lunes, 29 de diciembre de 2014

La iglesia de San Juan en el siglo XVII

Este templo mirobrigense del cuño de la orden hospitalaria, tiene su origen en el final del siglo XII al socaire de la creación y establecimiento de la Diócesis civitatense. La iglesia y parroquia de San Juan Bautista fue levantada en el solar que hoy ocupa el ala derecha de la Casa Consistorial y hasta que se contó con un inmueble específico para el Ayuntamiento, sus soportales y claustra sirvieron para dilucidar cuestiones municipales y administrativas. Después de las sucesivas desamortizaciones, el templo pasó a formar parte del inventario de bienes del consistorio rodericense hasta que se decidió su demolición para la ampliación de la Casa Consistorial a principios del siglo XX.

     Aunque la historiografía local ofrece pocas pinceladas sobre su génesis e historia posterior, hemos podido encontrar datos relevantes del estado y necesidades arquitectónicas de la iglesia de San Juan en el siglo XVII, en su segunda mitad. En ausencia de referencias arquitectónicas precisas del templo hospitalario, no resultaría aventurado aplicar las características básicas de la arquitectura románica a esta iglesia civitatense, basado en una serie de cánones comúnmente considerados y que, por la cartografía existente a partir del siglo XVIII, conectarían en ciertos aspectos con el primitivo templo sanjuanista.

En resumen, “en una iglesia románica generalmente el material constructivo es la piedra labrada en sillares[1] para construir edificios sólidos y evitar el peligro de los incendios. Los muros se rellenan con ripio. El arco es de medio punto, normal o peraltado. Para las cubiertas se utilizan la bóveda de cañón reforzada con arcos fajones para las naves centrales, la bóveda de arista para las naves laterales y la bóveda de un cuarto de esfera para los ábsides; sobre el crucero, la cúpula sobre pechinas o trompas. Sirven de soporte los muros muy gruesos, reforzados por contrafuertes exteriores; la columna, de capiteles variados y proporciones no clásicas y el pilar cruciforme. Los vanos son escasos y abocinados, más anchos en el exterior que en el interior. En la decoración son frecuentes los motivos geométricos (ajedrezado, puntas de sierra, bolas, zigzag…) y los arcos y bandas lombardas.
"Hay un claro predominio de la arquitectura religiosa. Las iglesias presentaban gran variedad de plantas; las preferidas eran la basilical, de tres naves, y la de cruz latina, en recuerdo de la pasión de Cristo en las iglesias de peregrinación, con crucero marcado y deambulatorio o girola -pasillo tras la cabecera que permite a los peregrinos visitar las reliquias-. La cabecera orientada hacia el Este está formada por ábsides semicirculares, con pequeñas capillas o absidiolos. Las naves presentan tribuna sobre las naves laterales y triforio abierto a la nave central, para albergar a los peregrinos. Una torre exterior, llamada cimborrio, ilumina el crucero y hay dos torres a los pies. El pórtico o entrada a la Jerusalén celestial, es abocinado con arquivoltas, y con vano con dintel sobre el que descansa el tímpano semicircular, apoyado en el parteluz[2]”.
La Plaza Mayor a finales del siglo XIX
Hasta aquí las referencias clásicas de un templo románico, que además, como el caso que nos ocupa, tendría elementos mudéjares en su construcción. De hecho, algunas de las sepulturas halladas en los últimos trabajos arqueológicos realizados y que, previsiblemente, son de la primera época, del periodo medieval, así lo apuntan; también podríamos englobar en esta línea el ábside, muy en consonancia con el conservado en la iglesia de San Pedro. Lo que no obedece a la descripción canónica se ciñe a los elementos y estructuras vinculados a un templo de peregrinaje, ya que la iglesia de San Juan Bautista estaba adscrita a una orden militar en la que primaba, sobre todo, la vinculación espacial a un territorio en expansión y que buscaba réditos y beneficios para la orden hospitalaria y sus beneficiados. Además, contamos con unos apuntes básicos, inéditos también, datados en 31 de octubre de 1665, que nos hacen una simple pero ilustrativa descripción de la iglesia de San Juan Bautista de Ciudad Rodrigo[3], al tiempo que nos confirman lo que ya suponíamos, que el templo fue progresivamente sufriendo deterioros –y posibles intervenciones, reformas o adaptaciones- hasta acabar arruinándose, lo que derivó en una reconstrucción prácticamente total entre los años 1663 y 1665, tal y como nos lo cuenta el propio prior, Matheo Sánchez Vallesteros, en uno de los apuntes de uno de los libros parroquiales –bautismos, de 1665 a 1693-.[4]
Firma del prior Mateo Ballesteros
Antes de esa intervención obligada, hubo algunas actuaciones para paliar la inminente ruina del templo hospitalario, como la que recogida por José Ángel García de Cortázar[5] referida a la situación de la iglesia de San Juan en 1540, “que es una de las principales que ay en esta ciudad e muy debota… Los visitadores obligan al comendador a invertir 27.000 maravedís en su reparo. El coste de la obra se amortizará con la dádiva de las autoridades concejiles: …los señores regidores de esta çiudad por la mucha devoçión que a esta iglesia tienen, dixeron e prometieron dar licencia para que de sus pinares e baldíos cortasen toda la leña, madera e tabla que fuere necesaria para la dicha iglesia del techo de ella.
Y también sabemos por la partida de defunción[6] de Pedro Hurtado de Mendoza, comendador de Valdespino durante tres años y benefactor del templo sanjuanista de Ciudad Rodrigo, que la iglesia de San Juan presentaba a finales del siglo XVI un ostensible deterioro. Hurtado de Mendoza  la puso en pie[7] ya que casi se caía, llevando a cabo una serie de mejoras en la iglesia: puso en orden la sacristía mandándola proveer de muchas cossas de que tenía necessidad y que ansí en ella como en todo lo que era necesso pa el seruicio de la missa uuiese gran limpieza; hiço a costa de la fábrica el altar de Nra Sra y a la suya un frontal y vestido de tela de oro azul; puso las cadenas y postes de piedra que están a la puerta de la yglesia; dio otro frontal de damasco blanco pa el altar de Nra Señora…
Plano de 1704 en el que se aprecia la disposición de la Plaza Mayor
El deterioro del templo, no obstante, continuaría sin remisión. Según el apunte referido de Matheo Vallesteros, firmado, como ya se ha dicho, en la víspera de la festiuidad de Todos los Sanctos, el prior y cura propio de la iglesia de San Juan Bautista señala que el día 19 de marzo de 1663, patrocinio de San José, se había arruynado y caído el templo hospitalario, asumiendo Matheo Vallesteros[8] su reconstrucción, como él mismo lo describe: El ldo fr. Matheo Vallesteros, del áuito de San Juo e indigno prior y cura propio de ella, la boluió a lebantar y azer de tres nabes, siendo antes muy pequeña, oscura y desaliñada; e hizo en ella todos los arcos que se ben de cantería, y el lienzo que sale al jardín y puertas y ventanas, y el arco de la tribuna y escalera de cantería; y debajo puso la pila del sancto baptismo, no la que avía de antes, sino otra muy mejor y en mejor sitio; e hiço cuanto se lee en la yglesia a su costa, con mucho desuelo y trabajo.
 En virtud de esta descripción, sabemos que la primitiva iglesia de San Juan era “muy pequeña, oscura y desaliñada”, lo que nos induce a pensar que podría tratarse de un pequeño templo, tal vez incluso una ermita, aunque esta posibilidad quedaría descartada si seguimos al prebendado Antonio Sánchez Cabañas, quien da relevancia a la iglesia al decir que, estando situada al Mercado Chico, fue antiguamente convento de clérigos rreglares de la orden militar de Rodas, como se demuestra en el claustro y vivienda que tenían[9], de lo que podría inferirse que la iglesia de San Juan Bautista sería la cabeza de un espacio conventual, aunque ni la cartografía al uso ni restos arquitectónicos así lo indique, al menos que hayan aflorado[10].
Plano de Robelin (1722) con la iglesia de San Juan señalada con la 'm'
En la inspección y asesoramiento de las obras intervino Juan González Salamanqués, en ese momento general de artillería en la frontera de Castilla la Vieja[11]. Matheo Vallesteros[12], como prior de San Juan, ordenó reconstruir su iglesia eligiendo la típica planta basilical, de tres naves, recurriendo a arcos de cantería y construyendo el lienzo que, a través de una puerta, salía al jardín, ubicado todavía en la trasera de la Casa Consistorial, y que se comunicaba con una puerta con arco de medio punto, todavía visible, y que ahora pertenece al inmueble gestionado por una entidad bancaria. En su día, como más adelante podremos apreciar en este blog, fue utilizado como cementerio público al carecer la ciudad de un espacio digno para sepultar a los vecinos. Además, como conocemos a través de las diligencias que se hicieron en 1667 a Pedro de Salamanca y Valderas[13], el licenciado Vallesteros, testigo en el auto, había comprado dos casas que llamaban de los Valderas y las avía fecho el prior Valderas, que las uvo menester este testigo para alargar la yglesia de San Juan y las compró este testigo a Joana Valderas.
El prior también dio más luz a la iglesia abriendo puertas y ventanas. En el interior construyó un gran arco sobre el que fue la tribuna, el coro de la iglesia que tenía acceso por una escalera –presumiblemente de caracol[14]- construida igualmente con piedra de cantería, colocando debajo una nueva pila bautismal, no la que avía de antes, sino otra muy mejor y en mejor sitio. En efecto, la pila bautismal sustituida, lejos de desmerecer a los ojos del celoso prior, tenía una especial relevancia para la historia civitatense. Sánchez Cabañas en su historia mirobrigense[15] señala que la iglesia de San Juan venía utilizando por “pila de agua bendita” una “piedra” con la siguiente inscripción: Caesar augustus Pontif. Max. Trib. Potest. XXVIII. Cons. Pater Patr. terminus Augt. inter Mirob. val. ut et Salmt. De ella, según el capellán civitatense, hacía mención Juan Basco en su crónica general de España, señalando el capítulo X; y ambos destacaban que había sido descubierta sobre 1557 al cambiar de ubicación las Tres Columnas y asentarlas en la Plaza Mayor, junto a la extinta iglesia de San Juan. Las inscripciones fueron copiadas en su día por el escritor y regidor mirobrigense Feliciano de Silva y colocadas en piedras lapidarias en la estructura del citado monumento, mientras sabemos que de las originales, son la susodicha que se utilizó para soportar la pila bautismal de San Juan y las dos que se llevaron, para el mismo fin, a la Catedral, colocándose en el trascoro.[16]
Planta de la iglesia de San Juan en el siglo XIX, según el proyecto de Joaquín de Vargas
La nueva pila bautismal de la iglesia de San Juan no fue, sin embargo, una pieza de nuevo cuño. Al contrario, si era muy mejor tal vez fuera por la historia que atesoraba –una piedra famosa en tiempos de las guerras de Portugal[17], conflicto de secesión desarrollado entre 1640 a 1668- y los esfuerzos por traerla a Ciudad Rodrigo desde Castillejo de Martín Viejo[18]. Así nos lo cuenta el prior Vallesteros en una advertencia que hace en el libro de bautismos de la parroquia en 1665. Afirma que la colocó debajo de la escalera que subía al coro tras obtener licencia del obispo, Antonio Castañón, para recuperar la pila que se encontraba en el campo perdido del lugar de Castillejo de Ernán Viejo. Para ello precisó un convoy de caballería por estar muy encendidas las guerras con Portugal, y costó mucho. Todo fue bien hasta que el licenciado Pedro de la Gándara, beneficiado de Castillejo de Martín Viejo, una vez sellada la paz con Portugal, solicitó la reintegración de la pila bautismal, originándose una pequeña disputa que se zanjó ante los riesgos de llebarla y quebrarse. Con la correspondiente licencia del provisor y tras los oportunos autos, el beneficiado de Castillejo se conformaría con una ayuda para componer la yglesia de Castillejo, cifrada en 500 reales, lo que supondría que la pila bautismal sería asignada definitivamente a la iglesia parroquial, tras los oportunos rango, benta y traspasación a fabor de la parrochia de San Juan, una trasferencia que se hizo ante el escribano Diego López de Miranda en 1669.
El afán de perpetuidad, también de protagonismo, algo habitual en la ejecución de las obras públicas o privadas en aquellos tiempos, quedaría reflejado en una inscripción colocada en un lugar preeminente del nuevo templo sanjuanista, en la que el promotor, el prior Matheo Vallesteros, señalaba con letras labradas en una pieza de cantería lo que había realizado, tal y como significa en el apunte citado: E hiço cuanto se lee en la yglesia a su costa, con mucho desuelo y trabajo. Un pedazo de aquella inscripción fue hallado en el seguimiento arqueológico realizado en las obras de reforma y adaptación de la Casa Consistorial hace unos años, en la que puede leerse lo siguiente: “NTO LA A… EL PRIOR… BALLEST… DE 16…, una leyenda esculpida en cuatro líneas y que ahora puede verse en el zaguán del Ayuntamiento.
Sin embargo, el empeño reconstructivo del citado prior no quedaría ahí. También emprendió la obra para construir una nueva sacristía, que no terminó en vida, tal y como se recoge en la partida de defunción de Matheo Vallesteros, en donde se afirma, en la controversia sobre el destino de sus bienes, que tenía comenzada la obra de la sacristía,[19] una empresa que, según los apuntes del Libro de cuentas de fábrica y visitas de la iglesia de San Juan[20], aún continuaba con sus mejoras en el siglo XIX, porque en 1802 y 1803 se libraron mil seiscientos veinte y cinco rs de las obras hechas en la yglesia, enlosado de la sacristía, abrir y zerrar las puertas del corral, muda de caxones, compostura de ellos, puerta del corral y de las alazenas, bidriera y barrones [sic] de la ventana que se abrió en la nueva sacristía, incluso carpintero y herrero…Y en este momento también se registra en el citado libro sendos apuntes de doscientos ochenta y dos rs que costó el saque y porte de la piedra para el enlosado de la sacristía nueba, que era antesacristía…, trescientos treinta y dos rs vn que pagué por la labra y asiento de la piedra del enlosado de dha sacristía, como consta de recibo y en que fue ajustado por el sr prior…, ciento noventa y siete rs y medio que pagué a los maestros y peón por abrir y cerrar las puertas de las sacristías que dan al corral…, treinta rs que pagué a Franco Moraleja por sacar y limpiar el escombro de toda la obra por los días qe estubo…, veinte y nueve rs y veinte y quatro mrs vn que pagué al borriquero Alberto Silba por el porte de ladrillos, cal y arena para la obra…, quatrocientos cinquenta y seis rs que pagué a los carpinteros por muda y componer la caxonería de la sacristía, hacer la puerta nueva del corral, las de las lazenas de la sacristía y arreglar las puertas de una a otra sacristía, y la que da a la a la iglesia, en que se incluien ocho fanegas de cal que se pararon a Dn Josef Sánchez, medio racionero de la cathedl, que havía prestado para la obra…, Noventa rs que pagué al herrero por el herraxe para caxones, puertas y demás que se ofrecía…o los quarenta y cinco rs que costó la vidriera que se puso a la ventana de la sacristía nueba…
Como mero complemento anecdótico, encontramos una referencia a las obras de la sacristía de la iglesia de San Juan en el vejamen incluido en la publicación que recopilaba el certamen poético organizado para la dedicación de la capilla erigida por el linaje Pacheco a San Andrés. Afirmaba el fiscal Diego de Ares[21] sobre el templo de San Juan que era una iglesia vieja, y con una sacristía nueva que no se usa, y para festejar a la capilla ‘pacheca’ tiene un campanario que dança al son de una sarta de caxcabeles que le sirven de campana[22].
Aunque es exigua la documentación que existe –publicada- al respecto, de esta época, segunda mitad del siglo XVII, tenemos constancia de algunas advocaciones y cultos que se registraban en la parroquial de San Juan y que, incluso, tenían espacio propio en forma de capillas regidas, en ocasiones, por cofradías homónimas. Es el caso de la Cofradía de las Benditas Ánimas de Purgatorio del Señor San Juan, fundada en 1666[23] y ratificada en sus ordenanzas por Francisco Suárez de Medina, provisor y vicario general de Ciudad Rodrigo y su obispado, el 27 de julio de 1676[24]. Estaba advocada y veneraba al Santísimo Cristo, creando una capilla con todos los ornamentos y, como referencia, la imagen del Crucificado, cuya talla está datada, según Herrero Durán, en 1703, conservándose aún en la parroquial de San Pedro-San Isidoro[25]. Contaba con un retablo, datado en 1738, y que fue trasladado también al citado templo mirobrigense como consecuencia de la reorganización parroquial de 1842 y colocado inicialmente en la nave del Evangelio hasta que fue retirado y reducido a dos credencias



[1] En su tiempo, siglos XVI y XVII, especialmente, fueron famosas las denominadas Canteras de San Juan, de las que Hernández Vegas refiere que “estaban en lo que llamamos ahora ‘Huerta del Piojo’ (antes de Almaraz), y se llamaban así porque esta huerta era propia de una obra pía fundada en la parroquia de San Juan por Esteban Sánchez, alguacil mayor de Ciudad Rodrigo”. Ibídem, Tomo II, pp. 169-170, nota al pie.
[2] Descripción extraída de un recurso electrónico sobre la arquitectura románica en la dirección: http://www.wikillerato.org/La_arquitectura_rom%C3%A1nica:_Caracter%C3%ADsticas._Iglesias_y_monasterios..html
[3] Archivo Diocesano y Catedralicio. Libro de bautismos, visitas y confirmaciones de la parroquia de San Juan Bautista, 1645-1693. Folio 84r.
[4] Ibídem: Para gloria de Dios, Nro Sr y de su santíssima madre, María, madre y señora nra; y del glorioso San Juan Baptista, percursor del Señor y patrón desta su parochia en la plaza de Ziudad Ro. Aviéndose arruynado y caído la dha yglesia en diez y nueve del mes de março de mil y seiscientos y sessenta y tres años, día de la festividad del glorioso patriarca San Josseph, el ldo fr. Matheo Vallesteros, del áuito de San Juo e indigno prior y cura propio de ella, la boluió a lebantar y azer de tres nabes, siendo antes muy pequeña, oscura y desaliñada; e hizo en ella todos los arcos que se ben de cantería, y el lienzo que sale al jardín y puertas y ventanas, y el arco de la tribuna y escalera de cantería; y debajo puso la pila del sancto baptismo, no la que avía de antes, sino otra muy mejor y en mejor sitio; e hiço cuanto se lee en la yglesia a su costa, con mucho desuelo y trabajo. Y oy, que se cuentan treinta y un días del mes de octubre de mil y seiscientos y sesenta y cinco años, víspera de la festiuidad de Todos los Sanctos, y después de dhas vísperas, se comenzó a baptiçar en la pila nueba, puesta en sitio nuevo. Suplícase a los priores le encomienden a Dios por lo mucho que a trabajado.
[5] GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, José Ángel. Del silencio de la Cartuja al frago de la orden militar. Aguilar de Campoo, 2010, pp. 216-217.
[6] ADCR.Libro de los niños que se bautiçan [en] la parrochia del señor San Joan desta Çibdad Rodrigo, siendo prior Della el Ldo Fre Antonyo Linares, vo desta dicha Çibdad Rodrigo, y comendador de la dicha yglesia de la encomyenda de Valdespino el señor Fernán Nyeto de Pineda [fray Fernando de Pineda Paniagua, hijo Juan Pineda Paniagua y de Isabel Nieto, participó posteriormente en la batalla de Lepanto], vo de la ciudad de Plasencia. Comenzose en 28 días del mes de setiembre de 1596 años. Este libro de bautismos cuenta también con partidas de defunción y matrimonio.
[7] Ibídem, fol. 109r: Po Hurtado de Mendoça, comendador de Valdespino, celosíssimo de la honrra de Dios y puntuaíssimo en las cossas del culto divino, fue comendador desta dicha encomienda tres años en los quales puso en pie la yglesia de señor San Joan, de su encomienda, que casi se caía; puso en orden la sacristía mandándola proveer de muchas cossas de que tenía necessidad y que ansí en ella como en todo lo que era necesso pa el seruicio de la missa uuiese gran limpieza, hiço a costa de la fábrica el altar de Nra Sra y a la suya un frontal y vestido de tela de oro azul; puso las cadenas y postes de piedra que están a la puerta de la yglesia; dio otro frontal de damasco blanco pa el altar de Nra Señora; y finalmente su entretenimiento de noche y de día era tratar del seruicio de Dios y adorno y limpieça de su yglesia en estos y otros santos ejercicios. Murió a primo del mes de março a las seis de la mañana, año de mill y quinientos y novta y siete. Enterrose en San Joan; acompañaron su intierro los religiossos de todas las órdenes, cabildo de la villa y otros muchos sacerdotes. Hiçose su nova en nueve días, ardiendo cada día destos doce hachas en quanto se decía una misa cantada con su responsso, la qual decían por su orden los religiossos y sacerdotes referidos.
[8] Este clérigo firma como prior de esta iglesia mirobrigense desde enero de 1648 y deja de hacerlo el 9 de julio de 1676.
[9] SANCHEZ CABAÑAS, Antonio. Historia civitatense. Diócesis de Ciudad Rodrigo, Salamanca, 2001, pág. 159.
[10] Cabe señalar que en las inmediaciones de donde se encontraba la iglesia, en la confluencia de la calle de los Gigante con la de San Juan, al derribar un edificio y socavar en el terreno, aparecieron numerosos restos arqueológicos que no fueron estudiados ni inventariados al no contar la obra con la pertinente prescripción arqueológica, restos que pudieran haber aclarado la entidad del espacio conventual, si es que realmente existió. Por otra parte, existe en las inmediaciones del solar donde estuvo la iglesia sanjuanista una casa con una heráldica que nos llevaría a pensar que se trata de la casa del prior, ubicada en la rinconada de la calle Correo Viejo.
[11] AHMCR. Libros de acuerdo. Sesión del 16 de mayo de 1665: …porque a dicho Sr. D. Martín le dijo el licenciado Sr. Mateo Ballesteros, prior de San Juan, en presencia del Sr. D. José de Soria y del Sr. D. Cristóbal de Jaque, que dos o tres días antes que entrase el enemigo, estando el Sr. Juan Salamanqués viendo la obra de San Juan, le dijo que estaba con mucho cuidado porque el enemigo tenía muy gran junta…
[12] ADCR. Libro de defunciones de la parroquia de San Juan Bautista, 1663-1700. Fol. 51 r. Partida de defunción de Matheo [Sánchez] Ballesteros: En la ciud de Ciud Ro, a trece días del mes de septe de mill y seisos y settenta y seis años falleció el ldo fr. Matheo Ballesteros, prior de la parrochia de S. Joan. Otorgó su testamento ante Augn López de Miranda, essno desta ciud, pr el qual mandó doscientas misas a cada uno de los convtos desta dha ciud, doscientas a la cathedral della, otras doscientas misas al convto de mercenarios descalzos de la ciud de Salama, y que su cuerpo se enterrase en dha parrochia en la sepultura que tenía a la entrada de la puerta principal. Hicieronsele los tres oficios de entierro, nouena y cauo de año, y en cada uno dellos a diez y siete misas rezadas, y demás doce de yndulga, y que se le llebase de ofrenda dos fs de tro y tres cántaros de vino, y se ofrendasen los domingos y días de fiesta con dos panes y se le dijese su misa, lo qual sea cumplido excepto las misas de las comunidades que pr hauer pleyto pendiente entre el comenor de S. Joan, Dn Joan de Berzosa y Codina, que pretende ser su heredero pr priuilegio de su horden pr hauerle reuocado la liza que le tenía dada pa testar; y en virtud della hauer otorgado antes deste otro testamento ante el dho essno en el año de seisos y settenta y dos y dudarse quál a de ser válido; y los testamentarios del último, que fueron dho comenor, Andrés Hernanz del Corral, familiar del sto oficio, y el ldo Dn Pedro Balderas, no se an cumplido dichas misas y legados que dijo asta que se declare por hauer dejado en el último pr heredera a la igla de S. Joan y tener comenzada la obra de la sacristía, y dijo que se declarase se pondrá en esta partida. Ajustose la duda de los testamentos referidos por los sres Dn Franco Suárez de Medina, prouisor y vicario gl desde obpado, y Dn Benito, el prl canóno penitenciario de la sta igla Cathedral, juezes de las partes, en que se cumpliesen las mill y doscientas misas que pr el último testamento dejó mandadas, y que de las religiosas del conto de las descalzas se le diesen a cada una cinquenta ducados y al ama trecientos rs; y a una niña, cinquenta ducados; y Andrés Hernánz lo que pr dho último testamento dejó declarado. Y que pagado todo el funeral, lo demás que quedase, así de vienes muebles como granos y deudas, lo llebase el dho Dn Joan de Berzosa, como tal heredero que era del dho prior. Y el suso dho dio satisfación a todos, y en su uista dio pr libres a los testamentarios del cumplimiento dellos por quanto las dhas mill y doscientas misas entraron en la collecturía genl deste obpdo. Y lo fa ut supra. Don Raphael de Liñán y Vera. [Acompañan dos rúbricas].
[13] SALAZAR Y ACHA, María Paz. Anales…, pág. 165
[14] Según la planta que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo y que publican NIETO GONZÁLEZ, José Ramón y PALIZA MONDUATE, María Teresa en Arquitecturas de Ciudad Rodrigo, Imp. Gráficas Varona, 1994, pág, 54.
[15] Opus cit. Ed. Verdi, pp. 9 y 17.
[16] Ibídem, pág. 17: “Está puesta esta piedra por pila de agua bendita en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, y de ella hace relación Juan Basco en su crón. de España, cap. 10… El ser tres columnas daba a entender, que por tres partes se estendían los términos de Miróbriga, estando asentadas en forma triangular, como se ven ahora,, para denotar cada una estas tres partes, coronadas con tres piedras y por adorno chapiteles, dos de las cuales sirven de pila de agua bendita en la Santa Iglesia catedral, en los dos pilares del trascoro”.
[17] Archivo Diocesano y Catedralicio. Libro de bautismos, visitas y confirmaciones de la parroquia de San Juan Bautista, 1645-1693. Folios 83v. Dice así el apunte del prior Matheo Vallesteros: La pila del sancto baptismo questá debajo de la escalera de cantería que sube a la tribuna. Esta pila de piedra, famosa en tiempo de las guerras de Portugal, con licencia del señor obispo, don Antonio Castañón, se trajo del campo perdido del lugr de Castillejo de Ernán Viejo con mucho conboy de la caballería por razón destar muy encendidas las guerras con Portugal, y costó mucho. En aciéndose las paces el ldoPedro de la Gándara, venefficiado de dho lugr, pidió la pila y por los riesgos de llebarla y quebrarse, con licencia del sr probisor y auctos que se hicieron, le di a dho venefficiado para ayuda a componer la yglesia de Castillejo quinientos rs, y rango, benta y traspasación a fabor de la parrochia de San Juo y prior de ella ante Diego López de Miranda, escrivano en el año de mil y seiscientos y sessenta y nuebe. Pónese aquí esta advertencia.
[18] El prior denomina a esta localidad Castillejo de Ernán Viejo.
[19] Ver nota 61.
[20] ADCR. Libro de cuentas y visitas de la iglesia de San Juan, 1787-1842.
[21] Diego Ares de Bahamonde, agustino. Lector de teología en el convento de San Agustín de Ciudad Rodrigo. Fue también calificador de la Inquisición.
[22] DÁVILA, Tomás. Epinicio sagrado. Certamen olympico áureo, en la solemne dedicación de la insigne capilla que al glorioso apóstol S. Andrés, patrón de su Casa de Cerralvo, erigió... Francisco Pacheco, primer arzobispo de Burgos... Salamanca, impr. Lucas Pérez, 1687, pág, 470.
[23] El investigador guinaldés Agustín Herrero Durán significa su fundación en 1666: “Los sufragios por los difuntos se intensificaron con las cofradías de Ánimas fundadas en la parroquia de San Juan Bautista en 1666 y en la Catedral diez años después”, en Historia de las parroquias mirobrigenses. Religiosidad. Documento electrónico http://sapiens.ya.com/soft27/parroquias.htm  [consulta 30 de noviembre].
[24] ADCR. Libro de cuentas de la cofradía de las Ánimas. En un apunte se afirma: En la ciudad de Ciudad Rodrigo, a veinte y siete días del mes de julio de mil y seiscientos y setenta y seis años su md el Sor Lizdo D. Franco Suárez de Medina, provisor y vicario genl de esta dha ciudad y su obispado. Habiendo vistto estas ordenanzss y la Cofradía de las Venditas Ánimas de Purgatorio que por muchas personas devotas vecinas de estta ciudad, de que se ha dado a su md memoria, se ha fundado y establecido en la parroql de Sr Sn Juan Bautista, intramuros de esta ciudad, con la imbocazn y patrocinio del bendito Santo, por ante mí, el notario, dixo su mrd que aprovaba, y aprovó, confirmaba, y confirmó, dichas ordenanzas en quanto es necesario y ha lugar en dro, y las daba y dio pr buenas y ajustadas, y de loable instituto, y mandava, y mandó, se guarden, cumplan y ejecutten en todo y por todo, segn y como en ellas está expresado y ordenado, y so las penas en ellas impuestas, y que se da facultad para que se impongan con que no sean excesivas, ni puedan pasar de seis ducados arriva la maior, sin intervenzto y aprobación del ordinario; y con que las nuevas ordenanzas que se fueren haciendo para el mejor gobierno y conservación de esta dha cofradía no se use de ellas en manera alguna sin que primero se traigan a reconocer y aprovar.
[25] HERRERO DURÁN, Agustín: Historia de las parroquias.... “Pocos días después [finales de 1842] dicha cofradía [Ánimas de San Juan] realizó su traslado [a la parroquia de San Isidoro] con el retablo, en que se hallaba la imagen del Santo Cristo de las Ánimas. Se colocó a los pies de la nave del Evangelio. El Crucifijo había sido construido en el año 1703 y el retablo en 1738; seis años después fue dorado por Diego Enríquez, dorador salmantino. Este Cristo, destruido el retablo en 1940, pasó a la sacristía y actualmente preside el ábside mudéjar; aún se conservan restos de dicho retablo en dos mesas credencias. La catalogación artística hecha en la última década del pasado siglo data la imagen como perteneciente al último tercio del siglo XVI; si esto fuese así, tal Cristo no podía ser el de Ánimas. Sin embargo lo es, pues son varios los testigos, que lo conocieron en dicho retablo y posteriormente en la sacristía. Además no lleva corona de espinas y el de la cofradía de Ánimas tampoco la tenía, por lo que en 1790 se hizo para él una corona de plata vendida en 1860 por 226 reales para hacer un pendón negro. Otra razón es que se sacaba en procesión por 1789 sobre unas andas, y dicha imagen muestra bien los desperfectos del pie de la cruz a causa de su clavado a las andas. Podría argüirse que entre 1842 y 1940 pudo haber un intercambiado de lugar de los distintos crucifijos, pero dicho supuesto es imposible para el de la Misericordia (cofradía del Santo Cristo de la Expiración, vulgo del Silencio), que tampoco tiene esculpida corona, porque sus medidas superan a las que tenía dicho retablo, ni para el de la Buena Muerte, porque este sí tiene corona esculpida. Este último Cristo procede de la Iglesia de San Agustín. Pertenecía a la familia de los Arias, y por esas mismas fechas, retirado todo el culto con la exclaustración de los agustinos, D. Juan Arias construyó para él un retablo en la iglesia de San Pedro con escudo familiar y leyenda Cristo de la Buena Muerte. Fue colocado a los pies de la nave de la Epístola. Hasta la última restauración de la iglesia, en que desapareció dicho retablo, tenía una placa acreditativa de su restauración en 1887 por el historiador D. Dionisio Nogales Delicado, nieto político de D. Juan Arias. Actualmente se halla este Cristo en el mismo lugar sobre el lienzo de la pared”.

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