miércoles, 13 de mayo de 2015

Una becerrada con escándalo en la plaza del Hospicio

Antes de que finalizase junio de 1908, el día 29, festividad de San Pedro, el coso mirobrigense ubicado en los corrales del Hospicio acoge un nuevo espectáculo taurino, otra becerrada mixta –muerte y capeones- para los aficionados locales y a beneficio de los pobres de la localidad[1]. De nuevo pisarán el ruedo conocidos mirobrigenses, como Vasconcellos, Huertas, Sánchez Manzano, Nemesio, Santiago Sánchez, El Aldeano… que dieron cuenta de los tres becerros que se lidiaron. Pero las cosas no salieron como estaban previstas, ya que hubo una bronca monumental iniciada cuando silbaron la actuación de Arturo Vasconcellos al coger los trastes para matar. Mata-Reses, crítico taurino de La Iberia, arremete contra quienes van a la plaza y no tienen “ni idea de lo que son corridas de toros, ni de becerros, ni respeto a la autoridad, ni van a la plaza más que a armar escándalo, sin medir las consecuencias”.

Lorenzo Roldán, en su etapa de alcalde mirobrigense
El alboroto que se monta es tal que el presidente del festejo, Lorenzo Roldán, a la sazón alcalde accidental de Ciudad Rodrigo, llega a denunciar “al Juzgado a diez o doce individuos”, incluso uno de ellos fue multado e ingresó en la “perrera”. Se trataba del puntillero oficial, el que estaba anunciado en el cartel –Mateo Cid-, que dio la puntilla a un becerro cuando el público saltó al ruedo, “navaja en mano y apuñalaban al pobre animal, mucho menos bruto que ellos”, afirma el crítico de La Iberia, quien también recrimina a la presidencia su actitud y las denuncias formuladas, ya que con una multa podría haberse arreglado el asunto, según argumenta Mata-Reses.
Pero veamos, en letra del corresponsal de El Lábaro, el desarrollo de este peculiar festejo –obvió en su crónica alguno de los incidentes señalados por La Iberia- que, como entradilla, deja meridianamente claro lo que ocurrió: “La novillada de ayer. Pánico. A la enfermería. Muerte alevosa. El Aldeano. Estocada maestra…”
Afirmaba el redactor del citado diario destacado en Ciudad Rodrigo que “con una entrada de esas que hacen poner la cara alegre a los empresarios, se celebró ayer tarde la novillada en la que los jóvenes y casados se las entendieron con tres bonitos novillos de la ganadería de Aparicio, de esta ciudad.”
“A las cuatro y media en punto aparece en la presidencia D. Lorenzo Roldán, siendo ovacionado. Después de las formalidades de rúbrica, salta a la arena el primero, de muchas arrobas, parándole los pies Vasconcellos y Huertas. Nemesio, después de muchos preparativos, clava… en el suelo, siendo cogido y volteado sin consecuencias.
“Empieza el pánico. Santiago coloca un par a la media vuelta, repitiendo ambos con medio par. Cambio de suerte y sale Vasconcellos con los avíos de matar; brinda, da unos cuantos pases de esos que no tienen imitación, se perfila, dando una estocada que abre un ojal, muriendo el novillo de aburrimiento. (Pitos y…).
“Segundo. De menos libras que el anterior y con reumas. Manzano le para los pies y hace una faena de maestro; Galache coloca medio par saliendo enganchado y defendiéndose a patadas. Manzano coloca un buen par y Eduardo no parece, por lo que el presidente le impone una multa.”
“Tocan a la suerte suprema y Huertas, con los avíos en la mano, recita un verso a la presidencia; se dirige al novillo, le da unos pases, quedando el cuerpo al descubierto; se perfila y da una estocada en el aire, otra del mismo calibre, siendo cogido aparatosamente, retirándose a la enfermería, donde fue reconocido por el facultativo Sr. Mirat, certificando que aunque la herida no revestía importancia, le impedía continuar la lidia.”
Vasconcellos coge los trastos, protestando el público, que arma una bronca monumental. Viendo el presidente el mal carácter del público, ordena salgan los mansos. Nueva bronca y los lidiadores se tiran al novillo, dándole muerte con la puntilla. Estos señores son llamados a la presidencia, y lo que hubo no lo sé.
“Tercero. Más grande que sus hermanos y con unas velas que me río yo de las que llevan los buques. Pero, y los toreros ¿dónde están? Por fin sale Manzano, quien le obsequia con unas verónicas que son muy aplaudidas. Un aficionado que responde por El Aldeano, pide permiso a la presidencia para banderillear, concediéndosele. El público le da una gran ovación. Puso un par de banderillas en silla, superior, y otro al cambio, archi, llenándose el ruedo de puros, sombreros y monedas. A petición del público coge los trastos de matar Manzano. Aldeano le prepara el toro de una manera magistral, siendo muy aplaudido. Manzano le da unos pases regulares, terminando con una estocada requetesuperior que hace morder el polvo al novillo. Ovación estruendosa, vuelta al ruedo y salida en hombros de la plaza. Y hasta otra.”

[1] El Lábaro, en su número del 28 de junio, da cuenta de los pormenores del festejo: “El día 29, festividad de San Pedro, se celebrará en esta ciudad una gran novillada a beneficio de los pobres de la localidad. Se lidiarán tres hermosos novillos toros de la ganadería de la Sra. Viuda e hijos de D. Juan Aparicio, vecinos de Ciudad Rodrigo, por las siguientes cuadrillas: Espadas, Alfredo Vasconcellos, José Huertas y José Hidalgo; banderilleros, Ladislao S. Manzano, Nemesio Prieto, Santiago Sánchez, Antonio Galache, Eduardo Sánchez y Eusebio Cid; puntillero, Mateo Cid; peones, Manuel Rivera y Antonio Mateos. Si se salva la dificultad que hoy existe para encontrar caballos, serán picados por los dos que figuran como peones. En el caso de que alguno de los toros reuniera condiciones, serán ejecutadas por individuos de la cuadrilla las suertes banderillas en silla y el hombre alfalfa. A continuación, serán capeadas por los aficionados que quieran bajar al redondel, dos o tres reses mayores”.

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