Continúo hoy con la tercera entrega del legendario estudio de los orígenes de nuestra Diócesis y los supuestos obispos que ostentaron la mitra mirobrigense, concretamente de los prelados Elpidio, Burundio, Andrés, San Zenón e Hilario, este último bastante más conocido en la historiografía local por su vinculación con la Virgen de la Peña de Francia. Dejaré que sea el fraile riojano Gregorio de Argáiz quien nos relate esta parte del apócrifo episcopologio civitatense en unos nuevos capítulos de su Theatro monástico...
CAP. III
Elpidio, monge
Muerto Ereniano, sucedió Elpidio. Fue también monge de San Benito.
Recibió el hábito en el convento setvitano o setabitano, junto a la ciudad de
Xátiva. En él fue abad, cuya opinión era tan grande, como lo significa la
elección para obispo de esta iglesia. Comenzó el mismo año de seiscientos y
nueve. Llegó al de seiscientos y treinta y cinco. En él parece aver muerto: Eodem anno Elpidius abbas setavitanus, anno
domini 635.
Grabado del mártir San Zenón |
CAP. IV
Burudio
Eligieron luego a Burudio. Este
gobernó veinte y cinco años: llegó al de seiscientos y sesenta: Burudius, anno domini 660. No sé quién
fuesse. Y adviértase, como con suerte celebrado cinco concilios en esta sazón,
ni él, ni su antessor.
CAP. V
Andrés
Entró luego Andrés. En tiempos de
este prelado se tuvo el concilio de la división de las diócesis, y los
términos. Y aquí se funda lo que dixe en el cap. I de la dependencia suya a
Salamanca o soberanía, y exempciones de Ciudad Rodrigo, pues ni se acordaron de
ella para dárselos, ni la recogen por sufragánea de alguna metrópoli.
Sin
embargo de ello me inclino a creer, que se sugetó con su cabildo a la guarda de
la regla de San Isidoro, como las demás de España. Y aun me ayuda a creerlo la
protección, y patrocinio de este santo con los de Ciudad Rodrigo, que ha sido
qual veremos adelante. Llegó Andrés al año de seiscientos y noventa y siete: Andreas, anno domini 697.
CAP. VI
San Zenón mártir
Por muerte de Andrés eligieron a Zenón. Este prelado gobernó en tiempo
de Vvitiza, y de Rodrigo. Perdióse esta ciudad en su tiempo, y en él volvió a
extinguirse la dignidad episcopal, aunque honradamente; porque retirándose con
el de Coria, Talavera, Salamanca, y otro a la vera de Plasencia de la furia de
los árabes, fue muerto por ellos el año de setecientos y diez y siete en el
lugar de Cuacos. Luitprando los pone sin nombarlos: Omnes necati funt. Erant ex eis cauriensis, elborensis, civitatensis,
salmanticensis. Por estas palabras tuve la primera noticia de la antigua
cathedral de Ciudad Rodrigo. No me contentava; era solo un testigo Luitprandos
faltava el nombre del obispo civitatense; mas ahora lo tiene cumplido, pues nos
consta que se llamava Zenón por diligencia de nuestro Hauberto, a quien siguió
el cremonense, que le sucedió en tiempo. Murió, digo, este santo prelado el año
de setecientos y diez y siete: Zenos
martyr, anno domini 717.
Grabado portugués de la Virgen de la Peña de Francia |
CAP. VII
Hilario
1. Noticia del prelado
2. Esconde la imagen de Nuestra Señora de la Peña, que llamaron de
Francia.
1. Acabó el hispalense el catálogo de los obispos de Ciudad Rodrigo con
el obispo y mártir Zenón, y assí he quedado sin la luz que hasta el presente
año me guiava. Digo, pues, mirando ya otro norte, que después de Zenón hallo
por obispo a Hilario.
Este prelado me lo da la Historia de la Invención de
Nuestra Señora de la Peña de Francia, de quien se escribe, que en esta
fatalidad universal de España fue nombrado prelado de aquella temerosa, pobre y
afligida iglesia, para que los bovernasse, y animasse a llevar con paciencia
los trabajos. Admitió aquel a cáthedra, y creciendo cada día los temores de
verla profanada, y que todos los prelados de otras iglesias ponían en cobro, y
lugares retirados, y a su juizio, seguras las prendas de su mayor estima, y que
a los católicos de Ciudad Rodrigo lo era la imagen de la Virgen, que de Roma
avía remitido San Gregorio a Recaredo, procuró esconderla en una oculta
concabidad de aquella peña, donde avían fundado aquel monasterio de monges, de
quien se dixo en el capítulo segundo: y quien anduvo en esto, nos dize la
Historia, que fue el obispo Hilario, que pues el convento, y la imagen era de
la jurisdicción de Ciudad Rodrigo, es consequencia que de aquella iglesia era
prelado, pues eran los monges de los de su obediencia, porque entre los obispos
de Salamanca no le hallamos con tal nombre.
No quiero afirmar que se cerró
luego milagrosamente la concabidad natural de aquella peña, para mayor
seguridad de aquel tesoro, como cerró con telas de araña la pared en que se
escondió San Félix, y libró del furor de los gentiles; y como cerró la imagen
de Nuestra Señora de Valvanera dentro de las entrañas de un roble; pero digo,
que quedó tan oculta, quanto significa la Historia de su Invención, después de
setecientos y doze años de oculta, quando la descubrió Simón Vela el año de mil
quatrocientos y treinta, a diez y nueve días de mayo. Véase lo que yo dixe en el
Theatro de Salamanca.
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