miércoles, 11 de marzo de 2015

Apuntes sobre la fortificación de Ciudad Rodrigo (y XIII)

Pocos meses después de haberse aprobado la ejecución del proyecto de Calvet y para afrontar también actuaciones imprescindibles en la continuación de la defensa de la plaza de Ciudad Rodrigo, se propondrían una serie de obras con un presupuesto de 525.909 reales que se pretendían ejecutar a lo largo de la anualidad de 1813.

     En concreto, por ejemplo, se especifica la continuación de la reparación de la parte arruinada de la brecha grande utilizando sillares en su cara exterior, la proyección de quince estribos en el todo de la parte ruinosa, concluir el terraplén en toda la parte destruida según se especifica en los perfiles proyectados, rematar el parapeto en la parte superior de la muralla en la zona de la brecha grande, continuar con el remate de la parte arruinada en la parte de la brecha chica, rehacer los contrafuertes interiores de la parte ruinosa, reconstruir el parapeto y cañoneras de la brecha grande tras rematar su terraplén, reparación de la contraescarpa interior del foso delante de la brecha, limpieza y arreglo de los fosos interiores junto a las dos brechas, reparación de los dos conductos de desagüe del interior de la plaza y su proyección por los fosos, construir un terraplén para colocar una batería en la falsabraga contigua al cuerpo de guardia de la puerta de Santiago junto con sus explanadas y la construcción de merlones en la parte superior de este parapeto para disponer las cañoneras, concluir las baterías en la falsabraga en el frente del convento de Santa Cruz con sus correspondientes merlones y explanadas, reparación de desconchados por el fuego artillero… En fin, numerosas pero necesarias obras que, aunque parecieran de pequeña entidad, servirían para atajar o disuadir cualquier nuevo intento de recuperar la plaza para la causa napoleónica.

Con estas reformas la fortificación de Ciudad Rodrigo prácticamente se define con la configuración que hoy se puede apreciar, salvando las obras imprescindibles, aunque menores, de adaptación a las nuevas necesidades de la defensa de la plaza fuerte y, más adelante, cuando pierdan sentido y relevancia defensiva las estructuras de la fortificación, cuando se convierta en un simple pero imponente elemento patrimonial, quedará para disfrute de la población y admiración de los visitantes, adaptándose también a estos fines con actuaciones puntuales, siempre conservacionistas, como consecuencia de su declaración como conjunto histórico en abril de 1944, incluyendo en el marchamo a todo el casco urbano intramuros.

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