sábado, 21 de febrero de 2015

Apuntes sobre la fortificación de Ciudad Rodrigo (XI)

Tomada la plaza, calmados los ánimos y apagadas las luces y las sombras de la victoria, los ingleses se ponen manos a la obra. Hay que reparar las brechas e intentar fortificar el padrastro del Teso de San Francisco, ya que se había demostrado insuficiente el pequeño reducto ideado por el general de brigada Reynaud. Así, como comprobamos en un plano levantado por el ingeniero José Martín Ortega Nieto pocos días después de la reconquista de Ciudad Rodrigo, en concreto el 10 de febrero –como curiosidad, se aprecia el aislamiento del arrabal del Puente por la crecida del 1 de febrero-, ya se ha empezado a definir y construir el sistema defensivo ideado por los ingenieros ingleses para el Teso de San Francisco, preservando la luneta francesa y añadiendo otros tres reductos en este enclave –renombrado el Reynaud como Wellington, los otros fueron bautizados con nombres señeros del ejército aliado, sin duda en su homenaje: Crawford, Mckinnon y Fletcher-, mientras que en la parte este, en el arrabal de San Francisco, los ingenieros consideraron también necesario defender este frente con un reducto que bautizaron con el nombre del general Castaños, como recoge Juan Cini, primer ayudante del Estado Mayor, en un plano levantado el 2 de diciembre y copiado por Ignacio Milgana, subteniente del batallón de tiradores de Doyle. Cini, en la leyenda del plano, señala que por entonces ya se había “fortificado el convento de Santa Clara aspillando el paredón y colocado dos piezas de artillería de corto calibre en el testero de la iglesia que mira al campo; los conventos de San Francisco y Santo Domingo se están demoliendo y disponiendo sus iglesias para colocar artillería como está en la de Santa Clara”.

Una descripción más completa del estado de las defensas de Ciudad Rodrigo la encontramos en el proyecto para afianzar la fortificación mirobrigense, dibujado por Juan Donoso, validado por el ingeniero Ramón Calvet[1] y realizado a mediados de junio de 1812, un proyecto muy ambicioso y que se encontraría a la postre con las dificultades de llevarlo a efecto por la cuantiosa inversión que precisaba, aunque en parte sería tenido en cuenta.
Proyecto de Cini fechado en diciembre de 1812. A.G.S.
Empieza Calvet describiendo la situación actual de la plaza de Ciudad Rodrigo: “Está cerrada con un muro de 10 a 11 varas de altura, comprendida la del parapeto, sobre el nivel del terreno natural; construido, según manifiestan el paramento exterior, los desconchados y las brechas, con hormigón y mampostería ordinaria de piedra pequeña no con mucha solidez. A este muro se aplicó después en toda su extensión, menos hacia la parte del río, un terraplén que generalmente es de poca latitud, bien que tiene la suficiente para el uso y servicio de la artillería. Los parapetos están revestidos exterior e interiormente, pero su espesor en pocos parajes es de siete varas que deben tener los de su clase, y su altura en las alas, caras o porciones que se presentan de frente al teso de San Francisco no es en todas partes la necesaria para que esté bien cubierto todo el piso del terraplén.”
Afirma el ingeniero militar que “este recinto, que es realmente el cuerpo de la plaza, sólo puede oponer fuegos directos al sitiador por no tener otros flancos que los de tres pequeños torreones desde los cuales sólo se descubren algunas porciones del pie del muro que son, aunque en el plano están representados otros torreones, tan reducidos y de tan poca consideración su salida o resalto que por la parte superior quedan embebidos en el espesor del parapeto”. Y “por la parte del río hay en el mismo recinto algunas porciones de terraplén, pero el resto es sólo el muro antiguo, también sin flancos, coronado con un antepecho de piedras que le sirve de parapeto, entre el cual y algunos edificios de la población o los patios de otros, queda sólo un angosto callejón para el tránsito de una o dos personas, y aun está enteramente interceptada la comunicación por una elevada torre, llamada castillo, muy próxima al recinto y unida a él por su primer cuerpo; bien que en nada perjudica por no causar sino un rodeo de pocos pasos”.
Proyecto de Calvet con los distintos reductos, incluido, al este, el denominado General Castaños. AGS
“La debilidad que se reconocería en dicho recinto por carecer de flancos, de foso y de camino cubierto, inclinó, sin duda, a envolverle en toda su extensión menos por la parte del río con otro recinto que llaman aquí falsabraga, el cual se compone de una banqueta y un parapeto de cuatro a cinco varas de espesor y de un foso de tres a cuatro de profundidad y de nueve a 12 de latitud en los ángulos salientes. El expresado parapeto, como también el resto de la escarpa y la contraescarpa están revestidos con mampostería ordinaria y paramentos de sillería de varias porciones y ejecutadas en unas con más y en otras con menos solidez, según los medios de que se había podido disponer en las épocas en que se ha ido construyendo. No tiene camino cubierto, pero sí un pequeño revellín hacia la izquierda de la puerta del Conde, otro casi igual delante de la puerta del Sol, una plaza de armas en el frente de la derecha de esa puerta y otra en la salida de aquélla”.
“Este nuevo recinto, al que casi en todas partes le sirve de adarve el mismo terreno natural, por su poca altura, por su figura en simples ángulos entrantes y salientes, a excepción de dos pequeños frentes como de una obra coronada que hay delante de la puerta del Sol y a su derecha; por su poca solidez y por carecer de camino cubierto, sería ciertamente más propio para cubrir un campo que para aumentar el grado de fuerza de una plaza. La traza particular de la mayor parte de las alas que le forman, es también defectuosa por estar muchas de ellas enfiladas y otras vistas de revés de la cumbre y de la pendiente de derecha e izquierda del referido teso de San Francisco, cuyo borde sólo dista de este recinto unas 650 varas y se domina, como también el antiguo, y se descubre desde él casi todo el paramento exterior de uno y otro; por cuya razón, con las mismas baterías así en el sitio de los franceses en julio de 1810, como el de los ingleses en enero último, se abrieron brechas al mismo tiempo en entrambos”.
“Por la parte del río no corre el expresado recinto nuevo o falsabraga, pero hay porciones de retrincheramientos al pie del muro antiguo y en la pendiente del ribazo que, con sus fuegos, contribuyen a oponerse a que los enemigos se aproximen a la orilla izquierda del río, a que permanezcan tranquilamente en el arrabal del Puente, que es sólido y de piedra, a que intenten pasar éste bruscamente y a que emprendan trepar por dicho ribazo y llegar a las puerta de La Colada y Santiago y a los extremos de la falsabraga.”
Proyecto de Calvet, con hojas volantes, para la reconstrucción y fortificación de la brecha. AGS
“El río, en su estado ordinario, es poco caudaloso, pero el terreno es llano y despejado hacia su orilla izquierda. A excepción del abrigo que puede proporcionar el arrabal del Puente, todo está descubierto de los referidos retrincheramientos o del cuerpo de la plaza hasta el alcance de un tiro largo de cañón, en donde están los cerros de Pedrotello y doña María Mayor, por donde cruzan los caminos de El Bodón y Fuenteguinaldo. Pero, aunque sus cumbres sean más elevadas que el nivel de la plaza, parece que no se han establecido jamás en ellas baterías para molestar a los defensores. De aquellos cerros es regular que nunca saque el sitiador otro partido que hacerlos uno de los apoyos de su circunvalación o del bloqueo que establezca por aquella parte, con la seguridad de no poderse impedir su comunicación con los cuerpos del ejército que hagan el sitio o concurran al bloqueo por la otra, por los vados casi siempre practicables que hay en el río fuera del alcance del cañón de la plaza, aunque no construyan puentes”.
“No son tan favorables a la plaza las circunstancias del terreno que está enfrente de las demás partes del recinto. En los barrancos, ondulaciones y canteras que hay entre el río y los caminos del convento de La Caridad y el lugar de Pedrotoro puede hallar el sitiador un seguro abrigo para conducir sus trincheras y excusar una parte de las paralelas. Y por la misma orilla del río y pie del ribazo puede acercarse hasta a poca distancia de la plaza sin recibir daño de sus fuegos. El extenso arrabal de San Francisco y las ondulaciones que cortan casi perpendicularmente los caminos de Pedrotoro y Sancti Spíritus le proporcionan un ahorro de trinchera y de tiempo, al paso que las iglesias y restos de los conventos de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo, y el nuevo hospicio, ocupados por los sitiadores, son sólidos abrigos que le aseguran la posesión de dicho arrabal, de cuyas calles algunas son próximamente paralelas al recinto y muy pocas enfiladas por sus fuegos”.
“Aún es mucho más perjudicial la altura llamada Teso de San Francisco. Todas sus circunstancias son favorables al sitiador, que puede subir a su cumbre desde la profundidad o barranco de su espalda sin ser visto de la plaza; que puede conducir su trinchera por la misma cumbre sin ser descubierto ni aun de los puntos más elevados del recinto y que llegando al borde y otros parajes de su falda sin necesidad de construir antes otra paralela, se halla de la plaza a una distancia desde la cual se pueden abrir y se han abierto efectivamente las brechas en los expresados sitios. No se hace mención del convento de trinitarios, ya demolido, que estaba más cerca aún de la plaza que los demás edificios del arrabal y era como un caballero de trinchera que descubría en varios sentidos las líneas de la falsabraga; ni del convento de Santa Cruz, que ya se está acabando de demoler, y que si existiese sería un apoyo de la derecha de los ataques; un escalón, un punto de la base de la operación ofensiva de viva fuerza hacia el paraje del recinto que empieza a girar sobre el río por aquella parte, lo que proporciona también la imperfección del glacis de su frente y las ondulaciones y barrancos que hay en el terreno, que serán ya menos perjudiciales por faltarles el apoyo del dicho convento”.
“La brecha grande abierta en el último sitio, como en el de los franceses delante de la Catedral, y la pequeña en el primer torreón hacia la derecha de este paraje, están cerradas provisionalmente con revestimientos de fajinas y gaviones en la parte superior, que era la enteramente arruinada, y con una estacada volante. Después se proyectó, y aun se empezó, por dirección de los señores ingenieros del ejército aliado, un reparo formal de los expresados puntos y de los desconchados que hay a uno y otro lado de ellos, causados por la artillería de los sitiadores en entrambos sitios, adelantando muros de unos veinte pies de altura, de los cuales el correspondiente a la brecha del torreón está ya casi concluido y sólo le falta ejecutar la mayor elevación que ha de tener el de la cara; y el de la brecha grande se está al presente construyendo. Han de ser la parte inferior de la escarpa y sobre ellos sólo ha de un sólido de tierras que, formando exteriormente un ángulo de 40 grados sobre el horizonte, ha de ser la parte superior de la escarpa y el parapeto. Del mismo modo se ha ejecutado el reparo de la brecha de la falsabraga delante de la grande del cuerpo de la plaza”.
Proyecto de los cinco reductos previstos para fortalecer la defensa de Ciudad Rodrigo, ideados por Calvet. AGS
“Las obras exteriores empezadas también por dirección de los mismos ingenieros del ejército aliado, la mayor parte concluidas provisionalmente por los españoles desde últimos de marzo, en las que, como en las demás, se trabaja al presente construyéndolas o perfeccionándolas, son las siguientes: dos reductos en la cumbre del teso de San Francisco, uno de ellos en el punto del borde más próximo de la plaza, desde donde se ve mucha parte de la cumbre de las caídas de la derecha o izquierda del teso y la izquierda y espalda del arrabal de San Francisco; y el otro en el borde opuesto que descubre el barranco de su frente, algún terreno próximo de su izquierda y el distante hacia su derecha, pero no la caída del teso hacia esa parte ni las inmediaciones de dicho arrabal. Un semirreducto situado entre aquéllos para proteger su comunicación. Una flecha en el cerro que hay entre el expresado teso y la plaza que protege su comunicación con las obras del teso, ve el arrabal por la espalda y flanquea una parte de un barranco que hay hacia Santa Cruz. Otro reducto a la derecha del mismo arrabal en un punto desde el cual se enfilan o se descubren de revés un barranco, otras ondulaciones del terreno y un escalón formado por una cantera. Una zanja o cortadura en la pendiente del ribazo del río para dificultar el acceso hacia la extremidad de la derecha de la falsabraga e izquierda de la puerta de Santiago. Una batería para dos piezas sobre un sólido de piedras, tierras y ruinas en el testero de cada una de las iglesias de Santo Domingo y Santa Clara en el referido arrabal. Y otra batería para una pieza sobre un andamio de madera en una capilla de la iglesia del convento de San Francisco, cuyas baterías pueden hacer uso de sus fuegos contra toda la campiña del frente del arrabal, la de Santo Domingo dirigirlos también hacia su derecha y la de San Francisco hacia la pendiente del teso por aquella parte”.
“El retrincheramiento con que se cubrió el frente del arrabal de San Francisco antes del sitio de los franceses, compuesto de algunas porciones de parapeto de tierra y algunos fosos y de paredes o cercas atroneradas, del cual no quedaban a principios de marzo último sino éstas con algunas descomposiciones y sólidos informes de tierra, aunque en dicho mes se ha restablecido con algún pequeño aumento y refuerzo de sus perfiles, es aún una línea defectuosa, ya por la debilidad de las obras que la forman, que de ningún modo pueden resistir a la artillería enemiga ni causar sino muy ligera detención si fuesen atacadas bruscamente, ya por su extensión, que exige muy numerosa guarnición para que pueda hacer alguna oposición a un ejército enemigo que tenga fuerzas suficientes para intentar alguna empresa contra la plaza; ya porque su izquierda y centro reciben muy poca protección de las obras del teso de San Francisco, aunque su derecha la hacen más respetable los fuegos del reducto que se ha construido en aquella parte”.
“Si a lo explicado y expuesto hasta aquí se añade que los muros de la plaza, particularmente los del recinto antiguo desde la puerta del Conde por enfrente de la Catedral hasta la extremidad del seminario conciliar, han padecido mucho en los dos últimos sitios; que los edificios de la población interior son generalmente de débil construcción; que como una tercera parte de ellos se hallan enteramente arruinados, otros muchos inhabilitados e inhabitables, y la mayor parte de los restantes con algunos quebrantos por los estragos que han sufrido en dichos dos sitios; que, por consiguiente, si ocurriese luego otro no habría más recurso para procurar un tranquilo descanso a la guarnición y al vecindario y seguridad para las municiones de guerra y para los víveres que la torre llamada castillo, una parte de la Catedral, alguna capilla de alguna otra iglesia, un corto número de blindajes que quedan y los apuntalados con que se afirmen algunos pisos bajos de algún edificio; que las calles son casi todas angostas y que no hay sino pequeñas plazas; que el vecindario, habiendo quedado en un triste estado de miseria, no podría por sí proveerse de una cantidad proporcionada de víveres; que cortada por el sitiador la cañería que conduce el agua a las fuentes sería preciso beber la de algunos pozos que hay o bajar al río a tomarla; que no existe ninguna de las arboledas que antes había entre la plaza y el arrabal de San Francisco en el espacio llamado Campo de Toledo y en otros puntos en la orilla del río, por cuya falta se habrán de traer de algunas leguas la leña y las maderas necesarias para todos los objetos en que se destinan en la defensa; y que no hay estacada sino en las plazas de armas, en los tambores de las puertas, en los retrincheramientos de la parte del río y en algún otro pequeño espacio, parece que son suficientes noticias para que con un ligero examen del plano general de la plaza se pueda formar una exacta idea del grado de fuerza de esta plaza con respecto a su situación y sus actuales fortificaciones permanentes y de campaña, como del estado en que se halla relativamente a todos los demás ramos que deben concurrir a su defensa”.

[1] AHN. Diversos-Colecciones, 132, N.17. Fol. 10 y ss.

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