viernes, 27 de febrero de 2015

Efectos del terremoto de 1755 en Ciudad Rodrigo

No suele ser frecuente la actividad sísmica en la Tierra de Ciudad Rodrigo. Los registros que hay son nimios en sus consecuencias, aunque alguno, como el terremoto de 1755, que ha trascendido como el sismo de Lisboa, dejó su impronta. Tampoco hay que olvidar el del 28 de febrero de 1969, que también se dejó sentir en nuestra localidad, si mal no recuerdo. Pero lo que hoy me interesa exponer fue cómo se vivió aquel terremoto del día de Todos los Santos de 1755, un seísmo con epicentro en el océano Atlántico -a unos 300 kilómetros de la capital lusa- y que ocasionó cerca de 100.000 muertos, la mayor parte en Lisboa, fruto de las consecuencias inmediatas del terremoto, con la destrucción de edificios, la secuencia de incendios y los tres tsunami que se sucedieron 40 minutos después del seísmo. En España lógicamente se dejó sentir y también con graves consecuencias, especialmente en las provincias de Cádiz y Huelva, en donde los tsunami acarrearon más de mil víctimas.

Grabado sobre los supuestos efectos del tsunami en Lisboa
   En Ciudad Rodrigo, la mañana de aquel día, fiesta religiosa y de devoción contrastada al celebrarse la festividad de Todos los Santos, los mirobrigenses llenaban los templos. La Catedral y el resto de las parroquias rodericenses estaban atestadas de fieles. Sobre las diez menos cuarto de la mañana, cuando las celebraciones eucarísticas estaban en su ebullición, comenzó a temblar la tierra. Un terremoto que duró unos siete minutos y que tuvo tres réplicas importantes, como se pone de manifiesto en el acta del libro de acuerdos del consistorio mirobrigense. Hay que lamentar, como recuerda Mateo Hernández Vegas, que se carezca de información directa de lo sucedido a través de las actas capitulares, ya que faltan las referidas e ese año de 1755 y las de las dos siguientes. No obstante, el becerro del monasterio de Nuestra Señora de la Caridad -a disposición de cualquier interesado tras la edición realizada en los últimos años- da cuenta pormenorizada de lo acaecido en aquella jornada: En 1 de noviembre de 1755 se experimentó en toda España el terremoto más terrible. Fue a la hora de la misa mayor, a que asistían los más de los fieles con motivo de celebrar en este día Nuestra Madre la Iglesia la festividad de Todos los Santos. Los sacerdotes se retiraron del altar, siendo general la conmoción y sobresalto al ver bambonear las paredes de los templos y demás edificios. Fue grande misericordia de nuestro Dios no haber perecido todos. En España no causó daño especial, aunque algunas torres, entre ellas la de la Catedral de Salamanca, padecieron bastantes quiebras. Sobra decir, por sabido, que de aquí, de las consecuencias del terremoto de Lisboa, surge la tradición del Mariquelo y su ascenso a la torre catedralicia salmantina en acción de gracias.
   El amanuense del becerro de La Caridad se explaya contando las consecuencias del terremoto en Lisboa; no será si no en el índice, cuando haga referencia al deterioro que deparó el seísmo en la torre de campanas de la Catedral de Santa María, que se encontraba, como todavía puede vislumbrarse, junto y encima de la capilla de El Pilar: Añádese aquí que la torre de campanas de la Catedral de Ciudad Rodrigo padeció tanta quiebra con motivo del terremoto que puso al Cabildo en la precisión de demolerla y fabricar otra de nuevo, que es la que subsiste -la neoclásica levantada por Sagarvinaga preservando la puerta y pórtico del Perdón-; y en acción de gracias al Todopoderoso se expone el Santísimo Sacramento todos los años en la Catedral el día primero de noviembre.
   Cierto es que, tras otro terremoto de menor importancia que se registró el 31 de marzo de 1761, poco antes del mediodía, el Cabildo acucia el proyecto para la demolición de la torre de campanas de la Catedral, cuarteada y con amenaza de ruina inminente; asimismo, a la vista del deterioro que había registrado el claustro del cenobio premonstratense, se acuerda su reconstrucción con la contratación de los servicios del maestro Juan de Sagarvinaga.
Localización del probable epicentro y el radio de acción del terremoto
   Ya que no contamos con las actas capitulares del cabildo catedralicio y que, sin duda, nos darían datos pormenorizados de lo acontecido aquella mañana del día de Todos los Santos de 1755, recurriremos a lo que sobre el particular se apuntó en el libro de acuerdos del regimiento mirobrigense, en donde se indican las iniciativas tomadas, todas ellas prácticamente en acción de gracias al Todopoderoso y al patrono San Isidoro por haber evitado que tal catástrofe afectara directamente a los civitatenses. Esta es la transcripción del acuerdo adoptado por el consistorio mirobrigense:
   En la çiudad de Ziudad Rodrigo, a zinco días de el mes de nobiembre de el año de mill settezienttos cinquenta y cinco, los señores Jurisdicción y Reximiento de ella, en la conformidad que lo tienen de usso y prácttica, se juntaron a zelebrar Ayunttamientto ordinario para tratar y resolber los negocios y dependiencias tocanttes y perttemezienttes a su común y al maior probecho y beneficio de él, y al que concurrieron y se hallaron presenttes el señor lizenciado don Seuastián Olalla, abogado de los Reales Consejos, correxidor yntterino de esta dicha ciudad y su ttierra por Su Magestad, y los señores don Francisco Agusttín de el Águila y Osorio, marqués de Espeja, alférez maior; don Melchor de Miranda, don Ysidoro Quadrado, don Andrés Carrillo, don Thomás de Alba, don Manuel Granizo y don Francisco Osorio, rexidor jurado, y don Joachín Arias Pacheco, procurador síndico general de el común de essta referida ciudad.
            Y estando así juntos y congregados por antte mí, el ynfraescriptto escriuano de dicho ayuntamiento, se conferenzió y resolbió lo siguientte: el señor corregidor hizo presente a la ciudad, que bien la constaba y ttenía por ciertto, tendría mui pressentte, el grabe y continuado terremoto, de más de siette minutos, que se esperimenttó en ella a las diez menos quartto de la mañana del día primero del corrientte, que lo fue de Todos Santtos, durantte la zelebración de los oficios dibinos, y en que por la solemne festtibidad de el día, lo más de el pueblo se hallaba assí en la Santta Yglesia Catthedral, como en las demás de su poblazión, y lo expuestas que estubieron a arruinarse, oprimiendo, con las ruinas assí dichas yglesias, como las casas y demás edificios, la jente que en ellas había, como se ttiene por ciertto subcedió en la ciudad de Coria y ottras parttes, y la repetición hasta tres bezes que adbirttieron y asseguran las personas de la maior credulidad y se se tiene por ciertto haber sido especial fabor de S. M. por intercesión de el benditto Sant Ysidoro, su patrono, hauerla liberttado de su ttottal ruina y a sus natturales de ttoda desgracia y lo mismo a los de todo su obispado, en cuyo reconocimientto y acción de gracias parezía muy correspondientte ejecuttarse alguna demostración que acredittase su agradecimientto a tantto beneficio, en cuia vista, empezando a tratar y conferir, estando para resolber enttró un porttero y dio recado que por el señor don Gaspar Alcrudo, canónigo de esta sancta yglesia, se solicitaua a su nombre hablar una palabra al señor alférez maior para que la hiciese presentte a la ciudad, quien habiendo salido volvió a enttrar y dixo que por dicho señor Alcrudo se le hauía participado de orden de el cauildo, hiziese presentte a la ciudad que en nazimientto de gracias y para implorar la divina misericordia, tenía resuelto el zelebrar ttres misas, la primera el viernes próximo, sieete, al Santtísimo, manifiesto en el altar maior; la segunda el día ocho a Nuesttra Señora en el mismo altar, y la tterzera el domingo nueve al glorioso San Ysidoro, con exposición de su reliquia, sudario, con prozesión general de penitenzias en la mañana de el mismo día nueve, precedido en ttodos el toque de campanas de su Yglesia y demás de estta ciudad; cuia notticia le partticipaba por si gusttaba concurrir.
Tsunami y fuego fueron consecuencia del terremono, que ocasionó en Lisboa entre 60.000 y 90.000 muertos
            Y oydo y entendido por ella, acordó que al cabuildo se le den las grancias por medio de su comisario, el señor don Andrés Carrillo, a nombre de esta ciudad, y que por ella se asista a dichas funciones, convocando a los sexmeros de su tierra por medio de su apoderado, por si también quieren asistir, toque el redox y comboque al mismo efecto a la vecindad y publique pregón para que durantte ellas no se abran tiendas ni cassa menesttral de oficios, ni vendan en puestos públicos ni secrettos, con alguna que conduzca al preciso sustentto; zierren durantte las funciones las tabernas y recojan las panaderas el pan que tubiesen de ventta, y lo mismo las frutteras, e igualmente la canizería pública y demás abastos. Y que en casso de que alguna, por ynposibilidad o falta de deboción, lo que no es creíble, no quisiese concurrir no concurra a las funciones para ebitar el escándalo, zierre la puertta y durantte ellas ninguno abra venttana ni a ella se asome, pena de veintte ducados aplicados al maior culto del señor San Ysidoro.

            Y que para evitar inconvenientes y hacer se guarde el pregón por el señor correxidor y señores presidenttes de mes, se digan personas de integridad que junttos con el escriuano y alguaciles celen su obserbancia y que al santto pattrón se le pongan ttodos tres días seis velas de a media livra que ardan ttodos ellos.

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