lunes, 22 de diciembre de 2014

Peritas, Panzas, Pichogas, Furcas, Alaejos... Espantadores polémicos en el Carnaval de 1951

El Carnaval de Ciudad Rodrigo, desde tiempo inmemorial, ha contado con algunos ingredientes que con el paso del tiempo se convirtieron en tradicionales, aunque a veces su esencia dejara más de un encontrón. En esa tesitura se ancla, por ejemplo, la práctica de los inveterados espantes, esas acciones casi convenidas con los propios ganaderos y la organización de los encierros de cada antruejo que, en ocasiones, rebasaban los límites consentidos y derivaban en enfrentamientos, ajustes de cuenta o agresiones inesperadas y que hacían necesaria la intervención de las fuerzas de orden público para intentar aclarar lo sucedido. De alguno de estos extremos ya he apuntando su esencia y resultado, incluso parte de lo que ahora escribo se integró en una charla ofrecida en unas jornadas sobre patrimonio promovidas por el CFIE (Centro de Formación del Profesorado e Innovación Educativa) que trató del Carnaval represaliado, una actitud que determinó que el antruejo pasase a ser considerado en su definición como meras “fiestas tradicionales” para superar la censura franquista.

Portada del folleto anunciador del Carnaval de 1951
En esa línea nos encontramos con las Fiestas Tradicionales de 1951, que, como veremos, supusieron una inflexión en las costumbres locales. Pasamos al meollo del asunto: se había contratado un encierro al ganadero Miguel Alfonso Alfonso, de Casillas de Flores, considerado un forastero por los labradores y ganaderos de la socampana, un verdadero clan en defensa de sus intereses-, a quien el Ayuntamiento había comprometido la corrida a un precio inferior al postulado por los ganaderos locales. Era costumbre, como se recoge en un informe policial que se emitió al efecto, que “espantar las reses es cosa natural todos los años y se suele hacer con la mejor intención de divertirse, dándose la circunstancia de que los mismos individuos que realizan el espantamiento, posteriormente intervienen para que dichas reses sean encerradas, lo que no ha sucedido el presente año, siendo de rumor público que, tan pronto se tuvo conocimiento que la corrida de toros que iba a ser lidiada el día cuatro [de febrero] era de un ganadero forastero, no se llegaría a encerrar”.
Y eso ocurrió. Después de los tres intentos que estaban regulados para meter el ganado en alares a partir de las nueve de la mañana, el ganadero, ante los sucesivos espantes, tuvo que claudicar en sus intenciones, lo que no fue óbice para reclamar, en concepto de indemnización, 2.000 pesetas al Ayuntamiento, pagadas religiosamente en su momento. No obstante, el alcalde, Jesús Sánchez-Arjona y de Velasco, encargó un informe a Bienvenido Pascual, comisario jefe del Cuerpo General de Policía en el puesto de Ciudad Rodrigo, para dilucidar responsabilidades. Fruto de las investigaciones, el citado comisario emitió un atestado, fechado el 27 de febrero, en el que señalaba que “por la labor realizada en los lugares donde ocurrieron los desmandamientos y en sus cercanías, se deduce la intervención directa y personal, corroborada con el testimonio de testigos presenciales del hecho, de los individuos que a continuación se detallan: Orencio Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 36 años, casado, labrador, con domicilio en la calle de Lorenza Iglesias, 12; Eugenio Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 34 años, casado, labrador, domiciliado en la calle de Santo Domingo, 31; Vicente Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 32 años, casado, labrador, domiciliado en la calle de Santo Domingo, 7; Julio Alaejos Castaño, de 40 años, labrador, domiciliado en la calle de Cárcabas, 20; Jesús Vicente Ramajo, de 33 años, casado, carnicero, domiciliado en la calle de Los Caños, 21; Sebastián Iglesias Pulido, de 36 años, casado, domiciliado en Santo Domingo, 21; Ramón Blanco Alonso (a) ‘Pichoga’, cisquero, domiciliado en Tenerías; José Blanco Alonso (a) ‘Pichoga’, cisquero, domiciliado en la calle de José María del Hierro; José Cholla Lorenzo, de 21 años, jornalero, domiciliado en la plaza de Cristóbal de Castillejo; Hermenegildo Encinas Báez, de 60 años, camarero, domiciliado en Santa Clara, 57; Anacleto Pérez Blanco (a) ‘Furca’, de 48 años, hortelano, domiciliado en Huertas de Valhondo; Antonio Manuel Montero Montero (a) ‘Perita’, de 47 años, jornalero, domiciliado en Santa Clara, 41; Primitivo Zamarreño Jiménez, de 46 años, hortelano, domiciliado en Huertas de Valhondo; y Félix Martín Solitas, de 34 años, jornalero, domiciliado en la calle de Cárcabas, 23”.
Desencierro en la calle Madrid en el antruejo de 1951.   Foto Prieto
“Para finalizar esta información, el jefe que suscribe –continúa el informe- hace constar que son los tres hermanos Sevillano Vicente y el Julio Alaejos, por su condición de labradores, los que se desenvuelven en una más amplia situación económica, siendo la de los restantes –unos más que otros- de límites más estrechos y modestos; debiendo significar también que uno de los ‘Panzas’, el Orencio, era parte en la oferta hecha al Ayuntamiento y que fue desechada, y los tres señalados por el rumor público no solamente como interventores activos, sino también como inductores para el espantamiento de la corrida del día cuatro del actual que ha motivado la presente información”.
Las personas citadas, todas de conocidas familias mirobrigenses, tuvieron siempre un especial protagonismo en la tradición de los espantes, y en el caso de los Peritas, Panzas o Pichogas se ha mantenido esa costumbre hasta no hace demasiados años.
Como colofón, creo también por el manifiesto interés que tiene para la historia del Carnaval mirobrigense, transcribo en su integridad el informe policial emitido al efecto y que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo:
DIRECCIÓN GENERAL DE SEGURIDAD.- CUERPO GENERAL DE POLICÍA. S.P.F.P.A. Puesto fronterizo de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Número 222. Hay un sello en tinta. Puesto fronterizo de Ciudad Rodrigo. Zona centro.
Tengo el honor de participar a V. que practicada la información que fue ordenada verbalmente a fin de averiguar las causas y personas que hubieran podido intervenir en el espantamiento de la corrida de toros que había de lidiarse en esta ciudad con motivo de las fiestas tradicionales el día 4 del presente mes y año, resulta que después de numerosas indagaciones realizadas dentro de las dificultades que siempre se encuentran al deducir consecuencias lógicas que, en cuestiones como la presente, han de abarcar un gran espacio de opinión pública, pues aún aquellas personas que no tienen inconveniente alguno en esparcir los más variados rumores, debido tal vez al temor que sienten o a evitarse posibles y futuras molestias, son los que frecuentemente silencian datos y hechos de positiva eficacia, colocando a los informadores ante una como pública conspiración del silencio, se ha venido en conocimiento de extremos de positiva importancia y observaciones de verdadero valor a los fines que se interesan.
Folleto del antruejo de 1951
Como es sabido, es frecuente en estas fiestas tradicionales que el público salga a las afueras de la ciudad al objeto de presenciar el encierro de los toros que en dichos días van a ser lidiados, siendo tal el entusiasmo que unos corren delante de los mismos, otros les llaman la atención y, los más atrevidos, llegan a tal extremo que, formando un solo grupo, compuesto de toros, caballistas y personas de ambos sexos, se da lugar a un verdadero espectáculo, pintoresco en extremo y de más antigua raigambre de las fiestas tradicionales en esta localidad.
El espantar las reses es cosa natural todos los años y se suele hacer con la mejor intención de divertirse, dándose la circunstancia de que los mismos individuos que realizan el espantamiento, posteriormente intervienen para que dichas reses sean encerradas, lo que no ha sucedido el presente año, siendo de rumor público que, tan pronto se tuvo conocimiento que la corrida de toros que iba a ser lidiada el día cuatro era de un ganadero forastero, no se llegaría a encerrar, extendiéndose este rumor por toda la población, rumor que obedecía a que el Excmo. Ayuntamiento había contratado una corrida a un ganadero forastero, a un precio inferior al que otros labradores o ganaderos de esta socampana ofrecieron sus ganados, toda vez que aquel ganadero, don Miguel Alfonso Alfonso, vecino de Casillas de Flores, finalizó el contrato con el precio de 10.000 pesetas, desechándose las ofertas de los ganaderos de aquí, los cuales pedían 15.000 pesetas, por cuya causa de estar más en consonancia con los intereses del Ayuntamiento se formalizó elt rato con el ganadero Sr. Alfonso. Y, según el rumor público, se considera como una represalia la causa que motivó los hechos, y siendo precisamente estos ganaderos o labradores locales los que intervinieron en el desmandamiento de la corrida.
El hecho está demostrado, primeramente por varios señores que han sido testigos presenciales y, después, por sus manifestaciones indirectas, como es una conversación o discusión en uno de los establecimiento de bebidas de esta localidad sostenida el referido día cuatro por Eugenio Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, con unos individuos, en la que lamentándose estos de los perjuicios irrogados a los contratantes de los tablados, manifestó el citado Eugenio Sevillano que cada cual defendía sus intereses como podía y que, con ellos, no se metieran.
Páginas centrales de uno de los folletos de 1951 con el programa taurino
Se ha de añadir a lo expuesto que habiendo sido citados en esta Comisaría los tres hermanos apoderados ‘Panzas’ al objeto de tomarles declaración, una vez efectuada esta, les esperaba a su salida otro señor, llamado Antonio Cid, que, juntamente con ellos recorrió varios bares, comentando en los mismos que por sus declaraciones no aclararían nada y, por último, tras de la última espantada, el Sr. Cid se acercó a uno de los caballistas e irónicamente le propuso que fuera a buscarlos otra vez. No obstante, se ha de hacer constar que, hechas las oportunas gestiones acerca de si dicho señor hubiera podido tener intervención en la espantada de los toros, no dieron resultado positivo; sin embargo, existe la coincidencia de que uno de los criados del Sr. Cid, apellidado Cholla, ha tenido participación directa en la misma, llegando a tal extremo que, al ser sorprendido por su forma de proceder, contestó de mala manera y se vanagloriaba de ser uno de los que primeramente habían intervenido en el espantamiento.
Por todo lo expuesto, y por la labor realizada en los lugares donde ocurrieron los desmandamientos y en sus cercanías, se deduce la intervención directa y personal, corroborada con el testimonio de testigos presenciales del hecho, de los individuos que a continuación se detallan: Orencio Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 36 años, casado, labrador, con domicilio en la calle de Lorenza Iglesias, 12; Eugenio Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 34 años, casado, labrador, domiciliado en la calle de Santo Domingo, 31; Vicente Sevillano Vicente (a) ‘Panza’, de 32 años, casado, labrador, domiciliado en la calle de Santo Domingo, 7; Julio Alaejos Castaño, de 40 años, labrador, domiciliado en la calle de Cárcabas, 20; Jesús Vicente Ramajo, de 33 años, casado, carnicero, domiciliado en la calle de Los Caños, 21; Sebastián Iglesias Pulido, de 36 años, casado, domiciliado en Santo Domingo, 21; Ramón Blanco Alonso (a) ‘Pichoga’, cisquero, domiciliado en Tenerías; José Blanco Alonso (a) ‘Pichoga’, cisquero, domiciliado en la calle de José María del Hierro; José Cholla Lorenzo, de 21 años, jornalero, domiciliado en la plaza de Cristóbal de Castillejo; Hermenegildo Encinas Báez, de 60 años, camarero, domiciliado en Santa Clara, 57; Anacleto Pérez Blanco (a) ‘Furca’, de 48 años, hortelano, domiciliado en Huertas de Valhondo; Antonio Manuel Montero Montero (a) ‘Perita’, de 47 años, jornalero, domiciliado en Santa Clara, 41; Primitivo Zamarreño Jiménez, de 46 años, hortelano, domiciliado en Huertas de Valhondo; y Félix Martín Solitas, de 34 años, jornalero, domiciliado en la calle de Cárcabas, 23.
Un corredor en apuros durante el desarrollo de una de las capeas de 1951.            Foto Prieto
Para finalizar esta información, el jefe que suscribe hace constar que son los tres hermanos Sevillano Vicente y el Julio Alaejos, por su condición de labradores, los que se desenvuelven en una más amplia situación económica, siendo la de los restantes –unos más que otros- de límites más estrechos y modestos; debiendo significar también que uno de los ‘Panzas’, el Orencio, era parte en la oferta hecha al Ayuntamiento y que fue desechada, y los tres señalados por el rumor público no solamente como interventores activos, sino también como inductores para el espantamiento de la corrida del día cuatro del actual que ha motivado la presente información.
Dios guarde a V. muchos años. Ciudad Rodrigo, 27 de febrero de 1951. El comisario jefe, Bienvenido Pascual. Rubricado. Señor alcalde del Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad. Sello de la Dirección General de Seguridad.

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