viernes, 30 de enero de 2015

La banda del Batallón de Antequera y su vinculación musical con Ciudad Rodrigo

En otras ocasiones ya me he referido a la Banda Municipal de Música de Ciudad Rodrigo. Se trataba de noticias vinculadas a su organización interna, caso de sus estatutos, o del acoplamiento que a su denominación hubo que ajustar en virtud de los tiempos políticos reinantes. También, en alguno de los trabajos compartidos, han salido a relucir otras bandas que, como las de Bomberos o las vinculadas a los sucesivos batallones militares, tuvieron un protagonismo innegable en Ciudad Rodrigo. A una de ellas quisiera referirme hoy, aportando unos apuntes que, de soslayo, pudieran servir para urdir una futura y necesaria historia de la música de bandas en nuestra localidad. Me refiero, en esta ocasión, a los compromisos que adquirió la banda de música del Batallón de Cazadores de Montaña número 12 de Antequera con el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo para ofrecer a los mirobrigenses un completo programa de actuaciones durante varios años.

Banda de música del Batallón de Antequera, con su director, el maestro Rebollo, abajo y en el centro
            ¡Albricias! Después de episodios negativos para el devenir de los rodericenses, en agosto de 1924 saltaba la noticia de que el Directorio de Miguel Primo de Rivera había dado su brazo a torcer para que Ciudad Rodrigo recuperase su relevancia militar como plaza de armas con el destino del Batallón de Cazadores de Montaña número 12 de Antequera. Las gestiones, en todos los ámbitos, se venían sucediendo y, por fin, parecía que habían dado el resultado apetecido. Unos 50 militares de graduación, con sus familias, y alrededor de 500 soldados se asentarían en Ciudad Rodrigo a partir de septiembre, todo un revulsivo para el futuro de Ciudad Rodrigo. Las hablillas y la oficialidad estimaban que el batallón estaría integrado por un teniente coronel, dos comandantes, siete capitanes, catorce tenientes, un médico, un músico mayor, un maestro armero, un profesor de equitación, un bastero, siete suboficiales, veintiocho sargentos, dieciséis músicos, trece soldados de primera, cuatrocientos cuarenta y cuatro de segunda y una compañía de ametralladoras con treinta y seis caballos y mulos.
Portada de Miróbriga refiriendo la llegada del batallón
            Afirmaba el semanario Miróbriga al dar cuenta de la noticia que con la venida del Batallón, se aumenta considerablemente la población de Ciudad Rodrigo. Son unas cincuenta familias más que convivirán con nosotros, y con ello, indudablemente, el aspecto de la ciudad volverá al apogeo de hace años.
            Sabido es que en nuestra sociedad constituyó siempre un núcleo considerable el elemento militar con sus familias. La desaparición casi absoluta de este elemento había causado un vacío entre nosotros que se hacía más ostensible aún por la acentuada decadencia que, bajo otros aspectos, se iniciaba en Ciudad Rodrigo.
            Al llegar esta hora de optimismo, al iniciarse esta nueva etapa en nuestra vida local, es fácil suponer que Miróbriga volverá a ser lo que fue antes: un pueblo con vida propia y de una importancia indiscutible.
            Era evidente la ilusión que se impregnaba en los voceros de la prensa periódica. Era también palmario que Ciudad Rodrigo había depositado en la llegada y estancia de este batallón unas esperanzas para afianzar la recuperación social y económica que se había diluido en los últimos años. El Batallón de Antequera era, sería, un revulsivo para Ciudad Rodrigo, como se puede apreciar siguiendo a la letra las noticias que en años sucesivos, hasta iniciada la década de los treinta, se van sucediendo en los distintos semanarios mirobrigenses.
            Y dentro de esa relevancia general, en particular, casi de forma inmediata, empezó a cobrar protagonismo la banda de música del batallón, dirigida por el músico mayor Modesto Rebollo Pata –natural de Hinojosa del Duero y del que algún día escribiremos por su incuestionable importancia como compositor-. Fue tal la integración conseguida por la banda de música del batallón, que desde el primer momento subyugó a los munícipes de turno que vieron en esta agrupación musical una oportunidad para llenar la oferta cultural de Ciudad Rodrigo programando una serie de conciertos públicos durante todo el año y que sería también un aliciente para la formación de futuros músicos mirobrigenses.
Pliego de condiciones entre el Batallón de Antequera y el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo. AHMCR
            En un primer momento, tal vez por el prurito de qué dirán, el Ayuntamiento se decanta por ofrecer un pliego de condiciones general para que las bandas de música interesadas hicieran sus ofertas para cumplir con el propósito de ofrecer conciertos musicales durante todo el año en los paseos públicos de Ciudad Rodrigo, con clara referencia al de La Glorieta.
            Entre otros puntos, el pliego sostiene que la banda contratante se compromete a dar los conciertos que le ordene la Alcaldía-Presidencia con arreglo a los programas que la misma Alcaldía apruebe y en los sitios y horas que ésta señale. Además, se fija el precio de 60 pesetas por cada concierto celebrado, advirtiendo que únicamente podrá contratarse con una banda de música que esté integrada, cuando menos, por un director, cuatro músicos de primera, seis de segunda, seis de tercera y cuatro educandos.
Modesto Rebollo Pata, músico mayor del batallón
            Fue, por así decirlo, la base que justificaría más adelante la contratación directa de la banda del Batallón de Antequera, un contrato suscrito por el alcalde, primero Santiago Martín y posteriormente José Manuel Sánchez-Arjona, con el comandante mayor del batallón destinado a la plaza de armas mirobrigense, que tenía su sede principal en el cuartel de Sancti Spíritus, entre las puertas de La Colada y de San Vicente.
            Así, en 1925, en concreto con fecha del primero de agosto, se suscribe el precitado contrato entre el alcalde Santiago Martín y el comandante mayor del susodicho batallón, Enrique Pata Gil, con seis condiciones:
            1ª.- A partir de esta fecha y hasta el treinta de junio de mil novecientos veintiséis, debe dar veinticinco conciertos en el lugar que dentro de esta ciudad designe el señor alcalde.
            2ª.- De estos conciertos, se excluyen los días en que se celebren fiestas con motivo de ferias.
            3ª.- Por dichos conciertos, abonará el ilustrísimo Ayuntamiento la cantidad de DOS MIL PESETAS pagaderas por trimestres vencidos.
            4ª.- Si cualquiera de los días que se asignen a la música para dar concierto lo tuviese contratado con otra entidad cualquiera, se respetará dicho contrato y actuaría dentro de la siguiente semana el día que señalase el señor alcalde.
            5ª.- La música dará conciertos FIJOS –va destacado también en mayúsculas- y por lo tanto no podrá admitir contratos particulares fuera de la ciudad, el día veinte de enero (Fiestas de San Sebastián), los tres días de Carnaval y el Jueves de Corpus.
            6ª.- Si por asuntos del servicio la música tuviese que ausentarse de la ciudad, este contrato quedaría anulado y se haría el cómputo de los conciertos dados, y con arreglo a ellos, abonaría el ilustrísimo Ayuntamiento la parte proporcional que les correspondiese con arreglo a la cantidad total estipulada.
Banda de música radicada en Ciudad Rodrigo
            Los contratos se renovaban anualmente. Vemos así, por ejemplo, que el 18 de marzo de 1927, ya con el Buen Alcalde al frente del consistorio, se firma un nuevo compromiso con el entonces comandante mayor accidental del batallón, Luis Camps Casal, para que la banda del batallón ofreciese 35 conciertos hasta final de años, tanto intramuros como en los arrabales. En estos conciertos –señala el documento- van incluidos los días de feria de los meses de mayo y septiembre, así como los días del Rosario y de Viernes Santos, en todos los cuales no podrá ser contratada fuera de esta ciudad.
            El Ayuntamiento por estos 35 conciertos abonaría al batallón un total de 3.000 pesetas, cantidad que sería distribuida por trimestres vencidos.
            Al año siguiente, 1928, José Manuel Sánchez-Arjona, alcalde de Ciudad Rodrigo, suscribe un nuevo contrato con el comandante mayor del Batallón de Antequera, en esa ocasión Luis Blanco Novo. El contrato se firma el 16 de febrero y tendrá vigencia hasta final de año. La banda se obliga a dar 34 conciertos en la ciudad y arrabales, percibiendo por ellos la misma cantidad que la ajustada el pasado año: 3.000 pesetas.
Parada militar con la banda de música en la Plaza Mayor de Ciudad Rodrigo
            En el acuerdo de 1928 queda claro, por si hubiera alguna duda, que estos conciertos deberán ser en los paseos públicos y sin que por su asistencia a ellos tengan que abonar los concurrentes cantidad alguna, pues en caso de no ser gratuitos deberá formularse contrato aparte y abonarse por separado de estos treinta y cuatro que se estipulan.
            Por último, y para no ser reiterativos en la materia, en enero de 1929 vuelve a formalizarse el preceptivo contrato entre el alcalde –seguía siéndolo José Manuel Sánchez-Arjona- y el comandante mayor del Batallón de Cazadores de Montaña, Pedro Peñarredonda Samaniego. El contrato rebaja a 30 los conciertos obligados para el año en curso, pero seguirá pagando el consistorio 3.000 pesetas por ellos. 

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