Todo fluye, todo
cambia, nada permanece. Recuerdo esta frase proverbial de Heráclito que servía
en clase de filosofía para fomentar la controversia, para hilvanar explicaciones
a veces un tanto rocambolescas. Todo cambia, lo que vemos ahora hace un momento
pudiera haber sido distinto; por ejemplo, nadie puede bañarse dos veces en las
aguas del mismo río. Pero bueno, dejemos de filosofar y vayamos al meollo de
hoy, que no es otro que continuar con la evolución urbana de Ciudad Rodrigo, la
alteración de espacios públicos con el paso del tiempo. Quisiera ofrecerles, en
esta ocasión, unos datos de la construcción de las que hoy son avenidas de
España y de Salamanca, cuya actuación la debemos al que fuera alcalde mayor
rodericense Antonio Francisco Muñiz y que está vinculada a las obras de
construcción de la Casa de los Niños Expósitos, Hospicio o, como hoy se
denomina, Residencia Mixta Provincial.
En 26 de marzo de 1778 se dio
principio en esta ciudad a la construcción de un edificio para el recogimiento
de niños expósitos y su educación por las sabias disposiciones del Consejo que
solicitaron y pusieron en execución el Ilmo. Sr. Don Cayetano Quadrillero,
obispo actual de León, siéndolo de esta Diócesis, y el Excmo. Sr. D. Luis
Nieulant, gobernador de esta plaza, y en el día comandante de las armas de
Castilla la Vieja
en Zamora[1]. Este
encabezamiento se insertó en las páginas de la Gaceta de Madrid en junio de 1783 como preámbulo para las
actuaciones que después seguirían en la definición de los espacios públicos que
partirían desde la salida de la Puerta del Conde, la entrada principal de
Ciudad Rodrigo en aquel momento, y llevarían hasta las inmediaciones del
convento de San Francisco para girar a la derecha en dirección a la ermita de
San Sebastián, cuyas ruinas todavía se conservan. Desde aquí, la actuación se
concretaría en el camino hacia la ermita del Santo Cristo de la Cruz Tejada –cerca
del actual Centro de Salud- y enfilaría por los Paredones en dirección al Salto
del Gitano –Valdecarpinteros- para enlazar con la carretera o camino de
Salamanca.
Vista aérea de 1915 con las referencias del Hospicio y la avenida de Salamanca |
Hasta
este momento la arteria principal de Ciudad Rodrigo era la calle de Santa
Clara, que enlazaba con la salida de la Puerta del Conde y desembocaba en la
citada ermita de la Cruz Tejada. La construcción de la Casa de los Niños Expósitos
cambiaría la concepción básica del trazado urbano mirobrigense: Los progresos en este edificio fueron lentos
en los principios por los distintos estorvos, que no son raros en semejantes
empresas; pero vencidos los más de ellos y habiendo salido para los expresados
destinos dichos Sres. obispo y gobernador, el actual alcalde mayor, don
Francisco Antonio Muñiz satisfizo cumplidamente a la confianza del último que
le dexó encargada la atención de esta obra. Mediante la actividad que ha puesto
en su continuación en estos dos últimos años, se ha concluido por ahora algo
más de la mitad de su planta, capaz de contener con comodidad quinientos
habitantes con espaciosos obradores y demás oficinas correspondientes a
semejantes edificios; y se han formado por el mismo alcalde mayor ordenanzas
para el gobierno de esta Casa, poniéndola en proporción de que también pueda
servir de Hospicio con absoluta separación de hombres y mugeres, recoge la
citada Gaceta de Madrid.
Avanzada
la obra de construcción del Hospicio y con
la idea de hacer más frequentada esta casa y principalmente con la de componer
el camino público y carretera que sale de esta ciudad a la de Salamanca, ha
hecho formar el mismo alcalde mayor –el precitado Antonio Francisco Muñiz-, con consentimiento y aprobación de este
Ayuntamiento, un paseo de algo más de quarto y medio de legua que empieza a la
salida de la llamada puerta del Conde y llega hasta el sitio que llaman la Cruz Texada con toda
la anchura de un camino real carretero, cerrado de uno y otro lado de dos
líneas de árboles, una fuente de tres caños que se formó en dicho sitio de la Cruz Texada para regar
los árboles y para recreo de los viajantes y del público; otra a la mitad de la
carrera frente [la ermita de] S. Sebastián
y a la expresa Casa de Niños Expósitos; y está resuelto mudar al principio del
mismo paseo la principal que se halla en el Campo de Toledo.
Se nos ofrecen en la misma
publicación otros detalles de la ejecución de la obra: Para
hacer aquel camino más vistoso y sin cuestas y salvar el arroyo llamado Torbellique
que le cruza por dos partes, se hizo una anchurosa puente y una espaciosa
alcantarilla, igualando con escombros todas las baxadas y subidas, y poniendo
en quanto ha sido posible aquel camino por el mismo método y planta que tienen
las nuevas carreteras fabricadas en el Reyno con distintos asientos a proporcionadas
distancias para la comodidad del paseo, y con la inscripción correspondiente en
uno de ellos grabada baxo las armas de la Ciudad.
Asimismo, como este camino es el que dirige a
Salamanca, Zamora e interior del Reyno, se continuará hasta el sitio que dicen
los Paredones, desde donde sigue el paso más escabroso llamado el Salto del
Gitano de solo tres quartos de legua, que hace tan poco honor a esta Ciudad por
hallarse a tanta inmediación suya, siendo intransitable a los coches y
carruajes.
Pero no era tan fácil
acometer el proyecto: Y aunque para su composición
no bastan los arbitrios con que aquel alcalde mayor y Ciudad lograron
perfeccionar el referido paseo, se espera conseguirlos mediante la intensa
aplicación con que el Excmo. Sr. Superintendente General de Caminos promueve
semejantes obras tan necesarias y útiles al comercio y cosa pública.
Mientras llegaban
los caudales, Antonio Francisco Muñiz buscó soluciones puntuales: Persuadido aquel alcalde mayor de que el encierro
de los presos en la cárcel es gravoso al público y a su propia salud y contrario
a la reforma de los vicios cuando estos no piden absoluta reclusión, los destina
a estos trabajos públicos dándoles el correspondiente alimento, con cuyo arbitrio
(que parece digno de imitarse generalmente) ha experimentado que se logran
varios y visibles buenos efectos.
Observen, pues, cómo
se gestó y construyó lo que devino en las avenidas de España y Salamanca, obras
vinculadas a la construcción y puesta en marcha de la Casa de los Niños Expósitos,
acto que se concretaría el 15 de agosto de 1783 y del que, para finalizar, les
doy cuenta siguiendo a la letra lo que publicó la Gaceta de Madrid el 5 de septiembre: Concluida en esta ciudad la
Casa de Niños Expósitos (…), propuso D. Antonio Francisco
Muñiz a su junta no debía perderse tiempo en satisfacer los deseos que el
público manifestaba de que se precaviese el abandono en que se miraban estos
infieles después de su lactación; y propuso se recogiesen desde luego en dicha
casa, celebrándose este acto de posesión con la solemnidad que corresponde a un
establecimiento de que han de resultar grandes ventajas a la religión y al
Estado.
Aprobó la junta este pensamiento, y el día 15
del corriente salió de las Casas Consistoriales, presidida del alcalde mayor
con el más numeroso y lucido acompañamiento del estado eclesiástico, secular y
regular, oficialidad de la guarnición con su gefe, intendente de la provincia,
regidores sexmeros de la Tierra ,
caballeros y demás personas de distinción de la ciudad, con gran concurso del
pueblo y forasteros, caminando delante las nutrices con los niños hasta el
número de quarenta y cinco.
Siguió este acompañamiento hasta la iglesia
de la expresada casa, y entrando en ella tomaron a los niños de los brazos de
sus amas D. Juan Blázquez y D. Antonio Mangas Bermejo, canónigos lectoral y
magistral, a nombre de su Ilmo. Cabildo, y las niñas D. Joachín de Castro y D.
Francisco Carrillo, regidores.
De los brazos de estos pasaron a los del
alcalde mayor y a los del deán y doctoral de la misma Sta. Iglesia, provisores
y gobernadores del Obispado por el Ilmo. Sr. obispo D. Antonio Molina y
Santaella, quienes los entregaron a las señoras doña Josepha de Alvarado Lezo
Pacheco y Solís, marquesa de Espeja, y doña Águeda Núñez de Ledesma, que
constituidas madrinas de estos desvalidos los introduxeron en la Casa.
Cantóse después por los músicos de la Sta. Iglesia el Te
Deum en acción de gracias, notándose generalmente mucha conmoción de ternura en
acto tan serio, autorizado, y de tanto beneficio para estos inocentes.
La inauguración de
la Casa de los Niños Expósitos supuso un motivo de fiesta colectiva, a la que
había que invitar al pueblo. Y a qué recurren los mirobrigenses para celebrar
los grandes acontecimientos... Efectivamente, hubo corridas de novillos, tres
nada menos, en el corral del Hospicio, acontecimiento que sin duda depararía
pocos años después el proyecto de utilizar este espacio para levantar sucesivos
cosos taurinos provisionales, práctica que seguiría hasta 1928. Pero eso ya es
otra historia...
[1] Gaceta de Madrid, número 46 de 10 de junio de 1783, págs. 498 a 501.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.