En los
prolegómenos del Carnaval de 1902, que se desarrollaría entre el 9 y el 12 de
febrero con mal tiempo general, se contó con un aliciente inesperado para
algunos avispados mirobrigenses, tan aficionados siempre a los toros y al vino.
Ocurrió, según se recoge en la prensa provincial[1] y
allende la geografía salmantina, que un conocido tabernero de la calle Toro,
del que no se facilita la identidad, “estando descargando una cuba de vino de
treinta y tantos cántaros que traían de la estación del ferrocarril” en un
camión, “rodó al suelo de improviso, rompiéndose de modo tal que se derramó por
completo el líquido, formando en la calle de Toro un gran reguero; mas no se
desperdició, pues hubo gente tan aprovechada que, con platos, tazas, etc.,
recogió cuanto pudo para los días de Carnaval, amén de algún ‘prójimo’ que se
pusiera a beber de bruces con la avidez de un sediento en arroyo cristalino”.
domingo, 31 de mayo de 2015
sábado, 30 de mayo de 2015
Censo de la población de Ciudad Rodrigo en 1640 por colaciones, campos y calles: habitantes y oficios
Siete días antes del levantamiento de Portugal, del inicio de la guerra de secesión portuguesa, en concreto el 23 de noviembre de 1640, Fernando de Alarcón y Zúñiga, corregidor de Ciudad Rodrigo y su tierra, ordenó la instrucción de un censo de población de los habitanes las distintas colaciones, campos y calles mirobrigenses para el segundo repartimiento del consumo de moneda, un impuesto que debían afrontar los ciudadanos rodericenses, concretamente se distribuyeron 166.078 maravedíes. Por su notaria relevancia, por la información que nos ofrece de la distribución de la geografía urbana mirobrigense, con la definición de colaciones, campos y calles; también por las referencias e identificaciones que se hacen en el documento, sin menoscabo de insertar baldones y motes, además de profesiones, para evitar confusiones; por todo ello, aunque su lectura sea un tanto farragosa, quiero insertar el documento en su integridad, eludiendo la cantidad del reparto que correspondería a cada vecino.
viernes, 29 de mayo de 2015
Festejos taurinos tras la Guerra de la Independencia
Ya hemos visto que los festejos taurinos vinculados al Carnaval o a cualquier otra celebración ha sido práctica habitual en nuestra particular historia. Y que los distintos acontecimientos, incluidos episodios bélicos, no fue óbice para mantener dichas celebraciones taurinas, incluso al socaire de la Guerra de la Independencia, como ya se ha apuntado en otro post. Era una práctica que, pese a la escasez de
recursos, continuaría en los años siguientes. Estamos al final de la Guerra Peninsular.
jueves, 28 de mayo de 2015
Otro intento, en 1918, de construir una plaza de toros
El edil Jesús
García Romero, reenganchado al Consistorio tras su elección como representante
del Arrabal de San Francisco, vio de nuevo la oportunidad, años después -ya hemos escrito de su contumacia taurina-, de replantear
la construcción de una plaza de toros estable en Ciudad Rodrigo. Y así firma
una nueva proposición[1] para
dotar a la población de un coso taurino. En esta ocasión se suman inicialmente
a la propuesta los también concejales Eugenio Sevillano Muñoz y Anacleto Sánchez-Villares
y Sánchez. Los tres presentan su iniciativa al Ayuntamiento en la sesión del 11
de mayo de 1918 con el “objeto de llevar a cabo la construcción de una plaza de
toros en esta ciudad a cuyo efecto el inspector de obras municipales presentaría
el plano y presupuesto correspondiente”.
martes, 26 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (y VI)
En la abundante planimetría realizada al socaire
de la Guerra de la Independencia, tanto referidos a los asedios de 1810 como de
1812, nos encontramos con distintas referencias espaciales y urbanas sobre este
espacio:
lunes, 25 de mayo de 2015
Discusiones sobre si se debía o no celebrar el Carnaval en 1897
“Nos adherimos
de todas veras, a la proposición que hace El Eco de Castilla, diario de Valladolid, pidiendo al pueblo y a las
autoridades que se supriman las fiestas de Carnaval y se destine el dinero que
en ellas hubiera de gastarse a remediar los males de nuestros soldados en Cuba
y Filipinas, y la miseria de las clases jornaleras”, refería La Lealtad[1] en su
número del 21 de febrero. Fue esta la única referencia que en la prensa periódica,
local y provincial, se hizo sobre el antruejo mirobrigense en 1897. La crisis
obrera, motivada por la falta de trabajo y la derivación de fondos para atender
los conflictos bélicos abiertos en ultramar, había derivado en una hambruna que
afectaba a decenas, cientos de miles de españoles, acuciada también por una paupérrima
cosecha de cereales, sustento mayoritario de muchas familias. Todo ello
determinó en la decisión de suspender los festejos carnavalescos en numerosas
ciudades y pueblos de España, idea que también se sopesó en la localidad
mirobrigense, para derivar el gasto en jornales para los trabajadores.
domingo, 24 de mayo de 2015
Dificultades para encontrar reses para el Carnaval de 1920
¡Menos mal! Un
alivio general: “Si don Joaquín [Aparicio Ruano] no fuera el alcalde de Ciudad
Rodrigo, no teníamos corridas. Esa es la verdad escueta”. Así de tajante se expresaba
La Iberia al conocer el resultado de
las gestiones emprendidas y concretadas por el alcalde mirobrigense ante las
dificultades con que se encontraron los comisionados municipales para encontrar
ganaderías que aportasen sus reses al Carnaval de 1920, que se desarrollaría
entre el 15 y el 17 de febrero.
sábado, 23 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (V)
En el proyecto que realiza Juan Martín Zermeño,
ingeniero director nacido en Ciudad Rodrigo, para favorecer la defensa de la
plaza fuerte mirobrigense, fechado en 1766, se aprecian pocos cambios respecto
de la zona que nos ocupa, las casas ubicadas junto a la muralla, y de la planimetría anterior -insertada en el anterior post de esta serie-, como vemos en el
recorte realizado en donde se aprecia las manzanas de edificios que delimitan
el Campo del Pozo.
viernes, 22 de mayo de 2015
Intentona fallida para construir una plaza de toros en 1926
La idea de contar con una plaza de toros estable
en Ciudad Rodrigo, por entonces, seguía latiendo en distintos sectores. En 1925, en los prolegómenos
del Carnaval, surge en el semanario El
Eco del Águeda[1] una nueva iniciativa para
construir una plaza de toros, al menos se barruntan los comentarios que vuelven
a llenar páginas de la prensa local. “Para los que amamos, no ya la espléndida
campiña de Miróbriga y los evocadores vestigios del pasado en la ciudad famosa,
sino todo aquello que constituye la idiosincrasia de un pueblo, que tiene la
virtud de conservar sus tradiciones, el anuncio de construir una plaza de toros
nos llena de asombro y de melancolía. Y así creo le pase a los buenos farinatos
que alejados del terruño sueñan su Carnaval y sienten la nostalgia de aquellos
amaneceres de sol y alegría, sobre la muralla, en espera del encierro, del
reloj suelto, del espectáculo por demás pintoresco y atractivo de las capeas,
del sano regocijo de las fiestas. Presiento, que eso, que no es más que la
borrosa silueta de la fiesta más característica de Ciudad Rodrigo, acabará en
el momento en que una plaza formal sirva de pretexto para celebrar en ella las
tradicionales corridas. Allí irán famosísimos ases del toreo; las ganaderías
más acreditadas enviarán allí lo más selecto de su ganado; pero no habrá reloj
suelto, ni espantos, ni alegre emoción, ni vistosos escuadrones de lanceros
para encerrar. Eso ¡no volverá!”. Un lamento de Remember, lleno de nostalgia, ante
el futuro incierto de las fiestas de toros en Ciudad Rodrigo.
jueves, 21 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (IV)
Una descripción significativa, más
bien espacial y referencial, de la proyección de esta zona del Campo del Pozo sobre la muralla la
encontramos también en un plano firmado en 1731 y que buscaba aclarar la
propiedad de unas tierras, aunque se limite a exponer la parte exterior de la
muralla con los edificios allí existentes, como vemos en la reproducción
adjunta.
miércoles, 20 de mayo de 2015
El Carnaval de 1888
“A pesar de que
el Carnaval va decayendo en todas las poblaciones, bien podemos decir que en
Ciudad Rodrigo es quizá donde menos se nota esta decadencia”. Fue un latiguillo
de referencia que se utilizó antes y después de este año para realzar los festejos
carnavalescos mirobrigenses. Una retahíla que se correspondía también con las
críticas que se vertían sobre el antruejo de la capital salmantina y allende la
geografía provincial, mientras que en otros casos, en donde el elemento taurino
era consustancial al Carnaval, como en Ciudad Rodrigo, Fuenteguinaldo o
Vitigudino, la fiesta mantenía, pese a todo, su gancho: “Este año, si bien no
tanto como en años anteriores, no ha dejado de estar bastante animado”, refería
La Voz de la Frontera. Y todo ello
pese a los esfuerzos que desde el ámbito eclesiástico se hacía para erradicar
fiestas tan paganas como el antruejo: “En todas partes trabajan los buenos a
fin de desterrar de nuestro suelo las gentílicas costumbres del Carnaval. En
Ciudad Rodrigo, además de las cuarenta horas que han tenido lugar en el
seminario, predicando los tres días el Ilmo. señor obispo de aquella Diócesis,
las religiosas de la Compañía de Santa Teresa, que tienen a su cargo la educación
de las niñas en aquella ciudad, no han perdonado medio ninguno para apartar a
las jóvenes del bullicio de dichos días”, recordaba la revista La Semana Católica de Salamanca el 25 de
febrero.
martes, 19 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (III)
Si aventuramos que las casas
inmediatas a la muralla sufrieron las consecuencias del cerco de Enrique II,
como se describe en la crónica de Fernando I, es lógico también pensar en
continuas reconstrucciones al amparo del paso del tiempo y de los acontecimientos
siguientes y que nos llevaría a los primeros datos específicos sobre la propiedad
y descripción de los inmuebles que posteriormente se construyeron en esta zona próxima a la cerca medieval.
lunes, 18 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (II)
En este espacio, junto a la muralla, se construyeron distintos
edificios particulares, casas y casonas, al arrimo de la antigua puerta de San
Pelayo. De ella dice Jesús Sánchez Terán en su trabajo sobre la fortificación
que “daba al Campo del Pozo, frente a la
iglesia de San Pedro, y tuvo mala fama en algún tiempo. Era la puerta de los
judíos, y por su estrechez, oscuridad y poco tránsito, se prestaba a
escándalos, lo que sin duda, hizo que fuera condenada, según parece, en el
último tercio del siglo XVI.” Aquí, en este entorno se ubicó también la calle
de los Desmayos, según se especifica en el año 1667 en los libros de acuerdos
del Consistorio, precisamente en un momento en el que se baraja, y de hecho se
lleva parcialmente a la práctica, el derribo de numerosas viviendas adosadas al
exterior de la cerca o muy próximas a ella.
domingo, 17 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el Campo del Pozo (I)
La evolución urbana de Ciudad Rodrigo ha estado siempre vinculada
a la fortificación. La reedificación de la muralla en tiempos de Fernando II,
construida con tongadas de calicanto, supuso un elemento de protección para los
vecinos, especialmente los de intramuros, aunque los que prefirieron o no
tuvieron medios económicos para hacerlo intentaron, en principio, acercarse lo
más posible a los muros y, posteriormente, con la asistencia del concejo,
proteger sus viviendas y garantizar en la medida de lo posible su seguridad con
la construcción de la cerca del arrabal, que partía del exterior de de la
puerta del Sol, alcanzaba el desaparecido convento de Santo Domingo para trazar
una configuración que volvía desde la calle de Los Caños hasta la inmediatez de
la extinta puerta del Rey, después de superado las huertas de San Albín, lo que
viene a ser hoy el Campo de Toledo.
sábado, 16 de mayo de 2015
Una anécdota vinculada a los restos de la plaza de toros del Hospicio en 1917
Apareció publicada el 16 de junio de 1917 en las páginas del diario El Salmantino una anécdota vinculada, de alguna manera, a los restos de la destartalada, por entonces, plaza de toros que existió en los corrales del antiguo hospicio, instalación de la que ya hemos escrito en algunas ocasiones. Los
elementos fundamentales de la plaza de toros se conservaron en este tiempo,
aunque el coso estuviera desmontado y el resto de las dependencias abandonadas,
como lo demuestra una anécdota que recoge Trincherillas, el corresponsal de El Salmantino en la comarca de Ciudad Rodrigo.
viernes, 15 de mayo de 2015
Tasa de 75 pesetas por solicitar la autorización de los festejos del Carnaval de 1885
Estábamos a
mediados de enero de 1885 y ya olía a Carnaval. La estudiantina salmantina se había
dado un garbeo por Ciudad Rodrigo con la excusa de recaudar fondos para los
afectados por el terremoto de Andalucía de final del año de 1884 y el ambiente
era claramente precarnavalesco. De hecho ya habían comenzado los trámites para
su organización, caso de la solicitud al Gobierno Civil para que se autorizasen
las tradicionales corridas del antruejo, eso sí, “previo pago de 75 pesetas”,
tasa que encendió al redactor de El Progreso:
“¡Previo pago de 75 pesetas...! ¡Hombre, hombre! La frasecilla tiene miga. ¿Qué
pesetas son esas? ¿En qué ley se autoriza el cobro de semejantes derechos?
¿Quién las ha cobrado? ¿A qué fin se aplican? ¿Serán las únicas pesetas
cobradas por causas análogas? ¡A ver, señores interesados...! ¡Que se haga luz
en este asunto, que nos parece algo sucio! ¡Señor gobernante, aclárelo usted!”.
jueves, 14 de mayo de 2015
Rapapolvo a los mirobrigenses por su comportamiento poco cristiano en el Carnaval de 1927
Con unos
antecedentes que ahora no vienen al caso, se presentan las carnestolendas de 1927. Y, visto y no visto, “ya
pasó...” Así titulaba la reseña que ofreció el semanario Miróbriga sobre el antruejo mirobrigense en el número del 6 de
marzo, apenas una columna en la que, más que contar lo que sucedió, se ufana en
recordar, con inopinado desprecio, lo pernicioso que son estas fiestas para el
pueblo: “Pasó el Carnaval con sus mascaradas, esas fiestas saturnales que
convidan al placer, el goce de los sentidos, en las que las pasiones se desbordan,
pero que no se sacian, porque son insaciables. Días de desenfreno y desahogo
público son los días de Carnaval durante los que la inmoralidad y desenfreno
sientan sus reales en las plazas y en las calles, no llamando a diversiones
honestas, compatibles con los preceptos divinos, que son a los que se refieren
los santos cuando hablan del solaz y expansiones, sino a diversiones condenadas
por la moral de Cristo constantemente predicada y tantas veces escuchada por la
mayor parte de esos cristianos que en los días de Carnaval parece que quieren
despojarse del carácter de tales, queriendo compaginar el vicio con la virtud,
la moral cristiana con las procacidades del vicio”.
miércoles, 13 de mayo de 2015
Una becerrada con escándalo en la plaza del Hospicio
Antes de que
finalizase junio de 1908, el día 29, festividad de San Pedro, el coso
mirobrigense ubicado en los corrales del Hospicio acoge un nuevo espectáculo
taurino, otra becerrada mixta –muerte y capeones- para los aficionados locales
y a beneficio de los pobres de la localidad[1]. De
nuevo pisarán el ruedo conocidos mirobrigenses, como Vasconcellos, Huertas,
Sánchez Manzano, Nemesio, Santiago Sánchez, El Aldeano… que dieron cuenta de
los tres becerros que se lidiaron. Pero las cosas no salieron como estaban previstas,
ya que hubo una bronca monumental iniciada cuando silbaron la actuación de
Arturo Vasconcellos al coger los trastes para matar. Mata-Reses, crítico
taurino de La Iberia, arremete contra
quienes van a la plaza y no tienen “ni idea de lo que son corridas de toros, ni
de becerros, ni respeto a la autoridad, ni van a la plaza más que a armar
escándalo, sin medir las consecuencias”.
martes, 12 de mayo de 2015
Dispositivo de seguridad ante el Carnaval de 1934
“Un ruego a las
dignas autoridades: Aunque nuestras autoridades gubernativas no necesitan
estímulos para cumplir con su deber, pues todas ellas se exceden por llenar su
cometido, nos permitimos dirigirles un ruego, haciéndonos eco de sugerencias,
salidas de diversas procedencias”[1]. La
redacción del semanario Miróbriga estaba
preocupada por la elevada delincuencia que, a tenor de la experiencia del
pasado Carnaval, pudiera repetirse en el antruejo de 1934. La situación
económica y social seguía siendo crítica incluso para la subsistencia de las
familias, un panorama que invitaba a buscar insospechadas salidas para acercar
a casa cualquier cosa con lo que poder avanzar hasta el día siguiente. No era
extraño que aumentasen los delitos al socaire de determinadas congregaciones,
una práctica que se venía observando durante las carnestolendas mirobrigenses,
pero que, pese a todo, no tenía demasiada trascendencia.
lunes, 11 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la calle del Arco
Junto a la plazuela trasera de San Pedro, separado por la actual
calle del Arco, nombre sugerente pero de origen incierto, existió en su tiempo
una o dos manzanas de viviendas que limitaban con las antiguas calles de
Calduebla y Abadeo; ésta, según los linderos de la descripción del catastro de
Ensenada, se correspondería con la actual del Arco y la otra trocó su nombre en
el epónimo que recuerda al abogado Enrique Zarandieta. Decimos que se trataría de inmuebles
concentrados en una o dos manzanas a tenor de la cartografía que existe desde
el siglo XVIII, siendo más profusa en el XIX.
domingo, 10 de mayo de 2015
La Feria de Mayo de hace un siglo: decadencia y sucesos
Hoy concluye la Feria de Mayo. No
sé por qué en los últimos años ha cambiado de fecha. Antes, desde hace varios siglos,
está constatado que esta feria se celebraba en los últimos días de mayo. Sin duda,
los tiempos cambian, incluso la esencia del certamen ferial. Hoy quiero ofrecerles
lo que era una Feria de Mayo –decían que “decadente”- a través de las crónicas
y críticas de la prensa periódica mirobrigense, entonces muy nutrida. Hablamos
de hace un siglo, de 1915. Sigamos las plumas de los cronistas mirobrigenses,
críticos sobremanera por la decadencia que estaba sufriendo la renombrada y
siempre multitudinaria Feria de Mayo.
sábado, 9 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la plazuela de San Pedro y la calle del Arco
La plazuela de San Pedro se corresponde con el espacio urbano
comprendido entre el actual Teatro Nuevo, la residencia San José, el templo de
San Pedro y la extensión o prolongación de la calle de los Gigantes. Es una
zona sin una nomenclatura específica pero que sí era recogida en la
documentación que atesora el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo,
caso, por ejemplo del aludido Libro de
registro y reconocimiento, que data de 1751. Se denomina a este espacio
plazuela de San Pedro o campo de San Pedro, en función de que la puerta
principal del templo, hasta avanzado el siglo XVIII, se encontraba orientada al
norte.
viernes, 8 de mayo de 2015
Crisis social, económica y críticas al Carnaval de 1918
“¿Quién dice que
hay penas, que el hambre y la miseria imperan? Sin duda algún chiflado, algún
egoísta, o uno de esos seres fúnebres que todo lo ven negro y quieren amargar
la existencia al género humano. Por aquí, no conocemos esas señoras y sobre todo
que se joroben, que bien nos hacen la pascua durante todo el año para que
vayamos a mimarlas y atenderlas en los únicos tres días del año en que la
diversión es permitida sin ofensa ni escándalo a nadie. ¡¡Que viva el
Carnaval!!”[1].
jueves, 7 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la plaza de Cristóbal de Castillejo (y II)
Junto a la entrada al antiguo Campo del Trigo
desde la calle de San Juan nos encontramos con dos ejemplos referenciales de la
arquitectura local –advierto que en esta descripción obviaré el edificio
conventual de las franciscanas descalzas, al que ya dedique un post y al que remito a los interesados-.
Por un lado, se trata de una casa solariega, levantada en los albores del siglo
XVI por la estirpe de los Vázquez, posiblemente por Pedro Vázquez, sepultado en
la capilla mayor de San Pedro-San Isidoro que mando edificar su hijo Francisco;
por otra parte, ocupando un viejo solar que albergó construcciones menores, se
levanta un edificio de reciente cuño, ya que el proyecto de obras data de 1946.
Se trata de la casa de vecindad de Carlos Domínguez Sánchez-Bordona, cuyo
arquitecto fue Lorenzo Sánchez Iglesias, uno de los técnicos que más se
preocupó por la arquitectura local, como más adelante veremos.
miércoles, 6 de mayo de 2015
Decadencia y desencanto en el Carnaval de 1912
"Por si
algún mirobrigense no se hubiera enterado, que bien podría ser, que hemos estado
a dos dedos de ¡no encontrar corridas para Carnaval! ¡Vamos, solo el pensarlo
hiela la sangre en las venas! ¡Qué vergüenza, qué baldón, qué ruina hubiera
sido para nuestro pueblo! ¿Habéis pensado bien lo enorme, lo descomunal, lo
colosal de la desgracia? ¿Para qué queríamos ya vivir, adónde íbamos a ir,
quién se había de atrever a salir a la calle llevando en la frente ese padrón
de ignominia? Gracias, gracias sean dadas a la comisión de festejos que con su
laboriosidad, su celo, su incansable actividad ha apartado de nosotros tamaño
infortunio".
martes, 5 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la plaza de Cristóbal de Castillejo (I)
La plaza del poeta Cristóbal de Castillejo era uno de esos
‘campos’ abiertos en el espacio urbano mirobrigense, un espacio de respiro, en
donde la amalgama de edificios típicos de las calles angostas de un casco
urbano medieval se apartaba para dejar ciertos espacios semiconstruidos que
habitualmente tenían en su denominación ciertas señas de identidad. La
historiografía local es también parca en la definición urbana de Ciudad
Rodrigo. Pocas referencias encontramos sobre estos espacios urbanos, tal vez la
más clara y también la más recurrente sea el Libro de registro y reconocimiento, nombre por el que se conoce al
catastro del marqués de Ensenada. Aquí, entre otros ‘campos’, se nos apuntan
los del Trigo y de San Pedro, dos nomenclaturas que obedecen a una función
económica y a una referencia espacial.
lunes, 4 de mayo de 2015
Festejos taurinos con motivo de la Exposición Regional de Bellas Artes, Industria y Comercio de 1900
Para la
organización del programa de actos vinculado a la Exposición Regional
de Bellas Artes, Industria y Comercio, que se celebraría en Ciudad Rodrigo entre el 26 de mayo y el 5 de junio de 1900, el Ayuntamiento crea una comisión
cometida para definir todos los aspectos del magno acontecimiento. En una de
las reuniones previas, celebrada el 21 de noviembre de 1899, se elabora un
documento en el que se perfila prácticamente todo el contenido que se pretende
dimanar de la Exposición Regional.
En un amplio memorando[1] hay
dos referencias al desarrollo del capítulo taurino. En la primera, referida a
la organización de las corridas de toros se afirma que, “aprobada la proposición,
se acordó, en primer lugar, que la plaza se construyera por cuenta de los
carpinteros o particulares que quisieran hacerla, dándoles el cierre de la
plaza que se emplea en las corridas de Carnaval, con las mismas condiciones,
para lo cual se nombró a los señores Escanilla y Sánchez a fin de que
entendieran con los carpinteros y demás que quisieran tomar parte en la
construcción. Para tratar del ganado se autorizó a D. Juan Hernández Aparicio y
D. Antonio Martín, D. Juan José Sevillano y D. Baltasar Hernández”.
domingo, 3 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el espacio de la plaza de Herrasti (y VI)
En 1810 se produce el asedio de las tropas napoleónicas.
La ciudad se prepara para soportar un sitio que se presuponía largo. La torre
de la Catedral se convierte en polvorín. Se refuerzan con tierra las bóvedas y
se terraplena la puerta hasta prácticamente la base del adarve. El cerco se
concreta el 25 de abril, intensificado a lo largo de las siguientes semanas
hasta que la plaza capituló el 10 de julio. Los mandos franceses eligieron, por
su vulnerabilidad, la zona abaluartada situada entre las puertas del Rey y la
del Conde, pero con principal afectación a la zona más próxima a la Catedral,
la que se podría dominar desde el teso de San Francisco. Las operaciones para
conseguir la capitulación suponen la progresiva destrucción de los muros y,
consecuentemente, la de los edificios, en mayor medida los más próximos al
lugar elegido para practicar la brecha, configurado por el torreón de la Puerta
del Rey: “comenzaron [los franceses] a batir en brecha el torreón del Rey que
quedó completamente derribado el 28 [de junio de 1810].”[1]
La rendición de la ciudad se produjo el 10 de julio: “La guarnición había
soportado un asedio de 72 días, 35 días con las trincheras abiertas, 16 días de
bombardeo y una brecha abierta durante 13 días”, lo suficientemente ancha para
“admitir a 60 hombres en fila”, dijo Herrasti, quien también escribió en su
diario: “El horrible espectáculo que presentaba la fortaleza el día de su capitulación
era el mayor elogio a su defensa; en medio de sus ruinas era casi imposible
distinguir los edificios y pasar por las calles obstruidas por los escombros.
Sólo es necesario contemplar el lugar para conocer cuán heroica había sido su
resistencia. Ninguna casa permanecía intacta y varios caminos estaban cortados
por los escombros”.[2]
sábado, 2 de mayo de 2015
Toros de Alicio Cobaleda para el Carnaval de 1916
Fue el de 1916
un Carnaval tardío. Se celebró entre el 5 y el 7 de marzo, pero desde mediados
de enero ya había movimientos para la organización del antruejo. Así, por
ejemplo, buscando el favor del Consistorio, los labradores Miguel Castaño y
Julián Paniagua, junto al industrial carnicero Manuel Hernández, el 21 de enero
escriben una carta al Ayuntamiento en la que ofrecen dar las tres corridas de
los encierros al precio de 750 pesetas cada una de ellas, compuesta por “diez
novillos de tres a cuatro años, cerriles, en inmejorables condiciones de lidia”[1]. Sin
embargo, la comisión de festejos ya tenía otros planes y el 8 de febrero sella
el acuerdo con el afamado ganadero salmantino Alicio Cobaleda Marcos, vecino de
El Cubo de Don Sancho y con residencia en la dehesa de Rollanejo, para dar las
tres corridas. No era cuestión de precios, porque se adjudicó en la misma
cantidad que la oferta presentada por los citados labradores y el industrial
mirobrigenses: 75 pesetas cada toro, es decir, 750 pesetas la corrida, sino de
darle un mayor prestigio a la procedencia del ganado en una fiesta que cada año
iba cobrando más notoriedad y mayor atractivo para el forastero, un
“acontecimiento [que] ha producido gran animación entre los muchos aficionados
de dentro y fuera de la localidad”, reflejaba La Iberia en su número del 12 de febrero.
viernes, 1 de mayo de 2015
Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: el espacio de la Plaza de Herrasti (V)
Continuando con este espacio urbano y tras la
descripción de los edificios solariegos que existían en la que entonces se
denominaba Plaza del Rey, hay que señalar que, en relación con los solares
sobre los que se erigió el seminario, José Ramón Nieto[1]
explica que, poco después de ser consagrado obispo de Ciudad Rodrigo Cayetano
Cuadrillero, se dirigió al Cabildo catedralicio para darles cuenta de que
pensaba crear un seminario. Era el año 1764. “El primer paso –dice el profesor
Nieto- fue la elección de los terrenos; la Guerra de Sucesión había arruinado
varias casas próximas a la Catedral y en esos solares se fijó el obispo, que
compró primero el que pertenecía al mayorazgo instituido por Hernando de Chaves
y su esposa Inés de Solís; dicho solar había sido ocupado por la casa de los
fundadores, que fue una de las fábricas
mas superior desta ciudad --el
palacio de los Chaves- y que pereció en
1706. Por él se pagaron 8.605 reales según tasación realizada por el
arquitecto, avecindado en Fuenteguinaldo, Simón de Castro. A este terreno se
añade otro, adquirido a Santiago-Joaquín Álvarez Maldonado Figueroa, señor de
Monleón, que pertenecía al vínculo fundado por el canónigo Alonso de la Rúa. Es
la primera vez que se registra en relación con el seminario a Ramón Pasqual
Díez, que después será aparejador de Sagarvinaga, comprando en nombre del
obispo. Antonio de Paz y Ayala, como heredero del vínculo que fundaron Rodrigo
Álvaro de Paz y Aldonza de Paz, vendió el tercer solar”.
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