jueves, 13 de noviembre de 2014

Destrucción del convento y cuartel de Sancti Spíritus

En relación con el artículo que sobre el patrimonio esquilmado se insertó hace unos días en este blog, vinculado sobre todo a los atentados contra los vestigios arqueológicos, quisiera ofrecer algunos datos sobre el arruinamiento, destrucción y desaparición del edificio que albergó primero el cenobio de las monjas terciarias franciscanas de Sancti Spíritus y posteriormente el cuartel en que se trocó el inmueble, también conocido o identificado por esa referencia religiosa. Este trabajo pretende acercarse a las vicisitudes para su demolición y los pasos que se dieron para levantar los bloques de viviendas actuales, tomando como referencia la calle del deán Santiago Sevillano Sánchez, prolífico presbítero en distintos campos de acción, fallecido el 30 de diciembre de 1911, y al que el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo le dedicó la calle que lindaba con el citado edificio militar.

Esta vía urbana tiene su origen en la ampliación de la desembocadura de la calle San Vicente hacia la puerta de Sancti Spíritus, en un espacio que en 1751 se conocía como Campo de Sancti Spíritus y en 1904 como Plazuela de Sancti Spíritus, rematando con un talud escalonado que confluye con la calle de La Colada y que servía de acceso al terraplén de la muralla. Antiguamente esta calle se denominaba de Sancti Spíritus y más adelante calle del Cuartel de Sancti Spíritus, en referencia al antiguo convento, más tarde convertido en cuartel, como queda escrito, que aquí existió antes de levantarse los bloques de la Cooperativa de Viviendas San José que ahora conocemos. Esta calle, según un apunte municipal, fue empedrada en 1916. 
            La manzana que ahora nos ocupa está prácticamente representada por el espacio en el que se levantó el convento de Sancti Spíritus, ya que por la parte enfrentada de la calle nos encontramos con la tapia del extenso patio del palacio episcopal y con algunos inmuebles de menor valor. Además, por la cara oeste linda con el adarve de la muralla. Lógicamente, junto al convento se encontraba hasta 1975 la capilla del monasterio, advocada también al Espíritu Santo y que fue conocida con el nombre de capilla de Sancti Spíritus o, menos comúnmente, como iglesia de Santa Isabel de Hungría, denominación que también se hizo extensiva al convento.
            El asentamiento de las religiosas terciarias isabelinas de Sancti Spíritus en Ciudad Rodrigo fue errático. En un primer momento tuvieron convento en Valdárrago, en el término municipal de Robledillo de Gata. Con la aplicación de las resoluciones del Concilio de Trento, que obligaba a las religiosas que moraban en lugares despoblados o apartados –como era el caso- a trasladarse a alguna población cercana, el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo exige que la comunidad venga a la localidad mirobrigense. Lo hacen en 1536, cuando toman posesión de unas casas cedidas por Francisco Vázquez, llamado popularmente El Rico o El Indiano, que se encontraban en el lugar que había ocupado anteriormente la iglesia parroquial de San Pelayo. Las citadas casas estaban a la derecha, saliendo por el antiguo postigo de San Pelayo, recuerda Hernández Vegas. En el plano adjunto, datado en 1731, se especifica la ubicación del convento de Sancti Spíritus viexo, ya destruido y su solar ocupado por la extensión de la muralla abaluartada.
Plano de 1731 señalando el convento de Sancti Spíritus
        La bendición del convento se produce el 30 de junio de 1566, “pues el 28 del mismo nombra el Cabildo comisión para acompañar al obispo Diego de Simancas a la bendición del monasterio e iglesia de Sancti Spíritus, en las casas de Francisco Vázquez, el domingo último de junio”, señala el citado canónigo.
            El convento permaneció en este lugar hasta principios del siglo XVIII, cuando fue destruido por los portugueses en el asedio de la Guerra de Sucesión que dirigió el marqués de Las Minas y en el que participaron unos 40.000 hombres. Ciudad Rodrigo había capitulado el 25 de mayo de 1706, siendo gobernador de la plaza Antonio de la Vega, y después de ocho días de asedio. Quedó al mando de la plaza el portugués Luis Brito Caldeira, siendo nombrado gobernador de la plaza el holandés Diego Farrel. Después de 16 meses de ocupación, Ciudad Rodrigo fue recuperada para Felipe V por el marqués de Bay el 4 de octubre de 1707. Con los dos sitios, media ciudad había quedado destruida. Entre tantos escombros se especificaron como dañados, caídos o ruinosos el molino de Carbonero, los hornos de pan y el convento de Sancti Spíritus.
Destruido el convento extramuros, las isabeles se recogieron en la Casa de los Niños de la Doctrina, cediéndoles el obispo, fray Francisco Manuel de Zúñiga Sotomayor y Mendoza, la capilla de San Vicente. “Enfrente de esta iglesia, y tocando ya la muralla, estaban los solares del también arruinado palacio de los Caraveo, cuyo mayorazgo poseía a la sazón el marqués de Espeja [heredero de éstos y de Francisco Vázquez], que había sido patrono del antiguo convento destruido. Cedió, pues, el marqués a las religiosas los abandonados solares, con la condición de conservar el patronato sobre el nuevo convento”, señala el canónigo Hernández Vegas antes de fijar la fecha de la donación en 1711.
            “Este convento de Sancti Spíritus o de Santa Isabel de Hungría tuvo un claustro, embaldosado en 1799, y vidrieras en la media naranja de la iglesia, reparadas también en ese año [se anotaron 83 reales pagados a Pedro Blanco, maestro vidriero, por componer las vidrieras de la media naranja de la iglesia que destrozó un raio]. Los testimonios fotográficos transmiten un templo de sillería con planta de cruz latina y crucero cubierto con una media naranja. La parte mejor conocida es la portada de la misma, pues, aunque mutilada, se conserva integrada en la sede de los nuevos juzgados. Presenta jambas, recorridas por un baquetón con los extremos inferiores reservados; éstas y el dintel lucen sillares labrados en punta de diamante con el decidido propósito de lograr juegos de luz. Remataba en lo alto con un frontón triangular partido y el símbolo del Espíritu Santo entre follajes y sobre una placa recortada”, apunta José Ramón Nieto en el conocido trabajo sobre el patrimonio artístico mirobrigense. El escudo había desaparecido cuando se recuperó la portada para el Palacio de Justicia de Ciudad Rodrigo. Había sido donado o vendido al propietario de una casona ubicada en una finca próxima a nuestra localidad.
Vista parcial del cuartel de Sancti Spíritus                                    Foto Pazos
           El convento tuvo apenas un siglo de historia. Su final estuvo marcado por las asedios y consecuencias de la Guerra de la Independencia. En un asiento registral, fechado en Ciudad Rodrigo a 29 de octubre de 1904, se hace una síntesis de la historia del monasterio hasta pasar a depender del Ejército para su conversión en cuartel de infantería. Dice así: “El hoy nombrado Cuartel de Sancti-Spíritus fue en sus primitivos tiempos convento de monjas, hasta que por necesidades de las guerras del siglo anterior se sucedieron en Ciudad Rodrigo, ordenó el Jefe de la Plaza el traslado de las monjas a otro convento y se hizo cargo el Ramo de Guerra de este edificio, para emplearlo como alojamiento de tropa; una vez. pacificado algún tanto el país, solicitaron las religiosas volver a su convento, según se desprende de la comunicación que el nueve de mayo de mil ochocientos quince dirigió el Gobernador Militar al Jefe de Ingenieros de la Plaza, pretensión que parece alcanzaron hasta que en mil ochocientos treinta y seis y como consecuencia  de algaradas facciosas sobre la línea del Tajo obligaron de nuevo al Gobernador Militar a incautarse del edificio y pensar en su habilitación como cuartel, por escasez de edificio para acuartelar la guarnición de la plaza, ordenando el Jefe de la Comandancia la formación del presupuesto para tal objeto, cuyas obras, en unión de otras muchas se han ido realizando en años sucesivos hasta la fecha, por considerarlo de hecho propiedad del Ramo de Guerra y como tal debe estar indudablemente incluido entre los que figuran en la relación general de fincas de guerras que se formó en virtud de las leyes desamortizadoras y obra en el Ministerio de la Guerra. En esta fecha sólo se hizo cargo Guerra de la parte destinada a convento; y su iglesia siguió siendo propiedad del clero hasta que en el año mil ochocientos ochenta y tres se entabló su permuta por el edificio de San Agustín que era propiedad de Guerra en virtud de la Real Orden de tres de junio de mil ochocientos ochenta y tres. Como títulos de dominio de lo que fue convento de monjas de Sancti Spíritus, existe la relación de fincas firmada con motivo de la desamortización en la que indudablemente figura este edificio, y el venirlo disputando el Ramo de Guerra sin protesta ni reclamación de nadie desde el año de mil ochocientos treinta y seis, que se tomó en ruinas y el haberse gastado en ejecutar obras, sumas de gran importancia. Respecto al almacén, antes iglesia, existe la Real Orden de concesión de permuta y el acta levantada con este objeto”.
El cuartel de Sancti Spíritus desde el acceso por La Colada     Foto Pazos
          Vemos, pues, que el convento de Sancti Spíritus, fue desalojado de religiosas ante la constatación de los sitios de la Guerra de la Independencia, pasando a dar albergue a la tropa. Tras quedar arruinado por los dos asedios de 1810 y 1812, las monjas, que estaban alojadas en otra comunidad, solicitaron en 1815, ya pacificado el país, volver a ocupar las dependencias de su convento. Allí estuvieron hasta 1836, cuando el gobernador militar decide incautarse del edificio para albergar la tropa, dada la escasez de medios con que contaba la guarnición. A partir de este momento se inicia una serie de obras para adaptarlo a las necesidades de la milicia, convirtiéndose durante una centuria en el cuartel de infantería de la plaza de Ciudad Rodrigo, por donde pasaron la guarnición de Infantería de Toledo y después el batallón de cazadores de montaña de Antequera, última unidad militar que guarneció esta plaza. Por lo que respecta a la capilla del convento o iglesia de Sancti Spíritus, siguió en este tiempo siendo propiedad del Obispado hasta que en 1883, siendo administrador apostólico de Ciudad Rodrigo Narciso Martínez Izquierdo, se permutó este templo por el de San Agustín, hasta entonces perteneciente al Ejército tras la desamortización de 1836 y que era utilizado como almacén de paja.
            En la descripción de la ficha catastral del cuartel y almacenes de Sancti Spíritus se apunta que estaba situado en “la calle de Sancti Spíritus, según el lindero frente; no se expresa el número. Situación: Dicha finca se halla situada en la parte oeste de la población y dentro del recinto amurallado, Descripción del inmueble: Forma un polígono irregular de diez y siete lados y su extensión superficial es de dos mil setecientos ochenta y seis metros cuadrados, con diez y ocho decímetros cuadrados, compuesto el cuerpo principal del edificio en sus crujías Norte, Este y Sur de planta baja, principal y segunda; la crujía Oeste, de sótano, bajo y principal que es lo que correspondía al antiguo coro, y las dependencias anexas a la que fue iglesia y los accesorios que existen en el patio principal, como cuerpo de guardia, cuadras, cocina y cobertizo, sólo tienen planta baja. Linderos: Por su frente al Este y en una línea de setenta metros veinte centímetros, con la calle de Sancti Spíritus; por su fondo al Oeste, y en una línea recta primero de sesenta y tres metros, y cinco después, que comprenden sesenta y ocho metros, con el recinto principal o muralla; por su costado derecho al Norte y en una línea quebrada de seis direcciones que componen cincuenta y siete metros, veinticinco centímetros y una recta de diez y siete metros sesenta centímetros con plazuela de Sancti Spíritus, y por su costado izquierdo, al Sur, con uno de los acceso que dan al terraplén de la muralla en una línea recta de treinta y cuatro metros ochenta centímetros. Tasación de la finca: La valoración del inmueble, según inventario que existe en dicha comandancia, es de doscientas siete mil pesetas. Conocidamente no tiene cargas”.
Plano del cuartel de Sancti Spíritus con la capilla
       El uso como cuartel del convento de Sancti Spíritus sería el último destino del inmueble. Tras la marcha del Batallón de Cazadores de Montaña Antequera Nº 12, el edificio comienza a deteriorarse de tal forma que la Junta Regional de Acuartelamiento de la 7ª Región Militar, en una carta enviada al ayuntamiento el 26 de agosto de 1958, expone que “es necesario demoler por el estado ruinoso en que se encuentra [el cuartel] para evitar posibles derrumbamientos”. Además, el comandante anuncia que “para que no se produzcan daños en el edificio, he resuelto sea derribado con mano de obra y dirección militar”. Antes de proceder al derribo, se consulta con el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico de la Provincia de Salamanca, cuyo arquitecto, Fernando Población, estima en una carta remitida el 26 de septiembre que “debe conservarse la iglesia y edificio del antiguo convento y en cambio puede derribarse el resto, es decir, el cuerpo del edificio de más reciente construcción, así como la tapia posterior y construcciones anteriores, estudiando una vez derribada dicha parte una ordenación de su emplazamiento con objeto de adecentar y hermosear la zona de tan espléndidas perspectivas, sobre todo desde el Parador y con vistas a un noble acceso a la ciudad por la puerta de la muralla cercana”.
            El 29 de septiembre la Junta Central de Acuartelamiento ordena a la sección de zapadores, tras conocer la resolución de Patrimonio, que se traslade a Ciudad Rodrigo para “comenzar la demolición del cuartel de Sancti Spíritus”. A la vista de la decisión del Servicio de Defensa de Patrimonio, el ayuntamiento, en un pleno celebrado el 30 de octubre de 1958, solicita la cesión gratuita de la iglesia y el convento de Sancti Spíritus “para conservarlo y repararlo, a fin de tratar por todos los medios que Ciudad Rodrigo persevere en su carácter de antigua ciudad”. La Junta General de Acuartelamiento continúa con los trámites para la demolición y el 10 de octubre, tras una comisión permanente, comunica que se va a “iniciar la demolición del cuartel” con el fin de “aprovechar los materiales que sea posible en los campamentos de reclutas, principalmente el de El Ferral de Bernesga (León), subastando, juntamente con el solar resultante, los materiales sobrantes”.
Portada de la capilla el convento de Sancti Spíritus
            El 18 de octubre se celebra una reunión en Ciudad Rodrigo para determinar los pasos a seguir para el derribo del cuartel, un encuentro al que asistieron el “capitán general presidente de la Junta Regional de Acuartelamiento, el gobernador civil de Salamanca, el alcalde de Ciudad Rodrigo, el arquitecto encargado del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional en la Provincia de Salamanca, el jefe de la comandancia de obras y el comandante secretario de la Junta Regional de Acuartelamiento”, como recordaría más tarde el propio capitán general en una carta enviada al alcalde de Ciudad Rodrigo y fechada en Valladolid a 15 de abril de 1961.
        Los zapadores parecieron hacer caso omiso a las directrices de Patrimonio y, salvo la capilla, prácticamente derribaron todo el resto del cuartel. El ayuntamiento, a raíz del anuncio de subasta del solar resultante de la demolición del antiguo convento, el 30 de octubre de 1958 ofrece al Ejército un terreno de 9.000 metros cuadrados, situado en el barrio de San Isidoro, al final de la avenida de España, pasando el puente del ferrocarril, como permuta. El 26 de septiembre de 1959 la Junta Central de Acuartelamiento comunica al Consistorio que no acepta el ofrecimiento y piden “aumentar la propuesta para que los intereses del Ejército no sufran pérdidas tan elevadas como la que se contiene en la actual propuesta de permuta”.
            Continúan las labores de desmantelamiento del cuartel y el 1 de julio de 1960 el Ejército inspecciona “los trabajos de retirada de escombros vertidos en el foso de la muralla procedentes del derribo del cuartel”. Afirma que el ayuntamiento no ha tomado ninguna “medida conducente a la conservación del muro perimetral ni de la capilla, que no se derribaron por deseo de esa corporación”. El 8 de julio el ayuntamiento toma una serie de medidas para garantizar la seguridad de los viandantes: cierra al tránsito de carruajes y personas la zona y establece una vigilancia diaria. El consistorio se muestra favorable “a tirar lo que queda en pie”, aunque esperará a la decisión que adopte el arquitecto provincial de conjuntos monumentales. Mientras tanto, la Junta Central de Acuartelamiento ordena para el 13 de noviembre el repliegue de su personal desplazado a Ciudad Rodrigo. El 3 de diciembre, el arquitecto provincial recuerda que se había prohibido el derribo del convento, ya tirado excepto un muro de la fachada principal. Y afirma que al ser un hecho consumado, da su autorización para desmontar el muro de la fachada, “respetando siempre la iglesia y limpiando el solar de los escombros y restos allí existentes”.
            El 31 de enero de 1961 el ayuntamiento vuelve a intentar quedarse con el solar y la capilla de Sancti Spíritus. Hace una nueva oferta al Ministerio del Ejército; en esta ocasión ofrece 200.000 pesetas por el solar y 7.000 metros cuadrados ubicados en la referida zona del barrio de San Isidoro, además del cuartel viejo de Santo Domingo. Todo ello valorado en unas 800.000 pesetas. Por último, apunta el consistorio que si consiguiera el terreno se haría un parque, el “Parque del Ejército Español”.
            El tema va por otro derrotero. El 15 de abril de 1961 el capitán general presidente de la Junta Central de Acuartelamiento recuerda al consistorio que “el derribo del muro que quedó debe ser efectuado por ese ayuntamiento”, explicándole que “el referido muro presenta varias grietas importantes y en la parte próxima a la puerta principal un abombamiento en su parte superior, que ofrece peligro de desplome, por lo que es aconsejado su derribo, por lo menos hasta la mitad de la segunda planta, situada a 4,50 metros de altura, aproximadamente”. Asimismo, hace referencia al “mal estado en que se encuentra la capilla, que tiene la bóveda principal abierta, el muro izquierdo agrietado lateral y superiormente y la cubierta completamente desmantelada, por lo cual existe también peligro de desplome, siempre y cuando que ese ayuntamiento no se encargara de consolidar dicha edificación una vez derribado el muro de referencia”.
Vista aérea del cuartel de Sancti Spíritus y de la capilla anexa
            Volviendo a la oferta económica del ayuntamiento, el Ministerio del Ejército comunica el 26 de mayo que no acepta la propuesta de permuta. Parece que en el consistorio se da por perdida la posibilidad de hacerse con esos terrenos y la capilla de Sancti Spíritus, ya que el 30 de mayo se dirige al Ministerio del Ejército señalando que “hay particulares que pudieran estar interesados en el derribo [de lo que queda pendiente], poniendo como precio el que se les diese la piedra procedente de éste”. Además, en virtud de la contestación del ministerio, de fecha 26 de junio de 1961, el capitán general de la Junta Central de Acuartelamiento señala que por los escritos enviados desde el ayuntamiento parece que el consistorio da por terminadas las negociaciones para quedarse con el referido solar. No obstante, el ayuntamiento vuelve el 28 de octubre a plantear una nueva oferta: pagaría hasta 750.000 pesetas en metálico, aunque a plazos. El Ejército tasa el cuartel en 1.336.640 pesetas, mientras que el ayuntamiento sólo puede ofrecer en metálico 562.000 pesetas, por lo que se le pide un esfuerzo para que haga una oferta un poco más ventajosa.
            Se sigue sin acercar posiciones entre ambas partes. El ministerio saca el 23 de julio de 1962 el pliego de condiciones técnicas y legales para la venta del cuartel. El ayuntamiento,  una vez que no ha habido postores, vuelve a ofrecer al Ejército una cantidad económica, en este caso 900.000 pesetas con el objetivo de hacer el señalado parque público en el referido solar. Es julio de 1963 cuando el alcalde, Joaquín Martín Báez, vuelve a subir hasta el millón de pesetas la oferta, aunque para ello tendría que conseguir un crédito, operación fallida y que provocó que un año después, en concreto, el 16 de marzo, el consistorio desista en su empeño de hacerse con el solar y capilla del antiguo cuartel de infantería. No obstante, el Ejército siguió responsabilizando al ayuntamiento de la situación de ruina del muro que no se había derribado, por lo que exige al consistorio que se haga cargo de las obras necesarias y también del cerramiento.
Vista de los bloques de viviendas que ocupan el lugar del cuartel y la capilla              Foto Manuel Alende (Wikipedia)

            La retirada del ayuntamiento en la puja por el solar y la capilla del antiguo convento de las isabeles, deja abierta la puerta a la iniciativa privada. Se constituye una cooperativa, presidida por Carlos Martín Martos, que quiere utilizar esos terrenos para levantar un grupo de viviendas. Finalmente, se hacen con el solar y la capilla y en 1967 solicitan el permiso de obras para construir seis bloques de cuatro plantas, inmuebles que ahora ocupan la zona de referencia. La capilla queda exenta del proyecto, siendo adquirida más tarde por Francisco Rodríguez Lamas, quien solicita permiso a la comisión de Patrimonio para su derribo y posterior construcción de un edificio de nueva planta. La citada comisión, en reunión celebrada el 18 de marzo de 1975, acuerda “autorizar el derribo con la obligación de depositar los elementos arquitectónicos de la puerta y motivo alusivo al Espíritu Santo, que está sobre ella, en el depósito municipal”. Sin embargo, “no autoriza la construcción del nuevo edificio por considerar que resultaría tan agresivo en su aparición sobre las murallas como las actuales viviendas de la Cooperativa San José y que los errores cometidos en fecha anterior no deben condicionar las decisiones actuales de la comisión”. Algo que, a la postre, quedó en papel mojado ya que en 1977 se autoriza la construcción del polémico edificio.

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