Dos de los
referentes del Carnaval de Ciudad Rodrigo, uno por su protagonismo activo y el
otro por inspirar la letra del vals Toñito,
la celebre canción de Los Becuadros que se ha convertido en el himno festivo de
los mirobrigenses, tienen en 2015 su efeméride: la campana de la espadaña
municipal, la del Reloj suelto,
alcanza ese año el 250 aniversario de su fundición, mientras que la Campana
Gorda de la torre de la Catedral de Santa María de la Asunción celebrará en
septiembre su centenario.
Campanas de la espadaña metálica de la Casa Consistorial. Años 20 del pasado siglo |
Veamos, primero, cómo se gestó la
fundición de la campana municipal, el alma metálica del antruejo mirobrigense. El
deterioro de la campana colocada en la espadaña municipal en 1733 era
ostensible[1].
Estaba quebrada, lo que impedía cumplir con su cometido. Además, el Consistorio
parecía estar en una situación económica que permitía, también por
imprescindible, la necesaria inversión. El concejo afronta la decisión de
fundir la campana existente. Contacta con el maestro catalán Antonio de Barnola
y Durán, fundidor de campanas y arsenales
de artillería[2], natural y vecino de
Barcelona en aquel momento, quien se compromete a fundirla de nuevo ochavada[3]
por 400 ducados de vellón[4], firmándose el contrato
el 5 de agosto. El 24 de octubre de 1763
ya está rematada la nueva campana municipal que, a falta de saber el peso de su
cabeza, también en bronce, arrojaba ya 174 arrobas y seis libras, bastante más
de lo estipulado en el contrato firmado al efecto[5].
Ante esta circunstancia y otras añadidas, se convino en solicitar los
servicios periciales de otro maestro para que significase, en su caso, la buena
hechura, solidez y compostura de la campana del reloj y otros elementos
complementarios. Después de varias gestiones, llega a Ciudad Rodrigo el maestro
fundidor Alejandro de Majas, enviado expresamente por el corregidor de
Salamanca tras la intervención del intendente de la provincia[6]. El perito realiza el
reconocimiento y sentencia que la campana está
según arte de buena calidad, por lo que el consistorio decide su colocación
en el campanario.
El 10 de diciembre la campana estaba en su sitio para regir
las horas y otras funciones que de su uso se desprendían, pero algunos
regidores no estaban conformes ni con la ejecución de la fundición de la
campana ni con sus remates, assí con el
grave exceso de haverla echado de setenta a ochenta arrobas de metal más, tener
las asas con poca proporción por ser sus agujeros mui pequeños para que por
ellos huviesen entrado como correspondía los barrottes de yerro precisos para
mantenerla, siendo preciso para solucionar esta deficiencia colocar otros
dos barrotes por lo exterior de las asas
afianzados con planchas de yerro a fin de que puedan manttener el grave peso de
la campana; además, la coronación de la campana no se unió como se había
ofrecido y se había apreciado la poca voz
de ella con disgusto de todo el pueblo[7].
La espadaña municipal a finales del XIX o principios del XX |
Ante esta situación, se cita al
campanero Antonio de Bartola. Se pone en su conocimiento los defectos señalados
y se le obliga a que vuelva a fundir la campana reduciendo su peso, propuesta
con la que no esta de acuerdo el maestro fundidor. Como solución, se busca la
intervención de otros agentes periciales[8]
a quienes se convoca en la sesión prevista para el 14 de diciembre con el fin
de certificar, bajo juramento, el estado de la campana. Las seis asas se encontraban
con defectos: una está endida y
corresponde a la principal maestra y todas de ningún limpio metal, sino de
orruras y escorias del vaciado último. Además, observan que la hienda está
embarrada, que se presume sea disimulo;
que el asa maestra no tiene güeco correspondiente para meterle el barrote para
sostener un peso tan superior como de cerca de doscientas arrovas. En
resumen, que no puede estar ni está
firme, expuesto a un riesgo notorio; que los leones y castillo que tiene por
coronación hallan no estar firmes por no haver salido unidos a la campana
establecidos con zinchos de yerro. Estas apreciaciones las señalaron el
maestro relojero Patricio de Bauzada y el platero José Criado, mientras que el
otro perito, el también argentero Joaquín Alba Castro, sentencia que es obra falsa según su arte y expuesta a el
riesgo de caerse, en cuio casso resultarán ruinas de estas casas consistoriales
y desgracias.
Mientras el consistorio resuelve sobre este grave asunto –se convoca al
regimiento horas después, a las tres de la tarde-, se cita a las partes
implicadas, con presencia del abogado del ayuntamiento, el licenciado Francisco
Muñiz. Este, a la vista de la documentación obrante, recomienda al concejo que
se resista a recibir la campana por no
haver cumplido el maestro con dicha contrata, estar defectuosa y con evidente
peligro de arruinarse, expuesta a las maiores contingencias y fatalidades.
Los regidores toman el acuerdo de requerir a Antonio de Barnola para que
refunda la campana, para lo que el concejo aportará alguna ayuda con el fin de
eludir gastos en los presumibles pleitos. Ante esta tesitura y el planteamiento
municipal, el campanero se aviene y acepta fundirla de nuevo de la echura como [la campana] antigua que tenía la ciudad, lisa y llana,
y que solo ascienda y que no passe de ciento y veinte, ni vaxe de ciento y diez
arrovas, con calidad y condición de que ha de fundir y poner en estado y de
suvirla a la espadaña en todo el mes de febrero próximo de 1764, aportando
la Ciudad todo lo necesario para esta operación. En definitiva, que la referida campana tendrá como debe tener
eco y voz sonora, echa conforme a la lei y arte y según su tamaño y peso;
además, en caso de que el resultado final no se correspondiera con estas
premisas, la a de bolber a fundir de
nuevo a su costa hasta salir de recivo. Para evitar nuevos problemas sobrevenidos
y resultantes de la fundición, se comete a dos regidores para que asistan a la
operación.
Viñetas ideadas para el castillo de Oropesa sobre la labor de fundición |
Sin más dilación, Antonio de Barnola procede a la fundición de la nueva
campana. El 15 de marzo de 1764, quince días después de lo fijado, estaba la campana
rematada, aparentemente a toda
satisfacción y sin el más leve reparo. El consistorio decide que, una vez
comprobado su peso, la campana se coloque en la espadaña. Pesó 124 arrobas, 19 libras y 3 cuarterones
–un poco más de lo señalado-, es decir, 1.435,33 kilos, con lo que se dio el
visto bueno para subirla al campanario de la casa consistorial y satisfacer el
dinero pendiente con el maestro fundidor después de ajustados los gastos.
En 1764 las corridas de novillos de
Carnaval debieron celebrarse entre el 4 y el 6 de marzo, es decir, unos días
antes de que la campana del reloj estuviese rematada y colocada en el
campanario municipal. Pero no hay referencia alguna de la organización de los
festejos taurinos en el correspondiente libro de acuerdos, tal vez por la
densidad de información que se generó en torno a la recurrente campana,
volviendo en 1765 el registro de anotaciones sobre los festejos taurinos
vinculados al antruejo.
No obstante, antes de que llegasen los días de aquellas carnestolendas,
vuelve a colación el tema de la campana municipal. Aunque los regidores y los
peritos dieron el visto bueno a la hechura y confección de la campana y
avalaron su colocación en la espadaña de las casas consistoriales, el 24 de
enero de 1765 –no había pasado ni un año- el concejo convoca una sesión
extraordinaria[9] en atención a que
el día del Glorioso San Sebastián padeció endidura la campana del relox de esta
Ciudad y que por ser la extensión de tres quartas, no se puede bolber a servir
sin que preceda su fundición. El gobierno de las horas
estaba en entredicho, es decir, la pauta en la convivencia de los mirobrigenses
que obedecían casi mecánicamente a la desenvoltura que suponía esa referencia.
Por eso instan y obligan al ya desacreditado campanero Antonio de Barnola a que
vuelva a fundir la campana, aportando el erario municipal, pese a los acuerdos
anteriores que contravenían esta resolución, la suma de 200 ducados por su trabajo y materiales correspondientes
a la fundición de dicha campana, para lo que se adelantaron 600 reales.
En la convicción de que en esta ocasión, y van tres, el maestro fundidor
Barnola correspondería con su compromiso, el ayuntamiento inicia las gestiones
para prever el andamiaje necesario para encaramar la campana en la espadaña.
Pero un nuevo revés, que no inopinado, surge poco después. El 12 de abril dan
cuenta los comisarios capitulares nombrados para seguir y controlar la
fundición de la campana del reloj –Joaquín Arias y José Maldonado- de que,
según sus averiguaciones y los comentarios vecinales, la matriz seguía con el
metal campanil sin descubrir, aunque hubiera superado con creces el tiempo
marcado y señalado por el maestro fundidor catalán, fijado para el Sábado Santo,
6 de abril. Algunas vozes que corrían
apuntaban a que la demora obedecía a que el campanero había vuelto a incurrir
en una falla similar a la de sus anteriores fundiciones, apuntando a la
posibilidad, siguiendo hablillas, de que la campana no contase con las precisas
asas para su sustento.
Vista parcial de la Plaza Mayor con el Consistorio al fondo, a mediados de los años 60 |
Había que certificarlo, pero con garantías. Se personan los dos regidores
en el taller acompañados del escribano municipal para dar fe de sus
actuaciones. Los temores se confirmaron: faltaban las asas de la campana y no
estaba fabricada como corresponde,
por lo que inmediatamente y para la
seguridad de los seiszienttos reales que por vía de anttizipazión se le havían
dado a Antonio de Barnola, los comisarios Arias y Maldonado se presentaron
en la casa que habitaba el maestro fundidor para el emvargo de sus vienes. La vivienda estaba cerrada, pero con la
asistencia del fedatario y escribano José Sánchez de Villalobos se franquea la
puerta. No había nada que embargar: No se
allaron vienes algunos y solo se alló en el quarto de el dormittorio del
susodicho un rótulo puesto en la pared que acreditava no aver cumplido, y que
por su infelizidad y falta de maravedís se avía ausenttado en busca de dinero
para cumplir con su obligazión.
Y, efectivamente, Antonio de Barnola, el maestro fundidor que se antojaba
huido y defenestrado, ese mismo día, el 12 de abril de 1765, regresó a la casa
que habitaba por motivos laborales en Ciudad Rodrigo. Se le dejó explicarse y
en su defensa ofreció cumplir con lo pactado, algo que el regimiento
mirobrigense consideró fuera de lugar a la vista de los antecedentes, por lo
que fue arresttado por vía de providencia
ante las responsabilidades contraídas. Al instante, el consistorio ordenó que
se quebrase la campana defectuosa, que se pesase el metal resultante
descontando las mermas sufridas en la compostura y que, de paso, se devolviese
al convento de San Agustín las 14,5 arrobas de otra campana que le fue
entregada y cuyo metal fundió para dar cuerpo a la campana del reloj municipal.
Todo ese material, para su custodia, se derivó a la carbonera de las casas consistoriales
por ser parte cómoda y segura para ello.
A la postre, según la estimación de la que se dio cuenta en la sesión
municipal del 17 de abril, en su día se le había entregado al campanero catalán
el metal campanil de la campana quebrada en el día de San Sebastián -124
arrobas, 19 libras
y tres cuarterones que pesó-, además de las cinco arrobas y cinco libras de
cobre que a mayores y como ayuda adicional derivó el Ayuntamiento de Ciudad
Rodrigo, y las 14 arrobas y 12,5
libras que fundió de la campana entregada por el
convento agustino para otro trabajo encomendado. Es decir, que Antonio de
Barnola había utilizado para la fundición de la campana municipal 144 arrobas, 12 libras y un cuarterón,
lo que supone 1.661,92 kilos, mucho más de lo que en su día, apenas un año
antes, había pesado la campana del reloj. De ese montante, tras el pesaje que
realizaron los regidores cometidos para este asunto, se apunta que se había
reducido a 135 arrobas y dos libras de metal, con lo que había mermado o
desaparecido la masa de la campana en nueve arrobas, 10 libras y un cuarterón.
Dibujo de Florián Vilches plasmando la Casa Consistorial en la actualidad |
El maestro fundidor intenta mitigar su responsabilidad sobre la
utilización del metal de la campana de San Agustín en una nueva declaración que
ve el regimiento mirobrigense, pero sin éxito. Sigue encarcelado cuando en el
consistorio del 30 de abril se vuelve a plantear su situación y el problema que
supone la falla de la campana municipal: Se
halla arrestado en la cárcel con el fin de asegurarse esta Ciudad del alcanze
que le hace por la mala fundición de la campana del relox que tuvo a su cargo,
se aclara antes de inferir que ese estado le imposibilita para afrontar los
gastos intrínsecos a la contrata y los que han sobrevenido. Solo, se apunta en
el acuerdo, cabría la posibilidad de que se resarciera de los 600 reales que
suponía la fianza facilitada por Juan García Pellejero, pero para lo cual sus
familiares –herederos, se dice-
debían pagar dicha cantidad si se quería ver libre y afrontar la obligación con que se halla vinculado para
con esta Ciudad.
La situación generada con el fundidor catalán no tenía marcha atrás.
Demasiados problemas acumulados, una falta total de confianza y la certidumbre
de un trabajo deficiente por reiterado invitaban a un viraje, al desenlace
esperado. El 4 de mayo el consistorio da un paso al frente y ajusta la nueva
fundición de la campana del reloj con otro maestro, Mateo de Ballesteros
Solano, vecino de Valladolid. Sin demasiados miramientos se da el visto bueno
al pliego de condiciones que presenta el campanero, que fundirá y colocará la
campana por 4.000 reales de vellón, aunque el ayuntamiento, escarmentado sin
duda por las anteriores experiencias, decide que no adelantará nada, que
esperará al resultado de la ejecución de la empresa encomendada para satisfacer
el pago, y para su seguimiento mantendrá a los capitulares que hasta el momento
había cometido: Joaquín Arias y José Maldonado.
Unos días después, avanzado el trabajo para la fundición, el campanero
traslada al consistorio la necesidad de emplear las 14,5 arrobas
correspondientes a la campana que fue del convento de San Agustín, material que
Mateo de Ballesteros se compromete a devolver en su momento después de fundida la del relox y sin merma alguna.
En principio, parecía solucionado un contencioso que se había fraguado en
1763. Todo estaba encaminado y había confianza en el desenlace buscado desde un
principio. Tal vez por eso, los regidores se fijaron en otros aspectos que
debían regir el buen funcionamiento de la campana del reloj, precisamente en su
esencia. El 5 de junio, José Criado, que había accedido a su maestría como
relojero después de un corto periodo de interinidad, plantea al concejo la
necesidad de la compostura del reloj municipal por hallarse algunas piezas mui deterioradas y que de esta forma se
podrá reglar también a la nueva campana que está para colocarse. El
consistorio no solo entiende y aprueba el planteamiento del susodicho relojero,
sino que resuelve que se ejecute la obra no
trabajando él ni sus oficiales en otra ínterin dure esta.
Había interés en que la colocación de la dichosa campana se rematase con
todas las garantías. El 14 de junio ya estaba fundida, incluso se había
dispuesto que el maestro carpintero mirobrigense, Francisco Galache[10], interesase la disposición
del andamiaje para su colocación en la espadaña de las casas consistoriales. No
debía quedar ni un solo detalle por abordar y resolver para que la campana del
reloj que se acava de fundir subsista con
toda permanencia y seguridad; por eso se encomienda al campanero, Mateo de
Ballesteros, y al relojero, José Criado, que comprueben todo lo necesario,
empezando por verificar que los barrotes que sostienen a la campana estén en
condiciones, que con el tiempo no experimenten lesión.
El 18 de junio, con todo avanzado, el concejo tiene conocimiento oficial
de que la campana está rematada en perfectas condiciones, con toda solidez y seguridad, señala el capitán de artillería
Antonio de Arboleda, perito elegido por el consistorio por sus conocimientos y
práctica en materia de fundiciones. De hecho, ya está colocada en la espadaña
de las casas consistoriales. Ante la súplica del maestro fundidor, Mateo de
Ballesteros Solano, quien argumenta su necesaria, por ineludible, salida
inmediata de Ciudad Rodrigo, el consistorio aprueba la liquidación de la
cuenta, los 4.000 reales en que se concertó la fundición de la campana, además
de otros 200 convenidos como gratificación.
La Campana Gorda en la torre de la Catedral civitatense |
El elemento que a la postre sería referencia para el Carnaval había
quedado fijado en la espadaña de la Casa Consistorial mirobrigense en junio de
1765. Habían pasado seis meses desde que fuera quebrada su integridad
cumpliendo uno de los cometidos que tenía y que conserva: anunciar a los cuatro
vientos, a la ciudad y sus arrabales, a la socampana, el paso de una de las
referencias devotas de los mirobrigenses, San Sebastián. No pudo utilizarse con
las garantías necesarias en aquel antruejo, pero no fue óbice para que las
corridas de novillos en carnestolendas siguieran la pauta establecida en años
anteriores.
Ahora, en junio de 2015, se cumplen 250 años de la colocación de la
campana en la espadaña de la Casa Consistorial. Ya no rige con solvencia las
horas a los mirobrigenses, pero sigue gobernando, con toda su fuerza metálica,
el Carnaval y otras festividades señeras de Ciudad Rodrigo.
Por otro lado, como se comentó al principio de este trabajo, en 2015 se
cumplirá el centenario de otra de las referencias del antruejo mirobrigense. Si
el campanil del antonomástico Reloj
suelto es el alma metálica del Carnaval de Ciudad Rodrigo, su espíritu no
cabe duda que lo marca la letra y la música del vals Toñito compuesta por Los Becuadros en 1916. Es el himno del
Carnaval y también, por su popularidad y proyección, de Ciudad Rodrigo y de los
mirobrigenses, una canción creada a raíz de la colocación de la nueva Campana
Gorda de la Catedral en septiembre de 1915.
Anuncio promocional de José Cabrillo Mayor, fundidor de la actual Campana Gorda en 1915 |
Así, pues, concluiría ese año con otro hecho referencial para la historia
del antruejo mirobrigense. Una de las campanas de la torre de la Catedral de
Santa María, denominada María de la O –conocida popularmente como la Campana Gorda- había sufrido una
hendidura que impedía cumplir con su cometido[11]. Se
decidió bajarla para intentar solucionar el problema o, en su defecto, volverla
a fundir. Había estado colocada en el campanario catedralicio desde 1617, casi
300 años. En las labores para bajarla de la torre se rompió la cuerda, con la
quebradura consiguiente de la campana. El Cabildo encargó una nueva a un
maestro fundidor de Salamanca, José Cabrillo Mayor, quien a mediados de
septiembre la tenía rematada. El 22 de septiembre fue bendecida por el obispo
civitatense Manuel María Vidal y Boullón[12] y
colocada en el campanario, con el nombre de María de la Asunción. No debió
quedar muy conforme la población con su sonoridad, porque al año siguiente la
murga Los Becuadros compuso la popular copla sobre la Campana Gorda, el célebre vals
Toñito que se ha convertido, repito, en el himno, el santo y seña, del
Carnaval mirobrigense.
[1]
Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo. Libro de acuerdos de 1733. En la
sesión del 16 de septiembre se da cuenta de los problemas de gestión que tiene
el consistorio, entre ellos los gatos derivados de la fundición y colocación de
la nueva campana en la espadaña de la Casa Consistorial. Se presentaba a un
ayuntamiento sin medios ni caudales con
que poder acavar de cubrir los escesivos gastos causados por precisión,
considerándolos ineludibles, entre los que se encontraban los pleittos y dependencias efecttuados en la artte como en la obra y
fábrica de las nuevas campanas para el relox de las casas consistoriales, lo
que en la formación de este y en la obra de el balcón y quartto nuevo de ella
se está ejecutando...
[2]
Ibídem. Libro de acuerdos de 1763, sesión del 20 de julio.
[3]
Ibídem.
[4]
Ibídem. Sesión del 3 de agosto.
[5] La
campana antigua pesaba 101 arrobas y tres libras, a lo que a mayores se sumaron
20 arrobas de metal campanil.
[6]
Ibídem. Sesión del 18 de noviembre. El corregidor venía eludiendo citar al
perito.
[7]
Ibídem. Sesión del 10 de diciembre.
[8]
Ibídem. Sesión del 14 de diciembre. Concretamente, se cita a Joaquín de Alba
Castro, platero; José Criado, también del mismo gremio; y a Patricio de
Bauzada, maestro relojero.
[9]
DOMÍNGUEZ CID, Tomás. “La campana del
Ayuntamiento”, en Ciudad Rodrigo. Libro
de Carnaval 1995, Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, 1995, pp. 73-75.
[10]
AHMCR. Libro de acuerdos de 1765, sesión del 24 de julio. Se concertó la
disposición del andamio en 600 reales. A la postre, cuando se abordó la
colocación de la campana, se ajustó en otros 250 reales “por la recomposición
ventajosa que hizo de los suelos y texados de las casas consistoriales y otras
obras que executó fuera de lo capitulado por ser preciso”.
[11] Al
respecto, véase DOMÍNGUEZ CID, Tomás. Ciudad
Rodrigo. Carnaval 97, del 7 al 11 de febrero. “La Campana Gorda”. Salamanca, 1997, pp.
203-205.
[12]
Crónicas de lo sucedido las encontramos en los semanarios locales Avante y La Iberia del 25 de septiembre. Prácticamente coinciden en el
texto. Referimos lo que, al respecto, relataba Avante: “El
miércoles 22 del corriente, a las diez de la mañana, conforme estaba anunciado,
revestido el Ilmo. y Reverendísimo Sr. don Manuel María Vidal y Boullón, Obispo
de la Diócesis ,
con los ornamentos de pontifical, según las rúbricas, se comenzó la bendición
de la "Campana Gorda" en la forma siguiente: Suspendida la campana,
desde la altura del balconcillo de la fachada del poniente de nuestra hermosa
catedral, a 1'50 metros
del suelo, el Sr. Obispo, asistido por los Sres. don Lucas Pérez Pacheco y D. Dionisio
Sánchez Villares, leyó los Salmos que dice le ceremonial, bendijo después la
sal y el agua, que se le presentó, con la que se lavó la campana; con el Santo
Óleo hizo una cruz sobre la que tiene la misma campana y después siete cruces,
pronunciando la fórmula de la consagración en cada una de ellas, con el Santo
Crisma, hizo por dentro de la misma, otras cuatro cruces, mientras que los
cantores entonaban una Antífona y un Salmo; vertió luego en el incensario
incienso, mirra y bendijo, con otras sustancias olorosas, y se colocó debajo de la campana, entónose el Salmo y
Antífona que señala el Pontifical. Cantó acto seguido el Diácono, el Evangelio,
e inmediatamente el Sr. Obispo tocó con un pequeño martillo e hizo vibrar, por
primera vez el metal de la campana, que se llama María de la Asunción , en cuyo
momento, el pueblo, rompió en aplausos entusiastas.
A este acto fueron invitados y
asistieron, además del Cabildo, el Ilustre Ayuntamiento, las autoridades
militares, civiles y eclesiásticas, el senador vitalicio D. Luis Sánchez
Arjona, e inmenso público, quienes presenciaron desde el atrio de la Catedral y Plaza de
Herrasti, tan solemne ceremonia, la subida majestuosa de la campana, al
expresado balconcillo, habiendo sido colocada esta en su sitio y dejado oir su
sonido, hoy a las doce de la mañana, en unión de la Clave y las dos pascualejas,
que tanto alegran los días festivos, clásicos de la ciudad.
Pesa 1.847 kg . Tiene de alto el
vaso, sin asas, 1'12 m .
Diámetro inferior, 1'66 Id. En su frente lleva la Virgen Santísima
con el Niño Jesús, en cuyo pedestal se lee, José Cabrillo Mayor, Salamanca.
Las inscripciones latinas
significan en castellano, la de la corona: ASUNCION DE MARIA AL CIELO 1915.La
del cartel, debajo de la Virgen :
BAJO TU AMPARO NOS REFUGIAMOS, MARIA DE LA ASUNCIÓN. GOBERNANDO LA IGLESIA S.S. EL PAPA
BENEDICTO XV. RIGIENDO LA
DIOCESIS EL ILMO. SR. DON MANUEL M. VIDAL Y REINANDO
PACIFICAMENTE EN ESPAÑA D. ALFONSO XIII EN LA CONFLAGRACION EUROPEA.
MCMXV”. Las inscripciones originales –cfr. ÁLVARO MUÑOZ, Mari Carmen y LLOP i
BAYO, Francesc. Inventario de las
campanas de las Catedrales de España, recurso electrónico http://campaners.com/php/catedrals.php
[consulta realizada el 28 de julio de 2014]- son las siguientes: “La campana
tiene varias inscripciones en latín y español, plagadas de faltas de ortografía.
En la parte superior dice ‘ASUNPTA EST MARIA IN CELUM E GAUDENT ANGELI
LAUDANTES BENEDICUNT DOMINUM 1915’ ,
que debieron escribir como ‘ASSUMPTA EST MARIA IN COELUM ET GAUDENT ANGELI
LAUDANTES BENEDICUNT DOMINUM [ANNO] 1915’ . Está tomada de la antífona de las
vísperas de la Asunción y puede traducirse como ‘MARÍA HA SIDO ASUNTA AL CIELO
Y GOZAN LOS ÁNGELES QUE ALABANDO BENDICEN AL SEÑOR.
En el medio hay, a la parte de
afuera, la cruz con pedestal y a la parte interior una Virgen con Niño entre
dos jarras con azucenas, escudos capitulares.
Debajo está la marca de fábrica:
‘JOSE CABRILLO MAYOR SALAMANCA’.
Por debajo pone ‘SUBTUM
PROSIDIUM CONFUGIMUS MARIA ASUMPTIONIS D BENEDICTO PAPA XV ECLESIA GUBERNANTE D
EMMANUEL M VIDAL DIOCESIM REGENTE ET D ALFONSO XIII IN BELLICA CONFLAGRATIONE
EUROPE PACIFICE IN HISPANIA REGNANTE MCMXV’. También tiene numerosos errores
ortográficos, e introduce, en la frase latina, el nombre del rey en español. Debieron
escribir probablemente ‘SUB TUUM PRAESIDIUM CONFUGIMUS MARIA ASSUMPTIONIS.
DOMINE BENEDICTO PAPA XV ECCLESIA GUBERNANTE DOMINE EMMANUEL M[ARIA?] VIDAL
DIOECESI REGENTE ET DOMINE ILDEPHONSUS XIII IN BELLICA CONFLAGRATIONE EUROPE
PACIFICE IN HISPANIA REGNANTE [ANNO] MCMXV’.
La primera parte corresponde a
una de las más antiguas antífonas dirigidas a la Virgen, escrita en el siglo
III en Alejandría: ‘BAJO VUESTRA PROTECCIÓN NOS ACOGEMOS, SANTA MADRE DE DIOS’
aunque en este caso dice ‘MARÍA DE LA ASUNCIÓN’. Luego indica las autoridades
del momento, así como el estado de paz de España, en medio de la Gran Guerra
Europea: ‘SIENDO EL SEÑOR PAPA BENEDICTO XV GOBERNANTE DE LA IGLESIA, EL SEÑOR
MANUEL MARÍA VIDAL REGENTE DE LA DIÓCESIS Y EL SEÑOR ALFONSO XIII REINANTE EN
PAZ EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA EUROPEA, (SE HIZO ESTA CAMPANA EN EL AÑO) 1915” .
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.