Claro está que la historia es la historia y lo demás son historietas o leyendas. Cuando comenté a diversas personas la existencia de unos escritos sobre el origen legendario de la diócesis civitatense, la reacción fue la esperada: nada nuevo bajo el sol. Pese a ello, hace unos días publiqué el primer capítulo del apócrifo episcopologio que derivaría en nuestra demarcación diocesana, con sus primeros prelados. No me resisto a continuar con la legendaria historia de la mitra civitatense, sin más comentarios, solo transcribiendo lo que en su día escribió el fraile Gregorio de Argáiz. Sin duda, es fábula, al menos eso se nos argumenta desde diversos ámbitos, pero considero imprescindible ofrecerla al público en general, a quienes por su curiosidad se acerquen aquí.
CAPÍTULO II
Ereniano, monge
1. Elección del prelado, y su monacato.
2. Noticia de la imagen, y monasterio de Nuestra Señora de la Peña de
Francia.
1. Después de olvido tan grande,
y silencio tanto, parece ser que el primer obispo que hallamos de Ciudad
Rodrigo, se llamó Ereniano. Fue monge de S. Benito, dízelo llanamente Hauberto,
aunque no nos dize quándo entró en la dignidad. Tengo sospechas, que es de
aquellos que avía alrededor del año de 563, de quienes dixo, que ocupavan casi
todas iglesias catedrales de España; y de Ciudad Rodrigo no solo creeré, que lo
tenía por entonces, sino que fue el primero que restituyó en ella la dignidad
pontifical interrumpida, y puso en aquel cabildo ministros con la regla de S.
Benito, por lo presto que veo monges en su cathedral, sucediéndose uno a otros.
Grabado portugués de la Virgen de la Peña de Francia |
2. En tiempo de Ereniano he
topado una bien poco sabida noticia de la antigüedad de Nuestra Señora, que
llaman de la Peña de Francia, y de la entrada de los monges de San Benito en
este obispado, con las fundaciones que hizieron. Es de Hauberto. Dízenos, que
el año de quinientos y noventa y uno escribió San Gregorio papa a San Leandro
cartas, y también al rey Recaredo con una imagen de Nuestra Señora, que en
tiempo de los godos era reverenciada en el monasterio taliense, del orden de
San Benito, fundado sobre un alto risco, quarenta mil passos de la ciudad de
Salamanca: Anno domini 591. Gregorius
papa ad Sanctum Leander; hispalensem metropolitanum, literas missit: quoque ad
regem Reccaredum cum imagine beata Virginis María, quam habebat in sacello suo.
Imago ista tempore gottorum colebatur in monasterio taliensi Sancti Benedicti
super altissiman rupem XL millia pass. distantem Salmantica. Tiene grandes
fundamentos para su crédito esta cláusula, porque aver escrito Recaredo al papa
San Gregorio, y también San Leandro, tenémoslo de las respuestas en el
registro, y las pone Padilla traducidas. Averle respondido, y gratificado al
uno, y al otro el pontífice, conócese de sus liberales acciones; porque de otra
embaxada segunda, que embió Recaredo al Papa el año de quinientos y noventa y
cinco, en que le remitió reliquias de los cabellos del baptista, y de la Cruz,
con limaduras de las cadenas de San Pedro, se deve creer, que no sería menos
liberal, y atento en esta primera, de quien Mar. Máximo haze mención, y yo dexé
escrito en los Comentarios.
Hízose,
pues, la embaxada el año de quinientos y noventa y uno (Morales lo pone el de
quinientos y noventa y dos) y es indubitable, que le embió en retorno al res
esta imagen de la Peña de Francia por dos cosas. Una, el saber que San
Gregorio, como tan dado al culto de las imágenes, hallamos que hizo de estas a otros
tales gracias. Véase la carta a Secundino Español, y monge, recluso en Italia,
hallábase, que le embió las imágenes de Christo, de la Virgen, de San Pablo, y
de San Pedro. La otra, saber la constante tradición de España, de que la imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe se la embió el mesmo pontífice a San Leandro: y
dándose crédito a esta venerable antigüedad, se le debe a la cláusula de
Hauberto, en que le remitiría esta segunda joya a Recaredo, pues no era lícito
embiar en una ocasión dones al vasallo, y no al rey.
Monges
de S. Benito fueron los embaxadores a Roma, y el abad de Arlança Sinderico, fue
uno, y los mesmos traxeron a España estos dos devotíssimas imágenes de la
Virgen.
Que
se le dio (dize Hauberto) y se reverenciava la de la Peña de Francia en el
monasterio de San Benito, llamado taliense, diez leguas de Salamanca. Devióse
de fundar ahora para concha, y venera desta perla por mandado de Recaredo;
porque edificó muchos por este tiempo, según escribe él mesmo, sino es que
fuesse de las primeras casas, que el espíritu penitente de los hijos de San
Benito les dio vida, y alma, como lo representa su sitio, que es alto, y
frigidíssimo, sea uno u otro, este es el primer monasterio que tuvo la religión
de S. Benito en el obispado de Ciudad Rodrigo, de cuya observancia se daría
calor para otros en él. Y quién sabrá si el priorato de Zarçosillo, que oy está
cerca, y es anexo a la abadía de S. Benito de Valladolid, tuvo dependencia, y
origen de los primeros monges que vinieron en la Peña de Francia? Y o assí lo
creyera, sino supiera, que levantó aquel priorato el mesmo convento de San
Benito de Valladolid, para administrar la hazienda que les dieron los marqueses
de Fromesta, quando restauraron la abadía de N. Señora, de quien hablé en el
Theatro de Palencia.
Reverenciávase
(dize más) esta imagen en tiempo de los godos. Yo lo creo, y que duraría hasta
la entrada de los árabes. En esta ocasión es cierto, por lo sucedido, que los
monges ocultaron esta soberana imagen, y que muriendo unos, y siendo muertos
otros, quedó en el olvido, hsta que cerca de los años de mil quatrocientos y
quarenta se apreció a uno llamado Simón Vela, y le mandó fuesse a la Peña, que
llamavan de Francia, y cabando en un lugar que le señalarían, sacasse a luz
aquel escondido tesoro, como sucedió todo, interviniendo en ello grandes
milagros. Ay historia deste sucesso impressa. Entregóse a la religión de S.
Domingo, cuyos hijos la sirven; y en ellos está muy bien empleada, que nosotros
nos honramos con tan ilustres progenitores. Yo entiendo se llamó este sitio
Peña de Francia en tiempos adelante, quando el conde Theobaldo con su madre
vinieron desterrados por Carlos Martel, y sirvió con muchos de los suyos al infante
don Pelayo, y al católico don Alonso en aquella frontera, de que se vea lo
dicho en el Theatro de Salamanca.
Todo esto sucedió en
tiempo de Ereniano, que es muy probable sería monge, o primer abad de este
convento, cuya dignidad episcopal llegó al año de seiscientos y nueve, según
Hauberto: Longo tempore (después de
Domiciano) Erenianus monachus benedictinus,
anno domini 609.
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