El Campo del Trigo, hoy plazuela del poeta Cristóbal de Castillejo, es uno de los espacios más cálidos del conjunto
urbano mirobrigense. Tal vez lo sea por la relevancia arquitectónica de sus
edificios, una constante referencia del paisaje urbano. Aquí nos encontramos
enfrentados a dos tesoros de la arquitectura rodericense, como son la iglesia de San Pedro-San Isidoro y el antiguo convento de las Franciscas
Descalzas. Pero también hay otros edificios singulares, como la Casa de los
Vázquez, que abre este espacio urbano desde la calle de San Juan, o la casa de
vecindad construida por Carlos Domínguez Sánchez-Bordona.
Ídolo de Ciudad Rodrigo |
Pero, sin duda,
una de las referencias más importantes del Campo del Trigo ha sido el
descubrimiento del Ídolo de Ciudad
Rodrigo, hallazgo que se produjo a mediados de los años 20 del pasado siglo
cuando el Ayuntamiento realizaba las obras de alcantarillado para los campos
del Trigo y del Pozo. Desde 1964 el Museo Arqueológico Nacional lo exhibe entre
sus tesoros, una pieza excepcional para los mirobrigenses al tratarse del documento
arqueológico más importante descubierto hasta ahora en el casco histórico de la
localidad. Así lo pone de manifiesto el catedrático José Ignacio Martín Benito
en un estudio sobre la Prehistoria en la Tierra de Ciudad Rodrigo.
La pieza, tras ser descubierta, pasó de inmediato a ser propiedad
del canónigo Serafín Tella Gallego (Robleda, 1880; Ciudad Rodrigo, 1948), un
investigador autodidacta que consiguió hacerse con miles de piezas
arqueológicas en la comarca de Ciudad Rodrigo, muchas de ellas perdidas, aunque
otras afortunadamente están localizadas en colecciones y museos.
En 1929 el arqueólogo Juan Cabré Aguiló dio a conocer el hallazgo de esta relevante pieza arqueológica a través de las actas y memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnología y Prehistoria -volumen VIII, página 227 y siguientes-, un descubrimiento cuya investigación tuvo eco en la prensa nacional, caso del diario ABC, ofreciendo en sus páginas del número del 4 de junio de 1930 una reseña que describía el que, desde entonces, sería conocido como Ídolo de Ciudad Rodrigo.
Reseña sobre el descubrimiento del ídolo en ABC |
El Ídolo de Ciudad Rodrigo es un canto
rodado de grauvaca negra, de 40 x 20 x 10 centímetros. En la piedra está
representado un personaje de manera muy esquemática y desproporcionada, con
aspecto rechoncho, configuración bastante frecuente en ídolos similares de la
Edad del Bronce localizados en la misma comarca mirobrigense o en tierras de
Extremadura y Portugal.
Utilizando la
técnica del piqueteado, en el dibujo se aprecia un rostro definido por los
ojos, la nariz y la boca. Sobre la cabeza aparece una especie de casco o cofia,
configurado por tres arcos paralelos y segmentados por una retícula radial. El
cuerpo está formado por un círculo y otras dos curvas concéntricas. Las
extremidades, como puede verse, están muy esquematizadas.
La pieza, dejada unos
años en depósito, mientras duró, en el Museo Regional creado en el castillo
antes de ser Parador, fue vendida, en unas 20.000 pesetas, por la hermana de
Serafín Tella en 1964 al Museo Arqueológico Nacional.
Me encanta todo lo que escribes sobre Ciudad Rodrigo. con permiso "pillo" algunas de las cosas tan interesantes que haces para comentarlas en Fecebook
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