viernes, 13 de marzo de 2015

Cuentas de Carnaval entre 1825 y 1829

Apenas hay datos fehacientes sobre la organización y desarrollo de los carnavales taurinos de la segunda década del siglo XIX. Escasean las referencias en los libros de acuerdos, aunque cuando aparecen no dejan lugar a dudas sobre su continuidad, sobre su proyección temporal. Incluso, a veces, la documentación es generosa para conocer aspectos y conceptos organizativos que nos dan una clara imagen del desarrollo de los festejos taurinos vinculados al antruejo, caso, por ejemplo, del de 1825, que supusieron en conjunto unos gastos de más de 2.000 reales de vellón.

Grabado sobre el desarrollo de una capena un las calles de un pueblo
Los ganaderos no percibían nada por la aportación de las reses, aunque la manutención de los vaqueros y encerradores copaba el mayor desembolso. El resto del gasto era menor: montaje de la plaza, arreglo de puertas de toril, enarenado del coso y cierre de las bocacalles de la calle de la Tabernilla –Madrid-, así como la gratificación que se daba a los propietarios de los carros que se disponían para encauzar el ganado en los aledaños y en la entrada o salida de la Puerta del Conde. De todo ello se da cuenta en el siguiente cuadro[1]:


C o n c e p t o
Reales
Primeramente a Francisco Gurrea por el gasto que ha suplido en citados tres días de cebada, vino, aguardiente y comida

1.400
A Baltasar Blanco por el cierro de la plaza y asistencia en los tres días y bolber a colocar la madera en el taller
  
   260
Por una argolla para la puerta de la calle de la Tabernilla
       6
Por cuatro libras y media de clabos para clavar los tablones del cierro de la Puerta del Conde, y asegurar los pies derechos de los toriles, doce reales
  
     12
Por trescientos clavos para las puertas de los toriles
     18
Por hacer las puertas de los toriles
     18
A Juan Boada por quatro pares de golfos de banda, quatro espigas y una docena de sogas
   
     80
A los propios que se despacharon a Villar de la Yegua, villa del Bodón y Moral de Castro para las corridas

     72
Por veinte y nueve carros de arena para la plaza, a dos reales y medio
     72,17
Por las cintas para la llave del toril y toros en los tres días
     51
Dueños de los carros, así en esta ciudad, sus arrabales y socampana para el cierro a la salida a la Puerta del Conde

     36
                                                                                                              Total
2.025,17

            El desembolso por los festejos taurinos del Carnaval del año siguiente, que disfrutaron los mirobrigenses entre el 5 y el 7 de febrero de 1826, supuso un inversión parcial de 1.355 reales; al menos, esa fue la cantidad que se entregó a José Benito, vecino del Arrabal de San Francisco, por los gastos causados en corrida de nobillos del Carnabal, ceñidos más bien, como igualmente veremos en el cuadrante del ejercicio posterior, a lo que supuso la manutención de vaqueros y caballerías que participaron en los referidos festejos, según el apunte del administrador de rentas Felipe Mariscal Espiga, en una información fechada el 2 de mayo de 1826[2].
Un desembolso similar en este concepto, aunque algo menor en su cuantía, se produjo en el Carnaval de 1827, que se celebró entre el 25 y el 27 de febrero. La relación contable presentada en este caso por Joaquín Sobrino y Domingo García el 30 de marzo refleja unos gastos que ascendieron a 1.667 reales, a los que habría que restar los 312 que se obtuvieron de los puestos de los tablados en los tres días de Carnabal[3], según se aprecia en el siguiente apunte, con lo cual el gasto de comida para los encerradores y la cebada destinada a las caballerías se concretó en 1.200 reales de vellón. Por otra parte, como se puede apreciar en este cuadrante, el Carnaval de 1827 contó con una partida específica para las banderillas que se confeccionaron y que se destinaron a la lidia y muerte de un toro, algo que no era habitual en aquel momento en el coso taurino de Ciudad Rodrigo durante las carnestolendas.

C o n c e p t o
Reales
Primeramente por el gasto de comida y la de cebada a las caballerías y demás, mil doscientos reales que debe percibir Josef Benito, vecino del arrabal de San Francisco


1.200
Al carpintero Manuel Galache por el cierro de la plaza, doscientos cuarenta reales
  
   240
A los conductores por la arena que hecharon en la plaza
     58
Por las sogas que se compraron para las puertas de los toriles
     23
Por las cintas que se compraron en los tres días de Carnabal para los vaqueros
    
     66
Por las banderillas que se hicieron para matar un toro
     44
A los propios que pasaron a las gañanías para la conducción de carros
     36
                                                                                                       Total
1.667

            Los preparativos del antruejo de 1828 –se desarrolló del 17 al 19 de febrero- se inician a principios de año, con un acuerdo de previsión del ganado que debía utilizarse siguiendo la pauta establecida, ya comentada, de un listado o turno de ganaderías de la socampana y pueblos de la jurisdicción. El 9 de enero el regimiento encarga a Miguel de la Peña, diputado del común, y a Juan Aparicio, procurador síndico personero, que cuiden de la comida que se suele ofrecer a los vaqueros –el gasto más importante- durante las carnestolendas, además de encomendarles que averigüen los dueños de baquerías que se hallen en turno para que el Ayuntamiento por sí les pida el ganado, una práctica que facilitaba al Consistorio la organización de las corridas y que, a la postre, aliviaba sobremanera el embrollo aparejado a la definición de las ganaderías y el coste sobrevenido. No obstante, algún problema debió presentarse con los ganaderos a los que, de alguna manera, se les obligaba a ceder sus reses sin contraprestación alguna, porque en la sesión del 11 de febrero de 1829 se acuerda destinar 50 ducados para el gasto de novillos en el próximo Carnaval, encomendando su gestión a los regidores Pedro Mamblona, Domingo Pacheco y Juan Antonio Muñoz, mientras que se comisionó al también capitular Manuel Lucas, al diputado del común Antonio Arroyo y al procurador síndico, Lucas Rubio, para todo lo demás de dichas corridas.
            Pero antes de que llegase el Carnaval de 1829, los mirobrigenses pudieron disfrutar de otro festejo taurino. Tal vez fuera costumbre que llegado el santo del rey, el 30 de mayo, se celebrasen con fruición unos festejos nutridos básicamente con una corrida de novillos, con toda la parafernalia que solía acompañar y un dispendio semejante a lo que venían a suponer las corridas de las carnestolendas. Puede que fuera tradición, pero la documentación aflora fehacientemente tan solo en 1828[4], cuando el diputado del común Miguel de la Peña relaciona pormenorizadamente los gastos causados en la corrida de nobillos el día de San Fernando, con ynclusión del enzierro de la plaza. El festejo costó a las arcas públicas 1.401 reales de vellón, de los que 851,12 fueron ocasionados por la comida ofrecida y el coste de convertir la Plaza Mayor en coso taurino y el resto por la indemnización que hubo que satisfacer al propietario de uno de los novillos corridos, que se desgració y hubo que sacrificarlo. Por él se abonaron 550 reales, recuperándose 349 procedentes de la carne, menudos y piel de la res sacrificada. Pero el gasto mayor de este festejo se nutrió esencialmente con el desembolso de la comida ofrecida a los vaqueros o autoridades, en donde también se incluyeron otras partidas propias de la logística o intendencia taurina, destacando especialmente el cierre y enarenado de la plaza como escenario en el que se desenvolvió el festejo de novillos. Las partidas son expresivas y detalladas, como se aprecia en este cuadrante firmado por el diputado del común el 3 de junio de 1828.

C o n c e p t o
Reales
Por 5 gallinas a Julián, el Chorlo, a 4
      20
Por 6 gallinas a los forasteros, a 33/4
      2226
Por 9 libras de arroz para zena y sopa, a 6 quartos
      17
Por un pabo para asado
      13
Por 6 dozenas de uebos, a 2
      12
Por 2 dozenas de naranjas, a 2,4
        48
Por 5 cántaros de vino, a Manuel Moreno, a 17
      85
Por 2 libras de manteca. A 31/2
        7
Por 20 quartillos de leche para arroz y natillas
        424
Por 41/2 libras de azúcar para arroz y natillas
        48
Por 4 libras de queso de obejas, a 11/2
        6
Por 4 @ de carbón
        424
Por una cuartilla de azeite
        916
Por 3 libras de almendras, a 212
        72
Por 14 quartillos de aguardiente, a 66
       3012
Por un carnero que se compró a la de ospicio
       30
Por 20 libras de ternera para asar
       216
Por 11/5 zelemín de garbanzos, a 7 reales
       1016
Por berderona ensalada y demás espezias
         7
Por 4 fanegas de zebada para los caballos, a 14
        56
Por 24 libras de jamón y tocino, a 21/2
        60
Por 16 panes a la Tía Garduña
      1828       
Por 18 molletes de pan a la Inés
          24
Por llebar la zena Juaquín Bautista
        10
Por media onza de canela
          216
Por 12 cargas de agua
          228
Por un zelemín de aceitunas
          316
Por 6 libras de chorizo y longaniza para el almuerzo y para la puchera, a 5

        30
Por un zelemín de sal
          5
Por una cocinera por 3 días, a 4
        12
Por otra por dos días, a 4
          8
Por gastos de cocina, ropa y jabón
        30
Por 24 libras de carne y lengua para estofao
        2514
Por 2 libras de morcillas para la puchera, a 2
          4
Por 3 libras de morcillas para el almuerzo, a 2
          6
Por un cuartillo de cigarrillos
          6
Por media libra de chocolate para las cocineras
          6
Por 12 quartillos de bino y 3 cuartales para los obreros
          832
Por 41/2 varas de cinta para los toriles, a 3
        1316
Por 3 sogas para los toriles
          5
Por una libra de pasas
          212
Por 28 cargas de arena a Juan Gómez, a 12 mr
          930
A Jerónimo Sevillano por sacarla la madera y traerla al taller con el carro
          8
Por el encierro de la plaza según relación del carpintero de la ciudad
      18932
                                                                                                         Total
      85114

            Pese a estos esfuerzos, no estaba el erario municipal para encarar los dispendios propios de la organización de las corridas de novillos en carnestolendas. Si para el Carnaval de 1829 se habían destinado 50 ducados, el Consistorio prefería seguir con la pauta de la cesión de las reses, estableciéndose, como se había hecho en los años anteriores, un turno de ganaderías, cuyos propietarios se obligaban a facilitar el ganado para las corridas, eso sí, asumiendo el Ayuntamiento las posibles indemnizaciones por las desgracias que pudieran ocasionarse al ganado. Así se pone de manifiesto en un articulado que pretende constreñir los gastos de la gestión consistorial. La resolución se concreta en la sesión del 19 de enero de 1831, cuando en el punto octavo del supuesto reglamento para definir las partidas de gastos municipales se establece que las nobilladas de Carnabal se hagan como se hacían antes, pero añadiendo que ni se hagan otras a costa de los fondos propios.


[1] AHMCR. Festejos de Carnaval, 1825-1912. Caja 300.5.0
[2] AHMCR. Caja 906. Correspondencia años 1825-1826.
[3] Ibídem. Festejos de...
[4] Ibídem. Caja 907. Correspondencia años 1827-1828.

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