martes, 4 de noviembre de 2014

Las 'alegrías del rey', el conde de Aranda y las fiestas de toros

El 19 de septiembre de 1771, “a las cinco de la mañana, empezó a experimentar la princesa nuestra señora –María Luisa de Parma- alguna novedad, acompañada de dolores que indicaban señales de parto. Mitigáronse estos y se mantuvo Su Alteza por algunas horas con bastante quietud, pero a las nueve y media de la misma mañana volvieron con mucha viveza, y no dejando ya duda de que el parto se acercaba, se dedicaron el rey –a la sazón Carlos III- y príncipe –futuro Carlos IV-, nuestros señores, a asistir personalmente a Su Alteza, como en efecto lo ejecutaron, no apartándose un instante de su lado. A las cinco y doce minutos de aquella tarde dio a luz felizmente Su Alteza un robusto y hermoso infante; y tomándole el Rey nuestro señor en sus brazos, lleno de gozo y de ternura, salió con él a la sala inmediata para mostrarlo a toda la Corte, que esperaba con indecible impaciencia este feliz momento; y también a los embajadores de familia y demás embajadores y ministros de otros príncipes que se hallaban allí igualmente en virtud del convite formal que tuvieron para ello. Quiso Su Majestad que sin pérdida de tiempo se administrase el sacramento del bautismo al señor infante recién nacido, y habiéndose preparado en la real cámara todo lo necesario para tan sagrada función, hizo esta ceremonia con la mayor solemnidad el eminentísimo señor cardenal [Ventura de Córdoba, Spínola] de la Cerda y San Carlos, patriarca de las Indias y capellán mayor de Su Majestad, poniendo a Su Alteza los nombres de Carlos, Clemente, Antonio de Padua, Genaro, Pascual, José, Francisco de Asís, Francisco de Paula, Luis, Vicente Ferrer y Rafael. Fueron padrinos nuestro santísimo padre Clemente decimocuarto, representado por el rey nuestro señor, y Su Majestad, por sí mismo; y asistieron como testigos especiales los señores infantes D. Gabriel y D. Antonio [de Borbón], concurriendo a tan solemne acto las demás personas reales, los jefes de palacio, grandes del reino, consejeros de Estado, embajadores y ministros extranjeros, y otras muchas personas distinguidas[1]”...

            La noticia del parto de la princesa consorte de Asturias, alumbrando al infante Carlos Clemente, primogénito del matrimonio entablado con el futuro Carlos IV, fue difundida por la Gazeta de Madrid el 24 de septiembre de 1771. Unos días antes, a finales de agosto, en concreto el día 28, el oscense Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, estadista ilustrado y reformista, se había dirigido a la mayor parte de los concejos relevantes de la Corona, entre ellos el de Ciudad Rodrigo, informándoles de la inmediatez del nacimiento del primogénito de Carlos de Borbón y María Luisa de Parma, una “carta orden[2]” en la que recaba “se le informe de la costumbre que esta ciudad tenga de zelebrar con públicos festejos el nacimiento de las personas reales herederas de la Corona y del importe a que hubieren ascendido los gastos de los últimos ejemplares en semejanttes casos[3]”; además, reclama al consistorio que le indique “lo que la ziudad discurra hazer, con expresión de cantidad y fondo para las expensas en la ocasión que se presentara luego que se berifique el feliz alumbram.to que nos promete la princesa de Asturias, n.ra s.ra amada, sobrina y nuera de S. M.[4]”.
Alegoría del nacimiento de Carlos Clemente, obra de Jacinto Gómez
            El concejo mirobrigense había visto la carta del conde de Aranda en el consistorio del 4 de septiembre, por lo que en el celebrado el día 11 ya estaban en disposición de avanzar el programa de festejos que se pensaba desarrollar una vez verificada la alegría del rey Carlos III por el nacimiento de su nieto, primogénito de su hijo Carlos, príncipe de Asturias. Para ello, siguiendo las órdenes del conde de Aranda, los claveros del concejo recabaron información en el archivo del municipio relativa “a festejos y regozijos echos por esta ciudad respecttibam.te con motibo de los nacimientos de los s.res príncipes d.n Phelipe terzero, d.n Phelipe quarto, d.n Carlos Joseph y d.n Luis primero, sacadas de los libros de acuerdos desde el año de mil quinientos setenta y ocho hasta el de mil setezienttos y siette[5]”, aunque, tal vez por olvido u obviando los excesivos gastos que se generaron en la celebración, no dieron cuenta de la programación festiva organizada en 1629 con motivo del nacimiento del primer hijo varón de Felipe IV, por tanto heredero de la Corona, el príncipe de Asturias Baltasar Carlos.
             Los claveros, con el aval del escribano Joseph Sánchez de Villalobos, presentan al concejo un extracto de las noticias que se recogen en los libros de acuerdo consultados y referidas a los festejos promovidos por las citadas alegrías de la Corona. Señalan que en 1578, con motivo del nacimiento del que sería Felipe III, en el ayuntamiento del 24 de abril se informa de que “el s.or d.n Alonso Pérez de Arteaga, correjidor, dio notizia a la ciudad de ser público y como muy zierto, que la reyna n.ra .sra había dado a luz felizmente un infante, y que por ello era justo que la ciudad hiziese demostraziones de regozijos y en su correspondenzia se determinó correr toros, para cuio efecto se nombraron comisarios[6]”; que “en el consistorio de 24 de abril de 1605 se abrió y leió carta de S. M., fecha en Valladolid, 13 de d.ho mes y a.o, en que da cuenta a la ciudad del feliz nazimiento de un hijo [el futuro Felipe IV] que felizmente había dado a luz la reyna el Viernes Santo, 8 del referido mes de abril, encargando que como tan fieles y nobles vasallos, hiziesen las demonstraziones de regozijo acostumbradas, en cuia bista determinó la ciudad que, sin embargo de que solo con la gustosa notizia, que la dio su correjidor d.n Fran.co del Pesso y Quiñones, se había mandado que en las tres noches, que empezó en la del sábado anterior, poner luminarias y tener máscaras, determinó que se corriesen toros, para lo que nombraron comisarios, encargando a su correjidor hablase a los caballeros hijosdalgo haziéndolos juntas en su casa, pidiéndoles que por la proporción y equipo que tenían hiziesen por sí festejo de cañas y que los toros se corriesen el día que ellos señalasen o el lunes próximo, ofreciendo la ciud el aderezo de plaza y música, y que se escribiese a S. M. la henhorabuena y demostración de festejos por el júbilo que esta ciudad había tenido, dirijiéndola a Ruiz Gómez de Silva, alférez maior de ella, para que la presentase a S. M., q.n posteriormente abisó aberlo ejecutado[7]”; que “en consistorio de 17 de diciembre de 1661 se abrió y leió carta de S. M. con f.ha en Madrid, 21 de nov.re, dándole notizia del nazimiento del s.or d.n Carlos Joseph [futuro Carlos II], que nazió el domingo 6 de d.ho mes, y a fin de que en demostración de alegría se hiziesen las demostraziones acostumbradas, y anteriormente, por notizia que la había dado el duque de Osuna, capitán g.ral de la frontera, de este feliz suzeso, se habían hecho poner luminarias y subzesibam.te en el mismo aiuntam.to entraron en el consistorio del cabildo ecc.co a combidar a la ciudad, para que con tan plausible motibo se sirbiese asistir en el siguiente día a la misa cantada y sermón q.e con S. M. patente se había de zelebrar en la Cathedral, y en aquella tarde a la prozesión g.ral al s.or s.n Isidoro, a que había de concurrir el s.r ob.po[8]; y que, por último, “en consistorio de 8 de octubre de 1707, cuatro días después de haberse restaurado esta plaza del exérzito portugués, resulta la notizia del nazimiento del s.or d.n Luis primero, y acordó la ciu.d se escribiese a S. M. la henorabuena, exponiendo la falta de medios por haber estado dominada desde 26 de maio de 1706 hasta referido 4 de octubre en que se restauró, y S. M. en 11 de henero de 1708, escribió grazias a la ciudad por la lealtad a su serbizio, ofreziéndola su real protección; y se mandaron poner luminarias[9]”.
Lámina que ilustra al infante
            Estas son las noticias de las celebraciones que supuestamente había organizado el concejo entre 1578 y 1707, indagadas por los claveros municipales y que fueron tratadas en el consistorio del 11 de septiembre de 1771, en donde, como resumen, se señala que en los regocijos promovidos por el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo con motivo del nacimiento de los príncipes, “en dos de ellos no lo practicó como apetezía, por las calamidad y extrechez en que la constituió el lebantam.to de Portugal por el año de mil seisz.os sesenta y uno y sitio q.e padeció hasta el de mil setezientos y siete[10]”. Y respecto a las previsiones festivas adoptadas para la celebración del inminente nacimiento del futuro príncipe de Asturias, se le propone al conde de Aranda “que siempre que llegue el caso y se conzeda a la ciudad el permiso correspondiente, executará los festejos a saver: función de yglesia para dar al Todopoderoso las debidas grazias por tan feliz alumbram.to como esperamos de su soberana clemenzia; una corrida de diez toros con barilargueros, fuegos, luminarias y música en las correspondientes noches, cuio gasto puede sacar y hazer la ciudad sin grabar al público, que ascenderá al poco más o menos de diez y siete o diez y ocho mil reales que tiene existentes y ha producido el terreno baldío llamado Valdelazarza, acotado para dehesa carnizera, en virtud de real facultad en esta forma: los onze mil y quatrozientos debengados en los años de mil setez.os sesenta y nuebe y setenta; y cinco mil y setezientos que ban a debengarse en el corr.te; y pues que la experienzia tiene acreditado que por yguales festejos en las proclamaz.es de nuestro cathólico monarca y s.or d.n Fernando el sexto (que está en gloria) que los oficiales de guerra y otras personas de distinz.n del vecino reyno de Portugal han concurrido a berlas, y que sucedería lo mismo si llegase el caso de executar las propuestas, quisiera esta ciudad a su bista y como plaza principal de la frontera demonstrarles por todos medios el amor y fidelidad que tiene a su rey y príncipes, y para el maior luzim.to hazer otra corrida de diez toros que podrá proporcionar con el producto de la plaza, carne y pieles de los otros diez, lo que se exponga a d.ho ex.mo s.or en la respuesta que se le da, se quedará copia a continuación a este acuerdo, manifestándole que los gastos de los antiguos festejos no pueden serbir de norte para los del presente caso por la bariedad de los tiempos y distintos precios que han tomado los géneros y respectto a que los sexmos de la Tierra, por los pueblos de ella, son interesados en d.ho baldío de Valdelazarza y que s.pre han concurrido con la ciudad a yguales gastos, se les zite para el primer consistorio ordinario a fin de hazerles pres.te esta resolución y carta orden que la motiba[11]”.
            El concejo, pues, contaría con un presupuesto de alrededor de 18.000 reales para organizar los regocijos por el nacimiento del infante Carlos Clemente, una cifra significativamente alta respecto a una celebración que podríamos considerar similar, ya que contaba con el oneroso capítulo taurino, cuando se organizaron los festejos por el nacimiento del príncipe Baltasar Carlos en 1629, para los que se destinaron alrededor de 3.300 reales en gastos según los libros de la razón de los mismos. No obstante, como reconoce el consistorio en sus acuerdos, el presupuesto no puede servir de referencia por ser tiempos y precios distintos.
María Luis de Parma
            El 12 de septiembre de 1771 el concejo escribe carta al conde de Aranda en la que se recogen todos los puntos expresados hasta el momento[12]. El presidente del Consejo de Castilla, en una carta circular, responde el 20 de septiembre al Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, al igual que hizo con todos los concejos importantes a los que había prevenido el nacimiento del infante, solicitando los regocijos que pretendían realizar con ese motivo y su costo. Da cuenta el conde de Aranda de que el 19 de septiembre había nacido el infante y agradece “las muestras de fidelidad y amor a su augusta persona y real familia con que todo el reyno se distingue y quiera repetirlo en esta ocasión[13]”, pero corta de base las pretensiones festivas, especialmente las taurinas, que prodigaba en su respuesta el concejo mirobrigense –hay que recordar que este ilustrado aragonés fue promotor de la prohibición de las corridas de toros en este mismo año, reinando Carlos III, y también perseverante en esta causa durante el reinado de Carlos IV a la vista del fracaso que había tenido la anterior medida abolicionista-. Y así se dirige al concejo rodericense, recordando que “se ha executado el paternal afecto y exmero con que S. M. desea en todos tiempos”, apuntando que el rey “prefería quanto pueda facilitar el bien y alibio de sus amados vasallos, para declarar le será más agradable que las crezidas sumas que en semejantes ocasiones se han consumido y contribuido voluntariam.te para costear d.hos festejos, sirviendo estos de distraer de su trabajo a las gentes y de más perjuicio que beneficio a la causa pública, se imbiertan en dotes a donzellas pobres y huérfanas que faciliten sus matrimonios con proporción a sus clases[14]”.
Carlos, príncipe de Asturias, pintado por Mengs
En román paladino, pide a los regidores que fomenten más el trabajo y menos la fiesta y, también, que den oportunidad a que mujeres casaderas tengan recursos para atraer a sus potenciales maridos aportando las dotes. Y lo deja meridianamente claro: “Conforme de esta real declaración y benigno deseo a S. M., anticipo a V. S. este abiso para que lo tenga entendido y escuse todo preparatibo de regocijo y demostrazión pública por el feliz alumbramiento de la Princesa, nuestra señora, hasta tanto que señalándose y participándose a V. S. por el Consejo la cantidad que se destinare para d.hos fines, pueda también comunicarse por mí a V. S. la instrucción con que según la piadosa intenzión de de S. M. deba prozeder a su distribución. Esto no impide que V. S. con la maior brebedad practique la debida acción de grazias a Dios todopoderoso con el Te Deum, implorando al mismo tiempo su dibina clemenzia por la feliz conserbación del Ynfante recién nacido, por el prompto restablezimiento de la Princesa, nuestra señora, por las felicidades de toda la real familia y porque su divina magestad colme de robusta salud y beneficios al Rey nuestro señor para consuelo de su monarquía y para remunerarle las piedades que executa y el amor y desbelo con que atiende a sus dichosos vasallos[15]”.
            Constreñidos por las indicaciones del conde de Aranda, el alcalde mayor y corregidor interino de Ciudad Rodrigo, Juan Antonio de Vienza y Abadía, junto con el resto de regidores, iniciaron de forma inmediata las gestiones para la celebración de una función religiosa en la Catedral de Santa María para agradecer el alumbramiento y la pronta recuperación de María Luisa de Parma, princesa de Asturias. Se encomienda al regidor Manuel de las Casas que, junto con una comisión, se acerque a ver al deán del cabildo de la seo civitatense con el fin de ultimar los preparativos que se desarrollarían al día siguiente, 26 de septiembre. Se adelanta que los actos contarán con el canto del “Te Deum, missa solemne, con su Magestad manifiesto a fin de que mereziéndole este fabor la ciudad, como no lo duda de su correspondenzia de las disposiziones conducentes, suplicando a d.ho S.or deán mande tocar las campanas de dicha su iglesia; al mismo tiempo que se haga del relox de esta ciudad en la mañana de este día; y al mismo intenso por lo respectibo a parroquias y combentos, visite al S.or probisor mediante estar ausente el Illmo. S.or obispo, y que en el caso de tener efecto d.ha festibidad de iglesia, se sirba darle orden competente para que en ella se pongan algunos bancos para que puedan sentarse los oficiales de la guarnizión y demás personas que concurran[16]”.
            Adelantándose a los actos del 26 de septiembre, un día antes, acabado el consistorio, el concejo ordena que “al concluirse este ayuntamiento se toque d.ho relox para anunciar al público tan feliz nacimiento[17]”, y que se invite a una serie de personalidades para que acudan a los actos de la jornada siguiente, caso del “S.or abad del cauildo titulado de la villa, al S.or Intend.te, a los S.res th.es de rey desta plaza, gobernador del real fuerte de la Concepción, que se halla en ella, y coroneles de los cuerpos militares, suplicándoles se sirban ordenar a sus oficiales asistir a d.ha festividad, lo que para el mismo fin se noticie al público por medio de pregón. Que se pase por el portero recado al thesorero de los sexmeros de la tierra para que les abise d.ha resolución, a fin de que concurran con la ciudad a d.ha función; que se embíe a d.ho cauildo una arroba de zera en belas de a libra y gratifique a los músicos con cientto y cinquenta rr.s de vellón en consideración a su trabajo; y se responda a d.ho Ex.mo S.or conde de Aranda suplicándole que en nombre desta ciudad se digne dar la henorabuena a S. M. por tan feliz y apetezido nacimiento, manifestándole el amor y felicidad que tiene vinculada a su real serbicio[18]”.
            Tal y como se había anunciado se desarrollaron los actos de acción de gracias en la Catedral, con la asistencia de las personas a las que se había invitado, de lo que se dio cuenta de forma inmediata al conde de Aranda, ofreciéndole y reiterándose su “su resignada obedienzia, anelando frequentes ocasiones para executarse en su obsequio[19]”, aunque para ello tuvieran, como lo hizo el consistorio, que obviar las celebraciones que tenían previstas, sin duda más populares y concurridas, como eran la organización y desarrollo de festejos taurinos en la plaza pública, a imitación de lo que había ocurrido en 1629 por el nacimiento del infante Baltasar Carlos.
            A esos festejos, me refiero a los de 1629, el concejo y su tierra destinaron una importante suma para afrontar los gastos de las fiestas taurinas. Así, por ejemplo, se pagaron al caballero Félix Nieto de Silva 80 ducados[20] por dos de los toros que se corrieron con motivo de dicha celebración; igualmente, se abonaron 1.160 reales al ganadero Juan Manuel, de Sepúlveda, por la venta de tres toros, al precio de cuarenta reales cada uno, que completaban la corrida; al vaquero Jhoan Gómez se le pagaron cinco ducados por encerrar los cinco toros que se corrieron en el referido festejo, mientras que Jhoan Hernández, maestro de carpintería, percibió 1.440 maravedíes por preparar 24 docenas de garrochas, aunque también se pagaron 3.000 maravedíes al cerrajero Diego Pacheco por otras 50 docenas de garrochas.
            Por otra parte, el concejo abonó al regidor Luis del Águila y Castilla 2.860 maravedíes, de los que 1.500 se le entregaron para satisfacer los gastos de los tres días que se ocupó en ir a comprar los toros para las referidas fiestas y el resto, 40 reales, por el adelanto que hizo al clérigo –canoniguero se apunta también- Diego Sánchez a cuenta de los ingenios de fuego que se le encomendaron, entre ellos encohetar un toro, y que derivó en una polémica por incumplimiento de lo comprometido con el concejo[21]. También a Luis del Águila se le entregaron 58 reales por gastos menudos que había realizado en los preparativos de la fiesta; al molinero Pedro Martín se le abonaron 20 reales por el alquiler de un caballo y por encargarse de dar la lanzada a los toros, un caballo que ocasionó unos gastos de cinco reales que se pagaron al mesonero Bartolomé Hernández por cuatro celemines de cebada destinados al citado équido desde el que se alanceaban los astados.
La familia de Carlos IV, pintura de Francisco de Goya
            Otros gastos ocasionados por las fiestas del nacimiento del príncipe Baltasar Carlos fueron, por ejemplo, los seis reales que costaron las seis manos de papel para luminarias que vendió al concejo el tendero Jhoan González, que se sumarían a las 14 manos de papel compradas a la también tendera María Pérez al precio 18,5 reales; los 165 reales que se abonaron a Ana Gómez, viuda, por razón de la compra de 33 libras de pólvora y que había vendido a los corregidores Luis del Águila y Francisco Barba para ruedas y montantes de fuego, además de los aderezos del toro encohetado. Por otra parte, se van detallando otra serie de gastos por velas de sebo, hilo, anjeo para la manta del toro de fuego o el yerro para alancear el toro –se pagó por él 16 reales al cerrajero Jhoan Moreno-. Además, a los coheteros Jhoan Hernández y Juan Gómez se les abonaron 88 y 56 reales, respectivamente, por los preparativos de las luminarias con hachones, tiestos, toldos, peones y tarlas al primero y, al segundo, por 14 docenas de cohetes. Por último, se pagaron 62,5 reales al mulero Manuel Rodríguez por sacar los toros de la plaza y llevarlos al matadero y otros 200 reales a Cristóbal Rodríguez y sus compañeros menestriles, también, como el resto, vecinos de Ciudad Rodrigo, “por aver tocado las chirimías en todas las fiestas que se yçieron en el nasçimiento del príncipe nuestro señor, conforme al concierto que içieron con los señores don Luis del Águila y don Fran.co Varva, rejidores y comisarios de las d.has fiestas[22]”.
En total, la corrida con los cinco toros y las luminarias para la celebración del nacimiento del príncipe Baltasar Carlos a finales de 1629 supusieron para el erario público un gasto aproximado de 3.300 reales, algo más de 250 ducados y en el entorno de 112.000 maravedíes. Pero es que además de celebrar las alegrías del rey por el nacimiento de sus vástagos, en Ciudad Rodrigo también se organizaban festejos por las bodas reales, por las proclamaciones regias, por salir victoriosos en determinadas y señeras batallas... y todo ello, la mayor parte de las veces, con el aditamento del recurso taurino, sin menoscabo de los encierros y corridas con toros vinculadas al santoral, caso de San Isidro, San Juan, Santiago, San Pedro, el Corpus, Nuestra Señora de Agosto o la de Septiembre, sin olvidar las carnestolendas taurinas fijadas a partir de 1732, un dispendio público instituido como costumbre y que, en parte, como hemos visto, quiso acotar el ilustrado y reformista conde de Aranda, aunque su fracaso, a tenor del acervo consuetudinario, más bien pareciera un retruécano inesperado proyectado en su controvertida figura personal y política, algo que resultó tan efímero que, con mirada retrospectiva, ha quedado en mera anécdota, pese a que posteriormente, ya reinando Carlos IV y también con posteriores dirigentes, hubo distintos intentos por volver a prohibir los festejos taurinos –en referencia a las corridas de toros- en el territorio nacional, algo que también, a la postre, caería en saco roto pese a la reiteración que hubo con posteriores directrices en esa línea abolicionista.



[1] Gaceta de Madrid núm. 39, de 24 de septiembre de 1771, páginas 322 a 324.
[2] Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo. Libro de acuerdos, 11 de septiembre de 1771.
[3] AHMCR. Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] AHMCR. Ibídem. “Ex.mo S.or: Luego que rezibió esta ciudad la carta de V. E. de 28 de ag.to próximo en que la prebiene que si hubiere acostumbrado celebrar con públicos festejos el nazimiento de las personas r.s herederas de la Corona, se lo comuniqué a V. E.a con brevedad, en respuesta de d.ha carta, inform.do el tanto que hubiesen ymportado los gastos de los últimos ejemplares en semejantes casos, y exponiendo el que discurriese hazer la ciu.d con demostrazión de cantidad y fondo para la expensas en la ocasión que se presentará luego que se berifique el feliz alumbram.to tan apetezido que nos promete la prinzesa n.ra s.ra, sin prozeder a disposizión alguna hasta que por V. E.a se comunique lo conveniente, aun que reciba la ciudad el abiso de estilo en que se le partizipe tan plausible notizia, probidenzió el reconocim.to de su archivo de papeles tomando las correspondientes desde los años de 1578 al de 1707 en que nazió el s.or d.n Luis primero, y por los respectibos acuerdos resulta que por el de el s.or prínzipe d.n Phelipe 3º se corrieron toros; por el del s.or d.n Phelpe 4º se hizieron los festejos de tres noches de luminarias con música, márcaras, toros; y por los caballeros hijosdalgo de esta ciudad, juego de cañas, habiéndoles ofrezido la ciudad el aderezo de la plaza. Por el s.or prínzipe d.n Carlos Joseph, aunque rezibió carta de S. M. para la ejecuzión de festejos en demostrazión de alegría, que fue en diz.re del a.o de 1661 en que subsistía el lebantamiento del vezino reyno de Portugal, solo pudo hazer luminarias y asistir con el cabildo ecclesiástico a la yglesia Cathedral a la funzión de misa, sermón y prozesión g.ral a n.ro patrono s.n Ysidoro, quedando con el maior sentimiento como lo expuso a S. M. por no haber tenido proporzión de mayores regozijos por la infelizidad, calamidades y atraso en que a la ciudad había puesto .ho lebantamto, a cuia sazón se hallaba en esta plaza, comandando la frontera, el exmo sor duque de Osuna. Y por el nazimiento del sor dn Luis primero, que fue en d.ho año de 1707, resulta que en los ocho de octubre, cuatro días después de haberse restaurado esta plaza, que estubo dominada por el ejérzito portugés desde el 26 de maio de 1706 hasta el cuatro de d.ho octubre, se dio notizia de d.ho feliz nazim.to y acordó la ciudad se escribiese a S. M. dándole la enorabuena y manifestando la falta de medios para regozijos tan debidos, y en que la había constituido el enemigo que acababa de desalojar. Y en 11 de henero de 1708 merezió esta ciudad de la piedad de S. M. le diese gracias por la lealtad y amor a su serbizio, ofreziéndola su rl protección; y solo consta haber habido luminarias. Esto es, ex.mo s.or, lo que literalmente apareze en los acuerdos de esta ciudad, y habiendo tratado en su aiuntam.to con arreglo a la orde de V. E.a de proponer recozijos y públicos festejos que apeteze en demostrazión de su lealtad como la más ynteresante en la felizidad del reyno, ha resuelto, siendo de la aprobaz.ón de S. M., zelebrar una corrida de diez toros con barilargueros, fuegos, luminarias y música en las correspondtes noches y festibidad de yglesia para dar al Todopoderoso las debidas gracias por tan feliz alumbramiento, como esperamos de su soberana clemencia; y pues que la experiencia tiene acreditado que por yguales festejos en las proclamaciones de n.ro cathólico monarca y s.or d.n Fernando el sexto, que está en gloria, que los ofiziales de guerra y otras personas de distinción de d.ho vezino reyno de Portugal han concurrido a berlas y que subzederá lo mismo si llegase el caso de la ejecuzión de las propuestas, quisiera esta ciudad a su bista y como plaza prinzipal de la frontera, demostrarles por todos medios el amor y fidelidad a nuestro rey y príncipes y para el maior luzimiento, respecto a que el zierro de la plaza, carne y pieles de d.hos diez toros podrán al poco más o menos producir para otra igual corrida, se executará siempre que sea del agrado de S. M..
El gasto de festejos con motibo de los nazim.tos de los s.res prínzipes que quedan expresados, no pueden serbir de norte para los del presente caso por la bariedad de los tiempos y distintos prezios que han tomado los jéneros, y en este conzepto, habiendo fixado la cuenta, juzga la ciudad tendrán de costo los regozijos de diez y siete a diez y ocho mil rr.s, que sin imponer nuevo arbitrio al vezindario, puede sacar y tiene existentes con la comunidad de la Tierra y que siempre ha entrado a la contribución de iguales gastos, en esta forma: onze mil y cuatrocientos rr.s del balor que en los años de 69 y 70 ha produzido el término de Baldelazarza, acotado en virtud de r.l facultad para deesa carnizera; y cinco mil y setezientos que ba rindiendo en el corriente de la f.ha. Que es cuanto esta ciudad tiene por conduzente poner en la alta considerazión de V. G. para que se digne resolber lo que fuere de su superior agrado, a que se arreglará puntualm.te. N.ro S.or gu.e a V. E. felizes y dilatados años. De nuestro aiuntam.to de Ciu.d Rodrigo, 12 de sep.re de 1771. Ex.mo S.or Conde de Aranda.
[13] AHMCR. Libro de acuerdos. Sesión del 25 de septiembre de 1771.
[14] Ibídem.
[15] Ibídem.
[16] Ibídem.
[17] Ibídem.
[18] Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] El ducado venía a equivaler a 11 reales, mientras que el real de vellón equivalía a 34 maravedíes.
[21] MUÑOZ GARZÓN, Juan Tomás. El toro encohetado y otros ingenios de fuego. Libro de Carnaval de 2009; pp. 269-272.
[22] AHMCR. Caja 1177.0.0 Libro de cuentas de propios y yunterías. 1590-1630.

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