martes, 4 de noviembre de 2014

Pelegrín Pertusa, 'el Pintao'

Fue el novillero y banderillero de las tres pes, como se le llegó a calificar en los periódicos que se editaban en Ciudad Rodrigo en 1910, especialmente en La Iberia[1]. Un anónimo del toreo más allá del límite provincial salmantino. Y eso que Pelegrín Pertusa, quien llevaba el apodo taurino de El Pintao en estos pagos, era natural de Valencia, en donde nació en torno al año 1874, si nos atenemos a los pocos y contradictorios documentos en los que aparece reflejado.

El Pintao, tal vez buscando la fortuna en estas tierras taurinas para dar pabilo a su afición, como hicieron tantos otros en aquellos y posteriores momentos, debió recalar en nuestra provincia en los primeros años del siglo XX. Y no llegó desamparado en su oficio, seguramente después de haber bregado lo suyo por cosos infames y ganándose algún reconocimiento en su perseverancia y disposición para salvar cuantas dificultades se presentaran. Quizá por eso se ganó cierta fama como aficionado y fue requerido para formar parte de cuadrillas de poca proyección en su trasiego por tierras salmantinas, especialmente en los cosos de la capital y de Ciudad Rodrigo, en este último caso tanto para los festejos organizados con motivo del Carnaval como para las corridas y novilladas de las ferias de mayo y agosto, sin menoscabo de cualquier otro festejo promovido al socaire de cualquier festividad. Pero a Pelegrín Pertusa le movía tanto la afición que pareció su presencia imprescindible en distintos festejos taurinos o capeas que se organizara en cualquier pueblo salmantino[2], aunque posiblemente también acudiera a plazas fuera del límite provincial, incluso portuguesas. Pero de ello no tenemos constancia documental.
La primera referencia periodística de la presencia de Pelegrín Pertusa en Salamanca la encontramos en el diario El Adelanto[3], de fecha 23 de junio de 1905, en la que se anuncia su participación como banderillero en una novillada prevista para el día 25. Se lidiarían cuatro novillos del ganadero mirobrigense Anacleto Sánchez-Villares, interviniendo como espadas Antonio de Andrés, Trueno, y Ángel Boronat, Angelillo. En las labores de brega, acompañaron a Pelegrín Pertusa como peones Plácido Palomino, Palomar; Salvador Alviol, Chicuelo; y Mariano Merino, Cuatrodedos, quienes destacaron por su disposición y trabajo, según se refiere en la crónica.
En 1906, un año antes de establecerse en Ciudad Rodrigo[4], El Pintao es anunciado como banderillero en la plaza de toros de Salamanca para torear una corrida de novillos-toros el 24 de mayo, jueves de la Ascensión, de la ganadería del extremeño Manuel Sánchez de la Mano, formando parte, como banderillero, de las cuadrillas del sevillano Juan Domínguez, Pulguita chico –con quien mantenía una buena relación que duraría algunos años más-, y del catalán Eusebio Bernet, Fabrilito. Además, como atractivo, se contó con la participación del montador de toros Manuel Esteban, el Temerario, que montó el segundo novillo vestido con un estrafalario traje de jockey, como refiere El Timbalero[5], crítico taurino de El Adelanto, en la crónica del festejo insertada el 25 de mayo: “Sale el novillo amarrado, lo juntan a la barrera; El Temerario monta encima del pescuezo del animal, de espaldas al testuz, y así, sufriendo las acometidas y las carreras del bicho, da unas vueltas por el ruedo hasta que le vino en ganas apearse del buró. El Temerario escuchó muchos aplausos”, como también fueron aplaudidos en su quehacer los banderilleros: Antonio Acuña, Currito; el sevillano Juan Martínez; Ramón Díaz, Champaná; y El Pintao.
Pertusa siguió trabajando en la plaza de Salamanca durante varios años, en concreto hasta 1910, a las órdenes de distintos novilleros. Así, por ejemplo, participó como peón de brega en la novillada celebrada del 30 de mayo, con ganado de la tierra, y la participación de los modestos diestros Hiladillo, El Aragonés y El Latas. Y pocos días después piso de nuevo el coso salmantino, otra vez de la mano de Pulguita Chico, que compartió cartel con Aurelio Bragado, el Salmantino[6], El Pintao intervino en el festejo celebrado el 7 de junio de 1908, lidiándose novillos de Ventura Zapatero, vecino de Germingómez, y compartiendo responsabilidades de brega con Julián Pérez, Joyerito; José Sánchez, Ratonera; y Julián Ramos, Ramitos. Tras la lidia, siguiendo la costumbre, y para cerrar el espectáculo se celebraría una capea de dos novillos embolados para los aficionados que quisieran saltar al redondel, “excepto ancianos y niños”, se anunciaba en la promoción del festejo en las páginas del decano de la prensa salmantina.
Y en la fiesta patronal de Salamanca la empresa decidió organizar a vuelapluma una novillada que lidiarían El Aragonés y El Casquero, que hacía sus pinitos en esta faceta de matador. “Ya con estos dos espadas –afirmaba El Timbalero en El Adelanto del 13 de junio, se pensó enla cuadrilla, y en poco más de dos minutos fueron alistados, como banderilleros, cuatro o cinco decididos muchachos, que, sin nombre, ni fama, pero valientes, y sobre todo económicos, se comprometieron a parear a las órdenes de los matadores”. Y no lo hizo mal Pertusa, ya que fue distinguido, junto a El Cartagena, por el referido crítico taurino: “Los banderilleros, mejor de lo que merecían los toros y sus honorarios”.
Cartel de Salamanca de 1908
El 21 de junio de 1908, también en el coso salmantino, El Pintao participó en otra novillada en la que los espadas Antonio de Andrés, Trueno, y Mariano Merino, Montes II, lidiaron cuatro novillos-toros de la ganadería de Laureano Fernández Campo, vecino de Ituero de Huebra. Pertusa estuvo acompañado en la lidia por Arturo Carral, Carralito; Adrián Rodríguez, Fresquito; y Julián Ramos, Ramitos. Como curiosidad, antes de comenzar la novillada, se estoquearon cuatro añojos de la ganadería de Lucas Repila, vecino de La Caridad, anunciado como sucesor de Aparicio.
Y antes de que acabase junio de 1908, en la festividad de San Pedro, El Pintao volvería como banderillero al coso salmantino, en la que Pulguita Chico estoqueó cuatro novillos-toros de Fernando Pérez Tabernero, ayudado en la brega, aparte del citado Pelegrín Pertusa, por Francisco Pérez, el Aragonés; Arturo Carral, Carralito; y José Sánchez, Ratonera.
Como remate de la presencia de El Pintao en Salamanca en ese año, intervendría en la novillada del 9 de agosto, de la mano, de nuevo, de Juan Domínguez, quien tuvo de sobresaliente a Manuel Pérez, el Casquero, que también hizo las veces de banderillero junto a Pertusa, Federico Manjón, Sastre; Mariano Toriza, Madrileño; y José Sánchez, Cartagena. Se lidiaron novillos de Maximina Hidalgo, de Terrones.
En la temporada de 1909, por lo que a la capital se refiere, el novillero valenciano afincado en Ciudad Rodrigo participó en al menos tres festejos: el 11 de abril actuaría en la novillada de Pascua, en la que se lidiaron seis utreros de la ganadería de Andrés Sánchez, de Coquilla, para los novilleros Miguel de Castro (Chico de Lavapiés), Baldomero A. Sánchez (Guerrita de Córdoba) y Francisco Pérez (el Aragonés); el 2 de mayo, con novillos-toros de Eloy Lamamié de Clairac, de Muchachos, estuvo de nuevo a las órdenes de Pulguita Chico, quien compartió cartel con el vallisoletano Pacomio Peribáñez y Montes II en esta novillada picada; y el 29 de junio, festividad de San Pedro, cuando se lidiaron cuatro novillos de Terrones para los espadas Antonio Villa, Habla poco, y El Salmantino.
La participación de El Pintao en los festejos de 1910 en Salamanca quedó reducida a la novillada del domingo de Pascua, 27 de marzo. En ella se lidiaron seis novillos de Francisco Fernández del Campo, vecino de San Cristobalejo, para los espadas Antonio Moreno, Machada, de Sevilla; y Francisco Pérez, Aragonés. Pertusa actuó como banderillero en compañía de Ángel Boronat, Angelito; José Soler, Solerito; José Sánchez, Saleri; y Antonio Lozano, Gea.
Cartel de la Feria de Salamanca de 1909
Pero, aparte de Salamanca, la actividad taurina de El Pintao fue fruto de la modestia con la que se desenvolvió, participando en distintos festejos distribuidos por la geografía provincial, caso, por ejemplo de Olmedo de Camaces, Sancti Spíritus, Bañobárez, Candelario, Martín de Yeltes[7] Carrascal de Barregas[8] o Ciudad Rodrigo, por poner algunos ejemplos documentados. Y es sin duda la localidad rodericense, por todo lo que significaría después para Pelegrín Pertusa, a la que mayor atención le prestó, tanto como banderillero y novillero –además de hacer los pinitos como empresario-, pero también como un aficionado más que saltaba al cuadrilongo del Carnaval para dar unos pases el morlaco que se prestase, aunque en ello pudiera irle la vida, como más adelante veremos.
Pelegrín Pertusa había fijado su domicilio en Ciudad Rodrigo en 1907, si nos atenemos a su declaración en el momento de inscribirse en el padrón municipal de 1910, cuando afirmó que llevaba en la localidad mirobrigense tres años, manifestando que vivía en el inmueble número 1 de la calle de la Canal, en el arrabal de San Francisco, seguramente en una casa de alquiler.
En el padrón figuraba como torero, aunque, según se señaló en una necrológica[9], ostentó la profesión de panadero, pese a que en su acta de defunción figure que su oficio era el de jornalero, según la declaración del impresor Enrique Cuadrado, quien dio parte de su fallecimiento.
Si tenemos constancia de que El Pintao participó en mayo de 1905 en un festejo en Salamanca, de su presencia taurina en Ciudad Rodrigo no encontraremos noticia hasta junio de 1908[10], aunque es de suponer que ya se hubiera hecho notar en el antruejo de este año.
Pertusa forma parte en ese festejo -celebrado el 18 de junio, festividad el Corpus Christi- de la cuadrilla del novillero Aurelio Bragado, el Salmantino. Tuvo tal empaque en el público el desarrollo de la novillada celebrada en la plaza del Hospicio, que los empresarios se animan a contratar de nuevo a El Salmantino y a su cuadrilla para la festividad de San Pedro. Pero Pelegrín Pertusa tenía un compromiso establecido y tuvo que ser sustituido en esta ocasión por Mariano Toriza, Madrileño, ya que había sido reclamado por Pulguita Chico para torear ese mismo día en el coso de La Glorieta[11].
El Pintao, sin embargo, no pierde la oportunidad de participar en los festejos de la Feria de Agosto de ese mismo año. En esta ocasión la novillada será lidiada por Maximiliano Jiménez, Jumillano, y Mariano Merino, Montes II, con reses de la ganadería de Vidal Tabernero, de Iruelo del Camino. Pertusa, según los críticos de La Iberia y El Adelanto, cumplió con creces, colocando buenos pares de banderillas en su turno.
Volverá El Pintao al coso del Hospicio con motivo de la Feria de Mayo de 1909. Se organizan dos festejos taurinos que se celebrarán los días 27 y 28, con ganado de Carreros y del marqués de Llen, respectivamente, con el concurso de espadas ya conocidos del público mirobrigense: Pulquita Chico y Montes II, con sus cuadrillas, que estuvieron integradas por los picadores Eleno Fernández (Agujetillas), Antonio Martínez (Cid), Agustín Ibáñez (Marinero); y los banderilleros Antonio Acuña (Currito), Rafael Espejo (Cuco), Arturo Carral (Carralito), Pedro Ayala (Vacuna) y el citado El Pintao. Actuó como puntillero Currito.
En la novillada del 28 de mayo sufrió un percance Pelegrín Pertusa al ser empitonado por Lagartija –marcado con el número 6, negro zaino, abierto de cuerna, de arrobas y grande, de la ganadería del marqués de Llen-, sufriendo una caída que le produjo una contusión en la frente y, tras ser atendido y vendado, El Pintao pudo continuar con la brega, cosechando los aplausos del público.
Caía bien Pelegrín Pertusa en Ciudad Rodrigo. Los mirobrigenses le habían dado su afecto, no sólo en el apartado taurino, sino también como persona. Sabiendo de sus penurias y carencias, cuando había oportunidad se contaba con él a la hora de buscarle un hueco en los festejos que se organizasen, siempre que las cuadrillas no vinieran al completo. Además, como ocurrió aquel 25 de julio, los empresarios de la plaza del Hospicio recurrieron a él como referente de la novillada que se organizó en aquella festividad, tras haber concluido los actos de la conmemoración del centenario del sitio de 1810.
Jesús García Romero, emprendedor y empresario taurino, promotor de varios proyectos para dotar de una plaza de toros estable a Ciudad Rodrigo, concejal en varias legislaturas, alcalde mirobrigense durante ocho meses[12] e industrial –suyos fueron los conocidos establecimientos hosteleros La Panera y El Moderno[13]- recurrió a El Pintao como espada para la novillada organizada con motivo de la festividad de Santiago Apóstol, compartiendo cartel con Isidoro Pesquerín, Rojito, en la lidia de novillos de los hermanos Eduardo y Joaquín Aparicio, de Fuenteguinaldo.
El resultado de la novillada, a tenor de las crónicas de La Iberia y el recién nacido semanario Avante[14], no fue demasiado halagüeño para nadie. Unos ripios aparecidos en Avante, firmados bajo el pseudónimo de El Nieto de Espartero, nos resume lo que aconteció: “Cuatro toros de Aparicio / gordos y sin desperdicio / a que habrán de poner fin / el Pintao y Pesquerín. / No es la cuadrilla una tromba: / cinco émulos del Bomba / con sus vestidos de luces / cual toreros andaluces. / Sobre el Mago a cuatro pies / precede El Aragonés. / Coge la llave certero / y se la entrega al portero / quien la seña espera ya / que el Presidente dará. / Saca un lienzo el Presidente / y se entusiasma la gente. / Apenas el clarín suena / salta el primero a la arena. / Como el Chico de la Blusa[15] / da tres pases el Pertusa. / Han tocado a banderillas / y a preparar las camillas / mas no ha cuidao, Posadero / pone un par que ni el Cochero. / (Del otro banderillero, / yo ya ni acordarme quiero). / A matar toca el clarín / y aparece Pelegrín; / brinda y se va de hito en hito / como el propio Machaquito. / Al de Aparicio da un pase / y después de una colá / larga una buena estocá. / Apaga la bujia y vase. / (Al Pintao tocan las palmas / más de mil quinientas almas).
“Sale el segundo que ostenta / apretada cornamenta. / Sin temor a los reveses / para Pesquerín sus pieses. / Comprenderéis por decoro / que son los pieses del toro). / (El Presidente se duerme / y el público le despierta). / Después de lances muy malos / a la fin tocan a palos. / (Lector, debes comprender / que no es Palos de Moguer). / Rutilio con cara triste, / que lechuga y negro viste, / al tendido se aproxima / y hace señas a su prima. / (Su… prima V. ese timo / pues no hay derecho a ser primo). / Y la prima y dos chiquillas / le arrojan las banderillas / que son de lujo y muy cortas / envueltas en un periódico. / El público ve el flirteo / y hay un poco de chungueo / pero el chico no se azara / y al toro busca la cara. / Pino grita con voz fina / ‘No te pierdas Gelatina’. / Música, ovación y tal / y en tanto le clava un pal-o. / Vuelve el clarín a sonar / y es que tocan a matar. / Sale a matar Pesquerín / y no llegamos al fin. / Después de hacerlo muy mal / y darle cien mil pinchazos / y otros tantos puntillazos / le echan el toro al corral; / y por ello disgustado / la péñola me he guardado, / pues lo restante… el tercero / por la lidia del primero / y el cuarto como el segundo. / ¡¡Ya no hay arte, Veremundo[16]!!”
Poco después, ya en el mes de agosto, el novillero Pelegrín Pertusa deja entrever que se va a convertir en empresario para organizar un nuevo festejo taurino. Ya es anunciado en el número 382 de La Iberia: “El inteligente y simpático novillero Pelegrín Pertusa (Pintao) está organizando una novillada para la próxima feria de este mes, para lo cual está llevando a cabo los trabajos preliminares, como son el conocer la voluntad, traducida en moneda del comercio e industria de la ciudad, ganado y cuadrilla. De lo primero anda la cosa algo atrasada y respecto a lo último cuenta con la colaboración del célebre espada Juan Púa[17], Puita, que tomará parte en la corrida con su correspondiente cuadrilla. El otro espada será el amigo Pelegrín, el que ha reunido, para que le acompañen, unos muchachos de primera”.
Sin embargo, las cosas se complicaron a tenor de la forma en que saluda la noticia la redacción del citado semanario: “¡¡Por fin tenemos toros!!”. Y, en efecto, Pelegrín había podido salvar finalmente todos los escollos que se le habían presentado para organizar la novillada: “Mucho ha tenido que mover las alpargatas esta semana el simpático y trabajador novillero de las tres P. P. P. El primer inconveniente que se le presentó a Pelegrín fue el arriendo de la plaza. Anduvo Pertusa de la ceca a la meca, y a fuerza de zancajetear y mover la sin hueso, venció el primer obstáculo. Pero no contaba el amigo Pintao con lo más morrocotudo.
“Al presentarse en nuestra Alcaldía solicitando permiso para la corrida, quedó el pobre corrido, pues le exigieron presentara una persona de reconocida solvencia, con casa abierta, servidumbre y no sabemos cuántos requilorios más había de reunir el individuo que presentara la solicitud interesando la licencia para celebrar el espectáculo. P. P. y P., que es persona de mucha calma, perdió los estribos y del calenturón que le dio temimos que le volvieran a dar las viruelas.
Ilustración de El Temerario en El Adelanto
“¡Toíto se pone en contra é los probes!, decía el de las P. P. P. ¡Ahí tenemos a Mosquera[18] que se burla del público de Madrid y porque abiyela loven naide le ise poraí te pudras!
“Se echa a la calle y después de recorrer un vía crucis se le ofrece para solicitar el permiso el industrial señor Cambronero.
“Lleno el requisito que exigía la autoridad local, emprende las diligencias de buscar ganado y, según noticias, lo ha encontrado de primera; pero no estando ultimado el contrato, no podemos dar el nombre del ganadero.
“El día 22 tendremos una novillada en la que tomará parte el inteligente y jacarandoso banderillero Julián Sainz, Posadero, que tanta simpatía goza en este público. Con que a la plaza el día 22, porque además de las tres P. P. P. tendremos las tres B. B. B.”, refería el semanario La Iberia.
El ánimo que intentó insuflar el redactor de La Iberia no caló en el público, que apenas respondió a la llamada, con lo que el batacazo del novillero Pertusa fue de época. Veamos el resumen del festejo en el citado semanario: “La tarde con mucho aire. La entrada, rematadamente mal. La presidencia, ocupada por don Adrián Vasconcellos, acertadísima. Los diestros, muy trabajadores, distinguiéndose Posadero, que lo hizo con conocimiento de lo que trae entre manos. Maño debe procurar arrimarse más en la suerte de banderillas y a Casquero no le digo nada porque cumple y sabe salir por pies. Al Pintao tampoco le digo nada, porque cuando encuentra ocasión la aprovecha. Sólo le he de llamar la atención sobre los medios pases, que también se denominan de tirón o de latiguillo, que sólo deben emplearse para sacar los toros de las tablas y aun en ese caso deben usarse con mucha vista y habilidad. El ganado, de lo malo lo peor; y conste que el novillo ciego no se inutilizó en los corrales de la plaza, pues vino defectuoso de la dehesa, teniéndolo que encerrar a brazo”.[19]
Y mucho más resumido nos lo cuenta el crítico de Avante: “El ganado, superior; Pintao, con mucha desgracia; Puguita, con mucho miedo; Posadero, colosal; Vasconcellos, acertadísimo”.
Ahí acaba el periplo taurino de El Pintao, al menos en Ciudad Rodrigo, en 1910. Llegaría el Carnaval de 1911 y Pelegrín Pertusa sigue implicándose en el desarrollo de los festejos taurinos que tienen lugar en la localidad mirobrigense. Solicita al Ayuntamiento la dirección de las corridas, aceptándolo el Consistorio y autorizando al alcalde a que firme el correspondiente contrato. Además, El Pintao intervendría en la lidia de los novillos junto a compañeros de oficio como Angelito de Valencia, Ramitos, El Loro, Totaíto y El Latas, sufriendo Pertusa un revolcón sin consecuencias.
Volvería el diestro valenciano al coso mirobrigense con el festejo que organizó Jesús García Romero para la festividad de Santiago Apóstol, una novillada en la que se anunciaba a Juan Rodríguez Álvarez, el Loro, como cabeza de cartel. La expectación creada, como solía ocurrir en el coso mirobrigense, no se tradujo en afluencia de público, ni siquiera para correr las dos eralas que abrían plaza y otras dos que cerraban el festejo. Veamos una parte de la reseña que se inserta en La Iberia: “Llegamos a la plaza y se nos cayeron los palos del sombrajo al contemplar los tendidos y demás localidades casi desiertas. ¡Al amigo Jesús le sale cara la broma!
“A la hora señalada ocupa el palco de preferencia nuestro buen amigo don Adrián Vasconcellos, síndico del Ayuntamiento, secretario del sindicato de Casas Baratas en Ciudad Rodrigo, licenciado en Farmacia, etc., etc., el que, seguidamente, da permiso para que el picador de caballos, señor [Eusebio] Cid, salga al redondel montado en un precioso potro del simpático Manolo, el Dulcero; no sé el apellido. Saluda, se arrodilla el caballo y güerve por El Loro, que se presenta muy ufano seguido del Posadero, Pintao y Ballesteros.
“Se efectúa el cambio de lo malo por lo peor; un chico de la banda pita, se abre el chiquero y se presenta una erala que dio a comprender las buenas notas obtenidas en el bachillerato. Cuatro capotazos, al corral y otra erala, muy francota y obediente, que volvió a su procedencia para que la sustituyera su hermano, negro, meano y con unas herramientas un poco bajas y bien afiladas.
Paseíllo en la plaza de toros del Hospicio, en Ciudad Rodrigo
“Después de unos cuantos capotazos cambia la suerte y el público pide que paree El Loro. Sale con un par pequeño que coloca cuarteando desigual. Insiste y clava medio muy caído, sin zapatillas porque no estaba en casa cuando le tomaron medida de las que calzaba y resultaron pequeñas. Con un par de Posadero, bastante aceptable, pasa el utrero a entendérselas con Loro, que no sabe una palabra de trasteo y, sin preparación, se tira para dejar una caída. Saca el estoque y larga otra delantera que hace doblar; el puntillero, a la tercera.
“Segundo. Vestía de riguroso luto y era mucho más fino y noble que su antecesor. Después de las mojigangas con las capas, sale Posadero y coloca un par superior; El Pintao, que se empeña en colocarlas desde una silla, sin tener en cuenta que ya no está para un pronto y que el bicho no está en condiciones, es colocado en el suelo por cabezota. En este tercio se arma un lío la cuadrilla, porque todos a la vez quieren poner banderillas. Coge ‘El Cotorro’ los bártulos y después de miles de peripecias, de largar más estocadas y mandobles que el santo del día, dio en la batalla de Clavijo y de varios avisos de don Presidente se muere el torete, no sabemos de qué. Y para que la función / nos resultara completa, / llevan a la prevención / al probesiyo maleta”.
“Para divertir al público aficionado salieron otras dos eralas que dieron mucho juego.
“Resumen: El espada, que no sabe para manejar la ídem. El Pintao, mu güeno, pero que se le marcharon las facultaes. Posadero es un buen peón, con mucha inteligencia y más voluntad. El ganao, [de Anacleto Sánchez Villares, de Ciudad Rodrigo], de chipén en otras manos. La Banda Municipal tocó lo más escogido de su repertorio; y don Adrián, bien y con paciencia”.
El médico que atendió al Pintao
Si rara era la ocasión en que Pertusa no salía contusionado de los festejos en que participaba, mucho peor fue lo que le ocurrió a El Pintao en la plaza de Candelario a finales de julio de este año, cuando, después de una espectacular cogida, nadie daba un duro por la vida del diestro valenciano[1]. La noticia aparece en El Adelanto del 31 de julio[2]: “La Benemérita del puesto de Candelario comunica a esta comandancia que en una novillada celebrada en aquella villa han resultado heridos dos toreros. Uno de ellos, Pelegrín Pertusa, el Pintao, fue cogido por uno de los bichos, que le causó una herida en la región perineal de nueve centímetros de extensión, que fue calificada de gravísima por el médico del pueblo. El otro, Juan Rodríguez Álvarez, de veintidós años, recibió un fuerte varetazo en el hipocondrio izquierdo. El estado de éste no ofrece cuidado. El primero de ellos llegó el sábado por la noche a nuestra ciudad, siendo montado en un coche y trasladado al hospital de la Santísima Trinidad, donde quedó ocupando la sala de La Milagrosa. Fue acompañado hasta el benéfico establecimiento por dos guardias de seguridad". 
En el número del 1 de agosto se abunda en la información del suceso ocurrido el día 27 en Candelario: “El novillero Pelegrín Pertusa, Pintao, tuvo la desgracia de ser alcanzado junto a las vallas por el novillo Orgulloso, de la ganadería del vecino de esta localidad, don Juan Peña Rico, ocasionándole una herida en la región perineal, que interesó la vejiga, siendo su estado de bastante gravedad. En el tren de esta tarde será trasladado al hospital de la capital de la provincia, si su estado lo permite”.
Pero mayor información ofrece El Timbalero en una crónica que apareció en el decano de la prensa provincial el 24 de agosto, durante la penosa convalecencia hospitalaria de El Pintao. Con el título Una cornada como hay pocas, el crítico taurino de El Adelanto escribe: “En el hospital de la Santísima Trinidad, de esta ciudad, tumbado en una cama, vendado, triste y agonizante, lleva una porción de días luchando entre la vida y la muerte, una víctima anónima del toreo. Pelegrín Pertusa (Pintao), joven banderillero, conocido sólo acaso en nuestra capital, y en casi toda la provincia, por ser el radio de acción taurino en el que este pobre muchacho se ha movido, fue cogido a últimos del pasado mes de julio, por un enorme toro de siete u ocho años en Candelario.
“El Pintao, banderillero modestísimo, sin pretensiones, es de los que siempre cumplían bien y pronto. En cuantas corridas le he visto, se distinguió por su valentía y por sus deseos de agradar. Hace un año o dos, otro enorme toro le dio una tremenda cornada en un brazo, dejándoselo imposibilitado. Y así siguió toreando, siempre cerca y siempre valiente.
“Es El Pintao muchacho digno de mejor suerte. Al llegar, desde Candelario a este hospital, le fue practicada una dolorosísima, peligrosa y difícil operación, por mi buen amigo el hábil y notable cirujano don Francisco Díez. El señor Díez mismo quedó sorprendido del enorme boquete que El Pintao presentaba y de los destrozos que el cuerno causó en los tejidos de la tarte herida.
“El Pintao había recibido una horrible cornada en la región perineal posterior, con rotura de la porción membranosa y prostática de la uretra... ¡Horrible, tremenda, brutal! La operación que el experto doctor Díez ha hecho al pobre herido, ha sido sorprendente y ha tenido feliz éxito.
“El estado del infeliz banderillero es gravísimo, y hay pocas probabilidades de salvación por las complicaciones que surgieron y por el retraso con que la operación le fue hecha, a causa de no haber en Candelario el necesario instrumental. ¡De todas veras deseamos el alivio del valiente Pintao!”.
Tan grave era el estado de Pelegrín Pertusa que desde Ciudad Rodrigo ya se piensa en una colecta para socorrer a su madre en caso de fallecimiento. En El Adelanto del 2 de septiembre de 1911 se hace una llamada en ese sentido: “Con el objeto de socorrer al desgraciado aficionado al toreo Pelegrín Pertusa (Pintao), que recibió en Candelario una tremenda cornada, varias personas caritativas han abierto una suscripción cuyo producto se destinará a que pueda tener mejores medios para la convalecencia, en caso de que no tuviera complicaciones, o para socorrer a su madre si falleciera. A este fin nos ruegan hagamos saber que cuantas personas quieran contribuir con alguna cantidad a mencionado fin, pueden hacerlo a don Pedro Sánchez, comerciante de paños”.
Y en la misma línea se expresa el semanario El Salmantino[20] dos días después, el 4 de septiembre, que en su número 377 inserta una carta remitida al director del  citado periódico por dos vecinos de Ciudad Rodrigo en la que piden una “obra de caridad” para socorrer a la madre de El Pintao en caso de que éste falleciera: “Muy señor nuestro: confiados en sus caritativos y cristianos sentimientos, nos tomamos la libertad de molestarle para rogar que en el periódico de su digna dirección se haga saber que con esta fecha ha quedado abierta una suscripción para socorrer al infortunado torero, Pelegrín Pertusa (el Pintao), que recibió una tremenda cornada en Candelario, y dado el caso de que éste falleciera, entregar a su desgraciada madre las cantidades que se recauden. Las listas de suscripción se hallan en nuestro poder, a quienes se pueden dirigir las personas que tengan a bien contribuir a la realización de caridad y misericordia. Mil gracias anticipadas y disponga como guste de s. s. s. q. s. m. b., Pedro Sánchez, comerciante, y Matías Sánchez, maestro”.
Milagrosamente, a tenor de la descripción de las heridas y de su proyección y consecuencias, El Pintao abandonó la Santísima Trinidad con vida. Y manteniendo incólume su ánimo taurino, ya que sabemos que toreó al año siguiente en el Carnaval mirobrigense, en la cuadrilla del espada Felipe Fernández, Pasieguito, quien había firmado el correspondiente contrato el 11 de febrero. Y más tarde le vemos lidiando en Sancti Spíritus, con motivo de las fiestas del Corpus Christi y, en septiembre, en Bañobárez, participando en los festejos del Santo Cristo.
Pelegrín Pertusa seguiría con su afición surcando la geografía provincial allá donde hubiera novilladas o simples capeas de pueblos. Le daba igual. Por encima de todo, y más tras las cornadas que le habían dado los toros y la propia vida, seguía pisando la arena de las plazas salmantinas. Y para él, como para muchos otros aficionados, el Carnaval de Ciudad Rodrigo era una cita ineludible. Por eso, por la simpatía que consiguió entre los mirobrigenses, su presencia en el cuadrilongo carnavalesco servía de reconocimiento mutuo, como expresaba el semanario La Iberia al referir lo ocurrido en el Carnaval de 1916: “La afición ha estado dignamente representada por el decano Pelegrín Pertusa, Pintao, El Sastre, El Muerte, Sotiyo y otros muchos que sería prolijo enumerar[21], todos muy trabajadores y ejecutando suertes que parecía imposible, dadas las condiciones en que tienen lugar estas novilladas”.
Sería la última vez que El Pintao iba a pisar una plaza de toros. En ese Carnaval[22], El Pintao fue cogido por un cabestro el 6 de marzo de 1916 en los festejos del lunes, cuando en la prueba se lidiaban utreros de Alicio Cobaleda. El buey, según relató el corresponsal de El Adelanto en el número del 9 de marzo, le infirió una cornada, “penetrándole el cuerno por el costado derecho”. Una herida de la que no se repondría convenientemente y que le deparó la muerte[23] el 9 de septiembre de ese año en su casa de la calle de Santa Clara.
Partida de defunción de El Pintao en el libro parroquial de San Andrés
Un breve en El Adelanto dio noticia de su fallecimiento, aunque para que no pasara desapercibida El Timbalero hizo una amplia necrológica firmando un artículo en el número del 16 de septiembre titulado Tragedias del toreo,  dentro de la sección Chismografía taurina y contaba lo siguiente: “Pelegrín Pertusa (el Pintao). En uno de los pasados días de toros, cuando la «afición» rendía culto a Joselito, la plaza hervía de gente y la lidia transcurría entre aclamaciones para el mejor y más joven de los maestros taurinos del día, murió en una ciudad cercana de esta provincia un olvidado y modestísimo torero, que durante su amarga vida luchó contra los toros a brazo partido y que no llegó a obtener ni más fama ni más recompensa que la bien triste y trágica de morir víctima de la última cornada recibida.
“En mal día se le ocurrió morir al pobre torerillo. La noticia, publicada en tres líneas, al lado de una de mis reseñas de las corridas, pasó desapercibida para el público. Era aquel día, Joselito, el que lo llenaba todo. Y la afición, ahíta de arte en la plaza y de palmotear al gran torero, no paró mientes en la sencilla nota de nuestro compañero, el corresponsal de El Adelanto en Ciudad Rodrigo.
“Yo vi la noticia, y sentí honda pena: con toda sinceridad me asocié al dolor de la familia del modesto y olvidado torero muerto. Pelegrín Pertusa (el Pintao), me había hecho sentir, en mis primeros tiempos de criticón taurino, la agradable impresión del arte de torear o la fuerte emoción del peligro al clavar un par de banderillas a un toro marrajo.
“El Pintao fue por aquella época popularísimo en Salamanca. No hubo novillada en la que El Pintao no saliera a banderillear. Jamás se quedó con los palos en las manos. Pronto y valiente, aquel muchacho enfermizo y enjuto cumplía su misión. Y cuando del toril salía algún bicho de cuidado y nadie se atrevía a echarle un capote, y mucho menos a banderillearle, el público, que conocía del valor y de la afición y de los deseos de agradar del Pintao, gritaba a voz en cuello: « — ¡Que salga El Pintao! ¡Que lo banderillee El Pintao! ¡Dejad solo al Pintao!».
“Y allí salía El Pintao, y llegaba al toro, cuadrábase ante su cabeza, levantaba los brazos, y dejaba arriba, en el morrillo, dos palos de castigo, que hacían rebrincar al toro, mientras en la plaza estallaba formidable ovación.
“Así tuvo muchas tardes, durante mucho tiempo, en las que apenas obtenía más dineros por su trabajo que los que le costaba el alquiler del traje de luces. ¡Con tal de que no muriese de hambre y no le faltasen algunas corridillas, él, hombre morigerado en sus costumbres, tenía bastante! No aspiraba á más.
“Un día vino con un bruzo deshecho. Un torazo de siete u ocho años, en una capea de pueblo, le dio tan cruel cornada, que le dejó inútil. Y sin embargo, con aquel brazo derecho inútil, anquilosado, El Pintao siguió banderilleando toros, tan valiente como siempre.
Acta de defunción del Pintao en el Registro Civil
“Otro día cayó en el hospital con un cornalón brutal que le destrozó el vientre. Salvó de milagro y gracias a la pericia del doctor Díez (don F.), y siguió arrimándose a los toros. Y así un día y otro, entre fatigas, hambres y cornadas, hasta que en Ciudad Rodrigo trabajó en su oficio de panadero (según me dicen), y allí ha vivido estos últimos años, tomando parte en las capeas donde podía, para volver luego a su trabajo y esperar otra fiesta en la que, medio deshecho, cosido a cornadas, aún arrancaba de las sencillas gentes del campo ovaciones que fueron el único premio y el único lenitivo a sus cornadas.
“Y hace unos días, cuando Joselito cobraba 28.000 pesetas por torear en nuestra plaza (en la misma en que el pobre Pintao toreó quizás toros más grandes), nuestro corresponsal en Ciudad Rodrigo decía en una de sus cartas a los lectores de El Adelanto: —«Ha fallecido, víctima de una cornada, Pelegrín Pertusa (el Pintao)».
“¡Pobre, infortunado muchacho! Recojamos esta trágica nota de un modesto y anónimo torerillo que dio su vida ¡lo único que tenía! en ansias locas de gustar de una popularidad y no una riqueza, que jamás pudo conquistar aun dejando trozos de su cuerpo en los pitones de los toros.
“Murió[24] tan olvidado y desconocido como vivió, quizá, sin llegar a comprender cómo Joselito, por ejemplo, cobraba 16.000 pesetas por matar una corrida, sin haber tenido que luchar antes a brazo partido con los toros en las trágicas capeas de los pueblos...”



[1] PEREIRA SÁNCHEZ, Jesús. Fichas mirobrigenses. En Tierra Charra, número del 6 de mayo de 1928. “La Iberia. Semanario independiente. Veía la luz pública los domingos y se tiraba en casa de Vicente Cuadrado [también en Viuda e Hijos de Cuadrado (desde su inicio y hasta el número 724, de 3 de marzo de 1917, momento en que el impresor pasa a ser Vicente Cuadrado; Librería de Iglesias desde el número 846, de 5 de julio de 1919; e imprenta de La Iberia, desde el número 917, de 13 de noviembre de 1920]. En sus primeros años tuvo varios directores y más tarde lo fue don Mateo Cornejo, a cuya muerte no pudo el periódico sobrevivir. Empezó su publicación en el año 1903 [26 de abril] y vivió hasta 1922 [25 de marzo]. Ha sido el semanario [en ese momento] de más larga vida entre los de Ciudad Rodrigo, pues vivió 19 años. Además de la campaña sostenida a favor de la candidatura de don Antonio Palacios, abogó largo tiempo por la construcción del ferrocarril Ciudad Rodrigo-Río Tajo y aún está la pelota en el tejado. En sus columnas publicó J. P. S. [Jesús Pereira Sánchez], con motivo del centenario de la Independencia, una serie de artículos producto de sus investigaciones históricas sobre los sitios de Ciudad Rodrigo y la hasta entonces borrosa figura del guerrillero don Julián Sánchez. Para celebrar el centenario publicó un número ilustrado extraordinario que tuvo mucha aceptación. A consecuencia de la inundación del 22 de diciembre de 1909, sostuvo largo tiempo, y tenazmente, una ruidosa campaña contra el Sindicato de Construcción de Casas Baratas para los damnificados, cuyos resultados no fueron otros que valdíos [sic] e inútiles quebrantos”.
[2] En Olmedo de Camaces, por ejemplo, participó en  una novillada el 24 de abril de 1908, con motivo de las fiestas patronales de San Jorge, lidiando ocho utreros de los ganaderos de la localidad en compañía de Indalecio Soto, Sotillo y Manuel Granizo, Carpinte. Pero también hay constancia de que toreó o banderilleó en Martín de Yeltes, Sancti Spíritus, Bañobárez, Candelario…
[3] El Adelanto. Diario político de Salamanca. Su primer número fue publicado el 22 de julio de 1883 y continúa editándose.
[4] Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo. En el padrón de 1910 se afirma que Pelegrín Pertusa Grambull vive en la calle Canal, 1; que tiene 31 años, de oficio torero y que lleva tres años residiendo en la localidad mirobrigense.
[5] José Sánchez Gómez [seudónimo periodístico: El Timbalero] (Salamanca, 1884 – La Orbada, 21 de diciembre de 1936) fue un político y periodista español. Militante de las Juventudes Socialistas en sus primeros años, posteriormente se inclinó hacia el azañismo integrándose en Acción Republicana, de la que fue vicepresidente en la provincia de Salamanca en 1933. Fue redactor y cronista taurino de El Adelanto. Tras el golpe de Estado de julio de 1936, que dio lugar a la Guerra Civil, fue detenido el 21 de julio y trasladado a la prisión provincial de Salamanca. El 21 de diciembre fue sacado de prisión y ejecutado sin juicio previo en el monte La Orbada.
[6] Este novillero salmantino también fue conocido como el apodo de Hiladillo. En este festejo tomó la alternativa como matador de novillos.
[7] Participó en una novillada el 14 de junio de 1911 con motivo de las fiestas de San Antonio, compartiendo la lidia con Indalecio Soto y El Madroño.
[8] El 19 de junio de 1911 El Pintao actúa con “su gente” en la plaza de toros de Carrascal de Barregas, que se inauguró ese día y con una capacidad para más de 1.500 personas, según se afirma en El Adelanto en el número del 20 de junio. “La corrida –afirma el redactor-, a cargo del Pintao y su gente (con trajes de luces) y consejos del veterano Cuchareta, que también tiró algún capotazo, fue accidentada y entretenida, no habiendo que lamentar desgracia alguna afortunadamente, a pesar de los muchos revolcones y del tamaño de las reses. El último toro fue de muerte. Pintao, que oficiaba de espada, hizo lo que pudo, dando fin a la corrida el puntillero, que disparó el arma un centenar de veces”.
[9] El Adelanto, de 16 de septiembre de 1916. Afirma El Timbalero que El Pintao “en Ciudad Rodrigo trabajó en su oficio de panadero (según me dicen), y allí ha vivido estos últimos años”.
[10] La Iberia, número 270, de 20 de junio de 1908. Pág. 2.
[11] La plaza de toros de La Glorieta se inauguró el 11 de septiembre de 1893 con un mano a mano entre Luis Mazzantini y Rafael Bejarano, Torerito, este último en sustitución de Rafael Guerra, Guerrita, cogido unos días antes. Los toros pertenecieron a la divisa de Eloy de Clairac.
[12] Entre el 16 de julio de 1921 y el 30 de marzo de 1922.
[13] Aparte de ser propietario del salón de baile La Panera, Jesús García Romero había fundado e inaugurado el 28 de noviembre de 1911 el Gran Café Moderno, cuyo programa protocolario comenzó a las ocho de la tarde: “Innumerable público acudió a dicho acto, atraído por el deseo de ver la elegancia del decorado y mobiliario, el que ha sido construido en el taller de ebanistería de don Eugenio Bellido, como también por escuchar los armoniosos acordes de la brillante banda que dirige nuestro amigo, el maestro don Mariano Santamaría”. De La Iberia, nº 450 de 2 de diciembre de 1911.
[14] PEREIRA, Jesús. Ibídem, número del 6 de mayo de 1928. “Avante. Semanario independiente. Se publicaba los domingos. Lo editaba Enrique Cuadrado y era su director el abogado don Jesús Méndez Risueño. Una de sus principales campañas fue la que sostuvo en pro de la celebración de los Juegos Florales con motivo de las fiestas conmemorativas del Centenario de los Sitios, y en los que ganó la flor natural el exquisito poeta mirobrigense José Montero. También publicó por esta época un número extraordinario ilustrado. Vivió once años: desde 1910, en que empezó a publicarse, hasta 1921, en que desapareció”.
[15] Ángel Pastor.
[16] San Veremundo, abad de Irache (Estella, Navarra), el cual, habiendo abrazado desde joven la vida monástica, estimuló a sus monjes a buscar la perfección con su ejemplo y con ayunos y vigilias. Murió en el año 1092.
[17] Debe referirse a Juan Puga, Puguita, uno de los que intervendrían en la novillada.
[18] Indalecio Mosquera fue un popular empresario gallego que regentó la plaza de toros de Madrid, ubicada en la carretera de Aragón, y la de Valencia, entre otras. Era conocido como “El hombre de las gafas de oro” y, según Hemingway, “fundó la plaza de Madrid sin importarle nada las corridas y sí la talla de los toros”, en Muerte en la tarde, Ed. Planeta, 1993; pág. 121.
[19] El corresponsal de El Adelanto también da cuenta del desarrollo del festejo en la edición del 26 de agosto, haciendo hincapié en la desastrosa actuación de Puguita “El día 22 se celebró una novillada con ganado de don Jesús Montejo en la que tomaron parte Pelegrín Pertusa (a) Pintao y Juan Puga (a) Puguita. Pelegrín tenía por lo visto el santo de espaldas, porque hizo bien poco, aunque tenía buenas intenciones. El primer toro se fue al corral, después de cruel martirio. Sale el segundo y Puguita, que había estado toda la tarde en el burladero, se tiró al callejón, lo cual nos extrañó. Ante la ovación del público, subió a la presidencia, y preguntado por el concejal de tanda, dijo que él era un honrado veterinario y que nunca había cogido un estoque ni un capote, y que aquí había venido a ayudar al Pintao. –Pero, ¿a qué le ayuda usted? – Pues… a sellar el billetaje, por todo lo cual el presidente le mandó a desnudarse a la perrera. Pintao se las entiende con el de autos (el toro) y con el siguiente, sin agradar. Y salió el cuarto, que fue retirado a causa de aparecer ciego, por un golpe sufrido en los corrales y sustituido por otro más grande. El público pide que lo mate el valiente banderillero Julián Sainz (a) Posadero. El muchacho, previo permiso, se va al toro, y después de una faena lucidísima en la que hay pases rozando los costillares y metiendo la cadera en el testuz, da un pinchazo en hueso en todo lo alto y media entrando muy derecho y saliendo rebotado. El toro cae redondo y el redondel se llena de capitalistas que se llevan provisionalmente al Posadero. El ganado, si no hubiera sido tan mal tratado en el encierro, bueno: de todas maneras dio juego. En la presidencia el concejal don Adrián Vasconcellos, con la mar de acierto.”
[20] Periódico semanal de Salamanca nacido en 1907 y que se componía en, principio, en la Imprenta y Encuadernación Salmanticense.
[21] En El Adelanto se destaca también la participación de los “fenómenos” Antonio Múñez [sic], Chato; Vicente Cebada, Camisero; y Antonio Camacho.
[22] En una remembranza insertada en el diario La Gaceta Regional de Salamanca, de fecha 14 de febrero de 1947, sin firma y titulada Ciudad Rodrigo en 1915, se afirma que “... aquel año una res perseguida cayó al foso de la muralla, muriendo instantáneamente con los cuernos clavados en la tierra. Y aquel año también en la lidia formal que se celebraba por la tarde murió alcanzado por una vaca El Pintao, compañero de lides tauromáquicas del Latas, El Sastre y El Jilla.... Una información que se adelanta en un año a los hechos y también con inexactitudes, si nos atenemos a la información que se ofrece en su momento en el decano de la prensa salmantina.
[23] No obstante, en el acta de defunción del Registro Civil se apunta que murió “a consecuencia de pulmonía gripal”, tal vez contraída en el transcurso de su convalecencia.
[24] Archivo Diocesano y Catedralicio de Ciudad Rodrigo. Libro de defunciones de la iglesia parroquial de San Andrés. Pág. 140 v.: “40. Pelegrín Petusa Pintado [sic]. En Ciudad Rodrigo, Diócesis de la misma provincia de Salamanca, a diez de septiembre de mil novecientos dieciséis. Yo, D. Mateo Hernández Vegas, párroco de la de San Andrés (extramuros), mandé dar sepultura ecca. al cadáver de Pelegrín Petusa Pintado que falleció en el día de ayer a las diez y media de la noche en la calle de Santa Clara, a los treinta años de edad, natural de Valencia y feligrés de esta parroquia, después de recibir los santos sacramentos de penitencia, sagrado viático y extremaunción. Y por verdad firmo la presente, fecha ut supra. Mateo H. Vegas.”

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