domingo, 14 de diciembre de 2014

Galería de ilustres mirobrigenses: José Cascón Martínez

Ciudad Rodrigo, obviando cualquier prurito, puede vanagloriarse de contar entre sus vástagos con relevantes personalidades, mirobrigenses ilustres que, con el paso de los años y generaciones, han ido engrosando la inexplicable nómina del olvido. Personajes que gestaron, en las variopintas ramas de la sabiduría y la acción, incuestionables méritos para ingresar en una hipotética galería de rodericenses excelsos. Uno de ellos es, sin duda, y con el que queremos continuar con esta relación reivindicativa -la nómina, además, se nutriría en su base con los artículos dedicados en este blog al ingeniero militar mirobrigense Juan Martín Zermeño, a los eclesiásticos Cristóbal García Guillén de Paz y Esteban Pacheco Centenares o al promotor del PSOE Casimiro Jacobo Muñoz Matilla-, el ingeniero agrónomo José Cascón Martínez, alcalde que fue de Ciudad Rodrigo entre el 1 de julio de 1891 y el 31 de diciembre de 1893, a quien en su momento, tras su muerte, se le dedicó una calle, la sempiterna Rúa del Sol, en acuerdo corporativo gestado el 2 de diciembre de 1932 y que quedó anulado tras el golpe de estado del general Franco y su conversión en epónimo con la designación de esa vía con el apelativo del Generalísimo.

            La figura de José Cascón, nacido en Ciudad Rodrigo en 1852, traspasó con mucho el ámbito geográfico local y provincial. Fue un ilustre mirobrigense reconocido por su sabiduría en la materia en la que se formó y que dominó como nadie. Su labor sigue siendo reconocida en España con la permanencia de un premio de investigación sobre ingeniería agronómica que lleva su nombre. Pero en Ciudad Rodrigo, como ocurre con tantos otros destacados personajes mirobrigenses, José Cascón sigue siendo un perfecto desconocido en el acervo local, pese a haber sido, entre otras muchas iniciativas que abanderó, uno de los promotores –junto con Toribio Cáceres y Clemente de Velasco- de la construcción de la presa del Águeda, el pantano cuyas obras se iniciaron en julio de 1925 tras décadas de gestiones infructuosas.
José Cascón Martínez
            A la muerte de José Cascón, ocurrida en Ciudad Rodrigo el 27 de abril de 1930, la Dirección General de Agricultura publicó un voluminoso libro que recogía una amplia selección de los trabajos realizados por este ilustre mirobrigense en los campos de la agricultura y ganadería, una labor de investigación y difusión que venía a colocar en su sitio a este fecundo personaje mirobrigense, para quien, tras su muerte, la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos pidió, también como póstumo homenaje, la colocación de una lápida en la casa donde nació, una solicitud que fue despachada por la corporación rodericense con el tímido acuerdo de pedir permiso al propietario del inmueble en cuestión.
            Sirvan estas pinceladas biográficas para reivindicar la figura de este hombre de acción, un verdadero referente en la historia de la agronomía nacional, como en su día, en la publicación señalada como homenaje póstumo, fue resaltado por Juan Díaz Muñoz, presidente en 1934 de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos, en una necrológica que sirvió de introducción al compendio selectivo de los trabajos realizados por este insigne mirobrigense. Al considerar que servirá de ilustración para aquellos que quieran acercarse o profundizar en el conocimiento de esta egregia personalidad local, con notoria y evidente proyección nacional, inserto a continuación el aludido texto biográfico rescatado de la susodicha publicación:
            Una vez más se ha repetido el hecho. Los hombres a quienes más debe la patria, los que sólo se preocupan de trabajar con tenacidad, desinterés e inteligencia tales que saltan por encima de los obstáculos y falta de medios que en las esferas oficiales encuentran, y ofrecen al final de su vida una aportación positiva al conocimiento y resolución de los grandes problemas nacionales, desaparecen sin que el país conozca lo que a ellos debe, que sólo trasciende a la esfera de sus discípulos y compañeros. Este es el caso del ilustre ingeniero agrónomo D. José Cascón.
Portada del libro homenaje al ingeniero agrónomo
       Fue Cascón uno de los hombres que más apasionadamente han consagrado su actividad y su inteligencia a la tierra y a sus trabajadores. Fue un luchador, un enamorado del campo, un verdadero apóstol de la agricultura, conocedor como pocos del problema agrícola castellano y castellano viejo él, todo franqueza y corazón. Nada extraño tiene que su palabra, su ejemplo, su consejo y visión clara de las cosas hayan tenido eco tan difundido entre aquellos con quienes convivió.
            En contacto constante con el labriego, penetra en su vida y conoce sus estrecheces, sus problemas. Nace de ello su interés por los problemas económicos y sociales de nuestra agricultura y los cultiva y enfoca con tal claridad y tino, que no pocos de sus escritos sobre estas materias tienen hoy, si cabe, una mayor actualidad que en el momento de publicarlos, por la urgencia e intensidad con que acucian hoy los problemas que plantea la reforma agraria del campo español.
            La labor de D. José Cascón ha sido formidable. Terminó sus estudios en la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos de la Moncloa en el curso de 1874-75, y sus primeras publicaciones, producto de los años mozos de experiencia profesional transcurridos en los campos salmantinos, versan sobre variedades de trigo y crédito agrícola. Ya entonces merecen la atención de los poderes públicos y se le adjudica un galardón por su memoria sobre este último tema. Entra en el servicio del Estado y, después de dejar honda huella de su paso por varios puestos a que se le envía en las provincias de Santander y Soria, y de redactar el proyecto de la Granja Experimental de Valladolid, llega, en I905, a Palencia, con la misión de crear la Granja Agrícola. Los once años que la dirigió son la médula de su labor agronómica.
            Llega a la Tierra de Campos. El secano tenía sus problemas de sequía, abonos, maquinaria, etc., sin resolver y agudizados porque la ganadería lanar de la comarca sólo era motivo de preocupación y pérdidas para el labriego.
            Cascón estableció experimentalmente los fundamentos del cultivo de secano y la razón de ser del barbecho, rehabilitando nuestro cultivo tradicional y anticipándose a los trabajos de los agrónomos norteamericanos sobre el dry- farming.
            Como problema fundamental del campo español señaló el funesto divorcio de la agricultura con la ganadería y la imprescindible necesidad de aumentar el peso vivo mantenido por hectárea, mediante la producción de forrajes.
Convocatoria actual de los premios 'José Cascón'
            Resuelve de este modo el problema de la producción del estiércol que necesitan nuestras tierras de secano, tan pobres en materia orgánica.
            Estudió allí también, y resolvió, los problemas de la alimentación animal como base de mejora de la ganadería. Dio normas sobre las diferentes clases de ganado, dedicando especial estudio a la oveja churra de Tierra de Campos, por ser el ganado lanar el adecuado para las altas mesetas castellanas. De estas materias se ocupa uno de sus mejores libros: «El estiércol y la alimentación animal».
            Fue en Palencia también donde, continuando trabajos iniciados en Ciudad Rodrigo, estudió a fondo el problema triguero, ensayando diversas variedades de trigo y mejorando las más aptas para aquella comarca. Y allí encontró soluciones a los principales aspectos del cultivo cereal: siembras, labores, alternativas y abonos.
            Al terminar su gestión al frente de aquel centro, estos problemas estaban resueltos, gracias a la tenacidad y energía con que a ellos se dedicó el agrónomo benemérito.
            Su labor prodigiosa no se limita a esto. Cascón estaba siempre haciendo agricultura. Trabaja y escribe sobre regadío, vides y vinos, cultivos forrajeros, ensilaje y henificación. En una palabra, sobre cuantas facetas puede ofrecer la ganadería y la agricultura de las regiones castellanas. Sus monografías sobre los sistemas de explotación característicos de éstas están llenas de interés y de enseñanzas. 
       Pasó sus últimos años de vida oficial activa en la Junta Consultiva Agronómica y, cuando la edad le impone la jubilación, se retira a su querida Ciudad Rodrigo. Allí lee, escribe y sigue preocupándose de la agricultura, hasta sus últimos días, con el fervor y entusiasmo de siempre.

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