martes, 5 de mayo de 2015

Configuración urbana de Ciudad Rodrigo: la plaza de Cristóbal de Castillejo (I)

La plaza del poeta Cristóbal de Castillejo era uno de esos ‘campos’ abiertos en el espacio urbano mirobrigense, un espacio de respiro, en donde la amalgama de edificios típicos de las calles angostas de un casco urbano medieval se apartaba para dejar ciertos espacios semiconstruidos que habitualmente tenían en su denominación ciertas señas de identidad. La historiografía local es también parca en la definición urbana de Ciudad Rodrigo. Pocas referencias encontramos sobre estos espacios urbanos, tal vez la más clara y también la más recurrente sea el Libro de registro y reconocimiento, nombre por el que se conoce al catastro del marqués de Ensenada. Aquí, entre otros ‘campos’, se nos apuntan los del Trigo y de San Pedro, dos nomenclaturas que obedecen a una función económica y a una referencia espacial.

            En el Campo del Trigo, hoy plaza de Cristóbal de Castillejo, está una de las ubicaciones que a lo largo de la historia tuvo la Casa del Peso, seguramente de la harina. Era costumbre, y así lo recogen las ordenanzas municipales de Ciudad Rodrigo del siglo XVI, que en el lugar donde se desarrollaba una determinada actividad económica debía haber un control para garantizar, aparte de la idoneidad del producto, su peso, para evitar sisas y otras picardías. El Consistorio tenía encomendadas estas funciones a ciertas personas de confianza, los consumeros, a su vez escrutados por los regidores y ediles nombrados al efecto. Para facilitar la labor, el Ayuntamiento disponía de una serie de pesas y medidas que debían estar siempre a punto, en el mismo lugar en donde se necesitaban. De ahí que, aparte de las alhóndigas o almacenes para el grano, existieran una vivienda ad hoc, en donde moraba el consumero o fiel junto con su juego de pesas y medidas. Era, por ejemplo, la Casa del Peso de la Harina, uno de cuyos ejemplos lo podemos todavía observar en el Campo del Trigo en la vivienda situada al levante, haciendo esquina enfrentada a la iglesia de San Pedro. Una leyenda en el dintel de la puerta así nos lo aclara.
Vista del ábside románico de la iglesia de San Pedro-San Isidoro
            El Campo del Trigo es uno de los espacios más cálidos del conjunto urbano mirobrigense. Tal vez lo sea por la calidad arquitectónica de sus edificios, una constante referencia del paisaje urbano. Aquí nos encontramos enfrentados a dos tesoros de la arquitectura rodericense, como son la citada iglesia de San Pedro-San Isidoro y el antiguo convento de las Franciscas Descalzas. Pero también hay otros edificios singulares, como la Casa de los Vázquez, que abre este espacio urbano desde la calle de San Juan, o la casa de vecindad construida por Carlos Domínguez Sánchez-Bordona.
            Pero, sin duda, una de las referencias más importantes del Campo del Trigo ha sido el descubrimiento del Ídolo de Ciudad Rodrigo, hallazgo que se produjo a mediados de los años 20 del pasado siglo cuando el Ayuntamiento realizaba las obras de alcantarillado para los campos del Trigo y del Pozo. Desde 1964 el Museo Arqueológico Nacional lo exhibe entre sus tesoros, una pieza excepcional para los mirobrigenses al tratarse del documento arqueológico más importante descubierto hasta ahora en el casco histórico de la localidad. Así lo pone de manifiesto el catedrático José Ignacio Martín Benito en un estudio sobre la Prehistoria en la Tierra de Ciudad Rodrigo.
   La pieza, tras ser descubierta, pasó de inmediato a ser propiedad del canónigo Serafín Tella Gallego (Robleda, 1880; Ciudad Rodrigo, 1948), un investigador autodidacta que consiguió hacerse con miles de piezas arqueológicas en la comarca de Ciudad Rodrigo, muchas de ellas perdidas, aunque otras afortunadamente están localizadas en colecciones y museos.
            El Ídolo de Ciudad Rodrigo es un canto rodado de grauvaca negra, de 40 x 20 x 10 centímetros. En la piedra está representado un personaje de manera muy esquemática y desproporcionada, con aspecto rechoncho, configuración bastante frecuente en ídolos similares de la Edad del Bronce localizados en la misma comarca mirobrigense o en tierras de Extremadura y Portugal.
            Utilizando la técnica del piqueteado, en el dibujo se aprecia un rostro definido por los ojos, la nariz y la boca. Sobre la cabeza aparece una especie de casco o cofia, configurado por tres arcos paralelos y segmentados por una retícula radial. El cuerpo está formado por un círculo y otras dos curvas concéntricas. Las extremidades, como puede verse, están muy esquematizadas.
Ídolo de Ciudad Rodrigo
            La pieza, dejada unos años en depósito, mientras duró, en el Museo Regional creado en el castillo antes de ser Parador, fue vendida, en unas 20.000 pesetas, por la hermana de Serafín Tella en 1964 al Museo Arqueológico Nacional.
            Por lo que respecta a los inmuebles que definen este espacio urbano, hay que partir del elemento arquitectónico sin duda de mayor relieve, también histórico, que se encuentra en esta plaza y que su referencia norte marca otro espacio de gran interés, como es la continuación de la calle Gigantes, en lo que antes se denominó plazuela de San Pedro, precisamente por el protagonismo de esta iglesia.
            El templo de San Pedro es en sí una de las referencias arquitectónicas más importantes de Ciudad Rodrigo. “Salvo la catedral –dice el profesor José Ramón Nieto-, no existe en la ciudad ningún edificio que compendie tan bien los períodos de esplendor de la misma; el templo resume magistralmente lo que se construía en los siglos XII, XVI y XVIII, las tres centurias que configuraron el burgo”.
            San Pedro, según la mayoría de las apreciaciones de los historiadores, entre ellas la del citado investigador mirobrigense, se afirmanque “desde luego, juzgando por el ábside del Evangelio, la fundación de este templo tuvo que correr pareja con la repoblación de la ciudad”. El conglomerado de etapas constructivas ha fraguado “una iglesia de tres naves con sus respectivas cabeceras, más un pórtico al mediodía y otro al norte, muy anodino, donde también se encuentran sacristía y otras dependencias. Asimismo los materiales son bien significativos de las distintas campañas constructivas: ladrillo en la capilla absidal del septentrión, piedra de sillería en las obras de los filos XVI y XVIII y mampuesto en el resto”.
            La parte de menor altura del templo, “más una fila de arquillos semicirculares también de ladrillo y un alero de modillones sobre el muro norte, constituían los restos medievales de esta iglesia, pero en la reciente intervención que se ha llevado a cabo han aparecido otros de no poco interés; me refiero al arco semicircular, enmarcado por una estructura cuadrada que en la parte central se prolonga en una especie de hornacina, todo de ladrillo, sito en el hastial de poniente, lo que, a mi juicio, viene a confirmar que la longitud actual de la iglesia -28 metros- ha permanecido invariable desde su construcción en el último cuarto del siglo XII, al que pertenecen todas las partes analizadas”, sugiere José Ramón Nieto. Estos elementos, de alguna manera, se corresponderían también con la traza y motivos arquitectónicos de la iglesia de San Andrés, extramuros.
            Las necesidades de la feligresía, junto con el mecenazgo de algunas familias, hacen que el templo de San Pedro vaya sumando elementos y sufra modificaciones estructurales. “El templo primitivo fue alterado – apunta Nieto- en el siglo XVI, en particular en la capilla mayor y en la de la epístola. El promotor de la primera fue Francisco Vázquez, apodado el Rico y el Indiano, parroquiano de esta iglesia, pues sus casas principales están muy próximas a ella, y que no son otras que las ocupadas por el actual edificio de Correos y Telégrafos. Que este promotor fue hombre adinerado ya lo dice expresamente uno de sus apodos, como también otra serie de hechos, tales como la propiedad de esas viviendas y otras o la cesión de terrenos para la construcción de del convento de Sancti Spiritus. Como tantos otros hombres adinerados, reconstruyó en 1546 esa capilla mayor entre otros motivos para que sirviera de enterramiento familiar. La tumba de su padre, alrededor del escudo, idéntico al de la casa de los Vázquez, dice: ‘ESTA SEPVLTURA ES DE PEDRO VAZQUEZ Y DE SVS MVGERES ANA PEREZ Y CATALINA ARIAS. FALLESCIO A XXX DE ENERO DE MDXIX AÑOS’. Enfrente está la de Francisco Vázquez y su mujer Francisca de Aldana, que hizieron esta capilla; como la otra, tiene en el centro el escudo del patrimonio.”
Vista de la iglesia de San Pedro-San Isidoro desde el Campo del Pozo en una retrospectiva de Agustín Pazos
            A la segunda mitad del siglo XVI pertenece la puerta meridional, “resuelta con arco de medio punto entre semicolumnas y medallones que efigian a San Pedro y San Pablo. Todavía a este templo le llegó la fiebre constructiva extendida por la ciudad en la segunda mitad del siglo XVIII, pues delante de la puerta dicha se erigió un pórtico de sillería, rematado con una pequeña espadaña con frontón semicircular, que rasga una puerta con arco de medio punto entre columnas toscanas que sostienen un entablamento sobre el que va un frontón curvo partido que acoge un óculo. Posiblemente sea obra de Moiños. Todo el conjunto ha sido restaurado por el arquitecto José Luis Garzón en 1994”, señala el citado historiador mirobrigense.
            El templo de San Pedro había sufrido las consecuencias de las guerras de Sucesión y de la Independencia. En esta última, tal y como recogen las crónicas, el templo quedó inutilizado para el culto, como ocurrió con otros edificios religiosos: “Las Franciscanas Descalzas tuvieron que abandonar su convento convertido en cuartel de artillería y trasladarse a una casa particular; en la Iglesia de San Pedro los ocupantes hicieron hornos para fabricar el pan, y el templo de San Isidoro tras el bombardeo quedó inservible. Ambas parroquias trasladaron sus cultos a la Iglesia del Hospital de la Pasión”, señala Agustín Herrero Durán en una historia seriada sobre las parroquias de Ciudad Rodrigo.
            “En el mes de enero de 1816 la parroquia de San Pedro inició la reconstrucción y demolición de los hornos de pan con las limosnas de los feligreses en dinero, portes y mano de obra. El 6 de mayo estaban terminadas las obras –indica el citado investigador- y ese día celebró la Eucaristía en unión con la feligresía de San Isidoro, que compartirá con ella el templo hasta 1836. Durante ese tiempo los ingresos de San Isidoro se destinaron a pagar un subsidio a San Pedro, abonarle 50 reales al mes por la oblata y evitar la ruina total de su iglesia propia, cerrando ventanas, reparando agujeros, que comunicaban con la muralla y recorriendo el tejado”.
            Señala Agustín Herrero que los terribles daños causados por la guerra en los templos de San Isidoro y San Juan, la desamortización, la desaparición de los Hospitalarios de San Juan y la conveniencia pastoral llevaron a la reorganización parroquial de 1842. Por ella quedaban intramuros únicamente las parroquias de la Catedral y de San Isidoro. Esta última formada con la unificación de las de San Pedro, San Juan y San Isidoro. El templo de la nueva parroquia sería el de San Pedro. El 1 de Octubre de 1842 comenzó dicho arreglo parroquial. La parroquia de San Pedro dejó de estar bajo el patrocino del apóstol y pasó a llamarse parroquia de San Isidoro.”
            “En la nueva parroquia del santo hispalense se concentraron los bienes y cofradías existentes en las otras dos. De la parroquia de San Juan pasó el hermoso retablo churrigueresco del altar mayor, que se colocó el año 1846 en el ábside de la capilla central. Allí permaneció hasta las obras de renovación de 1940, en que fue cedido a la Iglesia de Cabrillas, donde se halla actualmente”, recuerda el investigador guinaldés. “Vino también de la misma parroquia un cáliz de plata fabricado en 1582”.
            Con la ejecución del Concordato, en 1851 se firmaba la desaparición de facto de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, así como algunas parroquias, extremos que no fueron reconocidos como tales por la Santa Sede. “Con el fin de dar cumplimiento a los acuerdos del concordato sobre supresión de algunas parroquias –explica Agustín Herrero Durán-, y catalogación de las permanentes en las tres categorías de ‘entrada’, ‘ascenso’ y ‘término’, según exigencia de los presupuestos estatales, el 30 de septiembre de 1894 publicó el prelado José Tomás de Mazarrasa un decreto declarando suprimidas una serie de parroquias, entre las cuales estaban las de San Isidoro y San Blas de la Caridad, unida esta última a la de Pedrotoro con categoría de ‘entrada’. Referente a San Isidoro, decía el decreto: Declaramos suprimida la parroquia de San Isidoro y sus agregadas de San Juan Bautista y San Pedro apóstol y las unimos per modum unius a la del Sagrario de la Catedral; sin embargo para el mayor servicio de los feligreses la iglesia de San Isidoro se conservará con el carácter de ayuda a la del Sagrario de la Catedral a cargo especial de un coadjutor”.
            “El año 1930 Ramón Morales, nombrado cura de San Isidoro, solicitó la ayuda de los fieles para la renovación y adecentamiento del templo y se hicieron bancos, se fundieron campanas y se instaló la electricidad con donativos de toda clase. Seis años después, en 1938, se emprendió la restauración de la iglesia parroquial, siempre con el único soporte de los feligreses: en la sacristía lucimiento de las paredes interiores y piso de tarima, en el templo cubierta nueva, limpieza de paredes, columnas y bóvedas sacando a luz la cantería y cubriendo de yeso la mampostería, y en el exterior, arreglo del atrio. Durante las obras se trasladaron los cultos a la capilla, del que fuera convento de Franciscanas Descalzas, frente a la parroquia”, señala el citado historiador.
     Como resumen, cabe señalar que en la iglesia de San Pedro se pueden admirar las manifestaciones fundamentales de la arquitectura religiosa: el mudéjar del ábside de la nave y la supraportada del septentrión, el románico de la portada de dicha nave, el gótico del presbiterio y capilla de la epístola, el renacentista de la portada del mediodía, el herreriano de la capilla oeste de la nave sur y el neoclásico de la fachada meridional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página.