miércoles, 14 de enero de 2015

El primer 'El Eco del Águeda' ya puede consultarse en internet

Desde ayer, gracias a la predisposición y diligencia de los responsables de la Biblioteca Digital de Castilla y León, los mirobrigenses –y cualquier interesado- tenemos la posibilidad de acercarnos a uno de los semanarios que vieron la luz en Ciudad Rodrigo en el último tercio del siglo XIX. Me refiero a El Eco del Águeda, del que tan solo tenía noticias directas por medio de algún apunte en la correspondencia conservada en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo y a través de una de las fichas históricas y también del coleccionable del historiador y sacerdote rodericense Jesús Pereira Sánchez que se publicaron en el semanario local Tierra Charra[1].

Cabecera del número de referencia para la discripción del semanario mirobrigense. Biblioteca Digital de Castilla y León
            Hacía algún tiempo que tuve noticias de la existencia de distintos números del citado semanario en alguna biblioteca de nuestra Comunidad. Pero no fue hasta el pasado 11 de diciembre cuando confirmé la disponibilidad de una serie de ejemplares de El Eco del Águeda entre los fondos documentales de la hemeroteca vinculada a la Biblioteca Digital de Castilla y León, dependiente de la Dirección General de Políticas Culturales de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León. Ese mismo día me había puesto en contacto con el referido centro solicitándole una copia digital de los números conservados (todo el año 1878) del citado semanario, una revista cultural de primer orden con infinidad de firmas que dirigía el literato e historiador Dionisio J. Delicado y Rendón, más conocido como Dionisio de Nogales-Delicado y Rendón. La respuesta fue inmediata y, no sin sorpresa, recibí por contestación que, a la vista del interés mostrado –les había referido que estoy también imbuido en un trabajo de recopilación, investigación y, espero, difusión de la prensa periódica de Ciudad Rodrigo- habían decidido incorporar dichos fondos, que ya estaban digitalizados, a la relación de publicaciones periódicas que se ofrecían en la web de la Biblioteca Digital de Castilla y León y que, presumiblemente, estuvieran a disposición del público antes de que finalizase 2014.
            Este pasado lunes ya pude comprobar que se había creado el enlace aunque no estaba operativo. En la mañana de ayer, paulatinamente, se fueron incorporando los distintos números hasta completar todo el año 1878, mientras mi curiosidad fue en aumento al ver que las imágenes digitales iban creciendo y al pincharlas obtenía respuesta. Sobre las 10 de la mañana tuve por primera vez ante mis ojos la cabecera de El Eco del Águeda. Revista semanal artístico-literaria. Se trataba del número 45, correspondiente al jueves 3 de enero de 1878.
Dionisio de Nogales-Delicado, según el lápiz su hijo Juan
Con las limitaciones de la época, con la sencillez acostumbrada en la mayor parte de las publicaciones periódicas, la cabecera presenta en mayúsculas el título y subtítulo de la publicación, mientras que para significar el nombre del director se recurre a la letra versalita. En el mismo tamaño, pero retomando las mayúsculas y eligiendo otra tipografía, se coloca por debajo el nombre del editor y propietario del semanario, el tipógrafo, impresor y librero Ángel Cuadrado y Rosado, que tenía su establecimiento comercial en el número 20 de la Plaza Mayor, local que era aprovechado a su vez como sede social para la administración del periódico. Era tal la trabazón entre editor, imprenta y semanario que en la mayoría de las páginas, en la sección destinada a las noticias locales y generales que compartía casi siempre con la publicidad, se señalaba que el local era el “establecimiento tipográfico de El Eco”.
El acceso a los números digitalizados de El Eco del Águeda está en la web señalada de la Biblioteca Digital de Castilla y León, en la relación de periódicos. Solo con refrescar el enlace  http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=20746 accederemos a la ficha de esta publicación periódica mirobrigense, que salía por costumbre cada jueves, siempre que imprevistos sobrevenidos impidiesen cumplir con la periodicidad señalada, como de hecho ocurrió en algún momento de 1878, según podrán comprobar quienes escruten con detenimiento los distintos números disponibles tras su digitalización, que tienen como frontera el 3 de enero y el 26 de diciembre de 1878.
En la ficha se señala, aparte de los datos ya adelantados, que el pliego de papel utilizado medía de alto 31 cm, una descripción basada en el citado número 45.
Debajo de la cabecera se señala el precio de la suscripción al semanario: seis reales al trimestre para Ciudad Rodrigo y siete si había que enviarlo fuera de la localidad; en caso de suscripción semestral, el precio subía hasta los 12 reales y si fuera anual, se contaba con una pequeña rebaja, hasta los 22 reales.
El Eco del Águeda contaba con el aliciente de que en su portada, debajo también de la cabecera, se incluía a una columna el sumario de cada número, con los distintos e interesantes artículos que se ofrecían a los lectores, con un sinfín de firmas –también avanzadas-, muchas de ellas de reconocida relevancia. No voy a hacer una exhaustiva relación de los colaboradores. Baste, para quienes tengan interés, una detenido escrutinio de una de las ilustraciones que acompañan a este comentario o, en su defecto, el recurso de ojear los distintos números.
Recorte coloreado de la relación de redactores y colaboradores de El Eco del Águeda. Biblioteca Digital de Castilla y León
Por el contrario, sí quisiera señalar algunas otras características de esta publicación periódica mirobrigense. A la vista está que se editaba a dos columnas y que solía contar con ocho páginas, incluyendo las dos del coleccionable. Habitualmente se dedicaban algo más de cuatro páginas a insertar las colaboraciones, con artículos de fondo en ocasiones, otros históricos –hay algunos de Ciudad Rodrigo y comarca-, con trabajos literarios de distinta índole y remataba siempre con una serie de composiciones poéticas. Es habitual, reiterativo a veces, apreciar las aportaciones del propio director del semanario, una persona de vasta cultura y que la explayó en decenas de obras –más de ochenta publicadas-, algunas de ellas formando parte, como coleccionable por entregas, del propio hebdomadario.
En la quinta página se incluían sueltos como noticias, bien de ámbito general –nacional o internacional- o local, siempre escuetas y sin apenas información que pudiera conmover al lector, obviando los apuntes necrológicos y las referencias a cambios de destinos de militares de la guarnición de la plaza que a veces llenan esta sección, así como otras notas de sociedad.
La última página de la definición general del periódico se destinaba a la publicidad, con apenas anuncios más allá de los que generaba la actividad de la propia imprenta y librería de Ángel Cuadrado. Dentro del cuerpo de la publicación, como coleccionable y en apaisado, se suceden una serie de relatos cortos o novelas de distintos autores, aunque la firma de Dionisio J. Delicado y Rendón es también la más habitual. Todas ellas se publicarían después por separado para su distribución y venta, impresas en el taller tipográfico de Ángel Cuadrado y Rosado.
En fin, una noticia edificante para quienes, como el que suscribe, seguimos buscando argumentos para cincelar la inagotable historia de Ciudad Rodrigo y sus gentes.


[1] Formaba parte del coleccionable Ratos de ocio y el referido capítulo llevaba como epígrafe Prensa mirobrigense. Al respecto de El Eco del Águeda nos informa de lo siguiente: “El Eco del Águeda, revista semanal artístico-literaria. Director, don Dionisio de Nogales Delicado y Rendón. Se imprimía en casa de Ángel Cuadrado y salía los jueves. Con la prestigiosa firma del director, aparecen las de Jiménez Campaña, Jiménez Verdugo, Quintana Medina, R. Carrión, Salvador Martín Granés, Rojo y Sejo, Aurora Lista y otras plumas parecidas, que hicieron de El Eco del Águeda una revista eminentemente literaria.
Su vida fue de tres años solamente, desde 1877 a 1879, que no hizo completo, y en ella publicó el señor Delicado sus Leyendas originales, El paso de la amistad, Más, Los fuegos fatuos, El Rosario, El turbante y la ceniza, Los zapatos del avaro y El pecado del miedo, preciosas narraciones que luego dio al público en un tomito.”

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