El 19 de
septiembre de 1771, “a las cinco de la
mañana, empezó a experimentar la princesa nuestra señora –María Luisa de
Parma- alguna novedad, acompañada de dolores
que indicaban señales de parto. Mitigáronse estos y se mantuvo Su Alteza por
algunas horas con bastante quietud, pero a las nueve y media de la misma mañana
volvieron con mucha viveza, y no dejando ya duda de que el parto se acercaba,
se dedicaron el rey –a la sazón Carlos III- y príncipe –futuro Carlos IV-,
nuestros señores, a asistir personalmente a Su Alteza, como en efecto lo
ejecutaron, no apartándose un instante de su lado. A las cinco y doce minutos
de aquella tarde dio a luz felizmente Su Alteza un robusto y hermoso infante; y
tomándole el Rey nuestro señor en sus brazos, lleno de gozo y de ternura, salió
con él a la sala inmediata para mostrarlo a toda la Corte, que esperaba con
indecible impaciencia este feliz momento; y también a los embajadores de
familia y demás embajadores y ministros de otros príncipes que se hallaban allí
igualmente en virtud del convite formal que tuvieron para ello. Quiso Su Majestad
que sin pérdida de tiempo se administrase el sacramento del bautismo al señor
infante recién nacido, y habiéndose preparado en la real cámara todo lo
necesario para tan sagrada función, hizo esta ceremonia con la mayor solemnidad
el eminentísimo señor cardenal [Ventura de Córdoba, Spínola] de la Cerda y San Carlos, patriarca de las
Indias y capellán mayor de Su Majestad, poniendo a Su Alteza los nombres de Carlos,
Clemente, Antonio de Padua, Genaro, Pascual, José, Francisco de Asís, Francisco
de Paula, Luis, Vicente Ferrer y Rafael. Fueron padrinos nuestro santísimo
padre Clemente decimocuarto, representado por el rey nuestro señor, y Su
Majestad, por sí mismo; y asistieron como testigos especiales los señores
infantes D. Gabriel y D. Antonio [de Borbón], concurriendo a tan solemne acto las demás personas reales, los jefes
de palacio, grandes del reino, consejeros de Estado, embajadores y ministros
extranjeros, y otras muchas personas distinguidas[1]”...
La noticia del parto de la princesa
consorte de Asturias, alumbrando al infante Carlos Clemente, primogénito del
matrimonio entablado con el futuro Carlos IV, fue difundida por la Gazeta de Madrid el 24 de septiembre de
1771. Unos días antes, a finales de agosto, en concreto el día 28, el oscense
Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda, presidente del Consejo de
Castilla, estadista ilustrado y reformista, se había dirigido a la mayor parte
de los concejos relevantes de la Corona, entre ellos el de Ciudad Rodrigo,
informándoles de la inmediatez del nacimiento del primogénito de Carlos de
Borbón y María Luisa de Parma, una “carta
orden[2]” en
la que recaba “se le informe de la costumbre
que esta ciudad tenga de zelebrar con públicos festejos el nacimiento de las
personas reales herederas de la
Corona y del importe a que hubieren ascendido los gastos de
los últimos ejemplares en semejanttes casos[3]”;
además, reclama al consistorio que le indique “lo que la ziudad discurra hazer, con expresión de cantidad y fondo para
las expensas en la ocasión que se presentara luego que se berifique el feliz
alumbram.to que nos promete la princesa de Asturias, n.ra
s.ra amada, sobrina y nuera de S. M.[4]”.
Alegoría del nacimiento de Carlos Clemente, obra de Jacinto Gómez |
El concejo mirobrigense había visto
la carta del conde de Aranda en el consistorio del 4 de septiembre, por lo que
en el celebrado el día 11 ya estaban en disposición de avanzar el programa de
festejos que se pensaba desarrollar una vez verificada la alegría del rey Carlos
III por el nacimiento de su nieto, primogénito de su hijo Carlos, príncipe de
Asturias. Para ello, siguiendo las órdenes del conde de Aranda, los claveros
del concejo recabaron información en el archivo del municipio relativa “a festejos y regozijos echos por esta ciudad
respecttibam.te con motibo de los nacimientos de los s.res
príncipes d.n Phelipe terzero, d.n Phelipe quarto, d.n
Carlos Joseph y d.n Luis primero, sacadas de los libros de acuerdos
desde el año de mil quinientos setenta y ocho hasta el de mil setezienttos y
siette[5]”,
aunque, tal vez por olvido u obviando los excesivos gastos que se generaron en
la celebración, no dieron cuenta de la programación festiva organizada en 1629
con motivo del nacimiento del primer hijo varón de Felipe IV, por tanto
heredero de la Corona, el príncipe de Asturias Baltasar Carlos.
Los claveros, con el aval del escribano Joseph
Sánchez de Villalobos, presentan al concejo un extracto de las noticias que se
recogen en los libros de acuerdo consultados y referidas a los festejos
promovidos por las citadas alegrías de la Corona. Señalan que en 1578, con
motivo del nacimiento del que sería Felipe III, en el ayuntamiento del 24 de abril
se informa de que “el s.or d.n
Alonso Pérez de Arteaga, correjidor, dio notizia a la ciudad de ser público y
como muy zierto, que la reyna n.ra .sra había dado a luz
felizmente un infante, y que por ello era justo que la ciudad hiziese
demostraziones de regozijos y en su correspondenzia se determinó correr toros,
para cuio efecto se nombraron comisarios[6]”; que
“en el consistorio de 24 de abril de 1605
se abrió y leió carta de S. M., fecha en Valladolid, 13 de d.ho mes
y a.o, en que da cuenta a la ciudad del feliz nazimiento de un hijo [el
futuro Felipe IV] que felizmente había
dado a luz la reyna el Viernes Santo, 8 del referido mes de abril, encargando
que como tan fieles y nobles vasallos, hiziesen las demonstraziones de regozijo
acostumbradas, en cuia bista determinó la ciudad que, sin embargo de que solo
con la gustosa notizia, que la dio su correjidor d.n Fran.co
del Pesso y Quiñones, se había mandado que en las tres noches, que empezó en la
del sábado anterior, poner luminarias y tener máscaras, determinó que se
corriesen toros, para lo que nombraron comisarios, encargando a su correjidor
hablase a los caballeros hijosdalgo haziéndolos juntas en su casa, pidiéndoles
que por la proporción y equipo que tenían hiziesen por sí festejo de cañas y
que los toros se corriesen el día que ellos señalasen o el lunes próximo,
ofreciendo la ciud el aderezo de plaza y música, y que se escribiese
a S. M. la henhorabuena y demostración de festejos por el júbilo que esta
ciudad había tenido, dirijiéndola a Ruiz Gómez de Silva, alférez maior de ella,
para que la presentase a S. M., q.n posteriormente abisó aberlo
ejecutado[7]”; que “en consistorio de 17 de diciembre de 1661 se
abrió y leió carta de S. M. con f.ha en Madrid, 21 de nov.re,
dándole notizia del nazimiento del s.or d.n Carlos Joseph
[futuro Carlos II], que nazió el domingo
6 de d.ho mes, y a fin de que en demostración de alegría se hiziesen
las demostraziones acostumbradas, y anteriormente, por notizia que la había
dado el duque de Osuna, capitán g.ral de la frontera, de este feliz
suzeso, se habían hecho poner luminarias y subzesibam.te en el mismo
aiuntam.to entraron en el consistorio del cabildo ecc.co
a combidar a la ciudad, para que con tan plausible motibo se sirbiese asistir
en el siguiente día a la misa cantada y sermón q.e con S. M. patente
se había de zelebrar en la
Cathedral , y en aquella tarde a la prozesión g.ral
al s.or s.n Isidoro, a que había de concurrir el s.r
ob.po[8]”;
y que, por último, “en consistorio de 8
de octubre de 1707, cuatro días después de haberse restaurado esta plaza del
exérzito portugués, resulta la notizia del nazimiento del s.or d.n
Luis primero, y acordó la ciu.d se escribiese a S. M. la
henorabuena, exponiendo la falta de medios por haber estado dominada desde 26
de maio de 1706 hasta referido 4 de octubre en que se restauró, y S. M. en 11
de henero de 1708, escribió grazias a la ciudad por la lealtad a su serbizio,
ofreziéndola su real protección; y se mandaron poner luminarias[9]”.
Lámina que ilustra al infante |
Estas son las noticias de las
celebraciones que supuestamente había organizado el concejo entre 1578 y 1707,
indagadas por los claveros municipales y que fueron tratadas en el consistorio
del 11 de septiembre de 1771, en donde, como resumen, se señala que en los
regocijos promovidos por el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo con motivo del
nacimiento de los príncipes, “en dos de
ellos no lo practicó como apetezía, por las calamidad y extrechez en que la
constituió el lebantam.to de Portugal por el año de mil seisz.os
sesenta y uno y sitio q.e padeció hasta el de mil setezientos y
siete[10]”. Y respecto a las
previsiones festivas adoptadas para la celebración del inminente nacimiento del
futuro príncipe de Asturias, se le propone al conde de Aranda “que siempre que llegue el caso y se conzeda
a la ciudad el permiso correspondiente, executará los festejos a saver: función
de yglesia para dar al Todopoderoso las debidas grazias por tan feliz alumbram.to
como esperamos de su soberana clemenzia; una corrida de diez toros con
barilargueros, fuegos, luminarias y música en las correspondientes noches, cuio
gasto puede sacar y hazer la ciudad sin grabar al público, que ascenderá al
poco más o menos de diez y siete o diez y ocho mil reales que tiene existentes
y ha producido el terreno baldío llamado Valdelazarza, acotado para dehesa
carnizera, en virtud de real facultad en esta forma: los onze mil y
quatrozientos debengados en los años de mil setez.os sesenta y nuebe
y setenta; y cinco mil y setezientos que ban a debengarse en el corr.te;
y pues que la experienzia tiene acreditado que por yguales festejos en las proclamaz.es
de nuestro cathólico monarca y s.or d.n Fernando el sexto
(que está en gloria) que los oficiales de guerra y otras personas de distinz.n
del vecino reyno de Portugal han concurrido a berlas, y que sucedería lo mismo
si llegase el caso de executar las propuestas, quisiera esta ciudad a su bista
y como plaza principal de la frontera demonstrarles por todos medios el amor y
fidelidad que tiene a su rey y príncipes, y para el maior luzim.to
hazer otra corrida de diez toros que podrá proporcionar con el producto de la
plaza, carne y pieles de los otros diez, lo que se exponga a d.ho ex.mo
s.or en la respuesta que se le da, se quedará copia a continuación a
este acuerdo, manifestándole que los gastos de los antiguos festejos no pueden
serbir de norte para los del presente caso por la bariedad de los tiempos y
distintos precios que han tomado los géneros y respectto a que los sexmos de la Tierra , por los pueblos de
ella, son interesados en d.ho baldío de Valdelazarza y que s.pre
han concurrido con la ciudad a yguales gastos, se les zite para el primer
consistorio ordinario a fin de hazerles pres.te esta resolución y
carta orden que la motiba[11]”.
El concejo, pues, contaría con un
presupuesto de alrededor de 18.000 reales para organizar los regocijos por el
nacimiento del infante Carlos Clemente, una cifra significativamente alta
respecto a una celebración que podríamos considerar similar, ya que contaba con
el oneroso capítulo taurino, cuando se organizaron los festejos por el nacimiento
del príncipe Baltasar Carlos en 1629, para los que se destinaron alrededor de
3.300 reales en gastos según los libros de la razón de los mismos. No obstante,
como reconoce el consistorio en sus acuerdos, el presupuesto no puede servir de
referencia por ser tiempos y precios distintos.
María Luis de Parma |
El 12 de septiembre de 1771 el
concejo escribe carta al conde de Aranda en la que se recogen todos los puntos
expresados hasta el momento[12]. El
presidente del Consejo de Castilla, en una carta circular, responde el 20 de
septiembre al Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, al igual que hizo con todos los
concejos importantes a los que había prevenido el nacimiento del infante,
solicitando los regocijos que pretendían realizar con ese motivo y su costo. Da
cuenta el conde de Aranda de que el 19 de septiembre había nacido el infante y
agradece “las muestras de fidelidad y
amor a su augusta persona y real familia con que todo el reyno se distingue y
quiera repetirlo en esta ocasión[13]”,
pero corta de base las pretensiones festivas, especialmente las taurinas, que
prodigaba en su respuesta el concejo mirobrigense –hay que recordar que este
ilustrado aragonés fue promotor de la prohibición de las corridas de toros en
este mismo año, reinando Carlos III, y también perseverante en esta causa
durante el reinado de Carlos IV a la vista del fracaso que había tenido la
anterior medida abolicionista-. Y así se dirige al concejo rodericense,
recordando que “se ha executado el
paternal afecto y exmero con que S. M. desea en todos tiempos”, apuntando
que el rey “prefería quanto pueda
facilitar el bien y alibio de sus amados vasallos, para declarar le será más
agradable que las crezidas sumas que en semejantes ocasiones se han consumido y
contribuido voluntariam.te para costear d.hos festejos,
sirviendo estos de distraer de su trabajo a las gentes y de más perjuicio que
beneficio a la causa pública, se imbiertan en dotes a donzellas pobres y
huérfanas que faciliten sus matrimonios con proporción a sus clases[14]”.
Carlos, príncipe de Asturias, pintado por Mengs |
En román paladino, pide a los regidores que fomenten más el trabajo y
menos la fiesta y, también, que den oportunidad a que mujeres casaderas tengan
recursos para atraer a sus potenciales maridos aportando las dotes. Y lo deja
meridianamente claro: “Conforme de esta
real declaración y benigno deseo a S. M., anticipo a V. S. este abiso para que
lo tenga entendido y escuse todo preparatibo de regocijo y demostrazión pública
por el feliz alumbramiento de la
Princesa , nuestra señora, hasta tanto que señalándose y
participándose a V. S. por el Consejo la cantidad que se destinare para d.hos
fines, pueda también comunicarse por mí a V. S. la instrucción con que según la
piadosa intenzión de de S. M. deba prozeder a su distribución. Esto no impide
que V. S. con la maior brebedad practique la debida acción de grazias a Dios
todopoderoso con el Te Deum, implorando al mismo tiempo su dibina clemenzia por
la feliz conserbación del Ynfante recién nacido, por el prompto
restablezimiento de la
Princesa , nuestra señora, por las felicidades de toda la real
familia y porque su divina magestad colme de robusta salud y beneficios al Rey
nuestro señor para consuelo de su monarquía y para remunerarle las piedades que
executa y el amor y desbelo con que atiende a sus dichosos vasallos[15]”.
Constreñidos por las indicaciones
del conde de Aranda, el alcalde mayor y corregidor interino de Ciudad Rodrigo,
Juan Antonio de Vienza y Abadía, junto con el resto de regidores, iniciaron de
forma inmediata las gestiones para la celebración de una función religiosa en
la Catedral de Santa María para agradecer el alumbramiento y la pronta
recuperación de María Luisa de Parma, princesa de Asturias. Se encomienda al
regidor Manuel de las Casas que, junto con una comisión, se acerque a ver al
deán del cabildo de la seo civitatense con el fin de ultimar los preparativos
que se desarrollarían al día siguiente, 26 de septiembre. Se adelanta que los
actos contarán con el canto del “Te Deum,
missa solemne, con su Magestad manifiesto a fin de que mereziéndole este fabor
la ciudad, como no lo duda de su correspondenzia de las disposiziones conducentes,
suplicando a d.ho S.or deán mande tocar las campanas de
dicha su iglesia; al mismo tiempo que se haga del relox de esta ciudad en la
mañana de este día; y al mismo intenso por lo respectibo a parroquias y
combentos, visite al S.or probisor mediante estar ausente el Illmo.
S.or obispo, y que en el caso de tener efecto d.ha festibidad
de iglesia, se sirba darle orden competente para que en ella se pongan algunos
bancos para que puedan sentarse los oficiales de la guarnizión y demás personas
que concurran[16]”.
Adelantándose a los actos del 26 de
septiembre, un día antes, acabado el consistorio, el concejo ordena que “al concluirse este ayuntamiento se toque d.ho
relox para anunciar al público tan feliz nacimiento[17]”, y
que se invite a una serie de personalidades para que acudan a los actos de la
jornada siguiente, caso del “S.or
abad del cauildo titulado de la villa, al S.or Intend.te,
a los S.res th.es de rey desta plaza, gobernador del real
fuerte de la Concepción ,
que se halla en ella, y coroneles de los cuerpos militares, suplicándoles se
sirban ordenar a sus oficiales asistir a d.ha festividad, lo que
para el mismo fin se noticie al público por medio de pregón. Que se pase por el portero recado al
thesorero de los sexmeros de la tierra para que les abise d.ha
resolución, a fin de que concurran con la ciudad a d.ha función; que
se embíe a d.ho cauildo una arroba de zera en belas de a libra y
gratifique a los músicos con cientto y cinquenta rr.s de vellón en
consideración a su trabajo; y se responda a d.ho Ex.mo S.or
conde de Aranda suplicándole que en nombre desta ciudad se digne dar la
henorabuena a S. M. por tan feliz y apetezido nacimiento, manifestándole el
amor y felicidad que tiene vinculada a su real serbicio[18]”.
Tal y como se había anunciado se
desarrollaron los actos de acción de gracias en la Catedral, con la asistencia
de las personas a las que se había invitado, de lo que se dio cuenta de forma
inmediata al conde de Aranda, ofreciéndole y reiterándose su “su resignada obedienzia, anelando frequentes
ocasiones para executarse en su obsequio[19]”,
aunque para ello tuvieran, como lo hizo el consistorio, que obviar las
celebraciones que tenían previstas, sin duda más populares y concurridas, como
eran la organización y desarrollo de festejos taurinos en la plaza pública, a
imitación de lo que había ocurrido en 1629 por el nacimiento del infante
Baltasar Carlos.
A esos festejos, me refiero a los de
1629, el concejo y su tierra destinaron una importante suma para afrontar los
gastos de las fiestas taurinas. Así, por ejemplo, se pagaron al caballero Félix
Nieto de Silva 80 ducados[20] por
dos de los toros que se corrieron con motivo de dicha celebración; igualmente,
se abonaron 1.160 reales al ganadero Juan Manuel, de Sepúlveda, por la venta de
tres toros, al precio de cuarenta reales cada uno, que completaban la corrida;
al vaquero Jhoan Gómez se le pagaron cinco ducados por encerrar los cinco toros
que se corrieron en el referido festejo, mientras que Jhoan Hernández, maestro
de carpintería, percibió 1.440 maravedíes por preparar 24 docenas de garrochas,
aunque también se pagaron 3.000 maravedíes al cerrajero Diego Pacheco por otras
50 docenas de garrochas.
Por otra parte, el concejo abonó al regidor
Luis del Águila y Castilla 2.860 maravedíes, de los que 1.500 se le entregaron
para satisfacer los gastos de los tres días que se ocupó en ir a comprar los
toros para las referidas fiestas y el resto, 40 reales, por el adelanto que
hizo al clérigo –canoniguero se apunta también- Diego Sánchez a cuenta de los
ingenios de fuego que se le encomendaron, entre ellos encohetar un toro, y que
derivó en una polémica por incumplimiento de lo comprometido con el concejo[21]. También
a Luis del Águila se le entregaron 58 reales por gastos menudos que había
realizado en los preparativos de la fiesta; al molinero Pedro Martín se le
abonaron 20 reales por el alquiler de un caballo y por encargarse de dar la
lanzada a los toros, un caballo que ocasionó unos gastos de cinco reales que se
pagaron al mesonero Bartolomé Hernández por cuatro celemines de cebada
destinados al citado équido desde el que se alanceaban los astados.
La familia de Carlos IV, pintura de Francisco de Goya |
Otros gastos ocasionados por las
fiestas del nacimiento del príncipe Baltasar Carlos fueron, por ejemplo, los
seis reales que costaron las seis manos de papel para luminarias que vendió al
concejo el tendero Jhoan González, que se sumarían a las 14 manos de papel
compradas a la también tendera María Pérez al precio 18,5 reales; los 165
reales que se abonaron a Ana Gómez, viuda, por razón de la compra de 33 libras de pólvora y
que había vendido a los corregidores Luis del Águila y Francisco Barba para
ruedas y montantes de fuego, además de los aderezos del toro encohetado. Por
otra parte, se van detallando otra serie de gastos por velas de sebo, hilo,
anjeo para la manta del toro de fuego o el yerro para alancear el toro –se pagó
por él 16 reales al cerrajero Jhoan Moreno-. Además, a los coheteros Jhoan
Hernández y Juan Gómez se les abonaron 88 y 56 reales, respectivamente, por los
preparativos de las luminarias con hachones, tiestos, toldos, peones y tarlas
al primero y, al segundo, por 14 docenas de cohetes. Por último, se pagaron
62,5 reales al mulero Manuel Rodríguez por sacar los toros de la plaza y
llevarlos al matadero y otros 200 reales a Cristóbal Rodríguez y sus compañeros
menestriles, también, como el resto, vecinos de Ciudad Rodrigo, “por aver tocado las chirimías en todas las
fiestas que se yçieron en el nasçimiento del príncipe nuestro señor, conforme
al concierto que içieron con los señores don Luis del Águila y don Fran.co
Varva, rejidores y comisarios de las d.has fiestas[22]”.
En total, la corrida con los cinco toros y las luminarias para la
celebración del nacimiento del príncipe Baltasar Carlos a finales de 1629
supusieron para el erario público un gasto aproximado de 3.300 reales, algo más
de 250 ducados y en el entorno de 112.000 maravedíes. Pero es que además de
celebrar las alegrías del rey por el nacimiento de sus vástagos, en Ciudad Rodrigo
también se organizaban festejos por las bodas reales, por las proclamaciones
regias, por salir victoriosos en determinadas y señeras batallas... y todo ello,
la mayor parte de las veces, con el aditamento del recurso taurino, sin menoscabo
de los encierros y corridas con toros vinculadas al santoral, caso de San
Isidro, San Juan, Santiago, San Pedro, el Corpus, Nuestra Señora de Agosto o la
de Septiembre, sin olvidar las carnestolendas taurinas fijadas a partir de
1732, un dispendio público instituido como costumbre y que, en parte, como
hemos visto, quiso acotar el ilustrado y reformista conde de Aranda, aunque su
fracaso, a tenor del acervo consuetudinario, más bien pareciera un retruécano
inesperado proyectado en su controvertida figura personal y política, algo que
resultó tan efímero que, con mirada retrospectiva, ha quedado en mera anécdota,
pese a que posteriormente, ya reinando Carlos IV y también con posteriores
dirigentes, hubo distintos intentos por volver a prohibir los festejos taurinos
–en referencia a las corridas de toros- en el territorio nacional, algo que
también, a la postre, caería en saco roto pese a la reiteración que hubo con
posteriores directrices en esa línea abolicionista.
[1] Gaceta
de Madrid núm. 39, de 24 de septiembre de 1771, páginas 322 a 324.
[2]
Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo. Libro de acuerdos, 11 de septiembre de 1771.
[3]
AHMCR. Ibídem.
[4]
Ibídem.
[5]
Ibídem.
[6]
Ibídem.
[7]
Ibídem.
[8]
Ibídem.
[9]
Ibídem.
[10]
Ibídem.
[11]
Ibídem.
[12]
AHMCR. Ibídem. “Ex.mo S.or: Luego que rezibió esta ciudad
la carta de V. E. de 28 de ag.to próximo en que la prebiene que si
hubiere acostumbrado celebrar con públicos festejos el nazimiento de las
personas r.s herederas de la Corona , se lo comuniqué a V. E.a con
brevedad, en respuesta de d.ha carta, inform.do el tanto
que hubiesen ymportado los gastos de los últimos ejemplares en semejantes
casos, y exponiendo el que discurriese hazer la ciu.d con
demostrazión de cantidad y fondo para la expensas en la ocasión que se
presentará luego que se berifique el feliz alumbram.to tan apetezido
que nos promete la prinzesa n.ra s.ra, sin prozeder a
disposizión alguna hasta que por V. E.a se comunique lo conveniente,
aun que reciba la ciudad el abiso de estilo en que se le partizipe tan
plausible notizia, probidenzió el reconocim.to de su archivo de
papeles tomando las correspondientes desde los años de 1578 al de 1707 en que
nazió el s.or d.n Luis primero, y por los respectibos
acuerdos resulta que por el de el s.or prínzipe d.n Phelipe
3º se corrieron toros; por el del s.or d.n Phelpe 4º se
hizieron los festejos de tres noches de luminarias con música, márcaras, toros;
y por los caballeros hijosdalgo de esta ciudad, juego de cañas, habiéndoles
ofrezido la ciudad el aderezo de la plaza. Por el s.or prínzipe d.n
Carlos Joseph, aunque rezibió carta de S. M. para la ejecuzión de festejos en
demostrazión de alegría, que fue en diz.re del a.o de
1661 en que subsistía el lebantamiento del vezino reyno de Portugal, solo pudo
hazer luminarias y asistir con el cabildo ecclesiástico a la yglesia Cathedral
a la funzión de misa, sermón y prozesión g.ral a n.ro
patrono s.n Ysidoro, quedando con el maior sentimiento como lo
expuso a S. M. por no haber tenido proporzión de mayores regozijos por la
infelizidad, calamidades y atraso en que a la ciudad había puesto .ho
lebantamto, a cuia sazón se hallaba en esta plaza, comandando la
frontera, el exmo sor duque de Osuna. Y por el nazimiento
del sor dn Luis primero, que fue en d.ho año
de 1707, resulta que en los ocho de octubre, cuatro días después de haberse
restaurado esta plaza, que estubo dominada por el ejérzito portugés desde el 26
de maio de 1706 hasta el cuatro de d.ho octubre, se dio notizia de d.ho
feliz nazim.to y acordó la ciudad se escribiese a S. M. dándole la
enorabuena y manifestando la falta de medios para regozijos tan debidos, y en
que la había constituido el enemigo que acababa de desalojar. Y en 11 de henero
de 1708 merezió esta ciudad de la piedad de S. M. le diese gracias por la
lealtad y amor a su serbizio, ofreziéndola su rl protección; y solo
consta haber habido luminarias. Esto es, ex.mo s.or, lo
que literalmente apareze en los acuerdos de esta ciudad, y habiendo tratado en
su aiuntam.to con arreglo a la orde de V. E.a de proponer
recozijos y públicos festejos que apeteze en demostrazión de su lealtad como la
más ynteresante en la felizidad del reyno, ha resuelto, siendo de la aprobaz.ón
de S. M., zelebrar una corrida de diez toros con barilargueros, fuegos,
luminarias y música en las correspondtes noches y festibidad de
yglesia para dar al Todopoderoso las debidas gracias por tan feliz
alumbramiento, como esperamos de su soberana clemencia; y pues que la experiencia
tiene acreditado que por yguales festejos en las proclamaciones de n.ro
cathólico monarca y s.or d.n Fernando el sexto, que está
en gloria, que los ofiziales de guerra y otras personas de distinción de d.ho
vezino reyno de Portugal han concurrido a berlas y que subzederá lo mismo si
llegase el caso de la ejecuzión de las propuestas, quisiera esta ciudad a su
bista y como plaza prinzipal de la frontera, demostrarles por todos medios el
amor y fidelidad a nuestro rey y príncipes y para el maior luzimiento, respecto
a que el zierro de la plaza, carne y pieles de d.hos diez toros
podrán al poco más o menos producir para otra igual corrida, se executará siempre
que sea del agrado de S. M..
El gasto
de festejos con motibo de los nazim.tos de los s.res
prínzipes que quedan expresados, no pueden serbir de norte para los del
presente caso por la bariedad de los tiempos y distintos prezios que han tomado
los jéneros, y en este conzepto, habiendo fixado la cuenta, juzga la ciudad
tendrán de costo los regozijos de diez y siete a diez y ocho mil rr.s,
que sin imponer nuevo arbitrio al vezindario, puede sacar y tiene existentes
con la comunidad de la Tierra
y que siempre ha entrado a la contribución de iguales gastos, en esta forma:
onze mil y cuatrocientos rr.s del balor que en los años de 69 y 70 ha produzido el término de
Baldelazarza, acotado en virtud de r.l facultad para deesa
carnizera; y cinco mil y setezientos que ba rindiendo en el corriente de la f.ha.
Que es cuanto esta ciudad tiene por conduzente poner en la alta considerazión
de V. G. para que se digne resolber lo que fuere de su superior agrado, a que
se arreglará puntualm.te. N.ro S.or gu.e
a V. E. felizes y dilatados años. De nuestro aiuntam.to de Ciu.d
Rodrigo, 12 de sep.re de 1771. Ex.mo S.or
Conde de Aranda.
[13]
AHMCR. Libro de acuerdos. Sesión del
25 de septiembre de 1771.
[14]
Ibídem.
[15]
Ibídem.
[16] Ibídem.
[17]
Ibídem.
[18]
Ibídem.
[19]
Ibídem.
[20] El
ducado venía a equivaler a 11 reales, mientras que el real de vellón equivalía
a 34 maravedíes.
[21]
MUÑOZ GARZÓN, Juan Tomás. El toro
encohetado y otros ingenios de fuego. Libro de Carnaval de 2009; pp.
269-272.
[22] AHMCR.
Caja 1177.0.0 Libro de cuentas de propios
y yunterías. 1590-1630.
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