Apenas hay datos fehacientes sobre la organización y
desarrollo de los carnavales taurinos de la segunda década del siglo XIX.
Escasean las referencias en los libros de acuerdos, aunque cuando aparecen no
dejan lugar a dudas sobre su continuidad, sobre su proyección temporal.
Incluso, a veces, la documentación es generosa para conocer aspectos y
conceptos organizativos que nos dan una clara imagen del desarrollo de los
festejos taurinos vinculados al antruejo, caso, por ejemplo, del de 1825, que
supusieron en conjunto unos gastos de más de 2.000 reales de vellón.
Grabado sobre el desarrollo de una capena un las calles de un pueblo |
Los ganaderos no percibían nada por la
aportación de las reses, aunque la manutención de los vaqueros y encerradores
copaba el mayor desembolso. El resto del gasto era menor: montaje de la plaza,
arreglo de puertas de toril, enarenado del coso y cierre de las bocacalles de
la calle de la Tabernilla –Madrid-, así como la gratificación que se daba a los
propietarios de los carros que se disponían para encauzar el ganado en los
aledaños y en la entrada o salida de la Puerta del Conde. De todo ello se da
cuenta en el siguiente cuadro[1]:
C o n c e p t o
|
Reales
|
Primeramente a
Francisco Gurrea por el gasto que ha suplido en citados tres días de cebada,
vino, aguardiente y comida
|
1.400
|
A Baltasar Blanco
por el cierro de la plaza y asistencia en los tres días y bolber a colocar la
madera en el taller
|
260
|
Por una argolla para
la puerta de la calle de la Tabernilla
|
6
|
Por cuatro libras y
media de clabos para clavar los tablones del cierro de la Puerta del Conde, y
asegurar los pies derechos de los toriles, doce reales
|
12
|
Por trescientos
clavos para las puertas de los toriles
|
18
|
Por hacer las
puertas de los toriles
|
18
|
A Juan Boada por
quatro pares de golfos de banda, quatro espigas y una docena de sogas
|
80
|
A los propios que se
despacharon a Villar de la Yegua, villa del Bodón y Moral de Castro para las
corridas
|
72
|
Por veinte y nueve
carros de arena para la plaza, a dos reales y medio
|
72,17
|
Por las cintas para
la llave del toril y toros en los tres días
|
51
|
Dueños de los
carros, así en esta ciudad, sus arrabales y socampana para el cierro a la
salida a la Puerta del Conde
|
36
|
Total
|
2.025,17
|
El
desembolso por los festejos taurinos del Carnaval del año siguiente, que disfrutaron
los mirobrigenses entre el 5 y el 7 de febrero de 1826, supuso un inversión parcial
de 1.355 reales; al menos, esa fue la cantidad que se entregó a José Benito,
vecino del Arrabal de San Francisco, por los
gastos causados en corrida de nobillos del Carnabal, ceñidos más bien, como
igualmente veremos en el cuadrante del ejercicio posterior, a lo que supuso la
manutención de vaqueros y caballerías que participaron en los referidos
festejos, según el apunte del administrador de rentas Felipe Mariscal Espiga, en
una información fechada el 2 de mayo de 1826[2].
Un desembolso similar en este concepto, aunque
algo menor en su cuantía, se produjo en el Carnaval de 1827, que se celebró
entre el 25 y el 27 de febrero. La relación contable presentada en este caso
por Joaquín Sobrino y Domingo García el 30 de marzo refleja unos gastos que
ascendieron a 1.667 reales, a los que habría que restar los 312 que se
obtuvieron de los puestos de los tablados
en los tres días de Carnabal[3],
según se aprecia en el siguiente apunte, con lo cual el gasto de comida para
los encerradores y la cebada destinada a las caballerías se concretó en 1.200
reales de vellón. Por otra parte, como se puede apreciar en este cuadrante, el
Carnaval de 1827 contó con una partida específica para las banderillas que se
confeccionaron y que se destinaron a la lidia y muerte de un toro, algo que no
era habitual en aquel momento en el coso taurino de Ciudad Rodrigo durante las
carnestolendas.
C o n c e p t o
|
Reales
|
Primeramente por el
gasto de comida y la de cebada a las caballerías y demás, mil doscientos
reales que debe percibir Josef Benito, vecino del arrabal de San Francisco
|
1.200
|
Al carpintero Manuel
Galache por el cierro de la plaza, doscientos cuarenta reales
|
240
|
A los conductores
por la arena que hecharon en la plaza
|
58
|
Por las sogas que se
compraron para las puertas de los toriles
|
23
|
Por las cintas que
se compraron en los tres días de Carnabal para los vaqueros
|
66
|
Por las banderillas
que se hicieron para matar un toro
|
44
|
A los propios que
pasaron a las gañanías para la conducción de carros
|
36
|
Total
|
1.667
|
Los
preparativos del antruejo de 1828 –se desarrolló del 17 al 19 de febrero- se
inician a principios de año, con un acuerdo de previsión del ganado que debía
utilizarse siguiendo la pauta establecida, ya comentada, de un listado o turno
de ganaderías de la socampana y pueblos de la jurisdicción. El 9 de enero el
regimiento encarga a Miguel de la Peña, diputado del común, y a Juan Aparicio,
procurador síndico personero, que cuiden de la comida que se suele ofrecer a
los vaqueros –el gasto más importante- durante las carnestolendas, además de
encomendarles que averigüen los dueños de
baquerías que se hallen en turno para que el Ayuntamiento por sí les pida el
ganado, una práctica que facilitaba al Consistorio la organización de las
corridas y que, a la postre, aliviaba sobremanera el embrollo aparejado a la
definición de las ganaderías y el coste sobrevenido. No obstante, algún
problema debió presentarse con los ganaderos a los que, de alguna manera, se
les obligaba a ceder sus reses sin contraprestación alguna, porque en la sesión
del 11 de febrero de 1829 se acuerda destinar 50 ducados para el gasto de novillos en el próximo Carnaval, encomendando su
gestión a los regidores Pedro Mamblona, Domingo Pacheco y Juan Antonio Muñoz,
mientras que se comisionó al también capitular Manuel Lucas, al diputado del
común Antonio Arroyo y al procurador síndico, Lucas Rubio, para todo lo demás de dichas corridas.
Pero antes
de que llegase el Carnaval de 1829, los mirobrigenses pudieron disfrutar de
otro festejo taurino. Tal vez fuera costumbre que llegado el santo del rey, el
30 de mayo, se celebrasen con fruición unos festejos nutridos básicamente con
una corrida de novillos, con toda la parafernalia que solía acompañar y un
dispendio semejante a lo que venían a suponer las corridas de las
carnestolendas. Puede que fuera tradición, pero la documentación aflora
fehacientemente tan solo en 1828[4],
cuando el diputado del común Miguel de la Peña relaciona pormenorizadamente los
gastos causados en la corrida de nobillos
el día de San Fernando, con ynclusión del enzierro de la plaza. El festejo
costó a las arcas públicas 1.401 reales de vellón, de los que 851,12 fueron ocasionados
por la comida ofrecida y el coste de convertir la Plaza Mayor en coso taurino y
el resto por la indemnización que hubo que satisfacer al propietario de uno de
los novillos corridos, que se desgració y hubo que sacrificarlo. Por él se
abonaron 550 reales, recuperándose 349 procedentes de la carne, menudos y piel
de la res sacrificada. Pero el gasto mayor de este festejo se nutrió
esencialmente con el desembolso de la comida ofrecida a los vaqueros o
autoridades, en donde también se incluyeron otras partidas propias de la
logística o intendencia taurina, destacando especialmente el cierre y enarenado
de la plaza como escenario en el que se desenvolvió el festejo de novillos. Las
partidas son expresivas y detalladas, como se aprecia en este cuadrante firmado
por el diputado del común el 3 de junio de 1828.
C o n c e p t o
|
Reales
|
Por 5 gallinas a
Julián, el Chorlo, a 4
|
20
|
Por 6 gallinas a los
forasteros, a 33/4
|
2226
|
Por
|
17
|
Por un pabo para
asado
|
13
|
Por 6 dozenas de
uebos, a 2
|
12
|
Por 2 dozenas de
naranjas, a 2,4
|
48
|
Por 5 cántaros de
vino, a Manuel Moreno, a 17
|
85
|
Por
|
7
|
Por 20 quartillos de
leche para arroz y natillas
|
424
|
Por 41/2
libras de azúcar para arroz y natillas
|
48
|
Por
|
6
|
Por 4 @ de carbón
|
424
|
Por una cuartilla de
azeite
|
916
|
Por
|
72
|
Por 14 quartillos de
aguardiente, a 66
|
3012
|
Por un carnero que
se compró a la de ospicio
|
30
|
Por
|
216
|
Por 11/5
zelemín de garbanzos, a 7 reales
|
1016
|
Por berderona
ensalada y demás espezias
|
7
|
Por 4 fanegas de
zebada para los caballos, a 14
|
56
|
Por
|
60
|
Por 16 panes a la
Tía Garduña
|
1828
|
Por 18 molletes de
pan a la Inés
|
24
|
Por llebar la zena
Juaquín Bautista
|
10
|
Por media onza de
canela
|
216
|
Por 12 cargas de
agua
|
228
|
Por un zelemín de
aceitunas
|
316
|
Por
|
30
|
Por un zelemín de
sal
|
5
|
Por una cocinera por
3 días, a 4
|
12
|
Por otra por dos
días, a 4
|
8
|
Por gastos de
cocina, ropa y jabón
|
30
|
Por
|
2514
|
Por
|
4
|
Por
|
6
|
Por un cuartillo de
cigarrillos
|
6
|
Por media libra de
chocolate para las cocineras
|
6
|
Por 12 quartillos de
bino y 3 cuartales para los obreros
|
832
|
Por 41/2
varas de cinta para los toriles, a 3
|
1316
|
Por 3 sogas para los
toriles
|
5
|
Por una libra de
pasas
|
212
|
Por 28 cargas de
arena a Juan Gómez, a 12 mr
|
930
|
A Jerónimo Sevillano
por sacarla la madera y traerla al taller con el carro
|
8
|
Por el encierro de
la plaza según relación del carpintero de la ciudad
|
18932
|
Total
|
85114
|
Pese
a estos esfuerzos, no estaba el erario municipal para encarar los dispendios
propios de la organización de las corridas de novillos en carnestolendas. Si
para el Carnaval de 1829 se habían destinado 50 ducados, el Consistorio
prefería seguir con la pauta de la cesión de las reses, estableciéndose, como
se había hecho en los años anteriores, un turno de ganaderías, cuyos
propietarios se obligaban a facilitar el ganado para las corridas, eso sí,
asumiendo el Ayuntamiento las posibles indemnizaciones por las desgracias que
pudieran ocasionarse al ganado. Así se pone de manifiesto en un articulado que
pretende constreñir los gastos de la gestión consistorial. La resolución se
concreta en la sesión del 19 de enero de 1831, cuando en el punto octavo del
supuesto reglamento para definir las partidas de gastos municipales se
establece que las nobilladas de Carnabal
se hagan como se hacían antes, pero añadiendo que ni se hagan otras a costa de los fondos propios.
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