la cantidad resultante “por los cuarenta cestos de la Casa de Misericordia para
servir el entierro”.
[1] LUIS CALABUIG, Ángel de. Los ingenieros del Rey: Juan Martín Zermeño,
en Ciudad Rodrigo, Carnaval 2005,
pág. 305-310; LUIS CALABUIG, Ángel de. Los
ingenieros del Rey: Juan Martín Zermeño, en Ciudad Rodrigo, Carnaval 2006, pág. 339-341; y MUÑOZ, Juan T. Juan Martín Zermeño. Su origen mirobrigense,
en Ciudad Rodrigo, Carnaval 2006,
pág. 339-342.
[2] Pedro Teodosio Martín
Fernández y García de Paredes Fernández y Gamiz. Nació en Melilla el 26 de
marzo de 1722 y murió en La
Coruña el 15 de diciembre de 1790, siendo Capitán General del
Reino de Galicia y regidor del Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo.
[3] Archivo Histórico
Municipal de Ciudad Rodrigo. Libro de acuerdos de 1767. …Que habiendo visto
con la atención debida las pruebas hechas de pedimento del Excmo. señor don
Juan Martín Zermeño, teniente general de los Reales Ejércitos, comandante
general del Real Cuerpo de Ingenieros, y del señor don Pedro Martín Zermeño, su
hijo legítimo y caballero de la orden de Alcántara, comendador de Villafamés,
en la de Montesa, brigadier e ingeniero director de los ejércitos y plazas de
S. M., natural y vecinos de esta referida ciudad y residentes en la villa y
corte de Madrid; en la de Talamanca, partido de la ciudad de Alcalá de Henares,
en el arzobispado de Toledo, recibimiento de caballeros nobles, hijosdalgo,
notorios de sangre, de casa y solar conocido, que en ella se les hizo,
precedido acuerdo y parecer de su asesor y aprobación del señor fiscal de S. M.
de la Real
Chancillería de la ciudad de Valladolid, y la posesión que de
tales en la villa de Talamanca se dio a los expresados señores, que tomaron
quieta y pacíficamente, con la pretensión que tienen introducida en este
ayuntamiento y lo demás obrado en su razón por sus caballeros comisarios, informantes,
y de que por uno y otro resulta plenamente justificada la filiación, limpieza y
pureza de sangre, y la notoria hidalguía y nobleza, de casa y solar conocido,
de los referidos Excmo. Señor don Juan Martín Zermeño, y señor don Pedro, su
hijo, y todos sus ascendientes por lo que respecta a esta expresada ciudad y su
ayuntamiento; por consabida y caso notorio, acordaron: recibir y recibieron en
ella por tales caballeros nobles, hijosdalgo, notorios de sangre, de casa y
solar conocido, a los estipulados Excmo. Señor don Juan Martín Zermeño y su
hijo legítimo don Pedro Martín Zermeño, y que de este recibimiento se de cuenta
a dicho señor fiscal de S. M. dentro del término prevenido en el auto acordado
de treinta de enero del año de mil setecientos y tres; y mereciendo su
aprobación, se hayan y tengan dichos señores, sus hijos y descendientes
legítimos en esta referida ciudad por caballeros nobles, hijosdalgo, notorios
de sangre, de casa y solar conocido, y guarden todas las honras, exenciones,
franquezas, privilegios y comuniquen los oficios honoríficos que como a tales
les corresponden y son debidos...
[4] Ibídem. Folios 108-111: Don Fernando por la gracia de Dios rey de Casttilla, de León, de Aragón
de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de
Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Seuilla, de Cerdeña, de Córdova, de
Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarues, de Algecira, de Jivraltar, de las
yslas de Canaria, de las Yndias orienttales y occidentales, yslas y ttierra
firme de el mar Océano, archiduque de Austria, duque de Vorgona, de Vrauante y Milán,
conde de Aspurg, de Flandes, Tirol y Barcelona, señor de Vizcaia y de Molina//:
Por quantto atendiendo a el dilattado méritto y seruicios de vos don Juan
Martin Cermeño, teniente general de mis reales exercittos y comandantte general
de el Cuerpo de Yngenieros y señaladamentte a el que hicistteis siendo coronel
yngeniero en jefe el año de mill settecienttos quarentta y quattro reconociendo
del orden de el capittán general Marqués de la Mina las linias de Nizza y montaros donde los
enemigos se auian echo fuerttes con cattorce vattallones y cientto treintta y
dos cañones y en consequencia de las notticias que distteis se dispuso el attaque
concurriendo a la acción y gloria de el día veintte de abrill mandando de orden
de el teniente general don Joseph de Aramburo la caueza de la columna que por
la partte de el pie de Monttalbán attropelló los enemigos y superó sus
ttrincheras y sus vatterías consiguiendo ttomar sus vanderas con la tropa que
lleuauais manifesttando en ttodo vuesttra acredittada dirección, celo y
espirittu, y dando después higuales prueuas de esttos attributtos en el sittio
y quema que se ocasionó en el casttillo de Demont en el Piamontte el expresado
año, exponiendoos con ynttrepidez a el riesgo por apagar el yncendio y conseruar
aquella prenda ttan importtantte a el proiectto de la campaña: Por decretto de
primero de estte mes señalado de mi real mano he venido en concederos permiso
para que al escudo de armas de el que al presentte husáis podáis añadir en campo
azul un león de oro enpinado y abrazado de seis vanderas y en canpo roxo una
torre de platta yncendiado su homenage, sin que por ello yncurráis em pena
alguna ni se os pueda poner a uos ni a vuesttros descendientes legíttimos
emvarazo ni ympedimentto alguno por concederos estte nueuo aumentto de armas
por nueua gracia y merced en atención a los señalados mérittos que ttenéis
echos y maior lusttre de buesttra casa y descendienttes en manifesttación de mi
real grattittud y mando a el governador y los de el mi Consexo, presidentte y
oidores de mis audiencias y chancillerrías y otros qualesquier fuere y
justticia de esttos mis reinos y señoríos a quien lo conttenido en estta mi carttta
ttoca o ttocar puede en qualquier manera que la guarden y cumplan y agan
guardar y cumplir como en ella se expresa: Dada en Aranjuez a ttreze de maio de
mil settecienttos cinquentta y cinco: Yo el rey.
[5] Archivo Diocesano de
Ciudad Rodrigo. Libro de baptiçados de la
yglessia parrochial de Señor San Juan Baptista. 1693-1701. Folio 41 v.,
partida 472: En la ziudad de Ciudad
Rodrigo a veinte y cinco días del mes de junio de mill y settecientos, yo el
licenciado Joseph Hernández Baz, vicario de la yglesia parrochial del Señor San
Juan Baptista de estta dicha Ciudad, vaptticé y puse los Santo óleos y el
chrisma a Juan, hixo de don Domingo Marttín y de doña Isauel Hernández; fue su
padrino don Francisco Barroso. Hauía nacido el vapttizado a cattorce días de
dicho mes y año. Y lo firmo. Licenciado don Joseph Hernández Baz.
[6] Archivo General Militar de
Segovia, 9ª M 86. Testamento de Pedro Martín Zermeño de 1787. A la hora de
justificar la procedencia de sus bienes y deseando amayorazgar su patrimonio,
recuerda que …para que en ttodos tiempos aiga memoria de
los hombres y familias, era amayorazgar sus vienes y deseando yo se manttenga y
aiga siempre la de mis padres y abuelos que en seruicio de su Rey y señor y con
la espada en la mano adquirieron partte de los uienes que poseio e yo lo hice
de los más conttinuando ygual seruicio con caudales que me dejaron y heredé de
ellos cuya memoria y el yllusttre de las familias no se consigue como la misma
experiencia…
[7] AGMS.
Personal_Celeb, caja 94, exp. 7.
[8] Ibídem.
[9] Título de Ayudante de
Ingeniero, grado de subteniente de infantería: El Rey, por cuanto
he nombrado a don Juan Martín por ayudante de ingeniero de mis ejércitos y
plazas y correspondiendo a este empleo el grado de subteniente de infantería he
venido a concederle por tanto mando a los capitanes generales gobernadores de
las armas y demás cabos mayores y menores, oficiales y soldados de mis
ejércitos, le hayan y tengan por tal subteniente de infantería guardándole y
haciéndosele guardar las preeminencias y exenciones que por el referido grado
le tocan, que así es mi voluntad y que el intendente de la provincia o ejército
donde fuere a servir dé la orden necesaria para que tome razón de este grado en
la Contaduría
general. Dado en Madrid a veintidós de marzo de 1719. Yo el Rey.
[10]
Había nacido en Melilla el 13 de noviembre de 1704, hija de José de Paredes e
Isabel Martín de la Checa.
[11] AGMS. Personal_Celeb,
caja 94, exp. 7: Habiendo venido S. M. en
que el mariscal de campo D. Juan Martín Zermeño se encargue del mando del
Cuerpo de Ingenieros mientras no se provea el empleo de ingeniero genl
y resuelto que pase a residir en ese prinzipado [Barcelona] (…)
Madrid, quinze de agosto de mil settecientos cuarenta y nuebe.
[12] AHMCR. Libro de acuerdos
de 1767. Folio 102: Don Fernando, por la gracia de Dios Rey de
Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de
Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de
Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias orientales y
occidentales, islas y tierra firme del mar océano, archiduque de Austria, duque
de Borgoña, de Bramante y Milán, conde de Asburgo, de Flandes, Tirol y
Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina. Por cuanto atendiendo del particular
mérito y distinguidos servicios de vos, el Mariscal de Campo don Juan Martín
Zermeño, he venido en conferiros el empleo de teniente general de mis
ejércitos. Por tanto, os doy y concedo toda la autoridad, acción e incumbencia
que corresponde a él y mando del capitán general o persona que gobernase las
armas en la parte donde sirviereis o pasaréis a servir, y a los demás cabos
mayores y menores, oficiales y soldados de cualquier nación o calidad que sean
que os hayan, reconozcan y respeten por tal teniente general de mis ejércitos y
os guarden y hagan guardaros las honras, gracias, preeminencias y exenciones
que por este empleo os tocan bien y cumplidamente, sin que os falte cosa
alguna, que así es mi voluntad; y que el intendente a quien perteneciere dé la
orden necesaria para que se tome razón de este título en la contaduría
principal donde se os formará asiento con el sueldo de setecientos y cincuenta
escudos de vellón, que es el que se os ha de librar y pagar al mes por el
tiempo que en virtud de las letras de servicio que yo os concediese estuviereis
empleado en campaña porque sin ellas y estando sirviendo en cuartel o en la
parte de donde yo os destinase, sólo se os ha de librar y pagar en cada mes
trescientos setenta y cinco escudos y para que se cumpla y ejecute lo referido
mandé despachar el presente título, firmado de mi real mano, sellado y
refrendado del infrascrito mi secretario de Estado y del despacho de la Guerra de que se ha de tomar
razón en la contaduría general de la distribución de mi real hacienda dentro de
dos meses contados desde el día de su fecha con advertencia de que no
ejecutándose así quedará nulo. Dado en Buen Retiro, a 17 de diciembre de 1754.
Yo el Rey.
[13] AGMS. Personal_celeb.,
caja 94, exp.7, doc. 5: Dn
Carlos, por la gracia de Dios, rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos
Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de
Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córcega, de
Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algecira, de Gibraltar, de las islas de
Canaria, de las Yndias orientales y occidentales, yslas y tierra firme del mar
Occéano, archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Bravante y Milán, conde de
Abspurg, de Flandes, Tirol y Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina… Por
quanto atendiendo a los particulares méritos y servicios de vos, Dn
Juan Martín Zermeño, theniente general de mis exércitos y comandante general
del Cuerpo de Ingenieros, y al acreditado zelo con que havéis desempeñado los
varios empleos militares que por espacio de cincuenta y un años havéis obtenido
sin intermisión, tanto en campaña como en quarteles, he venido en elegiros y
nombraros, como en virtud del presente os elijo y nombro, por ingeniero general
de mis exércitos, plazas y fronteras, concediéndoos este empleo con las mismas
facultades y autoridad y prerrogativas que lo exerció el marqués de Pozoblanco,
vuestro antecesor, y con el sueldo de doscientos y cincuenta escudos de vellón
al mes, que es mi voluntad gocéis a más del que os corresponde como theniente
general empleado, en consideración a los frecuentes viages a que estaréis
sugeto para la visita de las plazas y otras comisiones de mi servicio. Por
tanto, mando a mis virreyes, capitanes generales de mis exércitos y reynos y
provincias, y a los intendentes, comisarios, ordenadores, y de Guerra y demás
personas a quienes corresponda, os reconozcan, tengan y respeten por tal
Yngeniero general, dándoos toda la asistencia que huviereis menester a fin que
podáis disponer y ordenar en los casos que deviereis hacerlo perteneciente al
expresado empleo todo lo que convenga a mi rl servicio, y para su
cumplimiento, mando también obedezcan sin omisión ni repugnancia alguna todos
los oficiales, cavos, soldados y demás individuos que les tocare hacerlo, de
cualquier calidad, nación y condición que sean, las órdenes que a su efecto
diereis de palabra o por escrito, que así es mi voluntad; y que del presente
despacho se tome razón en la Contaduría
General de la distribución de mi Rl Hazienda
dentro de dos meses de su fecha, y en la Contaduría Principal
del Exército o provincia donde fuereis a servir, donde se os formará asiento
con el expresado sueldo de doscientos y cincuenta escudos de vellón al mes, a
más del que gozáis de theniente general empleado de mis exércitos. Dado en El
Pardo, a nueve de marzo de mil setecientos sesenta y nueve. Yo el Rey. =Dn
Juan Gregorio Muniaín= Tomose razón del título de S. M. escrito en las dos ojas
antecedentes en la Contaduría General
de la distribución de la Real Hazienda.
Madrid, quinze de marzo de mil setecientos sesenta y nueve. =Dn
Chistóbal Tavoada y Ulloa= Barcelona, primero de abril de mil setecientos
sesenta y nueve. Cúmplase lo que el Rey manda. =El conde de Riela= Barcelona,
primero de abril de mil setecientos sesenta y nueve. Tómese la razón en la Contaduría Principal
de este exército y principado. =Dn Juan Phelipe de Castaños= Tomó la
razón. =Dn Thomás López= (Es copia de la que está en la Contaduría Principal
del Exto y Principado de Cataluña. Barzna, quatro de
abril de mil setecientos sesenta y nueve. [rubricado] Thomás López).
[14] AGMS. 9ª M79.
Documentación referida a la muerte, testamento, últimas voluntades e inventario
de bienes de Juan Martín Zermeño. La mayoría de las citas que van a
continuación están contenidas en este expediente.
[15]
Ibídem.
[16]
Ibídem.
[17]
Ibídem.
[18]
Ibídem.
[19] Ibídem. Fue finalmente
enterrado en la capilla de Nuestra Señora de la Victoria , como testimonia
su hijo Pedro en las mandas testamentarias. Todas las citas que siguen, sin
referencia, se encuentran en el mismo documento.
[20] Nombro por mis albazeas
y ejecutores de este mi último testamento al referido mi hijo don Pedro Zermeño,
al mariscal de campo don Pedro Lucuce, al coronel inginiero en gefe Don Miguel
Moreno, a los thenientes coroneles e inginieros en segundo don Antonio Sopeña y
don Blas Sapino y al inginiero extraordinario don Antonio del Valle.
[21] AGMS. 9ª M 86. En el
testamento de Pedro Martín Zermeño se da cuenta de la obligación de celebrar misas
en memoria del teniente general y del deseo de trasladar sus restos desde
Barcelona a La Coruña ,
a una capilla que estaba construyendo en la braña de Monelos: …se diga un oficio de difunttos además del que ttengo señalado en
Barcelona por el ánima de mi padre en la capilla de la Vittoria de los Padres Mínimos,
uien enttendido que estto no será obligattorio ni estarán obligados mis
cumplidores y herederos a executtarlo y a costtearlo, pero sí lo será y
esttarán siempre que se uerifique que las cenizas de dicho mi padre y señor y
mías se coloquen en capilla propia como en estta mi disposición y testtamentto
dejo expresado…
[22] Juan Martín Zermeño tuvo
otro hijo, José, fallecido el 30 de septiembre de 1744 en Cuneo (Italia), siendo capittán de Ynfanttería en la batalla de la Madona del Olmo, sobre el
sittio de Cunio en los esttados del Rey de Cerdeña. (Testamento de Pedro Martín
Zermeño).
[23] Pedro Martín Zermeño
contraería matrimonio en 1781 con María del Carmen Cisneros Ulloa y Cadorniga,
con quien tendría un hijo, de nombre Santiago. En 1787, cuando redactó su
testamento, estaba esperando otro hijo: me hallo con un solo hijo,
aunque con esperanzas de más por hallarse preñada mi amada esposa.
[24]
AGMS. 9ª M79
[25] Debe referirse a los
hermanos Domenico y Giuseppe Brilli, que sobresalieron en la Corte como estuquistas
y decoradores en la segunda mitad del siglo XVIII.
[26] Matías de Torres (1635-1711), pintor barroco
español, natural de Aguilar de Campoo
(Palencia), puede ser considerado uno de los epígonos de la escuela madrileña
del siglo XVII. Falleció en Madrid en 1711, siendo enterrado de limosna en la
parroquia de San Luis.
[27] AHMCR. Libro de acuerdos
de 1773, sesión de 20 de marzo. Se abrió y leyó carta del
mariscal de campo D. Pedro Martín Zermeño, su fecha en Barcelona tres del
corriente, en que da noticia a esta ciudad de haber fallecido a 17 del anterior
su padre, el Excmo. Sr. D. Juan Martín Zermeño, teniente general de los Reales
Ejércitos y comandante general del Real Cuerpo de Ingenieros, natural y
originario de esta dicha ciudad, y enterada, agradecida de la atención de dicho
don Pedro, acordó que respecto a que luego que corrió la noticia de dicho
fallecimiento determinó escribirle, y con efecto lo hizo en pésame como resulta
del anterior consistorio, se coloque dicha carta en el archivo, poniendo a
continuación copia de aquélla. La carta en cuestión decía literalmente: Las funestas noticias que tube en Madrid del estado de la salud de mi
amado padre movieron mi cuidado a ponerme en esta capital con toda diligencia,
pero me hallé sin el consuelo que deseaba y con la amarga pena de que había fallecido
el 17 del pasado, después de recibidos los santos sacramentos con todo
conocimiento: Y como me consta quanto V.S. se ha servido estimar y distinguir a
tan amante patricio, he hallado ser mui propio de mi agradecimiento el dar a
V.S. cuenta del dolor conque vivo, y de ofrecerles mis deseos de imitar a mi
venerado padre en quanto sea del servicio y obsequio de V.S., cuya vida ruego a
Dios dilate muchos años. Barcelona, 3 de marzo de 1773. [Rubricado] Pedro Martín Zermeño. La respuesta del
Consistorio fue la siguiente: La notizia
funesta que esta Ciudad tubo de la muerte del Exmo. Sr. Dn. Juan Martín Zermeño,
su hijo, padre de V.S., la dio justo motibo para determinar en su Aiuntamiento
de 13 del corriente se le manifestase el singular sentimiento que la había
causado por la pérdida de un patrizio a quien por todas sus distinguidas
circunstancias tanto amó y sólo la queda el consuelo, como V.S. se lo partizipa
en su estimada carta de 3 de este mes de que a su muerte ubiese prezedido el
rezibimiento de los santos sacramentos con perfecto conozimiento, y como en
V.S. le reconoze igual, se asegura mirará la falta de tan amante padre en
christiana resignazión como natural afecto de la Dibina Providenzia.
Y ofreziendo a
V.S. esta Ciudad su constante boluntad a complazerle en quantas ocasiones se le
presenten, desea que nuestro Señor guarde a V.S. muchos años, de nuestro
Aiuntamiento de Ciudad Rodrigo, 19 de marzo de 1773.
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