sábado, 28 de febrero de 2015

Apuntes sobre la fortificación de Ciudad Rodrigo (XII)

Calvet, tras describir el estado de las defensas de la plaza de Ciudad Rodrigo, plantea todos los trabajos necesarios para favorecer la fortificación, para ponerla en perfecto estado de defensa. Un proyecto que, en caso de ejecutarse, supondría una sangría para las arcas públicas, tan diezmadas y necesitadas en esos momentos para seguir encarando los gastos de la guerra. Además, como reconoce el propio ingeniero, “siendo las obras que se proponen casi todas independientes unas de otras y no debiéndose ejecutar algunas si se construyen otras, no se puede manifestar en el presupuesto por una suma final el importe de todas ellas”.

Francisco Dionisio Vives, gobernador de la plaza
El proyecto es enviado para estudio y, en su caso, aprobación en aquellos aspectos que se consideren imprescindibles o más convenientes. De momento, los ingenieros ingleses siguen trabajando en la construcción de los reductos y en la reparación de las brechas. A final de diciembre de 1812, el ya nombrado duque de Ciudad Rodrigo, según manifiestan los responsables de la plaza mirobrigense Francisco Dionisio Vives y José Gallizo a José María Carvajal, jefe del Estado Mayor General, “había determinado se suspendiese la reparación de la gran brecha hasta que la estación permita atender a ella”,[1] limitándose de momento al acopio de la cal necesaria para la obra.
Previamente, los trámites para la aprobación parcial del proyecto del brigadier del Cuerpo de Ingenieros Ramón Calvet continúan su curso, pasando primero por el filtro de Manuel del Pueyo[2], ingeniero director del ejército, antes de que desde Cádiz, sede operativa del Estado Mayor General, se dictaminase el alcance de las obras que se ejecutarían para mejorar las defensas de Ciudad Rodrigo.
Calvet había propuesto “construir seis pequeños baluartes[3] aprovechando la actual falsabraga: ensanchar el terraplén de la parte que mira al teso de San Francisco; construir un hornabeque, corona o tenaza doble en el dicho teso; formar un reducto que cruce sus fuegos con el de Castaños; demoler enteramente el arrabal de San Francisco, y algunos otros reparos de corta consideración”. Del Pueyo había apoyado estas proposiciones, prefiriendo para la defensa del Teso de San Francisco, la corona al hornabeque y la tenaza.
Desde la jefatura del Estado Mayor General se dan unas pinceladas, más bien reflexiones[4], sobre el ambicioso proyecto de Calvet tras conocer el parecer de Del Pueyo: “Nada más fácil –se afirma- que proyectar obras para defenderse, pero como para realizarlas son necesarios caudales y para defenderlas hombre, de aquí la dificultad en su elección, calculando las circunstancias, estado de riquezas, fuerza de los ejércitos, calidad de los enemigos, y sistema de la guerra que se hace. Esta plaza, cuando debía oponerse a una potencia de pocos recursos, como el Portugal, podía hacer una mediana defensa, pero en el día que debe oponerse a un enemigo poderoso y emprendedor presenta pocos recursos para ello. La naturaleza de su recinto y terreno de sus inmediaciones se oponen a esto, aunque se hagan inmensos gastos, habiendo también variado su influencia con respecto a nosotros, porque su utilidad está hoy principalmente de parte de nuestros aliados por su sistema de guerra. Todas estas razones parecen nos inducen a no hacer grandes gastos en ella, dejándola en un estado medio de defensa y remediando sólo sus principales defectos”.
Y, entrando en consideración de las proposiciones de Calvet, se señala que “en este proyecto para aumentar las defensas del recinto se proponen seis baluartes en los que la mayor parte de sus caras y flancos están enfilados, batidos de revés o no tienen fuegos rasantes. Por razón de la naturaleza del terreno que circuye la plaza y entidad de sus defensas, será siempre el frente más expuesto al ataque el comprendido desde la poterna C [La Colada] hasta el paraje en que se ha abierto la brecha en los dos últimos sitios. Por consiguiente parece que éste merece la mayor atención. La obra que actualmente están ejecutando en la brecha los ingleses tendrá el efecto que indica el ingeniero Calvet con respecto a la facilidad de hacerla practicable. El método que propone (…) sería conveniente adaptar para evitarlo”.
Proyecto de Ramón Calvet
“Todas las alturas son funestos padrastros para las plazas, las que se encuentran a la inmediación de ésta le son tan perjudiciales por su elevación y naturaleza que merecen toda atención, y por lo mismo las fortificaciones con que se ocupen deben ser tales que por sí solas tengan todo el grado posible de oposición. Los reductos con que están ocupadas podrán retardar algo los progresos del sitiador, pero no le arredrarán de su empresa, y a su toma será consiguiente la de la plaza. Las que se proponen son costosas  muy dilatadas, dos cosas que se oponen en el día a el estado en que nos hallamos, pero en caso de haberse de ejecutar, parece merece la preferencia la corona (aunque algo más costosa) a las demás propuestas por sus mayores ventajas, no descuidándose fortificar también el lado este de la plaza con el fuerte que se propone en el paraje 13” [en el frente del antiguo postigo de San Pelayo].
Con estas consideraciones, el proyecto pasó a la Comisión Militar de Guerra para su “consulta y dictamen”, que se conocería en carta fechada en Cádiz el 20 de noviembre. La evaluación del proyecto de Calvet sigue la pauta marcada por Manuel del Pueyo, “pero sin embargo de que la plaza de Ciudad Rodrigo nunca podrá elevarse a un grado de fuerza respetable contrayéndose al presente en que su principal objeto sea contener a los franceses en su marcha al Portugal, es de opinión se prefieran las obras indicadas desde el 21 al 31[5] calculadas en 700.000 reales de vellón próximamente, que son: concluir y perfeccionar las obras que se han ejecutado después de la reconquista; elevar en el recinto antiguo algunas pulgadas la cresta del parapeto desde el ángulo saliente inmediato a la brecha hasta el torreón de la puerta del Conde; reparar el muro que forma el flanco izquierdo de este torreón; habilitar toda la falsabraga, los revellines y las plazas de armas elevando cuatro o cinco pies al menos todas las alas de la izquierda de los ángulos salientes desde el frente de la brecha a la puerta del Sol, y las de la derecha desde la misma brecha hasta el paraje donde estaba el convento de Santa Cruz; construir baterías con merlones para cinco o seis piezas en las caras de la derecha en los ángulos salientes 17 y 18 (del plano) [frente a las ruinas del convento de Santa Cruz] para aumentar fuegos contra el teso de San Francisco y en los demás ángulos salientes de la falsabraga que flanquean otras partes de ellas; revestir el flanco provisional que se ha hecho de tierras a la derecha del rediente 18; habilitar todas las comunicaciones que ahora lo están provisionalmente, en particular la nueva poterna del Espíritu Santo; resguardar con fosos y cortaduras las estacadas y fosos provisionales que se han puesto entre la puerta de La Colada y el puente a la derecha e izquierda; construir los tres reductos propuestos para cubrir el frente del arrabal de San Francisco o al menos transformar en casas fuertes los restos de las iglesias de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo; y finalmente, que para el teso de San Francisco se adapten los que con su comunicación señala el plano para su defensa, perfeccionándose y mejorándose según lo permite el terreno y demoler el resto de los edificios que existen en el arrabal de San Francisco, por cuyo medio, siendo el más expedito y el menos costoso, facilita la habilitación de la plaza”.
Proyecto de los cinco reductos ideados por Ramón Calvet para favorecer la defensa de la plaza mirobrigense
Estas obras fueron aprobadas, al tiempo que se incidía en la necesidad de empezar por la puesta en defensa del Teso de San Francisco y se elige la opción de convertir los citados conventos en casas fuertes en vez de construir los reductos apuntados por Calvet, según se desprende de una carta enviada por José de Heredia al jefe del Estado Mayor General el 17 de noviembre para que dictamine sobre el particular. El día 24 la regencia del reino[6] aprueba definitivamente la inversión de 700.000 reales en la ejecución parcial del proyecto de Ramón Calvet.


[1] AHN. Diversos-Colecciones, 120. N. 4. Fol. 16.
[2] Ibídem. Fol.66 y ss.: Excmo. Sr. El brigadier D- Ramón Calvet, coronel del Real Cuerpo de Ingenieros que en virtud de orden del Excmo. Sr. D. Francisco Javier Castaños fue comisionado a la plaza de Ciudad Rodrigo inmediatamente que se reconquistó para examinar el estado de aquellas fortificaciones y proponer las obras y reparos necesarios o convenientes a su mejor defensa, llevando consigo al efecto al teniente coronel D. José de la Fuente Pita y los capitanes D. Manuel María de Toro y D. Juan Jiménez Donoso, únicos ingenieros que había en este ejército, tras desempeñar auxiliado de dichos oficiales el mencionado encargo con el esmero, tino, conocimiento y exactitud que acreditan los adjuntos documentos originales que me pasó el 25 de junio último y remito a V. E. después de haber hecho sacar aquí un ejemplar de cada cosa para surtir esta comandancia y poder más adelante enviar a V. E. el duplicado que está prevenido se le dirija de cuantos proyectos ocurran, según lo verificado por lo correspondiente a éste, luego que se concluya el otro ejemplar que ya se está haciendo y consiste en la copia del oficio con que el referido brigadier acompañó los mismos documentos al Excmo. Señor general en jefe el 18 de junio; la descripción de la plaza de Ciudad Rodrigo; propuestas y explicación de las obras de fortificación que considera convenientes para aumentar su fuerza; cálculo prudencial de cada una; el plano general de la misma plaza; papeles volantes de sus proyectos; un plano suelto de los reductos ejecutados por los ingenieros aliadas; y once perfiles que aclaran la inteligencia del todo, sobre cuyos contenidos debo informar a V. E. que, sin embargo de carecer yo del conocimiento de aquel terreno que no he visto, ni tener otra idea de la plaza que la adquirida por la detenida lectura de la expresada descripción, inspección de los planos y perfiles y relación de sujetos instruidos que han estado en ella, comprendo que cuanto propone Calvet de consideración, desde el número 14 al 20 [“14º.- Prescindiendo de si es necesaria, útil, conveniente o perjudicial la conservación en clase de plaza de guerra de este punto, que requiere una guarnición numerosa, por ser un problema que no puede fácilmente resolver el que no esté iniciado en el plan general de operaciones, por ser asunto del resorte de los gabinetes, y por parecer ya determinado, según indican las obras que se han mandado construir después de su reconquista, se expresarán cuáles son las que se considera deberse aumentar para que esta plaza adquiera nuevos grados de fuerza en los dos casos de haber suficientes medios y tiempo para construir las que exige su situación y las circunstancias de su actual fortificación, y las que, por escasez de aquéllos, y si hay recelo de que en breve sea atacada, se deben verificar desde luego para proporcionarle algún aumento de resistencia.
15º.- Siendo el mayor defecto del recinto antiguo que forma el cuerpo de la plaza el no tener casi sino fuegos de frente, según se ha dicho en el número 2º, parece ser de la mayor importancia proporcionar flancos que defendiendo todas las partes de aquel recinto sean también útiles al moderno o falsabraga, lo que se puede conseguir por la construcción de cinco pequeños baluartes en los puntos 1, 2, 3, 4 y 5, cuyos parapetos y el término del piso del terraplén van representados en el papel volante número 1º sobrepuesto al plano de la plaza con líneas amarillas cuando no coinciden con los parapetos de la falsabraga. Los pequeños baluartes que se proponen deberían elevarse hasta quedar sólo unos ocho o nueve pies más bajos que el recinto antiguo. Pero como ésta sería una empresa larga y de un coste excesivo, porque sería preciso para que no estuviesen tan expuestos a los fuegos de la campaña elevar también proporcionalmente la contraescarpa y glacis en todas partes, que no sería fácil verificar desde enfrente del revellín que hay a la derecha de la gran brecha hacia la izquierda, hasta la extremidad del recinto, por el mucho desnivel que hay desde la contraescarpa hacia el regato del Caño del Moro y convento demolido de Santa Cruz, se cree que por ahora sólo se les debe dar las alturas que sean absolutamente necesarias para flanquear entrambos recintos y cubrir la parte interior de los mismos baluartes de la dominación y enfilada, atendiendo también a que los actuales revestimientos exteriores de las alas de la falsabraga, con que han de coincidir casi todas las caras de los baluartes, puedan resistir el aumento de su altura a fin de que la ejecución sea más breve y el menos posible su coste. A este efecto la cresta del parapeto de la cara de la derecha del baluarte 1 y la de las caras de la izquierda de los baluartes 3 y 4 podrán tener ocho pies de altura sobre la cresta del parapeto de la actual falsabraga; los flancos contiguos a dichas caras han de estar tres pies más bajos que éstas; las caras de la izquierda del baluarte 1 la de la derecha de los baluartes 3 y 4, han de tener una inclinación descendiendo cuatro pies desde el ángulo flanqueado hacia el de la espalda, y al mismo nivel de este punto pueden estar los flancos contiguos a él. En el baluarte número 5, que no está expuesto a la dominación y enfilada del teso de San Francisco, pueden estar sus caras al mismo nivel elevando la cresta de su parapeto ocho pies sobre el de la misma línea de la falsabraga, y la de los flancos tres pies menos que aquéllas. En el baluarte número 2, que no puede quedar cubierto de la cumbre y caídas del teso de San Francisco por la contraescarpa sin que resulte un defecto mayor por el excesivo desnivel del glacis, bastará que la cara de la cara de la derecha esté seis pies más alta que la de la falsabraga; la del flanco contiguo a ella tres pies menos que dicha cara; cuatro la del flanco de la izquierda y la cara de esta parte ha de tener la inclinación o desnivel que resulta desde el ángulo flanqueado hacia el de la espalda. Para que la cara y flanco de la derecha del baluarte número 5 estén propiamente defendidos, se ha de prolongar hasta el recinto antiguo el flanco del semibaluarte 6 de la falsabraga y elevarle cuatro pies, como también la cara contigua a él, sobre el nivel que tiene al presente. Los 10 flancos de los cinco baluartes que se proponen son enteramente obras nuevas. Para que las caras del baluarte número 2 puedan ser defendidas de los flancos de los baluartes colaterales sin adelantar el ángulo flanqueado hacia la campaña que no permite el rápido descenso del glacis y la dominación del teso de San Francisco sin que resulten los defectos que eran consiguientes, es preciso abandonar casi del todo la magistral de la falsabraga, y lo mismo se propone para la cara de la izquierda del baluarte 4 a fin de hacer desaparecer un ángulo entrante y aprovechas como casamata de la fusilería en su flanco de la izquierda un cuerpo de guardia que hay en aquel paraje y que debe cubrirse con bóveda. Esta variación en la cara obliga a hacerla también en la contraescarpa de su frente, y en la que está delante de la cara de la derecha del baluarte número 5 es también necesaria para que su ángulo flanqueado sea defendido del semibaluarte 6. Las porciones de la falsabraga que quedarán entre los nuevos baluartes han de permanecer para que se pueda hacer de ellas el mismo uso que se hace de los terrazones que se sitúan delante de las cortinas. Sus extremidades hacia los ángulos de la espalda de dichos baluartes se han de demoler o rebajar a fin de que el foso de delante de los ángulos flanqueados pueda ser mejor defendido, y se han de cerrar con dos líneas de fuertes estacas aquellos espacios. El foso de delante del ángulo flanqueado del baluarte 3 se defenderá con dos pequeños retrincheramientos, etc. Para que los nuevos flancos tengan mayor altura sobre el terraplén o piso de las porciones de falsabraga que han de subsistir, se ha de hacer una excavación al pie de ellos formando un escalón desde cuyo fondo ha de quedar glasisado el terreno cuanto sea necesario para que se descubra el flanco opuesto. Los expresados cinco baluartes han de tener comunicación con el cuerpo de la plaza por medio de porternas, y las partes de la falsabraga se han de comunicar entre sí y con los mismos baluartes también por pequeños pasos o por poternas situándolos en la extremidad de todos los flancos al pie del recinto antiguo. Los parapetos de las cartas de la izquierda del revellín 7, los de los redientes 8 y los de la derecha de los redientes 9, se han de elevar cuatro pies. El revellín 10 se ha de levantar con proporción a la elevación que se propone para la contraescarpa. Los tres perfiles con los números 6, 7 y 8 manifiestan la altura y disposición en que deben quedar las caras de la derecha de los baluartes 1 y 2; la cara de la izquierda del baluarte 5 y de la contraescarpa y glacis de enfrente de ellas, cuyos perfiles, lo que se manifiesta en el plano y lo que se expresa en este papel acerca de las alturas y demás circunstancias relativas a los baluartes que se proponen, a las variaciones de la falsabraga y a los aumentos de la contraescarpa, parece ser suficiente para la inteligencia de todo.
16º.- El método proyectado por los señores ingenieros ingleses (explicado en el número 10) de reparar el ángulo saliente a cuya izquierda fue abierta la principal brecha en los dos sitios que ha sufrido la plaza en esta guerra, y que al presente se está ejecutando, no sólo delante de dicha brecha, sino también en una considerable extensión a uno y otro lado de ella, en donde, aunque con grandes desconchados, subsiste el muro antiguo y los parapetos, tiene por objeto la dificultad que se cree que habrá en abrir una nueva brecha en aquel paraje viéndose poco desde la cumbre y falda del teso de San Francisco el muro que ha de revestir el pie de la escarpa, y habiendo de ser la parte superior de ésta y el parapeto un sólido de tierra que ha de tener casi la misma inclinación que tomaría después de ser batido; pero considerando que para verificar la explicada disposición manifestada en los perfiles número 2 y 3, es preciso demoler una parte del muro, parapeto y terraplén actual, privarse del espacio necesario para la conservación en aquel paraje de las piezas de artillería que hay al presente a uno y otro lado de la brecha y para restablecer la batería que había en donde ésta fue abierta; que hay ventajas de los fuegos que se pierden no se pueden reemplazar por los que se procuren aumentar en otros puntos; y que de todos modos cuando el sitiador consiga destruir o rebajar con su artillería los parapetos de la falsabraga o del baluarte número 2 que se proyecta, le sería acaso más fácil hacer practicable una brecha que si estuviese la escarpa del recinto antiguo según el método ordinario como antes estaba, no se duda que será más conveniente que cuando no se eleve el muro nuevo hasta el nivel del cordón o del pie del parapeto, con lo que se podría proporcionar a éste mayor espesor, se levante a lo menos hasta que quede sólo uno o dos pies más bajo que el nivel de la cresta del parapeto de la cara derecha del baluarte expresado número 2, como manifiesta el perfil número 7 por el cual se reconoce que las ruinas de dicho muro deben caer en el foso que se deja entre él y el terraplén del referido baluarte, que será fácil limpiar en cualquiera ocasión, con lo que nunca será en aquel paraje practicable una brecha. No habiendo en el recinto, según se ha dicho, otro punto que pueda reemplazar con iguales ventajas la falta que hará para tener fuegos contra el teso de San Francisco la respetable batería que había en el paraje en donde fue abierta la gran brecha y a uno y otro lado de aquel ángulo saliente, si ha de quedar esta parte del recinto como se ha explicado y fue proyectado por los señores ingenieros ingleses, será preciso ensanchar el terraplén para que tenga latitud suficiente para el uso de la artillería, o construir en el espacio que hay entre él, la Catedral y el seminario conciliar una torre o una batería (papel volante número 1) que oponga cuando no horizontalmente a lo menos con menor inclinación sus fuegos contra el expresado teso y que después de abierta la brecha sea el centro de una cortadura.
17º.- Las circunstancias ya explicadas del teso de San Francisco exigen que en su cumbre se construya una obra grande que obligue al enemigo a perder tiempo no pudiendo tomarla sino por las operaciones de un sitio en regla. Las obras que más propiamente se adaptan a la configuración de dicha cumbre son un hornabeque, una corona o una terraza doble en la que se haga desparecer el efecto de los ángulos muertos poniendo en ellos flancos retirados ocultos. Igualmente, las tres expresadas obras, de las cuales las dos primeras van representadas con líneas de distintos colores en un mismo papel volante número 2, y la terraza en otro número 3, deberían ser de un perfil respetable. El nuevo reducto Wellington que quedaría en su gola aumentaría la confianza de los defensores de la obra propuesta y sería el reducto más propio para su retirada cuando fuese necesario verificarla. La flecha Craufurd protegería su comunicación con la plaza. El reducto Mikannon, sostenido tan de cerca por la misma obra nueva, sería un puesto avanzado que retardaría mucho los aproches del sitiador. El semirreducto Fletcher quedaría inútil y se debería demoler. La situación de las dos baterías que se proponen en la extremidad de las alas para su defensa, es la misma en los tres proyectos. El estar el terreno hacia la parte 11 algo más elevado que el resto de la cumbre, precisaría a hacer el ala y las demás líneas de la izquierda más altas que las de la derecha para que éstas quedasen mejor cubiertas, cualquiera que fuera la obra que se eligiese. El 2º y 3er proyecto, o sea, la corona y la terraza doble, son ciertamente muy propios o se acomodan mejor al terreno que el hornabeque: en aquéllos las alas de la derecha se podrían ajustar al borde de la cumbre, recibirían más protección de los fuegos de la plaza y descubrirían mejor la pendiente, el frente del arrabal y el principio de la llanura de aquella parte; pero el hornabeque tiene menos cantidad de obra y sería por consiguiente más breve su construcción y menor su coste. Si el ala de la derecha del hornabeque se hiciese coincidir con las de los otros dos proyectos para tener las ventajas expresadas, o habría de ser de mucha longitud el lado exterior de la figura, o el ala de la izquierda quedaría sin protección alguna de la plaza, abandonada a su propia y casi única defensa de frente y al débil apoyo de la batería de su extremidad, que siendo preciso oblicuarla demasiado estaría enfilada de la campaña así como la cortina y otras líneas del mismo hornabeque. La misma  configuración del terreno exige que con la obra que se ponga en este paraje se comprenda un gran espacio; que se pueda hacer ventajosa oposición a los aproches del sitiador que regularmente serán desde los puntos 11 y 12; y que se pueda proteger al reducto avanzado Mikannon y recibir de él el auxilio de sus fuegos laterales. Todo parece que se puede conseguir con la corona o con la terraza y aun con el hornabeque adelantado delante del ala de la derecha una lengua de sierpe que va representada en el plano y situando el ángulo flanqueado de ella al principio de la caída del teso por aquella parte. En cualquiera de las tres obras que se eligiese se debería procurar que los lados de la izquierda de cada uno de los ángulos flanqueados queden más elevados en tres o cuatro pies que los de la derecha, a fin de que la parte interior de ellos no sea descubierta por el enemigo si se sitúa a la parte de la cumbre, que está algo más elevada que el resto de ella; y respecto que cualquiera de dichas obras debe ser de larga conservación, a menos que se proporcionasen medio muy extraordinarios, y que en las actuales circunstancias puede no convenir que en aquella cumbre haya mucho tiempo zanjas y sólidos informes que acelerarían la pérdida de las obras que hay al presente, no se debería principiar a construir las nuevas hasta que estuviesen preparados los medios necesarios para ejecutarlas con la mayor brevedad; y al mismo tiempo se debería proceder a revestir sólidamente y elevar la magistral del reducto Wellington por haber de ser el apoyo de la nueva obra la segunda de su gola e inspirar confianza a su guarnición.
18º.- Un reducto de un perfil respetable en el punto 13, guarnecido por unos 200 hombres y cuatro o cinco piezas de artillería, cuyos fuegos se cruzarían con los del reducto Castaños, descubriría algunas desigualdades del terreno, la pendiente del ribazo, los barrancos próximos y el río que éste no descubre, y contribuiría a atrasar mucho los progresos del sitiador que intentase atacar la plaza por la parte de La Caridad o de Pedrotoro.
19º.- La demolición entera del arrabal de San Francisco es, sin duda, lo que más convendría a esta plaza para que quedase despejada la llanura en que está situado, no hallase abrigo alguno en ella el sitiador, pero la consideración de que su vecindario compone acaso una tercera parte o más del total de esta población, y de los grandes perjuicios que a aquél y a está causaría una providencia tan violenta, y la precisión de oponerse a que el enemigo lo ocupase desde que se presentase delante de la plaza, inclinaría a cubrir el año de 1810 su frente con el retrincheramiento que en marzo último se ha restablecido, y de cuya debilidad se ha hablado ya en el número 12. Efectivamente, sólo puede considerarse como un apostadero para sostener los avances de las guerrillas y las salidas de la guarnición, protegido por el fuego de las tres nuevas pequeñas baterías de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo y por el reducto Castaños, o para impedir que sin alguna inmediata oposición se introduzca el enemigo en el arrabal; para lo que, por la configuración, debilidad y dilatada extensión de dicho retrincheramiento se necesita guarecerlo con una división de infantería de igual o mayor fuerza a la que es necesaria para el cuerpo de la plaza y obras nuevas exteriores. Aunque se varíe la traza de aquel retrincheramiento, aunque se fortifique la línea exterior que forma el frente de dicho arrabal con obras continuas o contiguas de un perfil mayor que el que tienen las actuales, siempre su extensión, además de un gasto muy considerable, causará el defecto de exigir una numerosa guarnición que consumirá los víveres destinados a la de la plaza y demás obras exteriores, por lo que se considera preferible cubrir el expresado frente del mismo arrabal con tres reductos aislados para unos 200 hombres cada uno, situándolos hacia los puntos 14, 15 y 16 señalados en el plano general de la plaza, los cuales, con las demás obras nuevas exteriores, formarán una línea cuyas partes, protegiéndose mutuamente, conservarán el conveniente equilibrio en su fuerza y detendrán al sitiador mucho tiempo lejos de la plaza. Y para que sea más fácil el relevo de la guarnición de los tres reductos que se proponen y del ya construido de Castaños, como también para proteger con destacamentos de la plaza la defensa de la gola de todos, puede permanecer el actual retrincheramiento y las tres nuevas baterías de las iglesias de Santo Domingo, Santa Clara y San Francisco en el mismo estado en que se hallan, y se debe también dificultar el tránsito por el intermedio de dichos puestos abriendo una zanja o foso sencillo de uno a otro, de modo que esté bien descubierta, enfilada y defendida de ellos. El gasto que cause la construcción de los tres reductos y la excavación de las zanjas o fosos, será ventajosamente compensado por el ahorro del importe de los víveres en sólo una o dos semanas de la diferencia de tropa que se necesita para su guarnición a la que exige el actual retrincheramiento o cualquiera otro de obras continuas o contiguas que se adaptase, siendo también de la mayor consideración que esta misma diferencia de guarnición es un aumento de fuerza para las divisiones o ejército de campaña.
20º.- Las obras que se proponen, por las circunstancias de la actual fortificación y las de la campaña, son de tal clase que pueden considerarse para su ejecución como independientes unas de otras, pues que aumentando cada una de ellas grados de fuerza o de resistencia a la plaza, no hay inconveniente en que se construyan y se concluyan las unas aunque no se hayan ni aún empezado las otras. Hasta en los pequeños baluartes proyectados concurren las mismas circunstancias, por lo que el orden de preferencia que por su objeto se debe observar en su construcción o adelantamiento es el siguiente: primeramente el 1º, luego el 4º y 3º; después el 5º y la elevación del semibaluarte 6; y últimamente el 2º, que es el que causando mayor coste es menos interesante. En el aumento y perfeccionamiento de todo el recinto, se debe trabajar incesantemente y sería de la mayor importancia proceder desde que se empiecen las obras al restablecimiento de la batería que había en el paraje en donde fue abierta la brecha mayor, que sea variando la disposición proyectada por los señores ingenieros ingleses, explicada en los números 10 y 16, y en que se está al presente trabajando; ya sea ensanchando el terraplén o bien construyendo el gran caballero (papel volante número 1), el cual debe elevarse a lo menos nueve o 10 pies sobre el nivel de la cresta del actual parapeto del recinto antiguo, cuya obra, aunque se restablezca en éste la batería, será siempre muy interesante para poder oponer mayor cantidad de fuegos al sitiador cuando llegue a establecerse en el borde de la cumbre y en la falda del teso de San Francisco. Pero en este caso se debería dar al caballero alguna mayor elevación a fin de que los sirvientes de la batería del recinto antiguo no tengan que temer de los fuegos del caballero. En cuanto a las obras exteriores que se proponen para la campaña, los tres reductos hacia los puntos 14, 15 y 16 que han de cubrir el frente del arrabal de San Francisco, por ser obras de poca consideración y proporcionan un ahorro en el número de defensores, se debe atender en su construcción luego que haya medios para verificarla, como también por la primera de dichas razones a la del reducto 13 que ha de ser el costado derecho de la línea de reductos, y a la perfección de algunas porciones del escarpe formado en el ribazo de la parte del río. Mientras se ejecuta el aumento del perfil, la elevación y el revestimiento con mampostería de la escarpa del reducto Wellington en la cumbre del teso de San Francisco, se debe proceder al acopio de materiales para la ejecución de una de las tres grandes obras que han de hacer desistir al enemigo de toda empresa por aquella parte. Por razón de brevedad o por tener más pronto en la cumbre de dicho teso una de las expresadas tres grandes obras, aunque fuese con el defecto de ser muy suaves los declivios de escarpa y contraescarpa por se casi todo el terreno de mala calidad, se podría ejecutar sin revestir sino los declivios interiores de los parapetos, las rodilleras y los costados de las cañoneras; pero la misma calidad del terreno exige que no se tarde mucho en verificar el contener las tierras con los revestimientos de mampostería manifestados en los perfiles.] es muy propio y conveniente para conseguir el aumento de las defensas de aquel recinto y precaver los dos ataques a que está más expuesto por su situación y disposición del terreno de sus inmediaciones, porque es indudable que no teniendo el recinto flancos, no se podrá conseguir lo primero si no se construyen los cinco baluartes y demás obras que propone, ni los perjuicios locales del terreno a la parte de La Caridad o de Pedrotoro, del arrabal de San Francisco y teso del mismo nombre quedarán remediados completamente de lo segundo, mientras no se construyan los cuatro reductos que al intento indica junto al de Castaños y en el arrabal y se verifique alguno de los tres proyectos que se representan para el Teso de San Francisco, paraje que por ser el de ataque más conocido exige una fortificación de entidad, la cual proteja los reductos ejecutados, disminuya su número, detenga los progresos del enemigo y le obligue a emprender un sitio formal contra la obra que se establezca en el teso. Éste, por las razones que Calvet expone, parece que es susceptible de admitir cualquiera de los tres proyectos que propone, de una corona, tenaza doble u hornabeque. Pero aunque todos sean a propósito en la forma que los dispone, y yo considere ingeniosa la de la tenaza doble por la disposición del único flanco de cada frente (que me asegura el mencionado jefe en el oficio de remisión), no puede ser visto ni arruinado de la campaña, no estando dominado de ella y que al paso que el pie de la escarpa en la curvatura de que consta está visto y puede defenderse con el fusil desde los antepechos de las contrabrisuras. Contemplo, no obstante, debe preferirse la corona respecto a que sin tanto coste se acomoda bien al terreno, recibe la misma protección de fuegos de la plaza, descubre igual porción de campaña y el pie de su escarpa se defiende con el fusil y cañón que puede también quedar oculto, haciéndolo orejón y flanco curvo, ventajas que no concurriendo en el hornabeque, sino imperfectamente por medio de las lenguas de sierpe que necesita adelantarse a su ala derecha, me deciden asimismo a favor de la corona, comparada con el hornabeque, sin embargo de que se calcule su importe en 1.392.830 reales menos y que el tiempo de su ejecución se regule de menor duración, pues esto no equivale a la desventaja de la débil resistencia de la flecha que necesita el hornabeque para llenar su objeto, el cual sería nulo al perderse aquélla, como con facilidad sucedería. En cuya consecuencia, no debe tener dicha obra más lugar que el comparativo, tratándose de mejorar las fortificaciones de un puesto ya de algún modo defensable, porque en tal caso no ha de repararse en gasto, ni adoptarse otros ahorros que aquellos que proporcionan los proyectos más ventajosos, ni estos podrán construirse sino cuando sobre el tiempo y los medios precisos para hacerlos. No siendo de tal clase las propuestas de obras de que trata el mismo ingeniero en su presupuesto y cálculo desde el número 21 hasta el 31 y reflexionando que son precisas de absoluta necesidad y útiles en los términos que refiere, porque su ejecución no ocasionará gastos superfluos, aun cuando después se proceda a las anteriores de mayor entidad, soy de opinión que se verifiquen desde luego mediante a que están al alcance a los medios de la nación, pues sumado su importe sólo asciende a 639.492 reales y que sin ellas no puede reputarse la plaza en estado de regular defensa, atendido él en que se hallan actualmente sus fortificaciones, a las cuales, por si fuese atacada, interesa darles alguna mayor resistencia; y me parece que no puede ser otra que la que se expone en los citados números. Que es cuanto alcanzo y me ocurre manifestar a V. E. en el asunto. Dios guarde a V. E. muchos años. Badajoz, 10 de agosto de 1812. Excmo. Señor Manuel Pueyo. Excmo, Sr. Conde de Noreña.
[3] Ibídem. Fol. 3 y ss.
[4] Ibídem.
[5] CALVET, Ramón. Plaza de Ciudad Rodrigo. Año de 1812. Descripción de la plaza de Ciudad Rodrigo. Propuesta y explicación de las obras de fortificación que se consideran convenientes para aumentar su fuerza; y cálculo prudencial del importe de cada una: 21º.- Pero si por falta de caudales, de brazos, de otros de los medios necesarios o de tiempo no pudiesen verificarse ni emprenderse las referidas obras, se debe a lo menos proceder desde luego a la ejecución de las que a continuación se expresarán, ninguna de las cuales es inútil, no perjudica para la construcción de las otras ni causará gasto alguno de consideración que sea superfluo, aunque aquéllas después se hayan de ejecutar.
22º.- Tales son el concluir y perfeccionar las que ya no lo estén de las que se han ejecutado después de la reconquista con la variación en el reparo de la brecha grande que se ha indicado en el número 16, o a lo menos revestir con céspedes la parte superior de la escarpa para que, sin causar alteración considerable en el método adaptado, explicado en el número 10, pueda ser menos la base de su declivio y con menor coste restablecer en aquel paraje la antigua batería, que podría ser de seis a ocho piezas.
23º.- En el recinto antiguo se ha de elevar de algunas pulgadas la cresta del parapeto desde el ángulo saliente próximo al paraje en donde fue abierta la gran brecha hasta el torreón de la puerta del Conde para que el tránsito por el terraplén sea menos molestado de la dominación del teso de San Francisco; y en el expresado torreón y en el de la puerta del Sol se deben construir merlones a fin de que las piezas colocadas en ellos sean mejor servidas.
24º.- Se ha de reparar el muro que forma el flanco izquierdo de dicho torreón del Conde que ha sufrido mucho en el último sitio.
25º.- Toda la falsabraga, los revellines y las plazas de armas se deben habilitar para que se pueda defender aquel recinto a lo menos como un campo atrincherado sostenido por el recinto superior, a cuyo efecto se han de elevar cuatro o cinco pies a lo menos todas las caras y alas de la izquierda de los ángulos salientes desde enfrente de la gran brecha hasta cerca de la puerta del Sol, y las caras y alas de la derecha desde la misma brecha hasta enfrente del paraje en donde estaba el convento de Santa Cruz, y terminar las crestas de los parapetos de las otras con inclinación descendiente desde los ángulos salientes a los entrantes. Con igual proporción se ha de ir elevando la contraescarpa, aumentando y perfeccionando el glacis y haciendo desaparecer las principales desigualdades de la campaña próxima a él.
26º.- En las caras de la derecha de los ángulos salientes 17 y 18 (plano general) se han de construir baterías con merlones para cinco o seis piezas cada una para aumentar fuegos contra la falda del teso de San Francisco; y en todos los ángulos salientes y puntos de la falsabraga que flanquean otras partes de ella a distancia proporcionada, convendría tener algunas cañoneras con merlones y explanadas a fin de que se pudiesen situar piezas de artillería en aquel recinto en el momento y por la dirección que fuese necesario. La expresada batería de la cara de la derecha del rediente 18 es muy útil aunque se forme el baluarte 1º, del cual se puede considerar como una plaza baja.
27º.- Se ha de revestir el flanco provisional de tierra que se ha hecho a la derecha del rediente 18 para defender la izquierda del ángulo saliente contiguo a la gran brecha.
28º.- Se han de habilitar formalmente todas las comunicaciones que ahora lo están sólo provisionalmente, particularmente la nueva poterna de Sancti Spíritus, el paso del terraplén que destruyó la voladura de un repuesto en la puerta del Sol y la salida de la falsabraga por la puerta de Santiago.
29º.- Se han de resguardar con fosos o cortaduras las estacadas y parapetos provisionales que se han puesto entre la puerta de La Colada y el puente, a derecha e izquierda, reemplazar las estacas que falten y mejorar dichos parapetos.
30º.- Convendría construir los tres reductos propuestos en el número 19 para cubrir el frente del arrabal de San Francisco, a lo menos transformar formalmente en casas fuertes los restos de las iglesias de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo, que sería de menor coste que la construcción de dichos reductos; pero en este caso sería conveniente demoler la ermita y una parte del barrio de San Cristóbal situado entre los conventos de Santa Clara y Santo Domingo hacia la campaña, o hacer de dicha ermita un puesto para fusilería y demoler las casas más próximas a ella.
31º.- En el mismo arrabal de San Francisco hay algunas de las muchas casas arruinadas por incendios o por el cañón de los sitiadores o sitiados cuyos restos son más perjudiciales que los de las otras por estar situados en parajes que ocultan de los fuegos de la plaza algunas porciones de las calles u otros espacios en donde con su abrigo puede detenerse, reunirse o establecerse el enemigo después de que ocupe el arrabal sin tener que temer sino al efecto de algún casco de bomba o de granada, por lo que será conveniente que se acaben de demoler los restos de aquellas casas en que concurra dicha circunstancia y que no se reedifiquen las demás sin que proceda el correspondiente informe del ingeniero comandante sobre si es o no de las comprendidas en la indicada clase y si puede convenir hacer alguna variación en su planta y elevación. Lo mismo se debe practicar con respecto a las del arrabal del Puente, cuya precaución y providencia son las que están ya prevenidas por ordenanza”.
[6] AHN. Ibídem. Fol. 13 y ss. La regencia del reino, después de examinado el proyecto de defensa formado por el ingeniero D. Ramón Calvet para la plaza de Ciudad Rodrigo y documentos que le acompañan, y con el fin de adaptar el método más expedito y menos costoso para su pronta habilitación que es tan urgente, ha resuelto se lleve a efecto las obras a que se refieren los números desde el 21 al 31 propuestas en la descripción de dicha plaza que acompaña al proyecto, cuyo costo está regulado en 700.000 reales próximamente. Que en lugar de los tres reductos propuestos por la parte del arrabal, se prefiera convertir en casas fuertes las iglesias de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo del modo que indica Calvet. Y para el teso de San Francisco (cuya obra debe ejecutarse con preferencia a las demás) se adapten los que con su comunicación se señalan en el plano, perfeccionándolos y mejorándolos según lo permita el terreno, reservándose S. A. para lo sucesivo, si lo permiten las circunstancias, la aprobación de las indicadas en la mencionada descripción.

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