viernes, 17 de abril de 2015

Galería de ilustres mirobrigenses: Beatriz Pacheco Maldonado

Seguiremos nutriendo la nómina de ilustres mirobrigenses con unas pinceladas sobre la figura de una mujer del siglo XVI, una noble dama que dejó su impronta, que no pasó desapercibida para la sociedad rodericense. Beatriz Pacheco Maldonado, hija de Juan Pacheco -quinto señor de Cerralbo- y de Catalina Maldonado -noble familia salmantina- fue la fundadora del convento de Santa Cruz, que se hallaba extramuros. Gracias a la donación del obispo Juan Tavera, nuestra protagonista pudo fundar en 1517 un monasterio de religiosas agustinas aprovechando la donación de la iglesia de la homónima iglesia de Santa Cruz, que en su momento llegó a ser parroquia, pasando después a depender del extinto convento de Nuestra Señora del Columbario -asentado cerca del agregado de Ivanrey, en el paraje conocido como Palomar, topónimo relacionado con la citada orden religiosa-.

   Distintos avatares sufrió nuestra ilustre dama en su vida familiar y monástica, llegando al extremo de ser envenenada en el propio convento por una esclava negra a la que había prometido la manumisión, para acelerar de esta forma, debió urdir ella, su libertad. No quiero glosar lo que sobre Beatriz Pacheco se ha escrito. Prefiero, como ya he apuntado en otras ocasiones, dejar que sea otra firma quien cuente la vida y obra de esta ilustre mirobrigense. En esta ocasión seguiremos la pluma del fraile Sebastián de Portillo en la biografía insertada en la Chrónica espiritual agustiniana, que vio la luz en 1651. Nos cuenta este agustino que la muy ilustre, y virtuosíssima señora doña Beatriz Pacheco, fue hija de nobilíssimos padres, y de la casa de los marqueses de Cerralvo, tuvo aventajadas partes, y prendas, assí naturales, como sobrenaturales: fue muy liberal, caritativa, y limosnera. Casáronla sus padres, y aunque no era ella su inclinación, sino el ser religiosa, como se coligió fácilmente de su virtud, retiro, y recogimiento, con todo esso les obedeció: pero quedó por cuenta de nuestro Señor, a quien deseaba consagrarse en el estado de religiosa, el bolverla a poner en estado, que lo pudiesse hacer. Seis meses estuvo desposada, y al cabo de ellos se veló, y casó, porque el matrimonio no duró más que otro tanto: porque passados otros seis metes, quedó viuda, y muy contenta, para poderse dar del todo a nuestro Señor, como lo hizo.
Tocado de las religiosas del convento de Santa Cruz
Luego que fe vio libre del matrimonio temporal, trató de contraer otro, que fuelle eterno, haciéndose esposa de JesuChristo. Para esto trató de gastar toda fu hacienda en la fabrica, y dotación de un Monasterio, y entrarse a ser monja en él: y, porque era muy devota de la Passión de Christo, y de fu santíssima Cruz, aunque avía comprado unas casas dentro de las murallas de Ciudad Rodrigo, las bolvió a vender, y edifico fuera de ellas el convento, de suerte, que la Iglesia cogiesse el sitio de una ermita de la Cruz, para que se quedasse con la misma invocación, y título de la Santa Cruz. Compró muy bastante, y capaz sitio para el convento, y fe mostró tan liberal, y magnánima, que aunque gastó en él, y en la dotación toda su hacienda, no la quiso dexar con carga, ni de un responso, ni un avemaría.
Luego que pudo acomodar vivienda bastante, para que pudiessen entrar en el nuevo convento las religiosas, trató de lo tocante a la fundación, y demás cosas necessarias. Era muy devota de nuestro padre San Agustín y assí quiso, que fuesse de su orden, aunque la vocación de la casa, por la devoción que tenía a la Cruz, fe la dedicó. Para acertar en todo, comunicó sus deseos, y determinación con los padres mas graves de la provincia, que entonces se conocían: y oy ay en aquel convento cartas de algunos, en que la decían las condiciones, con que avía de afrentar la vivienda de las religiosas, para que permaneciessen en la virtud, y recogimiento, que ella desseaba: y con estos pareceres, y consejos santos, efectuó su fundación en otros seis meses de viuda.
Para assentar la religión truxo fundadoras de los conventos de Ávila, y Madrigal, aunque estas se bolvieron luego, y solas las de Ávila permanecieron. Passados los seis meses (como se ha dicho) señaló día para la dedicación de aquel templo, que deseaba, ofrecer a Dios: y aparejado todo lo necessario, se passaron las religiosas, llevándolas en processión desde la Iglesia Mayor, el obispo, y Cabildo, con todas las religiones, y toda la nobleza de aquella ciudad; y la santa fundadora iba en medio de la processión, con vela encendida en las manos: assí llegaron a la iglesia, y el obispo, y Cabildo puso el Santísimo Sacramento en el Altar Mayor, y ella quedó con sus monjas gozossísima de aver hecho aquel servicio a nuestro Señor, y consagrándose a él.
En tomando esta santa fundadora el hábito, fueron entrando monjas, que a porfía la querían seguir: porque la fama de su virtud, y el exemplo, que a todas dio su santa resolución, fue grande. Por aquellos primeros tiempos ilustraron este convento con sus santiísimas vidas, y virtudes muchas, y muy nobles religiosas, de las quales referiré algunas, de que tengo noticia, como son las señoras Catalina de Toledo y Pacheco, hermana del cardenal Francisco Pacheco, María Enríquez, y Ana de Toledo, hijas de los marqueses de Cerralvo, y doña María Pacheco, hermana también del mismo Cardenal, y dos tías de la madre Mariana de Manzanedo, cuyas vidas he puesto á ocho, y a trece de febrero: y la santa madre Mariana de Manzanedo, que después se llamó de San Jofeph, fundadora ilustre de las Monjas Recoletas, todas las quales fueron, no menos santas, que nobles.
Aunque sea a costa de alguna digressión , no quiero passar en silencio las noticias que tengo de una religiosa que huvo también en este convento, llamada doña Isabel de Toledo, alegre, de lindo entendimiento, y tan virtuosa, y santa, que muchas vezes se quedaba arrobada en la oración, y tan infensible, como si fuera una estatua. En particular la hallaron assí las demás religiosas, una vez en un rincón del cercado del convento: refierese de ella, que tuvo espíritu de profecía, y otras cosas bien particulares, y que pocas horas antes de morir, vio una processión de vírgines, y a la cabeza de ellas la Virgen María nuestr señora, y que al tiempo espiró una tía suya, vio subir su alma al cielo.
Plano esquemático del convento de Santa Cruz, en Ciudad Rodrigo
Otras muchas religiosas ilustres en sangre, y santidad ha avido continuadamente en este santo monasterio de Santa Cruz, pues de él han salido varias vezes persoras muy exemplares, para fundadoras de otros conventos: y en particular dice el padre Quintana de la compañía de Jesús, en el libro de la historia de Madrid, que una señora de este convento, llamada Antonia de Jesús, fue la primera fundadora de las Descalzas Mercenarias de Madrid, y persona de mucha virtud, y talento: y siempre quizá por los méritos de tan santa Fundadora se ha conservado en este convento mucho recogimiento, y virtud.
Estuvo esta santa fundadora novicia solos seis meses, y en ellos se traxo breve de Roma, para que professasse: en professando trataron las religiosas de hacerla prelada, porque su virtud, y prudencia era tanta, que se aventajaba a todas. Hiziéronla priora, y, suelo seis meses, hasta que murió: de modo, que en menos de tres años fue desposada, casada, viuda, novicia, professa, y priora.la prisa que se dio a andar el camino de la perfección, hizo que llegasse a ella en tan poco tiempo, resplandeciendo en virtudes, y con gran fama de santidad. No murió de enfermedad natural, sino violentamente de veneno, que la dio una esclava suya, a quien avía mandando en su testamento quedasse libre desde el día que ella muriesse.
De este trabajo quiso Dios avisar a las religioías, como de hecho las avisó milagrosamete, para que hiciessen oración por ella, y la hiciessen también dar los Santos Sacramentos: porque en toda la casa le oyó una voz muy triste, que aun mismo tiempo decía: Todas al coro, y lo repitió algunas veces, y no sabiendo unas de otras, se vinieron a juntar todas en él, sin saber por quién, o por qué lo hacían. Pusieronse en oración, e hicieron algunas rogativas: y en acabando, se fueron a la celda donde estaba, y la hallaron en estado, que solo pudieron tratar de darla los Santos Sacramentos: y dados, murió la santa madre con mucha paz, como quien iba a gozar de la eterna en el Cielo: su muerte sucedió a tres días del mes de julio, por los años de 1572  y está enterrada en el coro del dicho monasterio.
Después de muchos años, murió una sobrina suya, y haciéndola la sepultura junto a la de su santa tía: tanto, que pudieron sacar un huesso de su cuerpo, lo hallaron de color de un finissímo coral, queriendo nuestro Señor manifestar su gran favor, con aquel color encendido de los huessos: porque los encendidos afectos de fuego de amor de Dios, pudieron penetrar hasta los huessos, y ponerlos de aquel color vermejo. De otras muchas religiosas he oído hablar con aprecio, y encarecimiento de sus virtudes, que por no tener bastante certeza, ni fundamento, no las refiero, y assí las dexo para otros, que le tengan mayor que yo.

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