jueves, 7 de mayo de 2015

Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la plaza de Cristóbal de Castillejo (y II)

Junto a la entrada al antiguo Campo del Trigo desde la calle de San Juan nos encontramos con dos ejemplos referenciales de la arquitectura local –advierto que en esta descripción obviaré el edificio conventual de las franciscanas descalzas, al que ya dedique un post y al que remito a los interesados-. Por un lado, se trata de una casa solariega, levantada en los albores del siglo XVI por la estirpe de los Vázquez, posiblemente por Pedro Vázquez, sepultado en la capilla mayor de San Pedro-San Isidoro que mando edificar su hijo Francisco; por otra parte, ocupando un viejo solar que albergó construcciones menores, se levanta un edificio de reciente cuño, ya que el proyecto de obras data de 1946. Se trata de la casa de vecindad de Carlos Domínguez Sánchez-Bordona, cuyo arquitecto fue Lorenzo Sánchez Iglesias, uno de los técnicos que más se preocupó por la arquitectura local, como más adelante veremos.

            De ambos edificios encontramos reseñas en estudios de la historiografía local, por lo que vamos a seguir a distintos autores que han escrito sobre la materia arquitectónica que ahora nos ocupa.
Vista de la plaza Cristóbal de Castillejo antes de 1946 a través de una fotografía de Agustín Pazos

            Respecto a la casa-palacio de los Vázquez fue erigida en el siglo XVI, presentaba un estado muy deteriorado a principios del siglo XX, explican José Ramón Nieto y María Teresa Paliza en su Arquitecturas de Ciudad Rodrigo. “En torno a 1923, el edificio fue restaurado bajo la dirección de D. Manuel Sánchez-Arjona y Velasco, El Buen Alcalde mirobrigense, casado con D.ª María de la Salud Bernaldo de Quirós y Bustillo, propietaria del solar y del inmueble. Los trabajos de construcción corrieron a argo del maestro de obras local Manuel García Ferreira. Este proyecto de intervención arquitectónica correspondió a una actitud propia de la sensibilidad romántica que en este caso pudo estar unido a los deseos de rescatar los restos de un edificio del patrimonio familiar, ennoblecer la residencia con la pátina le la antigua casa nobiliaria del siglo XVI y la referencia a un momento de esplendor de la ciudad. Tras ser a residencia mirobrigense del matrimonio Sánchez-Arjona y Bernaldo de Quirós entre 1923 y 1929, la casa quedó cerrada en esta última fecha y desde 1944 es la sede de Correos y Telégrafos”, señalan los dos investigadores citados.
            “El edificio actual conserva la entrada en ángulo, algunos escudos, parte del basamento de la primitiva construcción y una espléndida reja colocada en la fachada hacia la calle San Juan y en él se reaprovecharon restos del antiguo convento de San Francisco. Junto a estos elementos del pasado aparecen otros nuevos neogóticos -antepecho de uno de los balcones te la fachada a la calle San Juan, traza del ventanal de a planta baja de la fachada zaguera- y neorrenacentisas -rejas-. Todo ello está combinado y realizado con a libertad inherente a los planteamientos arquitectónicos decimonónicos”, explican Nieto y Paliza en la susodicha obra.
Fotografía retrospectiva de la casa solariega de los Vázquez

            Otros datos históricos y arquitectónicos nos aporta Manuel Sendín Calabuig en su obra Arquitectura y heráldica de Ciudad Rodrigo (Siglos XV y XVI). Recuerda que la “referencia que a esta casa hacen los historiadores y eruditos locales es mínima y un tanto confusa. Hernández Vegas es el primero en titularla casa de los Águila; igual denominación utilizan Alonso de Encinas y Francisco Tamames, y sin embargo ninguno de ellos ha tenido en cuenta el blasón que ostenta en su portada principal, que por otra parte es el único original, de los muchos que tiene la casa”.
            Sendín también incide en que “la mansión sufrió una rimbombante restauración a principios de este siglo [década de 1920], de resultas de la cual sólo la portada principal corresponde a su primitiva traza. Para su restauración se utilizó cantería procedente del derruido convento de San Francisco y de su capilla de los Águila; de ahí, el escudo del apellido Águila que sirve de antepecho, -lugar inusitado para la colocación de un blasón-, a una de las ventanas de la fachada SO. Este escudo confundió sin duda a los historiadores antes mencionados, y a ello se debe la falsa denominación que le dan”.
            La construcción de la casona, incide Sendín Calabuig, “debe datar de los primeros años del siglo XVI, a juzgar por los elementos que componen la portada y la sequedad con que han sido interpretados. El alfiz, de líneas muy puras, toma la forma angular prominente de la esquina, encuadrando al escudo y arco de entrada; éste es doble a consecuencia de un ligero abocinamiento, de forma que el exterior es ojival y el interior de medio punto, creando ambos en definitiva, un arco descentrado. El pequeño derrame se decora en el jambaje, con finas semicolumnas que terminan en sendos capiteles y baquetón que voltea sobre el derrame del arco; las dovelas hacia el intradós se cubren con decoración vegetal.
            Cabe recordar que la decoración interior del edificio, ahora ocupada por la sede de la oficina de Correos y Telégrafos, tiene un gran interés, dada su excepcionalidad dentro del ámbito salmantino. Tiene claras concomitancias con obras del regionalismo sevillano realizada en las mismas fechas. No hace falta incidir en el origen sevillano del autor de la reforma, Manuel Sánchez-Arjona, aunque hubiera nacido en Madrid. Recuerdan Nieto y Paliza que “esta vinculación está ratificada por la factura bética de los magníficos frisos de azulejería que revisten los paramentos bajos de las paredes de algunas dependencias, realizados por la firma de la viuda de Tova Villalba en Sevilla en 1923”.
Obras para la construcción de la casa de vecindad de Carlos Domínguez Sánchez-Bordona. Pazos

            Por lo que respecta a la casa de vecindad de Carlos Domínguez Sánchez-Bordona, seguiremos el estudio que de ella han realizado los profesores Nieto y Paliza en su ya citada obra. “En este solar –dicen- existió previamente un grupo de pequeñas construcciones tales como varias cocheras, un taller, ocupado durante mucho tiempo por el famoso herrero Juvenal, y una oficina, destinada a la recaudación de Hacienda, además de un pequeño jardín con un palomar. Todo ello era propiedad de Carlos Domínguez Sánchez-Bordona y fue derribado para construir” esta casa de vecindad.
            El edificio es exento y “consta de planta baja, destinada a locales comerciales y dos plantas con otras tantas viviendas por rellano. Con el paso del tiempo se han efectuado algunas reformas tanto en la planta baja como en los pisos. Presenta sillería vista en las partes vivas -basamento, cercos de vanos, esquinales, etc.- alternado con paramentos de ladrillo revocados con mortero bastardo”.
            El autor del proyecto fue el arquitecto Lorenzo González Iglesias, quien fue el promotor de la idea de declarar a Ciudad Rodrigo conjunto de interés histórico-artístico al tiempo que proyectó otros edificios y reformas en la ciudad en esta misma época.
            “En el caso que nos ocupa, González Iglesias materializó un proyecto impregnado por su propuesta respecto a la conveniencia de que los edificios que se levantaran en la ciudad se inspiraran en pautas tradicionales de la arquitectura local tales como la inclusión de ventanas en ángulo, arcos semicirculares, rebajados, etc. En esta línea, la planta baja está resuelta con grandes huecos semicirculares, mientras que en los pisos altos hay vanos geminados con el mismo formato. Este ritmo sólo está roto en dos de los frentes. En uno de los flancos hacia la plaza de Cristóbal Castillejo, debido seguramente a motivos de estructuración de los arcos de medio punto de la planta baja, aparecen un hueco adintelado alineado con un óculo en el basamento y dos vanos rectangulares en el cuerpo alto del edificio”.
     “Los óculos con clave moldurada que podemos contemplar en el edificio tienen relación con detalles barroquizantes frecuentes en la arquitectura española de los primeros años de la Posguerra, aunque el proyecto ideado por González Iglesias destaca por una cierta austeridad para los planteamientos al uso entonces. Aparte de lo dicho, hay que consignar el gran desarrollo de las cornisas de remate de la planta baja y de coronación del inmueble y el tipo de reja, cuyo diseño está inspirado en tipos españoles tradicionales”, concluyen José Ramón Nieto y María Teresa Paliza.
 Por lo que se refiere al resto de edificios que cincurdan la plaza del Campo del Trigo, hoy de Cristóbal de Castillejo, podemos decir que en 1751, según recoge el Libro de registro y reconocimiento, el conocido como catastro de Ensenada, tenían aquí propiedades Francisco García Osorio, el conde de Casasola, el Cabildo de la Villa, José Villalriego, Manuel Hernández y la fábrica de San Juan.
   A principios del siglo XX el Ayuntamiento autorizó la construcción de un edificio con arcada corrida, anterior al que hoy existe, que fue levantado a principios de los años ochenta del pasado siglo. El 16 de marzo de 1901 se plantea en el Consistorio la necesidad de intervenir en este espacio urbano, al denunciar que se encuentra con “mal piso por lo terrizo y barrizoso del Campo del trigo”. Se proyecta un “buen engorronado” cuando lo permitan los fondos. Ya en la década de los años 20 se procede al soterramiento de infraestructuras, como el agua y el alcantarillado, en esta zona.

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