lunes, 3 de noviembre de 2014

1933: huelga general con robo de dinamita

El secular conformismo de los mirobrigenses con la situación general que les atenaza -1.477 parados el pasado mes de septiembre- rompió en otros momentos el espejo y cruzó de acera para dejar claro que algo querían que cambiara, que reclamaban derechos, incluso invadiendo los de otras personas, los de otros trabajadores foráneos o adscritos a formaciones minoritarias.
En abril de 1933 Ciudad Rodrigo contaba con 103 obreros en paro. Había en perspectiva varias obras que pudieran solucionar la lamentable situación en que se desenvolvían las familias afectadas. Pero ni la clase política local -el alcalde era el ganadero Severino Pacheco- ni las que realmente tenían posibilidad de ofrecer alguna solución al conflicto que se avecinaba, fueron capaces de frenar el movimiento emergente hacia una huelga general en los distintos sectores económicos de Ciudad Rodrigo.
Fueron las “clases locales obreras afectas a la UGT” -rezaba un artículo del católico semanario Miróbriga- los que volvieron a destapar la caja de Pandora reivindicativa, convocando una huelga general indefinida que comenzaría el 25 de abril de 1933 a las 11 de la mañana. Se sumarían a la huelga, por un periodo de 48 horas, los dependientes del comercio, lo que acarreó cierta movilización entre las clases dirigentes para intentar mitigar los efectos y buscar soluciones.
Un día antes del inicio de la huelga, el lunes, 24 de abril de 1933, el comité de los huelguistas había difundido un comunicado con sus reivindicaciones. La primera no dejaba dudas de la gravedad de la situación: “Expulsión de los obreros foráneos que trabajan en la localidad”. Las otras peticiones se centraban en la adjudicación de obras para el mantenimiento de carreteras o el reinicio de los trabajos en el canal y presa del Águeda.
Las gestiones del alcalde con el ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto -le envió un telefonema- dieron como resultado el compromiso por escrito del citado ministerio para afrontar de inmediato reparaciones en el firme en algunos tramos de dos carreteras del Estado: la de Salamanca a La Alberguería de Argañán y la de Ciudad Rodrigo al puente del Guadancil, además de la vía a Fermoselle. Y se comprometió a licitarlas de inmediato en La Gaceta de Madrid.
En la tarde del domingo, 30 de abril, el comité huelguista, el alcalde y el presidente de la federación obrera, José Andrés y Manso, alcanzaron un principio de acuerdo para suspender la huelga: el compromiso para colocar durante 20 días a 66 de los 103 obreros parados.
Varios obreros trabajan en una reforma de la presa del Águeda

Durante la huelga apenas hubo incidentes reseñables, salvo el robo de 32 cartuchos de dinamita en las obras del canal del pantano del Águeda, hecho que se produjo el día 26, durante la segunda jornada huelguista.
Las pesquisas de la policía gubernativa dieron fruto inmediato tras interrogar al encargado de las obras y al capataz de la brigada en la que se cometió el robo. Fueron detenidos José Báez Aparicio, Felipe Blanco Blanco, alias el Hilario, Feliciano Rubio Patino y Miguel Calvo Vallejo, todos vecinos del Arrabal del Puente y afiliados a la Casa del Pueblo. El Hilario trabajaba en las citadas obras y todos confesaron el robo de dos kilos y medio de dinamita que fueron localizados enterrados en la huerta de La Patarera, mientras que otros dos cartuchos, con mecha, fueron encontrados en el paseo de La Glorieta.
Hubo otras detenciones relacionadas con el robo de dinamita, en este caso huelguistas, y se evitó un sabotaje en la línea eléctrica: se encontraron dos cartuchos atados a un poste, en donde se comprobó que otro había estallado y que, “por estar mal colocado, no causó daño alguno”.

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