viernes, 20 de febrero de 2015

El capítulo taurino en el Carnaval de 1925

Aunque pensaba dejarlo para más adelante, ya que ayer publiqué la crónica social del Carnaval de 1925 y anuncié que en su día escribiría del capítulo taurino, puesto que generó indisimuladas controversias en la población, finalmente me he decantado por seguir con aquel Carnaval de hace 90 años y explicar lo que sucedió en el seno de la corporación mirobrigenses a la hora de contratar los novillos.

Calixto Ballesteros, alcalde de Ciudad Rodrigo
      Desde que Miguel Primo de Rivera se sublevara en Cataluña contra el gobierno y protagonizara el golpe de estado del 13 de septiembre de 1923, Ciudad Rodrigo vivió un baile de alcaldes. El abogado Manuel Martín Cascón había sustituido al doctor Abelardo Lorenzo Briega a principios de octubre de 1923, en plena ebullición de la dictadura; cuatro meses después, tras la dimisión de aquel, asumió la presidencia del ayuntamiento mirobrigense el industrial Calixto Ballesteros Rivero, quien aguantó en el cargo lo que se dice un carnaval –apenas mes y medio- como consecuencia de la promulgación del Estatuto Municipal el 8 de abril de 1924[1], norma que pretendía regenerar la vida de los consistorios para descuajar el caciquismo imperante, pero que realmente nunca se puso en marcha. Fruto de esa iniciativa, Ballesteros fue sustituido por el también laborioso industrial Santiago Martín García en la citada fecha, presidiendo la corporación[2] que se encargaría poco más que de la organización del Carnaval de 1925 –también de los actos de inauguración de las obras del pantano del Águeda, continuando, por otra parte, con la ejecución del proyecto de abastecimiento y alcantarillado de la población-, puesto que el baile de alcaldes se ampliaría con varios protagonistas más hasta la llegada del que sería bautizado políticamente como el Buen Alcalde, José Manuel Sánchez-Arjona y Velasco, aupado a la alcaldía el 8 de noviembre de 1926.
            Pese a la dictadura de Primo de Rivera, públicamente el ayuntamiento de Ciudad Rodrigo seguía siendo “constitucional”. Así se pone de manifiesto al iniciar los trámites para la organización del Carnaval de 1925 –se celebraría a partir del 22 de febrero- cuando el alcalde, Santiago Martín, envía un anuncio para su publicación en los dos semanarios locales, Miróbriga y el recientemente aparecido El Eco del Águeda[3], pidiendo a los ganaderos que continuasen colaborando con la organización del antruejo y, por supuesto, cediendo gratuitamente las reses[4], como se había hecho en anteriores carnavales.
Anuncio publicado en el semanario Miróbriga
            El anuncio era fruto del acuerdo adoptado por la corporación en la sesión del 27 de diciembre. No parece que fuera la fórmula más adecuada una simple inserción publicitaria. Los alcaldes precedentes habían tenido, al menos, la gallardía de suplicar a los ganaderos pudientes la cesión del ganado o de convocarles a una reunión para entrevistarse con ellos, acciones que habían dado sus frutos. Un anuncio parecía demasiado frío para tocar sensibilidades, sobre todo después de que ciertos elementos mirobrigenses hubieran vuelto a las andadas espantando y maltratando las reses, como había ocurrido en algún momento de las últimas ediciones carnavalescas. Parecía, y se llegó a entender así, que el nuevo consistorio adolecía de cierta incapacidad para la gestión municipal, empañada o disfrazada de una indolente cobardía para arrostrar la situación que evitara anteriores dispendios en la organización de los festejos taurinos de las carnestolendas.
            Espoleados por los crecientes comentarios públicos, invectivas que iban minando en el seno de la corporación, se crea una comisión municipal en la que toma protagonismo Calixto Ballesteros, avezado en estas lides y que conservaba buenas relaciones con algunos ganaderos del entorno. Había que dar un golpe de efecto para acallar dichas críticas. El 22 de enero se publica en El Eco del Águeda los primeros frutos de la intervención del exalcalde: “Ha conseguido, en sus gestiones, que don Severino Pacheco haya concedido generosamente dos corridas, una de novillos y otra de vacas bravas para el Miércoles de Ceniza, en el caso de que esta corrida sea autorizada”. Estaba bien, pero qué pasaba con el resto: “Algo sabemos –afirma el redactor del citado semanario local- de que otros ganaderos se han negado a dar sus ganados para las corridas de nuestro incomparable Carnaval”. Y el redactor intenta ayudar en las gestiones tocando la recurrente fibra sensible y patriotera: “Como no podemos creer que nadie que se llame mirobrigense sea capaz de restar brillantez a nuestras fiestas, unimos nuestra petición a la de la comisión, rogando a todos nuestros ganaderos que no tomen en consideración aquello que sabemos les ha molestado y que vale más que nuestros carnavales no decaigan a que una petición esté mejor o peor hecha...” Las formas habían fallado, estaba claro, y los potenciales ganaderos donantes consideraban que no se les había tratado como esperaban, vistos los antecedentes inmediatos.
            La controversia llega inevitablemente al seno del consistorio. El alcalde, en la sesión del 2 de febrero, explica las gestiones realizadas para la consecución de las corridas de novillos, incluida la inserción en prensa del referido anuncio y sus evidentes consecuencias: “Ha dado lugar a comentarios, diciéndose si el alcalde es un tío así o un tío del otro modo”, pero algo se ha conseguido. Por de pronto y hasta esta fecha, se cuenta con 13 novillos para nutrir los festejos taurinos. Seis los aporta Severino Pacheco –“a quien por su desprendimiento merecía llamarse excelentísimo señor”, apunta el alcalde-, así como el referido encierro de vacas para el Miércoles de Ceniza; cinco facilitará el otro ganadero altruista, Luis Bernaldo de Quirós; los dos restantes novillos procederían de las vacadas de Eladio Sierra, de la dehesa de Ravida, y Lucas Hernández, de la alquería de Tejares.
Recorte del semanario Tierra Charra elogiando la trayectoria y bonhomía del ganadero Severino Pacheco
            Tras esta sucinta exposición, Santiago Martín confiesa con certidumbre su pesar, anclado en los comentarios públicos: “Para este ayuntamiento se conocía que no había novillos gratuitos como para los anteriores, sin duda porque somos unos peleles o, como el señor Rubio[5] dijo, de poco pelo, lo que haría necesario que se pagaran”.
            La situación no era nada edificante. Se decide atajarla como sea, designando una nueva comisión municipal con el objetivo de conseguir los novillos, “aún [buscándolos] debajo de tierra, para demostrar que tenían lo que los demás hombres”. El cabreo y la desazón eran palmarios. La afrenta pública a la que se estaba sometiendo a la corporación estaba minando todo viso de credibilidad. Por eso había que conseguir los novillos como fuera, al precio que fuera, pero sin olvidar a los ganaderos donantes, con quienes se estaba en deuda. En esa línea se expresó Fernando Díez Martín, primer teniente de alcalde, al proponer que “a los señores que den gratis las corridas se les entregue una cantidad para los gastos que se les originen y un voto de gracias”, mientras que el edil Segundo Lobato Plaza matizó que “se les indemnizara con arreglo a las corridas de pago”. Ambas propuestas cayeron en saco roto, manteniéndose el criterio esbozado por la alcaldía y que, en base, suponía la creación de una comisión que se conjurase para conseguir los novillos y demostrar que los tenían bien puestos y, lógicamente, que no eran unos inútiles. Finalmente, la comisión quedaría integrada por los concejales Esteban Bravo Prieto, Fernando Díez Martín, Antonio Mateos Rico y Andrés Blanco García.
            Como posesos buscan novillos por doquier. Recorren Sancti Spíritus, Fuenterroble, El Pito, Villavieja de Yeltes, Yecla de Yeltes, Bogajo y Bañobárez, pero no consigue cerrar ningún acuerdo, pese a ofrecer dinero por la cesión de las reses. Nadie parecía estar dispuesto a facilitar el ganado. Lo había, como fue el caso de ganaderos de Bañobárez que disponían de dos corridas, “pero enterados de los malos tratos que a los novillos se han dado en años anteriores se negaron rotundamente a entrar en negociaciones, no bastando la oferta por parte de la corporación de hacerse responsable de ellos el ayuntamiento una vez puestos en el antiguo monasterio de La Caridad”, se apunta en un suelto de Miróbriga del 8 de febrero.
            No se podían amilanar pese a los reveses continuos. Tenían que perseverar en sus gestiones y por eso se suma a la comisión el propio alcalde para recorrer Fuenteguinaldo y otros pueblos de su entorno en busca de novillos, aunque tenían serias dudas de que fructificase la iniciativa por el ambiente creado por el supuesto maltrato del ganado.
Fotografía de Agustín Pazos de uno de los encierros del Carnaval de 1925
            Pero todo esfuerzo tiene su recompensa: “Por fin y después de movidas y laboriosas gestiones, ya puede el ayuntamiento ofrecer al pueblo el cuadro completo de las corridas que han de tener lugar en nuestra ciudad en las típicas fiestas carnavalescas”, anuncia en portada El Eco del Águeda el 12 de febrero. “Es verdad que ciertas dificultades, originadas por algunos errores iniciales y por el concepto que algunos ganaderos tienen formado de nuestras corridas, debido al ligero proceder con los ganados de algunas, bastantes, de las personas que concurren a ellas, dificultaron en un principio las gestiones, pero también es verdad que el amor al pueblo y a sus carnavales, de sus verdaderos y predilectos hijos, vencieron los inconvenientes y solucionaron de todo punto la situación, que en este aspecto ya comenzaba a inquietar a los mirobrigenses”, puntualizaba el redactor del citado semanario local. Y, al final, la comisión municipal consiguió que, de nuevo, las corridas fueran gratuitas, con lo que “ya pueden, pues, respirar satisfechos los entusiastas de nuestras pintorescas fiestas y los que no acertaban a ver en el problema suscitado una cumplida y rápida solución”. Claro que habrá que intentar evitar que se repitan los desmanes de anteriores ediciones, “no solo por civismo, sino por agradecimiento a los ganaderos que tan generosos se han mostrado”, exigiendo que “desaparezcan totalmente los actos, aislados, pero no por eso menos desagradables, de algunos juerguistas que este año tanto han entorpecido los trabajos del ayuntamiento”, se apunta desde El Eco del Águeda con la advertencia de que “la corporación municipal y su activo presidente tienen el decidido propósito de imponer su autoridad, si preciso fuera, en evitación de desmanes”.
      La referida publicación facilitaba el orden y composición de las corridas, pero la nómina quedaba abierta a ciertas combinaciones. Finalmente, el 19 de febrero El Eco del Águeda difunde el programa taurino del Carnaval de 1925 tras cerrar el ayuntamiento algunos flecos: el primer día, domingo, se contará con novillos de Severino Pacheco y Luis Bernaldo de Quirós; el lunes se correrán reses de Eduardo y Juan Aparicio Ruano; el martes se nutrirá con novillos de procedencia diversa, caso de los citados Lucas Hernández y Eladio Sierra, a quienes se unirán Eugenio y Ángel Sevillano, Antonio Bernal, de El Valle, y José Chancas, de Fuenteguinaldo. Como colofón, se anuncia la posible corrida de vaquillas para el Miércoles de Ceniza, pero “de esto no sabemos nada en concreto y nos limitamos a recoger el rumor”, matiza el redactor del semanario mirobrigense.


[1] Los 9.254 ayuntamientos que existían entonces en España, disueltos por el Real Decreto de 30 de septiembre de 1923, fueron sustituidos inicialmente por unas juntas de vocales asociados, establecidas en la Ley Municipal de 2 de octubre de 1887, que estaban integradas por las diversas categorías de contribuyentes elegidos por sorteo. Más tarde, el 1 de enero de 1924, los delegados gubernativos recibieron la orden de sustituir las juntas de vocales asociados por unas nuevas corporaciones formadas por «personas de alto prestigio social, de solvencia acreditada y a ser posible con título profesional, o en su defecto, mayores contribuyentes», apunta el historiador madrileño Eduardo González Calleja. A continuación Primo de Rivera encargó la tarea de reformar el sistema jurídico-administrativo que regiría los nuevos ayuntamientos al joven abogado José Calvo Sotelo, un político conservador procedente del maurismo, al que puso al frente de la Dirección General de Administración Local. Calvo Sotelo nombró un equipo de exmauristas y de católicos de derechas, como José María Gil Robles, el conde Vallellano, Josep Pi i Suñer, Miquel Vidal i Guardiola y Luis Jordana de Pozas que colaboraron con él en la elaboración del Estatuto Municipal de 1924 y del Estatuto Provincial de 1925. Colaboradores de Wikipedia. “Estatuto Municipal de 1924” [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2014 [fecha de consulta: 2 de octubre del 2014]. En http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Estatuto_Municipal_de_1924&oldid=74192238.
[2] Estaba integrada, además del alcalde, por Fernando Díez Martín, Esteban Bravo Prieto, Anacleto García Tavares, Segundo Lobato Plaza, Esteban Morales Plaza, Juan Manuel Rubio García, Calixto Ballesteros Rivero, Ladislao Trinchet Ávila, Antonio Mateos Rico, Constantino Benito García, Baldomero Martín Aparicio, Julián Trinchet Rico, Eustaquio Jiménez Trejo y Andrés Blanco García.
               [3] PEREIRA SÁNCHEZ, Jesús. Op. cit.: “El Eco del Águeda. Semanario independiente. Salió el primer número el 6 de noviembre de l924, y vivió hasta el 6 de junio de l927. Era su director don Jacinto Sánchez Rodríguez. Se publicó primero los jueves, y más tarde los domingos. Publicó un número extraordinario, profusamente ilustrado, con motivo del Carnaval, y de vez en cuando daba a la estampa fotografías de Ciudad Rodrigo y caricaturas de J[esús] S[ánchez] T[erán]. Se imprimió primero en casa de Celestino Iglesias, y en su última época en Salamanca”.
[4] El texto del anuncio rezaba: “Alcaldía Constitucional de Ciudad Rodrigo. En virtud del acuerdo tomado por la Ilustre Comisión Municipal Permanente, en sesión celebrada el día 27 del próximo pasado, ruego a usted haga público en el periódico de su dirección que esta alcaldía invita a los ganaderos de la localidad, a fin de que participen oportunamente, si en el próximo Carnaval están dispuesto a facilitar gratuitamente las corridas de novillos, como ha ocurrido otros años. Dios, etc. Santiago Martín. Sr. Director del semanario Miróbriga. Sr. Director del semanario El Eco del Águeda”.
[5] Se trata del concejal Juan Manuel Rubio García.

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