jueves, 29 de enero de 2015

En torno a los orígenes del convento de San Agustín

A nadie se oculta que la configuración urbana de Ciudad Rodrigo ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Intentaré, en una serie de trabajos, ir haciendo algún recorrido por las islas, manzanas y campos que definen el actual entramado urbano mirobrigense. En esta ocasión, a vuela pluma, ofrezco algunas notas y noticias sobre la actual isla que protagoniza la iglesia de San Agustín en su definición suroeste, con los linderos de las calles de los Colegios de Miguel de Palacios y la que está dedicada al arcediano Domingo García Velayos.

Espacio en el que se encontraba la iglesia de San Bartolomé. Foto Pazos
A la hora de analizar la evolución urbana de estas calles no tenemos más remedio que aunar espacios, que tratar en conjunto la investigación histórica y la proyección urbanística que ha tenido esta zona a espaldas de la Plaza Mayor, en la que coexistieron culturas durante siglos.
Así, si nos atenemos a los trabajos de investigación realizados por historiadores locales y foráneos, tenemos claro que el núcleo en el que hoy se levanta la iglesia de San Agustín y el colegio de Santa Teresa de Jesús estuvo hasta el siglo XVI ocupado por diversos inmuebles; en concreto, hasta el siglo XV y antes de la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos, con la expropiación consiguiente de sus bienes, el enclave estaba preferentemente ocupado por viviendas en las que moraban judíos.
De hecho, enfrente, en lo que hoy es la entrada al Hospital de la Pasión, hay noticias documentadas de que en los primeros años del siglo XV había una sinagoga. Curiosamente, en oposición urbana y también religiosa, se encontraba la iglesia de San Bartolomé, de la que tenemos constancia documental de actividad en 1397 a través de un acta notarial firmada por Esteban Fernández el 9 de octubre a través de la cual el concejo de Ciudad Rodrigo consigue recuperar lo que tenía ocupado Santo Gómez de Herrera en Fuentes de Oñoro y en la dehesa, devolviendo antes lo que le habían embargado.En este documento se cita como testigo del auto a Pero Alfonso, clérigo de Sanct Bartolomé.
La parroquia fue perdiendo protagonismo con el paso del tiempo. De ser una referencia urbana a la hora de imponer las colaciones, fue adscrita poco después, en 1473, a la Catedral y más tarde perdió su función religiosa, quedando abandonada.
Esta situación la corrobora las citas de distintos historiadores que han investigado el origen fundacional del convento de San Agustín. Casi todas ellas parten de la referencia de Mateo Hernández Vegas en su extenso trabajo sobre la historia de la Catedral y, por extensión, de Ciudad Rodrigo. Afirma el investigador mirobrigense que en torno a 1566 se comenzó la construcción de la iglesia de San Agustín, ya que el 17 de octubre de ese año “se queja el Ayuntamiento de que la plaza de San Pedro está muy embarazada con la piedra de San Agustín, y manda retirarla”. Además, en una nota explica que “por esos mismos días se discutía con calor [en el Consistorio] la cesión de la iglesia de San Bartolomé a los agustinos. Por fin, se llegó a un acuerdo, cediendo los religiosos todo el cuerpo de la iglesia para plaza y calle y ornato del Hospital de la Pasión, a cambio de una calleja sin salida que había entre la iglesia y el convento. Más tarde los agustinos cedieron la parte que quedó de esta iglesia al maestro Palacios, para sus colegios”.
Plano de Ciudad Rodrigo: Francisco Coello, 1867
            Una referencia parecida y que nos acerca también al cambio de la configuración urbana de este espacio la encontramos en el trabajo de Feliciano Sierro Malmierca Judíos, moriscos e Inquisición en Ciudad Rodrigo. Dice el investigador local que “hasta 1483 se puede considerar como el núcleo principal de residencia de los judíos en Ciudad Rodrigo, la zona actualmente comprendida en toda la manzana donde está enclavado el Hospital de la Pasión, y la parte que ocupa la iglesia de San Agustín y el Colegio de las Teresianas, que se adentraba en la actual plazoleta, que no existía. Por el centro de la calle de los Colegios había un estrecho callejón sin salida, que el Concejo permutó por el trozo de edificio que llegaba hasta enfrente del portón del hospital, y con este terreno que se ganó pudo hacerse la plazoleta”.
            La orden de San Agustín estuvo, por tanto, muy vinculada a la definición urbana de esta zona. Los agustinos se habían asentado en Ciudad Rodrigo en  1483 en el Valle de Corte de Ángeles, gracias al benefactor local y “promotor de la fundación Francisco de Chaves, regidor de la ciudad y miembro de una de las familias locales más destacadas de su tiempo. Un historiador agustino afirma que lo hizo en vista de la fama de santidad que había dejado en la ciudad de Salamanca San Juan de Sahún, agustino, el cual había muertos pocos meses antes”, escribe Carlos Alonso en su trabajo Los agustinos y las agustinas en Ciudad Rodrigo.
            La fundación del convento de San Agustín en Ciudad Rodrigo había tenido su origen en el ámbito de la congregación de observancia de Castilla, iniciada antes de mediados del siglo XV, por obra de fray Juan de Alarcón, en el convento de los Santos de Villanuela (Valladolid). En concreto, en 1483 se dio impulso a la ampliación de dicha congregación mediante la fundación del convento de Ciudad Rodrigo y de otros cenobios que posteriormente le siguieron. Sin embargo, los agustinos prefirieron buscar otro enclave, más céntrico y más saludable, en la propia ciudad. Y así, dando pábulo a su empeño, se trasladaron del Valle de Corte de Ángeles a la ciudad el 23 de abril de 1530, según refiere Hernández Vegas, “ocupando el convento nuevamente edificado en lo que había sido palacio de los Garci-López de Chaves, grandes protectores de esta orden religiosa en Ciudad Rodrigo”, señala el investigador citado. Además, explica Hernández Vegas, “la magnífica iglesia [de San Agustín] no se empezó hasta después de estar instalados los religiosos en su nueva casa, costeándola también los Chaves casi al mismo tiempo que la de Villavieja, villa que compraron a Felipe II con la protesta de Ciudad Rodrigo, que en vano alegó sus privilegios de no ser enajenados de la Corona ni la ciudad ni ninguno de sus pueblos”.
Reproducción de la provisión real de Felipe II sobre el pleito planteado por el convento de San Agustín para derribar y demoler la capilla de la iglesia de San Bartolomé. Años 1566 y 1567. AHMCR
            Ya hemos referido la protesta del Concejo de 17 de octubre de 1566 por el acopio de material para la obra de la iglesia que estaba entorpeciendo el paso en la plaza de San Pedro, por lo que ordena retirarla. Ese mismo año, según una provisión de Felipe II, que es copia de otro documento, anterior, los agustinos mantuvieron un pleito con el Consistorio, que avala el escribano Sebastián López, para proceder al derribo y demolición de la capilla de la iglesia de San Bartolomé, cuyo  contencioso continuó al año siguiente, 1567. “A 21 de julio de 1581, [la obra de la iglesia] estaba para terminarse”, explica Hernández Vegas antes de señalar que “Garci-López de Chaves dice que de presente há de hacer la bóveda de su capilla de San Agustín, e que para ello tiene necesidad de mucha cantidad de pinos para cimbras e para otras cosas”.
         No quiero extenderme más. Solo recordar el trabajo publicado en este mismo blog sobre Miguel de Palacios y la fundación de sus colegios, que viene a ser un complemento o preámbulo de estas notas vinculadas, sobre todo, al origen o fundación de la iglesia y convento de San Agustín.

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