Hace unos días
señalábamos la llegada de la primera locomotora a Ciudad Rodrigo, en septiembre
de 1884. Llegó a la estación mirobrigense con personal directivo y empleados de
la empresa que estaba ejecutando las obras entre Salamanca y la frontera portuguesa.
La locomotora tiraba de una serie de plataformas, que sirvieron para 'acomodar'
a unos cuantos mirobrigenses y darles un pequeño paseo hasta el puente de
Almariego sobre el Águeda. Ahora fijamos la llegada del primer tren de
viajeros, una vez operativa la línea ferroviaria hasta Fuentes de Oñoro, que
servía para enlazar Medina del Campo con la frontera portuguesa.
domingo, 30 de noviembre de 2014
sábado, 29 de noviembre de 2014
Ventanas en la cerca medieval
La evolución urbana de Ciudad Rodrigo ha estado siempre vinculada
a la fortificación. La reedificación de la muralla en tiempos de Fernando II,
construida con tongadas de calicanto, supuso un elemento de protección para los
vecinos, especialmente los de intramuros, aunque los que prefirieron o no
tuvieron medios económicos para hacerlo intentaron, en principio, acercarse lo
más posible a los muros y, posteriormente, con la asistencia del concejo,
proteger sus viviendas y garantizar en la medida de lo posible su seguridad con
la construcción de la cerca del arrabal, que partía del exterior de de la
Puerta del Sol, alcanzaba el desaparecido convento de Santo Domingo para trazar
una configuración que volvía desde la calle de Los Caños hasta la inmediatez de
la extinta Puerta del Rey, después de superar las huertas de San Albín, lo que
viene a ser hoy el Campo de Toledo.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Dimisión de un alcalde 'requisador' desde Lisboa
Al socaire de
una de las charlas con que los miembros del Centro de Estudios Mirobrigenses
agasajaron a los pocos ciudadanos que, como viene desgraciadamente siendo
habitual, se acercan a los espacios que se les facilita su uso para desarrollar
las Jornadas de Historia y Cultura de Ciudad Rodrigo –fue en 2012, en el gélido
salón del Palacio de los Águila; esta tarde y mañana se celebra la séptima
edición de dichas jornadas en el salón del Centro Educativo Municipal-, una
charla que ofreció el escritor local Santiago
Corchete para intentar rehabilitar la controvertida figura y obra del
también mirobrigense y polifacético Juan
de Nogales-Delicado Arias (Ciudad
Rodrigo, 8 de enero de 1883; Hendaya -Francia-, 27 de agosto de 1929),
maltratada a los pocos días de su muerte por el escritor y periodista César González- Ruano y más recientemente por el
también novelista Juan Manuel de Prada, quienes pusieron en solfa
sus excentricidades -sin duda, extravagantes y epatantes en su concepción
básica y en su proyección pública-, me parece conveniente afrontar otra de las múltiples
facetas que asumió este personaje digno de un conocimiento mucho más profundo que
la fachada con la que se le ha revestido.
jueves, 27 de noviembre de 2014
Notas para una historia del teatro en Ciudad Rodrigo
Ciudad Rodrigo y los mirobrigenses, si miramos la historia, han
mantenido una incuestionable relación con el teatro. Primero con
manifestaciones religiosas que se representaban en las iglesias,
preferentemente en la Catedral de Santa María, y más tarde con la erección de
espacios escénicos en distintos puntos del entramado urbano, pero casi siempre,
al menos hasta el siglo XIX, vinculados con una institución benéfica como era y
es el Hospital de la Pasión.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Un capítulo taurino: La romántica muerte del capitán Mala Sombra. ¿Realidad o ficción literaria?
El 7 de abril de
1823 un ejército francés, conocido como los Cien mil hijos de San Luis, entra
en la península y sin apenas encontrar resistencia popular conquistó fácilmente
el territorio español, acabando con casi de un plumazo con el Trienio Liberal.
Tan solo el guerrillero Juan Martín, el
Empecinado, liberal hasta la médula, mostró una resistencia creíble contra
la nueva invasión francesa en beneficio de Fernando VII, pero su empeño chocó
contra el ya imparable afianzamiento absolutista, fracasando en sus intentos
por mantener el régimen liberal en Palencia o Valladolid o en las incursiones
que hizo sobre Zamora. Tuvo que retroceder ante el avance francés y la
consolidación realista, regresando a un territorio que conocía y en el que se
había desenvuelto con éxito en la
Guerra de la Independencia. Se trataba de Ciudad Rodrigo y sus
alrededores, adonde llega en compañía del conocido y activo conspirador
madrileño, de origen vasco, Eugenio de Aviraneta[1], su lugarteniente.
martes, 25 de noviembre de 2014
130 años de la llegada del primer tren a Ciudad Rodrigo
“La ilustre
Miróbriga, que tan faustos sucesos registra en las páginas de la historia, celebró
entusiasmada el día 30 del pasado septiembre [de 1884] el acontecimiento más notable que
en la marcha progresiva de los adelantos modernos puede celebrar un pueblo
culto: la llegada al pie de sus históricas murallas del primer tren de servicio
de la línea en construcción de Salamanca a la frontera de Portugal”[1]. El
acontecimiento, por el que los mirobrigenses venían suspirando desde hacía más
de una década, se había concretado por fin. Era el primer paso, porque la
apertura de la línea hasta la frontera llevaría todavía unos meses y la utilización
del ferrocarril como transporte público para comunicar con la capital
salmantina no se definiría hasta el 25 de mayo de 1886. Pero los mirobrigenses
veían ya un aperturismo, una puerta abierta al futuro, un sueño convertido en
realidad que, tal vez –la duda estaba ahí-, fuera el punto de apoyo preciso
para asentar la añorada palanca del desarrollo, devolver la relevancia a un
territorio que había ido perdiendo enteros y protagonismo desde sus gestas en
la guerra peninsular de principios de siglo.
lunes, 24 de noviembre de 2014
Colocación de la primera piedra de la capilla de Cerralbo y procedencia de los sillares
El 12 de
noviembre de 1587, un año antes de lo que señala la historiografía local[1], se
puso la primera piedra de la capilla funeraria del marquesado de Cerralbo que
se dedicaría al apóstol San Andrés, una fundación del que fuera cardenal y
arzobispo de Burgos, Francisco Pacheco de Toledo. El documento referencial está
suscrito por el escribano mirobrigense Juan de Yarza, dando fe de los asientos
y descargas sobre los movimientos previos al inicio de los trabajos para la
erección del templo, una información comprendida entre el 14 de noviembre de
1586 y el 14 de mayo de 1588[2] sobre
las cuentas tomadas por Hernán Bote Pacheco, mayordomo y administrador de las
obras de la citada capilla.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Centenario del incendio que destruyó el Teatro Principal
No quisiera dejar finalizar este año sin hacer un recordatorio de la efeméride del centenario de un siniestro que acabó definitivamente con uno de los referentes culturales que había tenido Ciudad Rodrigo desde mediados del siglo XIX, en concreto desde que en 1846 el Hospital de la Pasión retomase su compromiso con la actividad teatral promoviendo la construcción de un espacio escénico para ofrecer a los mirobrigenses la oportunidad de seguir disfrutando de las representaciones dramáticas y, más adelante, de la incorporación del cinematógrafo. Nos referimos al Teatro Principal, pasto de las llamas el 20 de marzo de 1914.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Origen legendario de la muralla: "Patraña de viejos"
Unos dicen que se parece a una barca, otros que se
asemeja a una almendra. Y hay quien afirma que la muralla medieval de Ciudad
Rodrigo representa el origen de su erección: dos cuernos engarzados, espejo del
hallazgo de un cornúpeta de oro en Sexmiro por un tal Juan de Cabrera[1]
y que sirvió para levantar la mayor parte de sus muros.
viernes, 21 de noviembre de 2014
El temporal de 1626 y el 'huracán' de 1941
Los mirobrigenses, especialmente los del Arrabal del Puente, siempre han mirado al Águeda de soslayo, un sesgo que todavía se mantiene pese a la regulación que se supone del río con las dos presas existentes en las proximidades de Ciudad Rodrigo. Hay numerosos capítulos de riadas protagonizadas por el “serrano” y “cascajoso” afluente del Duero, como adjetivaba el vate agustino Diego Tadeo González, algunas con trágicas consecuencias, como la recordada del 22 de diciembre de 1909.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Martes de Carnaval de 1822: incidentes por cantar 'El trágala'
Estamos en plenas carnestolendas de 1822, las primeras del Trienio Liberal que organizaba la corporación recientemente estrenada[1]. Quizá por el ánimo festivo acrecentado que se observaba en la tarde del Martes de Carnaval, después de haber concluido los festejos taurinos se sucedieron una serie de incidentes que tuvieron en vilo a la corporación y, por extensión a toda la población, durante los días y semanas siguientes. No se sabe muy bien por qué, unas jornadas antes de comenzar el antruejo se le ocurrió al regimiento mirobrigense publicar un edicto o bando en el que se prohibía entonar públicamente las canciones populares patrióticas –casi consideradas ya como himnos- de El trágala y El layrón, referencias festivas, sátiras o invectivas sangrantes para la Corona , en especial para Fernando VII por haber tragado con el juramento de respeto a la constitución, pero en donde también salían escaldados otros estamentos y actitudes, como el eclesiástico o la caterva de aprovechados que siempre actúan en beneficio propio, mientras se ensalzaba el pronunciamiento de Riego por haber devuelto la libertad al pueblo en detrimento del absolutismo radical del anterior sexenio. El trágala, en definitiva, era un canto a favor de la constitución de 1812, una crítica a los pancistas y un llamamiento a la acción, a la constante movilización que mantuviera cierto espíritu revolucionario.
La muerte en vida del Árbol Gordo
No fue un día triste el de ayer -[el artículo, para ajustarlo temporalmente, fue escrito cuando retiraban los restos mortuorios]-. Ni mucho menos. El duelo estaba ya durando mucho, demasiado tiempo. Las heridas abiertas en su momento en la saudade mirobrigense estaban restañadas. Tal vez sirviera el velo verde lorquiano, la mortaja que le cubrió su tronco cercenado, para ayudar a apagar el llanto nostálgico que impregnó en sus sensibles paisanos cuando se olivaron sus nervios de acero, desafiantes hasta entonces queriendo sesgar el cielo, para dejar una imagen externa como una mano pluridáctila abierta al horizonte, un grito de dolor, de desgarro que parecía salir de sus terrosas raíces, el ombligo que le ataba a esta tierra.
martes, 18 de noviembre de 2014
Avatares del convento y ermita de Santa Águeda
La erección del monasterio de Santa
Águeda en Ciudad Rodrigo está vinculada con la etapa básica del esplendor de la
arquitectura religiosa en los orígenes de la Diócesis civitatense. La documentación
histórica nos traslada al 28 de marzo de 1169, cuando Fernando II entrega a
“Humberto, camerarius hispaniae de Cluny y prior de Carrión, el monasterio de
Santa Águeda en Ciudad Rodrigo y la aldea de Sahelices el Chico pro remedio animae mea et parentum meorum.
A través de esta donación, los monjes negros instalaron en el espacio
mirobrigense un priorato, que se mantendrá como tal hasta finales de la Edad
Media”.[1]
lunes, 17 de noviembre de 2014
Mazarrasa y las verbenas
Vamos a ver.
Situémosnos a final de siglo. No del pasado, del anterior. Ya puestos, dejemos
de lado la saudade noventayochista, que demasiada frustración recreó en la sociedad.
Cierto es también que generó movimientos sociales que siguen siendo referencia histórica.
No viene al caso, por ahora. Vamos al grano... local. Sabemos que Mazarrasa fue
un obispo –administrador apostólico, que todo hay que decirlo para evitar correcciones-
de lo más culto y comprometido que ha tenido la Diócesis civitatense. Hizo todo
lo posible por atender a los más necesitados, para formales, convirtiendo el
Palacio Episcopal en un espacio referencial para los mirobrigenses. Una casona
abierta, de día y de noche, para que acudieran los fieles, y no tan fieles, a
instruirse. Daba igual que al lado mismo del palacio del prelado se estuviera
pecando en el salón de bailes de la sociedad de los artesanos –todavía se
aprecia la rotulación-. Se organizaban fiestas –aquellos bailes tan pulcros,
tan distantes, tan desapasionados... un suponer por el qué dirán de aquellos ojos
escrutadores- cuando la ocasión lo requería. San Antón, san Sebastián, la
Candelaria, san Blas, las águedas... un bullir, un sinvivir pecaminoso
esperando que llegasen aquellas jornadas que, indefectiblemente, marcaban el calendario
festivo mirobrigense.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Orden para destruir el verraco y los rollos mirobrigenses
La convulsión
política se mantenía en España con varios frentes abiertos en 1834. Primaba la guerra civil, pero
la función pública no escatimaba esfuerzos, movilizando voluntades para
construir el organigrama político que debía regir el país. En abril, la reina
gobernadora, María Cristina de Borbón, promulgaba el Estatuto Real que asentaría la constitución de las
nuevas Cortes, nutrida, por un lado, por un estamento de próceres cuyos
miembros eran designados directamente por la Corona entre la nobleza y
hacendados y, por otra parte, compuesta por un estamento de procuradores, cuya
composición salía de un sufragio muy restringido.
sábado, 15 de noviembre de 2014
Incautación de un teatro en 1834
Durante varios
años, desde 1833 hasta 1840, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de
Fernando VII, ocuparía la máxima instancia del reino como gobernadora y regente
hasta que se reconoció la mayoría de edad a la reina de España, Isabel II. Un
periodo que coincidió con la guerra civil, la primera carlista.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Una casa de putas en la calle de los Caños
Recabando
información sobre un tema que ahora no viene al caso –ya habrá tiempo de explicarlo-,
topé hace unos días en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo con un
documento que me llamó la atención. Era uno de tantos oficios, notas internas,
que están en el cajón de sastre que supone el apartado de correspondencia. Por
su curiosidad, que lógicamente no va más allá el interés que le doy en este
momento, considero oportuno sacarlo a colación y, aunque sea de una forma muy
somera, quisiera también comentar algunas referencias que al respecto surgen en
un atardecer que, como el de ayer, estaba marcado por la lluvia –turbión, más
bien- con la casi obligada reclusión domiciliaria.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Destrucción del convento y cuartel de Sancti Spíritus
En relación con el artículo que sobre el patrimonio esquilmado se insertó hace unos días en este blog, vinculado sobre todo a los atentados contra los vestigios arqueológicos, quisiera ofrecer algunos datos sobre el arruinamiento, destrucción y desaparición del edificio que albergó primero el cenobio de las monjas terciarias franciscanas de Sancti Spíritus y posteriormente el cuartel en que se trocó el inmueble, también conocido o identificado por esa referencia religiosa. Este trabajo pretende acercarse a las vicisitudes para su demolición y los pasos que se dieron para levantar los bloques de viviendas actuales, tomando como referencia la calle del deán Santiago Sevillano Sánchez, prolífico presbítero en distintos campos de acción, fallecido el 30 de diciembre de 1911, y al que el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo le dedicó la calle que lindaba con el citado edificio militar.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Elección de Miss Carnaval y Miss Miróbriga
El próximo
Carnaval carecerá, por segundo año consecutivo, de corte de honor. Todo
evoluciona y hay que saber encajar los cambios. Que no haya reina ni damas de
honor, como se vio el pasado antruejo, no merma el atractivo de unas fiestas
que indudablemente tienen otros fundamentos más allá de una puesta en escena
protocolaria, a la sazón reducida a unos pocos cientos de personas, la mayoría
peinando canas.
martes, 11 de noviembre de 2014
Patrimonio esquilmado
Aunque no haya
que darle demasiada trascendencia a los comentarios, en la mayoría de las
ocasiones sin asiento real, sin fundamento demostrable, considero necesario
valorar en su justa medida ciertas informaciones que se van nutriendo de
experiencias propias y ajenas y que, por su reiteración, acaban cruzando el
umbral de la incredulidad para darle el beneficio de la duda.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Plante de las mozas de Gallegos de Argañán con los quintos inútiles
Corría mayo de
1912 cuando en los periódicos locales de Ciudad Rodrigo y en varios medios de
comunicación provinciales saltó una noticia alabada sin miramientos por la
crítica del momento: “Las mozas de Gallegos de Argañán se han
juramentado para no admitir relaciones amorosas con ninguno de los solteros
alistados que hayan sido declarados inútiles para el servicio militar”, se
reseñaba.
domingo, 9 de noviembre de 2014
Motes mirobrigenses
Son, sin duda,
una referencia. Quizá el carnet de identidad más popular que, sin necesidad de
mostrarlo, identifica al personaje; también a sus ancestros. Es una especie de
genealogía apócrifa pero con un punto de partida: una persona que, por defecto,
actitud o prosapia sugirió un baldón –no siempre despectivo, por cierto- que
cundió en sus convecinos de tal forma que, muchas veces, apaga la propia
identidad, el nombre y apellidos de la persona de referencia. Son los apodos,
los motes, que en Ciudad Rodrigo son una expresiva muestra de la chanza
–también invectiva- mirobrigense.
sábado, 8 de noviembre de 2014
1948: Primer festival taurino benéfico en Sábado de Carnaval
A veces, por la fuerza de la
costumbre, creemos que lo que vemos ha estado ahí siempre, que fuera patrimonio
de todos y que formara parte del acervo. Aunque sea una perogrullada, todo
tiene su origen, pero no siempre es conocido, sobre todo para aquellos que
nacieron y han vivido con ello.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Una procesión inesperada
En la víspera de
la festividad de Nuestra Señora de la Ascensión , a las diez de la noche del 30 de mayo
de 1696, se desató un pavoroso incendio en la casa que habitaba el boticario de
la ciudad Juan Antonio Dávila, ubicada en la
Rúa Nueva , junto a las Casas
Consistoriales. La magnitud del incendio hizo temer desde un principio que se
extendiera a las casas inmediatas e incluso a toda la manzana, incluyendo el
propio Ayuntamiento, la aneja iglesia de San Juan e incluso otros inmuebles que
conformaban la hilada de viviendas de la parte este de la calle a la que daba
nombre el citado templo.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Testamento e inventario de bienes del ingeniero militar Juan Martín Zermeño
Un insigne
rodericense, Juan Martín Zermeño, sin duda el que cuenta con una mayor proyección
local en la historia militar de España, sigue siendo todavía un perfecto
desconocido en Ciudad Rodrigo. Cierto es que algunos trabajos editados en el Libro del Carnaval [1] han dado cuenta de su
vinculación y origen mirobrigense, unas pinceladas que están todavía muy lejos
de reflejar la relevancia que tuvo este prohombre mirobrigense en la historia
de la ingeniería militar española a lo largo de buena parte del siglo XVIII,
una importancia que sí reconocieron sus coetáneos mirobrigenses, con el
Consistorio a la cabeza, confirmándole su origen nobiliario, junto a su hijo
Pedro[2],
también relevante ingeniero militar, el 1 de julio de 1767 en el solemne acto realizado
por el Ayuntamiento para recibirles como “caballeros hijosdalgo notorios.”[3]
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Contubernios ibéricos en el Parador de Ciudad Rodrigo
La nostalgia
puede que atenace y nuble la visión todavía a ciertos ciudadanos en
determinados días, efemérides de nostalgia. Tal vez el más significativo para
los españoles, para todos, sea el 20 de noviembre. La mayoría por celebrar la
muerte del dictador y el final de un régimen que, sin embargo, siguió latiendo
demasiado tiempo. Para otros, los menos, mirándose sin duda en alguno de los
espejos del callejón del Gato valleinclanesco, es una jornada plagada de
sentimientos de unos tiempos en los que no gobernaba la razón, sino la
imposición y la represión con dureza. Ese día, cada 20 de noviembre, suelen
volver a blandirse las empolvadas “banderas victoriosas”, aquellas que ondeaban
“al paso alegre de la paz” y que, como decía la letra falangista del Cara al
sol, traían “prendidas cinco rosas”.
El obispo que consiguió erradicar los 'cenizos' en 1927
Con el paso del
tiempo se ha ido diluyendo la costumbre de pedir cenizos en el Carnaval
de Ciudad Rodrigo. A raíz de unos lamentables incidentes a finales de los años setenta,
cuando la negativa del Consistorio a alargar el antruejo, con encierro y
capeas, al Miércoles de Ceniza -de ahí, los cenizos- estuvo a punto de generar un conflicto público con
intervención gubernativa.
martes, 4 de noviembre de 2014
Galería de ilustres mirobrigenses: El venerable Centenares
Estos días –relataba yo en octubre de 2012- ha
cobrado protagonismo mediático la figura de San Juan de Ávila al ser nombrado oficialmente Doctor de la
Iglesia, una propuesta que había realizado la Conferencia Episcopal Española y
que Benedicto XVI anunció que la acometería próximamente.
Lo aseveró en su visita a Madrid, dentro de los actos de la Jornada Mundial de
la Juventud, y el pasado domingo -7 de octubre de 2012- lo ejecutó al integrar
al santo de Almodóvar del Campo (Ciudad Real) en el selecto club de los
doctores de la Iglesia católica, nutrido tan solo por 35 elegidos, incluidas
las dos últimas incorporaciones: el citado San Juan de Ávila y la alemana Hildegarda de Bingen.
Galería de ilustres mirobrigenses: Casimiro Muñoz Matilla, un socialista histórico
Salamanca, pero sobre todo Ciudad Rodrigo, tienen una
deuda singular con uno de esos personajes que la memoria ha ido diluyendo, pese
a la relevancia que atesoraron en vida. Es el caso, como le definió Benito Pérez Galdós en su episodio nacional La de los tristes
destinos, de un “charro de Ciudad Rodrigo”, de los “muñoces” mirobrigenses,
un tipógrafo cofundador en 1871 de la Asociación General del Arte de Imprimir
de Madrid, germen del PSOE.
El codicilo del guinaldés Francisco Pérez Patón
A la llamada del
dinero fácil, de la aventura que suponía adentrarse en las tierras recién
descubiertas por Cristóbal Colón, no fueron ajenos los guinaldeses. Varias
referencias nos encontramos en el Archivo General de Indias sobre la aventura
americana de vecinos de Fuenteguinaldo, caso de Juan Gómez de Santiago, quien,
como criado, acompañó en 1646
a Nueva España al doctor Juan Ruiz Colmenero, obispo de
Guadalajara; como Manuel Núñez, también criado de Andrés de Elejalde y
Avendaño, quienes obtuvieron licencia de pasajeros hacia Perú en 1592; o Juan
Mateos, quien embarcó hacia Indias en 1516; o Isabel Ruiz, que se dirigió a
Nueva España en 1557; o el fraile franciscano Lorenzo Torrado, quien en 1635
acompañó a Chile, junto con otros varios religiosos, algunos de la comarca
mirobrigense, a fray Pedro Vázquez; o como los homónimos Francisco Pérez Patón,
dos guinaldeses que también se aventuraron al Nuevo Mundo. Ambos fueron a Perú;
uno de ellos –hijo de Francisco Pérez Patón y de María Gómez-- acabó recalando
en el Nuevo Reino de Granada con su mujer, la sevillana María de Medina, y su
criada María López, también oriunda de la capital andaluza, tras obtener pasaje
en 1617. El otro, hijo de Cristóbal Pérez Patón y de Catalina Mateos,
desembarcó en el puerto de la Ciudad de los Reyes, aunque su trasiego en busca
de fortuna le llevó hasta Portobelo, en Panamá, en donde murió en 1623, después
de haber pasado por el hospital de San Felipe de Yucatán (Portobelo), en el
Nuevo Reino de Granada.
El asesinato de un trovador en una dehesa mirobrigense
Ciudad Rodrigo cuenta en su historia con sucesos impactantes,
legendarios a veces, en muchas ocasiones teñidos de sangre. Eran tiempos de una
justicia singular, incomprensible en el día de hoy y que, sin embargo, se
plasmó en legislaciones que trocaron en jurisprudencia.
Un meteorito en Fuenteguinaldo
La
historiografía y épica regias nos dan noticias de Fuenteguinaldo en distintas
épocas. Los cronistas, parcos la mayoría de las veces al referirse a la villa,
cuentan algunas andanzas de los reyes de turno, especialmente entre los siglos
XIV y XVI. Se recuerda, por ejemplo, el paso de Alfonso XI por la villa
guinaldesa en el Poema de Alfonso Onceno,
un anónimo de 1348, en el que se refiere el paso del rey a Portugal:
“Este rey de
gran bondad
a gran priessa
fue guisado,
passó luego por
Cibdad
(e) llegó a
Fuenteguinaldo
con (muy) gran
cavallería
-fijos dalgo en
general-:
casó con doña
María,
fija del de
Portugal”.
Galería de ilustres mirobrigenses: El Dr. Cristóbal García Guillén de Paz, 'Guillenbis'
La
historiografía mirobrigense dedica algunas líneas, cierto es que exiguas[1], a la
figura de uno de los mirobrigenses que todavía no ha sido estudiado
convenientemente, al menos en su relación con Ciudad Rodrigo[2].
Cristóbal García Guillén de Paz, nombre que ocultan los distintos vítores[3]
plasmados en varios dinteles y otros paramentos de edificios señeros del patrimonio
rodericense, nació en Ciudad Rodrigo a mediados del siglo XVI. Miembro de
estirpes solariegas con notoria influencia en la historia local, Cristóbal
García Guillén tuvo la posibilidad de acceder a una formación académica
notable, nutrida además con una capacidad intelectual que le permitió
desempeñar cargos y cometidos de indiscutible relevancia.
Galería de ilustres mirobrigenses: Juan Martín Zermeño
El 3 de noviembre de
1844 Santiago Fernández Bazán, alumno de la Academia de Ingenieros de
Guadalajara[1], coloca en una de sus
dependencias el retrato de Juan Martín Zermeño[2],
teniente general y director del Real Cuerpo de Ingenieros. Unos meses antes,
concretamente el 13 de junio, se había transmitido la orden para que “se
proceda a formar con brevedad”[3]
su biografía de acuerdo con el formulario vigente y se remita, junto con la de
su hijo Pedro Martín Zermeño[4]
y otras, al anunciado como Gabinete de Manuscritos de Biografías, en Madrid.
El toro encohetado y otros ingenios de fuego por las 'alegrías del rey' en 1629
El 17 de octubre de 1629 venía al
mundo el príncipe Baltasar Carlos de Austria, vástago de Felipe IV e Isabel de
Borbón. La noticia, por esperada, sobre todo después de que la reina hubiera
alumbrado cuatro hembras, fue recibida con regocijo en todo el reino. Ciudad
Rodrigo no fue ajena a la dicha regia cuando tuvo conocimiento oficial, unos
días después, del nacimiento del Príncipe de Asturias, en concreto el 25 de
octubre[1]. Al siguiente
día el consistorio, una vez leída la carta que anunciaba tan feliz
acontecimiento, y siguiendo una vieja tradición que unía las alegrías del rey[2] con
la esencia de la fiesta del pueblo, siempre vinculada a los espectáculos
taurinos, decide formar una comisión que defina los preparativos necesarios
para celebrar, como se merecía, que la Corona ya tuviera heredero.
Pelegrín Pertusa, 'el Pintao'
Fue el novillero y banderillero de las tres pes, como se le llegó a calificar en los periódicos que se
editaban en Ciudad Rodrigo en 1910, especialmente en La Iberia[1]. Un
anónimo del toreo más allá del límite provincial salmantino. Y eso que Pelegrín
Pertusa, quien llevaba el apodo taurino de El Pintao en estos pagos, era
natural de Valencia, en donde nació en torno al año 1874, si nos atenemos a los
pocos y contradictorios documentos en los que aparece reflejado.
Las 'alegrías del rey', el conde de Aranda y las fiestas de toros
El 19 de
septiembre de 1771, “a las cinco de la
mañana, empezó a experimentar la princesa nuestra señora –María Luisa de
Parma- alguna novedad, acompañada de dolores
que indicaban señales de parto. Mitigáronse estos y se mantuvo Su Alteza por
algunas horas con bastante quietud, pero a las nueve y media de la misma mañana
volvieron con mucha viveza, y no dejando ya duda de que el parto se acercaba,
se dedicaron el rey –a la sazón Carlos III- y príncipe –futuro Carlos IV-,
nuestros señores, a asistir personalmente a Su Alteza, como en efecto lo
ejecutaron, no apartándose un instante de su lado. A las cinco y doce minutos
de aquella tarde dio a luz felizmente Su Alteza un robusto y hermoso infante; y
tomándole el Rey nuestro señor en sus brazos, lleno de gozo y de ternura, salió
con él a la sala inmediata para mostrarlo a toda la Corte, que esperaba con
indecible impaciencia este feliz momento; y también a los embajadores de
familia y demás embajadores y ministros de otros príncipes que se hallaban allí
igualmente en virtud del convite formal que tuvieron para ello. Quiso Su Majestad
que sin pérdida de tiempo se administrase el sacramento del bautismo al señor
infante recién nacido, y habiéndose preparado en la real cámara todo lo
necesario para tan sagrada función, hizo esta ceremonia con la mayor solemnidad
el eminentísimo señor cardenal [Ventura de Córdoba, Spínola] de la Cerda y San Carlos, patriarca de las
Indias y capellán mayor de Su Majestad, poniendo a Su Alteza los nombres de Carlos,
Clemente, Antonio de Padua, Genaro, Pascual, José, Francisco de Asís, Francisco
de Paula, Luis, Vicente Ferrer y Rafael. Fueron padrinos nuestro santísimo
padre Clemente decimocuarto, representado por el rey nuestro señor, y Su
Majestad, por sí mismo; y asistieron como testigos especiales los señores
infantes D. Gabriel y D. Antonio [de Borbón], concurriendo a tan solemne acto las demás personas reales, los jefes
de palacio, grandes del reino, consejeros de Estado, embajadores y ministros
extranjeros, y otras muchas personas distinguidas[1]”...
lunes, 3 de noviembre de 2014
Desde Landskrona a Sevilla, 47 años del 'Ciudad Rodrigo'
En
1940 los astilleros suecos Oresundsvarvet AB, ubicados en Landskrona, en la
costa oeste de Suecia, concluyen el encargo de la naviera noruega Moltzau &
Christensen, de Oslo, para construir un buque mercante, un petrolero que entre
otros nombres llevó el de Ciudad Rodrigo.
Como nos recuerda el investigador naviero José Luis
Torregrosa, el mercante se bautizó en las atarazanas suecas con el nombre de
Glomdal, pero nunca entró en servicio para los citados armadores
noruegos, siendo a la postre vendido para una naviera sueca en 1942.
Cubanito, El Timbalero y las ganas de ser torero
Sabido es que el mirobrigense tiene el ombligo enraizado en
su tierra, que adora los valores decimonónicos que todavía le embargan y que,
si pudiera, estaría a la luna de Valencia el tiempo que fuera necesario. Esto,
que tampoco es que sea patrimonio del rodericense, tiene también su proyección
en el paisanaje, sobre todo si esos paisanos son personas con entidad social y
económica y que además tienen ciertos caprichos que la cándida juventud atesora
hasta que llega la cruda realidad.
Toros eclesiásticos
En
el nombre del Padre, que fizo toda cosa,
Et de don Ihesuchristo, fijo de la Gloriosa,
Et del Spiritu Sancto, que egual d’ellos posa, (...)
Quiero fer una prosa en román paladino,
En qual suele el pueblo fablar a su vecino,
Ca non so tan letrado por fer otro latino.
Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.
Et de don Ihesuchristo, fijo de la Gloriosa,
Et del Spiritu Sancto, que egual d’ellos posa, (...)
Quiero fer una prosa en román paladino,
En qual suele el pueblo fablar a su vecino,
Ca non so tan letrado por fer otro latino.
Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.
Estos versos del
primer poeta español de nombre conocido, Gonzalo de Berceo, sirvieron de
introducción al que considero uno de los mejores pregones que se han ofrecido
en Ciudad Rodrigo –al menos, que yo haya escuchado o leído-, en su Teatro Nuevo
o en otros escenarios, como espaldarazo al Carnaval del Toro. Los versos,
pronunciados por el poeta, escritor y periodista Santiago Amón en 1988,
reflejaban parte de la esencia de su discurso, hilvanado sin otros papeles que
los que le dictaba la memoria y le guardaba el corazón. Fue un baluarte en la
defensa y conservación del Teatro Nuevo, falleciendo en accidente de
helicóptero meses después en la
Sierra de la Cabrera.
Sirva este recordatorio para mantener viva su memoria y la
esencia del oficio de pregonero.
El patrimonio mirobrigense en el vejamen del epinicio sobre la dedicación de la capilla de San Andrés
Después de
innumerables trabajos y escollos solventados a lo largo de prácticamente una
centuria, Leonor de Velasco[1],
condesa de Siruela y marquesa de Cerralbo, comunica al Consistorio mirobrigense
en 1685[2] su
determinación, a pesar de los tiempos, muchas
oposiciones y cortos medios, [de] dar
cumplimiento a la fundación del cardenal Pacheco, mi señor y tío, abriendo su
capilla, ponerla en el santo comercio y fin principal a que se designó por su
fundador por ser la pieza de mayor lustre de mi casa y la perla más preciosa de
esa ciudad. Para ello, entre los distintos actos programados y debidamente
anunciados[3], se
había convocado un epinicio, un canto triunfal al resultado de la obra y a sus
mentores, cuyo resultado final sería editado dos años después, en 1687[4], por
Tomás Dávila[5], que era el secretario del
certamen literario y quien fuera lector de teología en el convento de San
Agustín, aunque cuando se publicó el libro ostentaba el cargo de maestro de
estudiantes en el colegio de Doña María de Aragón[6], en
Madrid.
El monumento a Fernando II de León
La oportunidad[1] de
conmemorar el CL aniversario del sitio de Ciudad Rodrigo de 1810 llegaría
aparejada a otras efemérides con singular significado para la sociedad mirobrigense
de aquel momento, especialmente sensible por exponer su relevancia y proyección
histórica aprovechando la oportunidad que supuso la confluencia de la heroica defensa
ejercida frente al ejército napoleónico con el octavo centenario de la
repoblación asignada a Fernando II de León y el traslado de la Diócesis de Caliabria a
la sede civitatense, aunque esta conmemoración quedase relegada en la
oficialidad para ser un trasunto menor derivado al estamento religioso.
Un anciano muere corneado en el Carnaval de 1893
Fue un Carnaval
que hubiera pasado desapercibido si no fuera por la desgracia con la que
concluyó. Apenas hay ninguna referencia documental sobre el desarrollo del
antruejo de 1893, ni siquiera noticias en los libros de sesiones del
Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, algo inusual, casi extraordinario en el devenir
de la historiografía mirobrigense sobre aquel periodo.
Etiquetas:
1893,
Carnaval,
Ciudad Rodrigo
Ubicación:
Castilla y León, España
La prefectura de Ciudad Rodrigo
La división
territorial de España formó parte de la gestión política y administrativa de
los diferentes reinados y gobiernos. “Responde a concretas necesidades
políticas, económicas y sociales de un momento histórico determinado. Así, en la Edad Media surgen unas
demarcaciones determinadas, otras en la Edad Moderna y otras diferentes en la Edad Contemporánea ,
dando lugar a un modelo territorial actual que es síntesis de la tradición
histórica y de los cambios que han experimentado distintos proyectos y realidades
históricas”[1].
Uno de estos proyectos, apenas
referenciado en la historiografía local, tuvo como protagonista a Ciudad
Rodrigo. Se trataba de la división de España por departamentos[2] o
prefecturas encomendada en 1809 por José I Bonaparte[3] al
matemático e ingeniero mexicano –su familia era navarra- José María de Lanz y
de Zaldívar[4], aunque algunos
investigadores apuntaban su autoría al erudito, político y religioso Juan
Antonio Llorente[5], un error que queda
dilucidado completamente por el profesor Jesús Burgueño Rivero[6] en su
trabajo sobre las prefecturas promovidas en 1810: “El verdadero autor de la
división departamental fue el matemático José de Lanz, tal y como confirma Fermín
Caballero[7] en su
proyecto de 1842” .
1933: huelga general con robo de dinamita
El secular conformismo de los mirobrigenses con la
situación general que les atenaza -1.477 parados el pasado mes de septiembre-
rompió en otros momentos el espejo y cruzó de acera para dejar claro que algo
querían que cambiara, que reclamaban derechos, incluso invadiendo los de otras
personas, los de otros trabajadores foráneos o adscritos a formaciones
minoritarias.
En abril de 1933 Ciudad Rodrigo
contaba con 103 obreros en paro. Había en perspectiva varias obras que pudieran
solucionar la lamentable situación en que se desenvolvían las familias
afectadas. Pero ni la clase política local -el alcalde era el ganadero Severino
Pacheco- ni las que realmente tenían posibilidad de ofrecer alguna solución al conflicto que se avecinaba, fueron
capaces de frenar el movimiento emergente hacia una huelga general en los
distintos sectores económicos de Ciudad Rodrigo.
Muerte de un maletilla
Estos toros y esta plaza son para correr, para torear sin muleta;
si acaso, con un pañuelo o un saco,
que sirven para hacerse el
propio quite cuando fallan las piernas.
Pero no para dar naturales, como pretendéis vosotros.
¡Por amor de Dios, torerillos de mi alma,
dejad estas fiestas para los mozos de Ciudad Rodrigo!
Vuestro sitio no es esa Plaza Mayor cuajada de tablados y de historia.
Allí no aprenderéis más que a escaparos y desconfiaros.
O a morir...[1]
“Hablé con él
por la noche. Le invité a unos vasos de vino y charlamos de toros. Me contó que
le gustaba el toreo puro, conocía las suertes y venía desde muy lejos con la
ilusión de dar unos capotazos, de verse con un toro de carne y hueso a dos
palmos de su cuerpo. Volví a verlo en la plaza la tarde del lunes; era una más
entre las mil muletas que buscaban al toro, y vi cómo era izado por los cuernos
de un animal impresionante y cómo el quite de estas mil muletas llegaba
tarde...”
El Carnaval y las fiestas taurinas en Ciudad Rodrigo durante la Guerra Civil
Ciudad Rodrigo, como bien se sabe, durante la Guerra Civil sufrió en la
retaguardia las consecuencias del golpe de estado del general Francisco Franco.
Fueron cientos los mirobrigenses represaliados por su condición de
“izquierdistas” durante la convulsa república, muchos de ellos, casi un
centenar, asesinados sumariamente. Otros, perseguidos hasta la extenuación,
pudieron superar aquellos momentos críticos. De todo ello, gracias a la labor
de historiadores e investigadores, se está encendiendo la luz en la noche más
trágica de nuestra historia contemporánea, aportando documentación, elaborando
estudios y divulgándolos, porque la historia, pese a quien pese, hay que
conocerla, hay que rumiarla si es necesario y evitando dobleces y
manipulaciones que afean a quienes todavía carecen del prurito básico para
afrontar una realidad que, desgraciadamente, aún se sigue negando en determinadas
instancias.
sábado, 1 de noviembre de 2014
El Carnaval represaliado: las Fiestas Tradicionales
“Suprimidas
las llamadas Fiestas de Carnaval por orden de 3 de febrero de 1937
por el Excmo.
Sr. Gobernador Civil de la provincia, se comunica a esta Alcaldía que,
según orden
del Ministerio de la
Gobernación , continúa en vigor dicha supresión y,
por tanto,
quedan prohibidos los llamados bailes de carnaval y todos los actos
que puedan
conmemorar toda fiesta, no pudiendo hacerse uso de dominós, caretas
o disfraces
en las calles, lugares públicos, cafés, casinos, etc., quedando asimismo
terminantemente
prohibido el utilizar serpentinas y confetis, no solamente en dichos bailes,
sino en las
calles y durante la celebración de las Fiestas Tradicionales, advirtiendo
al vecindario
que cualquier infracción que se cometa a este bando, será inmediatamente
puesta en
conocimiento de la autoridad superior a fin de que adopte las medidas
que estime
pertinentes contra el infractor”.
Como han podido apreciar ustedes en la lectura del texto anterior, se
trata de un bando que de forma reiterada, tras la Guerra Civil y durante casi dos
décadas, emitió el alcalde de turno de Ciudad Rodrigo recordando la situación
de represalia que debía soportar el Carnaval mirobrigense, un extremo de
sometimiento que hasta el propio vocablo carnaval
fue erradicado, represaliado, como ocurrió con tantas otras costumbres
populares y, lo que es peor, con personas, a las que incluso se les llegó a
cercenar la vida en unas tierras, Ciudad Rodrigo y su comarca y también toda la
provincia, que nunca vieron más armas que las que portaban, enseñaban y
restregaban los verdugos a sus víctimas.
Entronización y retirada de la imagen del Sagrado Corazón de la Casa Consistorial
El 20 de junio de 1925, onomástica de
San Silverio, una gran multitud se arremolina en la Plaza Mayor de Ciudad
Rodrigo. Era el primer día de los festejos organizados para la inauguración de
las obras del Pantano del Águeda. Una misa de campaña presidida por el prelado
Silverio Velasco[1], obispo de Ticelia y
administrador apostólico de Ciudad Rodrigo, quien apenas llevaba un mes al
frente de la Diócesis civitatense, se convirtió en un auténtico plebiscito en
presencia de “todas las autoridades y clases sociales”[2] de la
localidad. El obispo, después de un encendido discurso sobre el Corazón de
Jesús y su vinculación con Ciudad Rodrigo[3],
preguntó al público, y a los fieles especialmente, si querían que una imagen
del Sagrado Corazón fuera entronizada en la Casa Consistorial, recordando que
otros pueblos y ciudades[4]
habían hecho lo propio. “Un grito afirmativo retumbó en el espacio con ecos de
gloria. Y cuando el Prelado insistía todavía
más, preguntando cuándo sería esa entronización, con el mismo o
creciente fervor autoridades y pueblo respondieron:
Pronto, pronto; cuanto antes...”[5]
Desencierro con un desenlace trágico en el Carnaval de 1963
La tragedia se
presentó en la tarde del Domingo de Carnaval, 24 de febrero de 1963. Se
acercaba el desencierro y Sebastián Gil Hernández, natural de Ciudad Rodrigo, jornalero
de 37 años, acompañado de Álvaro Hernández –conocido por Bernadé-, un albañil de 61 años con el que mantenía buena relación,
a la sazón arrendador de la Huerta de la Esperanza –ubicada en la margen
izquierda de la carretera a Sanjuanejo, a la altura de la Huerta del Piojo, en
donde tenía su domicilio Sebastián-, enfilaban la vía que ese mismo año se
había dedicado al escritor falangista Agustín de Foxá, ambos camino de sus respectivas
moradas. También con el propósito de ver, no sabían muy bien desde dónde, el
paso de los toros en el desencierro.
Trágica cogida de un anciano en las fiestas de verano de 1966
Era ajeno a la
fiesta. Paseaba, como tantos otros días, en el entorno de la vivienda que
habitaba ocasionalmente[1] en la
calle de los Caños, el número 18, en donde moraba su hija Felícitas, la
primogénita de la familia. Sonaba el Reloj Suelto, la campana municipal, como
tantas veces lo hacía durante la fiesta: en el desarrollo de los encierros y desencierros,
cuando había un toro suelto por las calles, ya fuera dentro o fuera del recorrido
de los festejos taurinos.
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