sábado, 21 de marzo de 2015

Supuesto origen de la Diócesis civitatense (III)

Continúo hoy con la tercera entrega del legendario estudio de los orígenes de nuestra Diócesis y los supuestos obispos que ostentaron la mitra mirobrigense, concretamente de los prelados Elpidio, Burundio, Andrés, San Zenón e Hilario, este último bastante más conocido en la historiografía local por su vinculación con la Virgen de la Peña de Francia. Dejaré que sea el fraile riojano Gregorio de Argáiz quien nos relate esta parte del apócrifo episcopologio civitatense en unos nuevos capítulos de su Theatro monástico...

CAP. III

Elpidio, monge

Muerto Ereniano, sucedió Elpidio. Fue también monge de San Benito. Recibió el hábito en el convento setvitano o setabitano, junto a la ciudad de Xátiva. En él fue abad, cuya opinión era tan grande, como lo significa la elección para obispo de esta iglesia. Comenzó el mismo año de seiscientos y nueve. Llegó al de seiscientos y treinta y cinco. En él parece aver muerto: Eodem anno Elpidius abbas setavitanus, anno domini 635.
Grabado del mártir San Zenón

CAP. IV

Burudio

Eligieron luego a Burudio. Este gobernó veinte y cinco años: llegó al de seiscientos y sesenta: Burudius, anno domini 660. No sé quién fuesse. Y adviértase, como con suerte celebrado cinco concilios en esta sazón, ni él, ni su antessor.

CAP. V

Andrés

Entró luego Andrés. En tiempos de este prelado se tuvo el concilio de la división de las diócesis, y los términos. Y aquí se funda lo que dixe en el cap. I de la dependencia suya a Salamanca o soberanía, y exempciones de Ciudad Rodrigo, pues ni se acordaron de ella para dárselos, ni la recogen por sufragánea de alguna metrópoli.

            Sin embargo de ello me inclino a creer, que se sugetó con su cabildo a la guarda de la regla de San Isidoro, como las demás de España. Y aun me ayuda a creerlo la protección, y patrocinio de este santo con los de Ciudad Rodrigo, que ha sido qual veremos adelante. Llegó Andrés al año de seiscientos y noventa y siete: Andreas, anno domini 697.

CAP. VI

San Zenón mártir

Por muerte de Andrés eligieron a Zenón. Este prelado gobernó en tiempo de Vvitiza, y de Rodrigo. Perdióse esta ciudad en su tiempo, y en él volvió a extinguirse la dignidad episcopal, aunque honradamente; porque retirándose con el de Coria, Talavera, Salamanca, y otro a la vera de Plasencia de la furia de los árabes, fue muerto por ellos el año de setecientos y diez y siete en el lugar de Cuacos. Luitprando los pone sin nombarlos: Omnes necati funt. Erant ex eis cauriensis, elborensis, civitatensis, salmanticensis. Por estas palabras tuve la primera noticia de la antigua cathedral de Ciudad Rodrigo. No me contentava; era solo un testigo Luitprandos faltava el nombre del obispo civitatense; mas ahora lo tiene cumplido, pues nos consta que se llamava Zenón por diligencia de nuestro Hauberto, a quien siguió el cremonense, que le sucedió en tiempo. Murió, digo, este santo prelado el año de setecientos y diez y siete: Zenos martyr, anno domini 717.
Grabado portugués de la Virgen de la Peña de Francia

CAP. VII

Hilario

1. Noticia del prelado
2. Esconde la imagen de Nuestra Señora de la Peña, que llamaron de Francia.

1. Acabó el hispalense el catálogo de los obispos de Ciudad Rodrigo con el obispo y mártir Zenón, y assí he quedado sin la luz que hasta el presente año me guiava. Digo, pues, mirando ya otro norte, que después de Zenón hallo por obispo a Hilario.
   Este prelado me lo da la Historia de la Invención de Nuestra Señora de la Peña de Francia, de quien se escribe, que en esta fatalidad universal de España fue nombrado prelado de aquella temerosa, pobre y afligida iglesia, para que los bovernasse, y animasse a llevar con paciencia los trabajos. Admitió aquel a cáthedra, y creciendo cada día los temores de verla profanada, y que todos los prelados de otras iglesias ponían en cobro, y lugares retirados, y a su juizio, seguras las prendas de su mayor estima, y que a los católicos de Ciudad Rodrigo lo era la imagen de la Virgen, que de Roma avía remitido San Gregorio a Recaredo, procuró esconderla en una oculta concabidad de aquella peña, donde avían fundado aquel monasterio de monges, de quien se dixo en el capítulo segundo: y quien anduvo en esto, nos dize la Historia, que fue el obispo Hilario, que pues el convento, y la imagen era de la jurisdicción de Ciudad Rodrigo, es consequencia que de aquella iglesia era prelado, pues eran los monges de los de su obediencia, porque entre los obispos de Salamanca no le hallamos con tal nombre.
     No quiero afirmar que se cerró luego milagrosamente la concabidad natural de aquella peña, para mayor seguridad de aquel tesoro, como cerró con telas de araña la pared en que se escondió San Félix, y libró del furor de los gentiles; y como cerró la imagen de Nuestra Señora de Valvanera dentro de las entrañas de un roble; pero digo, que quedó tan oculta, quanto significa la Historia de su Invención, después de setecientos y doze años de oculta, quando la descubrió Simón Vela el año de mil quatrocientos y treinta, a diez y nueve días de mayo. Véase lo que yo dixe en el Theatro de Salamanca.

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