Calvet, tras describir el estado
de las defensas de la plaza de Ciudad Rodrigo, plantea todos los trabajos
necesarios para favorecer la fortificación, para ponerla en perfecto estado de
defensa. Un proyecto que, en caso de ejecutarse, supondría una sangría para las
arcas públicas, tan diezmadas y necesitadas en esos momentos para seguir encarando
los gastos de la guerra. Además, como reconoce el propio ingeniero, “siendo las
obras que se proponen casi todas independientes unas de otras y no debiéndose
ejecutar algunas si se construyen otras, no se puede manifestar en el
presupuesto por una suma final el importe de todas ellas”.
Francisco Dionisio Vives, gobernador de la plaza |
El proyecto es
enviado para estudio y, en su caso, aprobación en aquellos aspectos que se
consideren imprescindibles o más convenientes. De momento, los ingenieros
ingleses siguen trabajando en la construcción de los reductos y en la
reparación de las brechas. A final de diciembre de 1812, el ya nombrado duque
de Ciudad Rodrigo, según manifiestan los responsables de la plaza mirobrigense
Francisco Dionisio Vives y José Gallizo a José María Carvajal, jefe del Estado
Mayor General, “había determinado se suspendiese la reparación de la gran
brecha hasta que la estación permita atender a ella”,[1]
limitándose de momento al acopio de la cal necesaria para la obra.
Previamente,
los trámites para la aprobación parcial del proyecto del brigadier del Cuerpo
de Ingenieros Ramón Calvet continúan su curso, pasando primero por el filtro de
Manuel del Pueyo[2], ingeniero director del
ejército, antes de que desde Cádiz, sede operativa del Estado Mayor General, se
dictaminase el alcance de las obras que se ejecutarían para mejorar las
defensas de Ciudad Rodrigo.
Calvet había
propuesto “construir seis pequeños baluartes[3]
aprovechando la actual falsabraga: ensanchar el terraplén de la parte que mira
al teso de San Francisco; construir un hornabeque, corona o tenaza doble en el
dicho teso; formar un reducto que cruce sus fuegos con el de Castaños; demoler
enteramente el arrabal de San Francisco, y algunos otros reparos de corta
consideración”. Del Pueyo había apoyado estas proposiciones, prefiriendo para
la defensa del Teso de San Francisco, la corona al hornabeque y la tenaza.
Desde la
jefatura del Estado Mayor General se dan unas pinceladas, más bien reflexiones[4],
sobre el ambicioso proyecto de Calvet tras conocer el parecer de Del Pueyo:
“Nada más fácil –se afirma- que proyectar obras para defenderse, pero como para
realizarlas son necesarios caudales y para defenderlas hombre, de aquí la
dificultad en su elección, calculando las circunstancias, estado de riquezas,
fuerza de los ejércitos, calidad de los enemigos, y sistema de la guerra que se
hace. Esta plaza, cuando debía oponerse a una potencia de pocos recursos, como
el Portugal, podía hacer una mediana defensa, pero en el día que debe oponerse
a un enemigo poderoso y emprendedor presenta pocos recursos para ello. La
naturaleza de su recinto y terreno de sus inmediaciones se oponen a esto,
aunque se hagan inmensos gastos, habiendo también variado su influencia con
respecto a nosotros, porque su utilidad está hoy principalmente de parte de nuestros
aliados por su sistema de guerra. Todas estas razones parecen nos inducen a no
hacer grandes gastos en ella, dejándola en un estado medio de defensa y
remediando sólo sus principales defectos”.
Y, entrando en
consideración de las proposiciones de Calvet, se señala que “en este proyecto
para aumentar las defensas del recinto se proponen seis baluartes en los que la
mayor parte de sus caras y flancos están enfilados, batidos de revés o no
tienen fuegos rasantes. Por razón de la naturaleza del terreno que circuye la
plaza y entidad de sus defensas, será siempre el frente más expuesto al ataque
el comprendido desde la poterna C [La
Colada ] hasta el paraje en que se ha abierto la brecha en los
dos últimos sitios. Por consiguiente parece que éste merece la mayor atención.
La obra que actualmente están ejecutando en la brecha los ingleses tendrá el
efecto que indica el ingeniero Calvet con respecto a la facilidad de hacerla
practicable. El método que propone (…) sería conveniente adaptar para
evitarlo”.
Proyecto de Ramón Calvet |
“Todas las
alturas son funestos padrastros para las plazas, las que se encuentran a la
inmediación de ésta le son tan perjudiciales por su elevación y naturaleza que
merecen toda atención, y por lo mismo las fortificaciones con que se ocupen
deben ser tales que por sí solas tengan todo el grado posible de oposición. Los
reductos con que están ocupadas podrán retardar algo los progresos del
sitiador, pero no le arredrarán de su empresa, y a su toma será consiguiente la
de la plaza. Las que se proponen son costosas
muy dilatadas, dos cosas que se oponen en el día a el estado en que nos
hallamos, pero en caso de haberse de ejecutar, parece merece la preferencia la
corona (aunque algo más costosa) a las demás propuestas por sus mayores
ventajas, no descuidándose fortificar también el lado este de la plaza con el
fuerte que se propone en el paraje 13”
[en el frente del antiguo postigo de San Pelayo].
Con estas
consideraciones, el proyecto pasó a la Comisión Militar
de Guerra para su “consulta y dictamen”, que se conocería en carta fechada en
Cádiz el 20 de noviembre. La evaluación del proyecto de Calvet sigue la pauta
marcada por Manuel del Pueyo, “pero sin embargo de que la plaza de Ciudad
Rodrigo nunca podrá elevarse a un grado de fuerza respetable contrayéndose al
presente en que su principal objeto sea contener a los franceses en su marcha
al Portugal, es de opinión se prefieran las obras indicadas desde el 21 al 31[5]
calculadas en 700.000 reales de vellón próximamente, que son: concluir y
perfeccionar las obras que se han ejecutado después de la reconquista; elevar
en el recinto antiguo algunas pulgadas la cresta del parapeto desde el ángulo
saliente inmediato a la brecha hasta el torreón de la puerta del Conde; reparar
el muro que forma el flanco izquierdo de este torreón; habilitar toda la
falsabraga, los revellines y las plazas de armas elevando cuatro o cinco pies
al menos todas las alas de la izquierda de los ángulos salientes desde el
frente de la brecha a la puerta del Sol, y las de la derecha desde la misma
brecha hasta el paraje donde estaba el convento de Santa Cruz; construir
baterías con merlones para cinco o seis piezas en las caras de la derecha en
los ángulos salientes 17 y 18 (del plano) [frente a las ruinas del convento de
Santa Cruz] para aumentar fuegos contra el teso de San Francisco y en los demás
ángulos salientes de la falsabraga que flanquean otras partes de ellas;
revestir el flanco provisional que se ha hecho de tierras a la derecha del
rediente 18; habilitar todas las comunicaciones que ahora lo están
provisionalmente, en particular la nueva poterna del Espíritu Santo; resguardar
con fosos y cortaduras las estacadas y fosos provisionales que se han puesto
entre la puerta de La Colada
y el puente a la derecha e izquierda; construir los tres reductos propuestos
para cubrir el frente del arrabal de San Francisco o al menos transformar en
casas fuertes los restos de las iglesias de San Francisco, Santa Clara y Santo
Domingo; y finalmente, que para el teso de San Francisco se adapten los que con
su comunicación señala el plano para su defensa, perfeccionándose y mejorándose
según lo permite el terreno y demoler el resto de los edificios que existen en
el arrabal de San Francisco, por cuyo medio, siendo el más expedito y el menos
costoso, facilita la habilitación de la plaza”.
Proyecto de los cinco reductos ideados por Ramón Calvet para favorecer la defensa de la plaza mirobrigense |
Estas obras
fueron aprobadas, al tiempo que se incidía en la necesidad de empezar por la
puesta en defensa del Teso de San Francisco y se elige la opción de convertir
los citados conventos en casas fuertes en vez de construir los reductos
apuntados por Calvet, según se desprende de una carta enviada por José de Heredia
al jefe del Estado Mayor General el 17 de noviembre para que dictamine sobre el
particular. El día 24 la regencia del reino[6]
aprueba definitivamente la inversión de 700.000 reales en la ejecución parcial
del proyecto de Ramón Calvet.
[1] AHN.
Diversos-Colecciones, 120. N. 4. Fol. 16.
[2]
Ibídem. Fol.66 y ss.: Excmo. Sr. El
brigadier D- Ramón Calvet, coronel del Real Cuerpo de Ingenieros que en virtud
de orden del Excmo. Sr. D. Francisco Javier Castaños fue comisionado a la plaza
de Ciudad Rodrigo inmediatamente que se reconquistó para examinar el estado de
aquellas fortificaciones y proponer las obras y reparos necesarios o
convenientes a su mejor defensa, llevando consigo al efecto al teniente coronel
D. José de la Fuente Pita
y los capitanes D. Manuel María de Toro y D. Juan Jiménez Donoso, únicos
ingenieros que había en este ejército, tras desempeñar auxiliado de dichos
oficiales el mencionado encargo con el esmero, tino, conocimiento y exactitud
que acreditan los adjuntos documentos originales que me pasó el 25 de junio
último y remito a V. E. después de haber hecho sacar aquí un ejemplar de cada
cosa para surtir esta comandancia y poder más adelante enviar a V. E. el duplicado
que está prevenido se le dirija de cuantos proyectos ocurran, según lo
verificado por lo correspondiente a éste, luego que se concluya el otro
ejemplar que ya se está haciendo y consiste en la copia del oficio con que el
referido brigadier acompañó los mismos documentos al Excmo. Señor general en
jefe el 18 de junio; la descripción de la plaza de Ciudad Rodrigo; propuestas y
explicación de las obras de fortificación que considera convenientes para
aumentar su fuerza; cálculo prudencial de cada una; el plano general de la
misma plaza; papeles volantes de sus proyectos; un plano suelto de los reductos
ejecutados por los ingenieros aliadas; y once perfiles que aclaran la
inteligencia del todo, sobre cuyos contenidos debo informar a V. E. que, sin
embargo de carecer yo del conocimiento de aquel terreno que no he visto, ni
tener otra idea de la plaza que la adquirida por la detenida lectura de la
expresada descripción, inspección de los planos y perfiles y relación de
sujetos instruidos que han estado en ella, comprendo que cuanto propone Calvet
de consideración, desde el número 14 al 20 [“14º.- Prescindiendo de si es
necesaria, útil, conveniente o perjudicial la conservación en clase de plaza de
guerra de este punto, que requiere una guarnición numerosa, por ser un problema
que no puede fácilmente resolver el que no esté iniciado en el plan general de
operaciones, por ser asunto del resorte de los gabinetes, y por parecer ya
determinado, según indican las obras que se han mandado construir después de su
reconquista, se expresarán cuáles son las que se considera deberse aumentar
para que esta plaza adquiera nuevos grados de fuerza en los dos casos de haber
suficientes medios y tiempo para construir las que exige su situación y las
circunstancias de su actual fortificación, y las que, por escasez de aquéllos,
y si hay recelo de que en breve sea atacada, se deben verificar desde luego
para proporcionarle algún aumento de resistencia.
15º.-
Siendo el mayor defecto del recinto antiguo que forma el cuerpo de la plaza el
no tener casi sino fuegos de frente, según se ha dicho en el número 2º, parece
ser de la mayor importancia proporcionar flancos que defendiendo todas las
partes de aquel recinto sean también útiles al moderno o falsabraga, lo que se
puede conseguir por la construcción de cinco pequeños baluartes en los puntos
1, 2, 3, 4 y 5, cuyos parapetos y el término del piso del terraplén van
representados en el papel volante número 1º sobrepuesto al plano de la plaza
con líneas amarillas cuando no coinciden con los parapetos de la falsabraga. Los
pequeños baluartes que se proponen deberían elevarse hasta quedar sólo unos
ocho o nueve pies más bajos que el recinto antiguo. Pero como ésta sería una
empresa larga y de un coste excesivo, porque sería preciso para que no
estuviesen tan expuestos a los fuegos de la campaña elevar también
proporcionalmente la contraescarpa y glacis en todas partes, que no sería fácil
verificar desde enfrente del revellín que hay a la derecha de la gran brecha
hacia la izquierda, hasta la extremidad del recinto, por el mucho desnivel que
hay desde la contraescarpa hacia el regato del Caño del Moro y convento
demolido de Santa Cruz, se cree que por ahora sólo se les debe dar las alturas
que sean absolutamente necesarias para flanquear entrambos recintos y cubrir la
parte interior de los mismos baluartes de la dominación y enfilada, atendiendo
también a que los actuales revestimientos exteriores de las alas de la
falsabraga, con que han de coincidir casi todas las caras de los baluartes,
puedan resistir el aumento de su altura a fin de que la ejecución sea más breve
y el menos posible su coste. A este efecto la cresta del parapeto de la cara de
la derecha del baluarte 1 y la de las caras de la izquierda de los baluartes 3
y 4 podrán tener ocho pies de altura sobre la cresta del parapeto de la actual
falsabraga; los flancos contiguos a dichas caras han de estar tres pies más
bajos que éstas; las caras de la izquierda del baluarte 1 la de la derecha de
los baluartes 3 y 4, han de tener una inclinación descendiendo cuatro pies
desde el ángulo flanqueado hacia el de la espalda, y al mismo nivel de este
punto pueden estar los flancos contiguos a él. En el baluarte número 5, que no
está expuesto a la dominación y enfilada del teso de San Francisco, pueden
estar sus caras al mismo nivel elevando la cresta de su parapeto ocho pies
sobre el de la misma línea de la falsabraga, y la de los flancos tres pies
menos que aquéllas. En el baluarte número 2, que no puede quedar cubierto de la
cumbre y caídas del teso de San Francisco por la contraescarpa sin que resulte
un defecto mayor por el excesivo desnivel del glacis, bastará que la cara de la
cara de la derecha esté seis pies más alta que la de la falsabraga; la del
flanco contiguo a ella tres pies menos que dicha cara; cuatro la del flanco de
la izquierda y la cara de esta parte ha de tener la inclinación o desnivel que
resulta desde el ángulo flanqueado hacia el de la espalda. Para que la cara y
flanco de la derecha del baluarte número 5 estén propiamente defendidos, se ha
de prolongar hasta el recinto antiguo el flanco del semibaluarte 6 de la
falsabraga y elevarle cuatro pies, como también la cara contigua a él, sobre el
nivel que tiene al presente. Los 10 flancos de los cinco baluartes que se proponen
son enteramente obras nuevas. Para que las caras del baluarte número 2 puedan
ser defendidas de los flancos de los baluartes colaterales sin adelantar el
ángulo flanqueado hacia la campaña que no permite el rápido descenso del glacis
y la dominación del teso de San Francisco sin que resulten los defectos que
eran consiguientes, es preciso abandonar casi del todo la magistral de la
falsabraga, y lo mismo se propone para la cara de la izquierda del baluarte 4 a fin de hacer desaparecer un
ángulo entrante y aprovechas como casamata de la fusilería en su flanco de la izquierda
un cuerpo de guardia que hay en aquel paraje y que debe cubrirse con bóveda.
Esta variación en la cara obliga a hacerla también en la contraescarpa de su
frente, y en la que está delante de la cara de la derecha del baluarte número 5
es también necesaria para que su ángulo flanqueado sea defendido del
semibaluarte 6. Las porciones de la falsabraga que quedarán entre los nuevos
baluartes han de permanecer para que se pueda hacer de ellas el mismo uso que
se hace de los terrazones que se sitúan delante de las cortinas. Sus
extremidades hacia los ángulos de la espalda de dichos baluartes se han de
demoler o rebajar a fin de que el foso de delante de los ángulos flanqueados
pueda ser mejor defendido, y se han de cerrar con dos líneas de fuertes estacas
aquellos espacios. El foso de delante del ángulo flanqueado del baluarte 3 se
defenderá con dos pequeños retrincheramientos, etc. Para que los nuevos flancos
tengan mayor altura sobre el terraplén o piso de las porciones de falsabraga
que han de subsistir, se ha de hacer una excavación al pie de ellos formando un
escalón desde cuyo fondo ha de quedar glasisado el terreno cuanto sea necesario
para que se descubra el flanco opuesto. Los expresados cinco baluartes han de
tener comunicación con el cuerpo de la plaza por medio de porternas, y las
partes de la falsabraga se han de comunicar entre sí y con los mismos baluartes
también por pequeños pasos o por poternas situándolos en la extremidad de todos
los flancos al pie del recinto antiguo. Los parapetos de las cartas de la
izquierda del revellín 7, los de los redientes 8 y los de la derecha de los
redientes 9, se han de elevar cuatro pies. El revellín 10 se ha de levantar con
proporción a la elevación que se propone para la contraescarpa. Los tres
perfiles con los números 6, 7 y 8 manifiestan la altura y disposición en que
deben quedar las caras de la derecha de los baluartes 1 y 2; la cara de la
izquierda del baluarte 5 y de la contraescarpa y glacis de enfrente de ellas,
cuyos perfiles, lo que se manifiesta en el plano y lo que se expresa en este
papel acerca de las alturas y demás circunstancias relativas a los baluartes
que se proponen, a las variaciones de la falsabraga y a los aumentos de la
contraescarpa, parece ser suficiente para la inteligencia de todo.
16º.- El
método proyectado por los señores ingenieros ingleses (explicado en el número
10) de reparar el ángulo saliente a cuya izquierda fue abierta la principal
brecha en los dos sitios que ha sufrido la plaza en esta guerra, y que al
presente se está ejecutando, no sólo delante de dicha brecha, sino también en
una considerable extensión a uno y otro lado de ella, en donde, aunque con
grandes desconchados, subsiste el muro antiguo y los parapetos, tiene por
objeto la dificultad que se cree que habrá en abrir una nueva brecha en aquel
paraje viéndose poco desde la cumbre y falda del teso de San Francisco el muro
que ha de revestir el pie de la escarpa, y habiendo de ser la parte superior de
ésta y el parapeto un sólido de tierra que ha de tener casi la misma inclinación
que tomaría después de ser batido; pero considerando que para verificar la
explicada disposición manifestada en los perfiles número 2 y 3, es preciso demoler
una parte del muro, parapeto y terraplén actual, privarse del espacio necesario
para la conservación en aquel paraje de las piezas de artillería que hay al
presente a uno y otro lado de la brecha y para restablecer la batería que había
en donde ésta fue abierta; que hay ventajas de los fuegos que se pierden no se
pueden reemplazar por los que se procuren aumentar en otros puntos; y que de
todos modos cuando el sitiador consiga destruir o rebajar con su artillería los
parapetos de la falsabraga o del baluarte número 2 que se proyecta, le sería
acaso más fácil hacer practicable una brecha que si estuviese la escarpa del
recinto antiguo según el método ordinario como antes estaba, no se duda que
será más conveniente que cuando no se eleve el muro nuevo hasta el nivel del
cordón o del pie del parapeto, con lo que se podría proporcionar a éste mayor
espesor, se levante a lo menos hasta que quede sólo uno o dos pies más bajo que
el nivel de la cresta del parapeto de la cara derecha del baluarte expresado
número 2, como manifiesta el perfil número 7 por el cual se reconoce que las
ruinas de dicho muro deben caer en el foso que se deja entre él y el terraplén
del referido baluarte, que será fácil limpiar en cualquiera ocasión, con lo que
nunca será en aquel paraje practicable una brecha. No habiendo en el recinto,
según se ha dicho, otro punto que pueda reemplazar con iguales ventajas la
falta que hará para tener fuegos contra el teso de San Francisco la respetable
batería que había en el paraje en donde fue abierta la gran brecha y a uno y
otro lado de aquel ángulo saliente, si ha de quedar esta parte del recinto como
se ha explicado y fue proyectado por los señores ingenieros ingleses, será
preciso ensanchar el terraplén para que tenga latitud suficiente para el uso de
la artillería, o construir en el espacio que hay entre él, la Catedral y el seminario
conciliar una torre o una batería (papel volante número 1) que oponga cuando no
horizontalmente a lo menos con menor inclinación sus fuegos contra el expresado
teso y que después de abierta la brecha sea el centro de una cortadura.
17º.-
Las circunstancias ya explicadas del teso de San Francisco exigen que en su
cumbre se construya una obra grande que obligue al enemigo a perder tiempo no
pudiendo tomarla sino por las operaciones de un sitio en regla. Las obras que
más propiamente se adaptan a la configuración de dicha cumbre son un
hornabeque, una corona o una terraza doble en la que se haga desparecer el
efecto de los ángulos muertos poniendo en ellos flancos retirados ocultos.
Igualmente, las tres expresadas obras, de las cuales las dos primeras van
representadas con líneas de distintos colores en un mismo papel volante número
2, y la terraza en otro número 3, deberían ser de un perfil respetable. El
nuevo reducto Wellington que quedaría en su gola aumentaría la confianza de los
defensores de la obra propuesta y sería el reducto más propio para su retirada
cuando fuese necesario verificarla. La flecha Craufurd protegería su comunicación
con la plaza. El reducto Mikannon, sostenido tan de cerca por la misma
obra nueva, sería un puesto avanzado que retardaría mucho los aproches del
sitiador. El semirreducto Fletcher quedaría inútil y se debería demoler.
La situación de las dos baterías que se proponen en la extremidad de las alas
para su defensa, es la misma en los tres proyectos .
El estar el terreno hacia la parte 11 algo más elevado que el resto de la cumbre,
precisaría a hacer el ala y las demás líneas de la izquierda más altas que las
de la derecha para que éstas quedasen mejor cubiertas, cualquiera que fuera la
obra que se eligiese. El 2º y 3er proyecto, o sea, la corona y la
terraza doble, son ciertamente muy propios o se acomodan mejor al terreno que
el hornabeque: en aquéllos las alas de la derecha se podrían ajustar al borde
de la cumbre, recibirían más protección de los fuegos de la plaza y
descubrirían mejor la pendiente, el frente del arrabal y el principio de la
llanura de aquella parte; pero el hornabeque tiene menos cantidad de obra y
sería por consiguiente más breve su construcción y menor su coste. Si el ala de
la derecha del hornabeque se hiciese coincidir con las de los otros dos proyectos para tener las ventajas expresadas, o
habría de ser de mucha longitud el lado exterior de la figura, o el ala de la
izquierda quedaría sin protección alguna de la plaza, abandonada a su propia y
casi única defensa de frente y al débil apoyo de la batería de su extremidad,
que siendo preciso oblicuarla demasiado estaría enfilada de la campaña así como
la cortina y otras líneas del mismo hornabeque. La misma configuración del terreno exige que con la
obra que se ponga en este paraje se comprenda un gran espacio; que se pueda
hacer ventajosa oposición a los aproches del sitiador que regularmente serán
desde los puntos 11 y 12; y que se pueda proteger al reducto avanzado Mikannon
y recibir de él el auxilio de sus fuegos laterales. Todo parece que se puede
conseguir con la corona o con la terraza y aun con el hornabeque adelantado
delante del ala de la derecha una lengua de sierpe que va representada en el
plano y situando el ángulo flanqueado de ella al principio de la caída del teso
por aquella parte. En cualquiera de las tres obras que se eligiese se debería
procurar que los lados de la izquierda de cada uno de los ángulos flanqueados
queden más elevados en tres o cuatro pies que los de la derecha, a fin de que
la parte interior de ellos no sea descubierta por el enemigo si se sitúa a la
parte de la cumbre, que está algo más elevada que el resto de ella; y respecto
que cualquiera de dichas obras debe ser de larga conservación, a menos que se
proporcionasen medio muy extraordinarios, y que en las actuales circunstancias
puede no convenir que en aquella cumbre haya mucho tiempo zanjas y sólidos
informes que acelerarían la pérdida de las obras que hay al presente, no se
debería principiar a construir las nuevas hasta que estuviesen preparados los
medios necesarios para ejecutarlas con la mayor brevedad; y al mismo tiempo se
debería proceder a revestir sólidamente y elevar la magistral del reducto
Wellington por haber de ser el apoyo de la nueva obra la segunda de su gola e
inspirar confianza a su guarnición.
18º.- Un
reducto de un perfil respetable en el punto 13, guarnecido por unos 200 hombres
y cuatro o cinco piezas de artillería, cuyos fuegos se cruzarían con los del
reducto Castaños, descubriría algunas desigualdades del terreno, la pendiente
del ribazo, los barrancos próximos y el río que éste no descubre, y contribuiría
a atrasar mucho los progresos del sitiador que intentase atacar la plaza por la
parte de La Caridad
o de Pedrotoro.
19º.- La
demolición entera del arrabal de San Francisco es, sin duda, lo que más
convendría a esta plaza para que quedase despejada la llanura en que está
situado, no hallase abrigo alguno en ella el sitiador, pero la consideración de
que su vecindario compone acaso una tercera parte o más del total de esta población,
y de los grandes perjuicios que a aquél y a está causaría una providencia tan
violenta, y la precisión de oponerse a que el enemigo lo ocupase desde que se
presentase delante de la plaza, inclinaría a cubrir el año de 1810 su frente
con el retrincheramiento que en marzo último se ha restablecido, y de cuya
debilidad se ha hablado ya en el número 12. Efectivamente, sólo puede
considerarse como un apostadero para sostener los avances de las guerrillas y
las salidas de la guarnición, protegido por el fuego de las tres nuevas
pequeñas baterías de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo y por el
reducto Castaños, o para impedir que sin alguna inmediata oposición se
introduzca el enemigo en el arrabal; para lo que, por la configuración,
debilidad y dilatada extensión de dicho retrincheramiento se necesita guarecerlo
con una división de infantería de igual o mayor fuerza a la que es necesaria
para el cuerpo de la plaza y obras nuevas exteriores. Aunque se varíe la traza
de aquel retrincheramiento, aunque se fortifique la línea exterior que forma el
frente de dicho arrabal con obras continuas o contiguas de un perfil mayor que
el que tienen las actuales, siempre su extensión, además de un gasto muy
considerable, causará el defecto de exigir una numerosa guarnición que
consumirá los víveres destinados a la de la plaza y demás obras exteriores, por
lo que se considera preferible cubrir el expresado frente del mismo arrabal con
tres reductos aislados para unos 200 hombres cada uno, situándolos hacia los
puntos 14, 15 y 16 señalados en el plano general de la plaza, los cuales, con
las demás obras nuevas exteriores, formarán una línea cuyas partes,
protegiéndose mutuamente, conservarán el conveniente equilibrio en su fuerza y
detendrán al sitiador mucho tiempo lejos de la plaza. Y para que sea más fácil
el relevo de la guarnición de los tres reductos que se proponen y del ya
construido de Castaños, como también para proteger con destacamentos de la
plaza la defensa de la gola de todos, puede permanecer el actual
retrincheramiento y las tres nuevas baterías de las iglesias de Santo Domingo,
Santa Clara y San Francisco en el mismo estado en que se hallan, y se debe
también dificultar el tránsito por el intermedio de dichos puestos abriendo una
zanja o foso sencillo de uno a otro, de modo que esté bien descubierta,
enfilada y defendida de ellos. El gasto que cause la construcción de los tres
reductos y la excavación de las zanjas o fosos, será ventajosamente compensado
por el ahorro del importe de los víveres en sólo una o dos semanas de la
diferencia de tropa que se necesita para su guarnición a la que exige el actual
retrincheramiento o cualquiera otro de obras continuas o contiguas que se
adaptase, siendo también de la mayor consideración que esta misma diferencia de
guarnición es un aumento de fuerza para las divisiones o ejército de campaña.
20º.-
Las obras que se proponen, por las circunstancias de la actual fortificación y
las de la campaña, son de tal clase que pueden considerarse para su ejecución
como independientes unas de otras, pues que aumentando cada una de ellas grados
de fuerza o de resistencia a la plaza, no hay inconveniente en que se construyan
y se concluyan las unas aunque no se hayan ni aún empezado las otras. Hasta en
los pequeños baluartes proyectados concurren las mismas circunstancias, por lo
que el orden de preferencia que por su objeto se debe observar en su
construcción o adelantamiento es el siguiente: primeramente el 1º, luego el 4º
y 3º; después el 5º y la elevación del semibaluarte 6; y últimamente el 2º, que
es el que causando mayor coste es menos interesante. En el aumento y
perfeccionamiento de todo el recinto, se debe trabajar incesantemente y sería
de la mayor importancia proceder desde que se empiecen las obras al restablecimiento
de la batería que había en el paraje en donde fue abierta la brecha mayor, que
sea variando la disposición proyectada por los señores ingenieros ingleses,
explicada en los números 10 y 16, y en que se está al presente trabajando; ya
sea ensanchando el terraplén o bien construyendo el gran caballero (papel
volante número 1), el cual debe elevarse a lo menos nueve o 10 pies sobre el nivel de
la cresta del actual parapeto del recinto antiguo, cuya obra, aunque se
restablezca en éste la batería, será siempre muy interesante para poder oponer
mayor cantidad de fuegos al sitiador cuando llegue a establecerse en el borde
de la cumbre y en la falda del teso de San Francisco. Pero en este caso se
debería dar al caballero alguna mayor elevación a fin de que los sirvientes de
la batería del recinto antiguo no tengan que temer de los fuegos del caballero.
En cuanto a las obras exteriores que se proponen para la campaña, los tres reductos
hacia los puntos 14, 15 y 16 que han de cubrir el frente del arrabal de San
Francisco, por ser obras de poca consideración y proporcionan un ahorro en el
número de defensores, se debe atender en su construcción luego que haya medios
para verificarla, como también por la primera de dichas razones a la del reducto
13 que ha de ser el costado derecho de la línea de reductos, y a la perfección
de algunas porciones del escarpe formado en el ribazo de la parte del río.
Mientras se ejecuta el aumento del perfil, la elevación y el revestimiento con
mampostería de la escarpa del reducto Wellington en la cumbre del teso de San
Francisco, se debe proceder al acopio de materiales para la ejecución de una de
las tres grandes obras que han de hacer desistir al enemigo de toda empresa por
aquella parte. Por razón de brevedad o por tener más pronto en la cumbre de
dicho teso una de las expresadas tres grandes obras, aunque fuese con el
defecto de ser muy suaves los declivios de escarpa y contraescarpa por se casi
todo el terreno de mala calidad, se podría ejecutar sin revestir sino los
declivios interiores de los parapetos, las rodilleras y los costados de las
cañoneras; pero la misma calidad del terreno exige que no se tarde mucho en
verificar el contener las tierras con los revestimientos de mampostería
manifestados en los perfiles.] es muy propio y conveniente para conseguir
el aumento de las defensas de aquel recinto y precaver los dos ataques a que
está más expuesto por su situación y disposición del terreno de sus inmediaciones,
porque es indudable que no teniendo el recinto flancos, no se podrá conseguir
lo primero si no se construyen los cinco baluartes y demás obras que propone,
ni los perjuicios locales del terreno a la parte de La Caridad o de Pedrotoro,
del arrabal de San Francisco y teso del mismo nombre quedarán remediados
completamente de lo segundo, mientras no se construyan los cuatro reductos que
al intento indica junto al de Castaños y en el arrabal y se verifique alguno de
los tres proyectos que se representan para el Teso de San Francisco, paraje que
por ser el de ataque más conocido exige una fortificación de entidad, la cual
proteja los reductos ejecutados, disminuya su número, detenga los progresos del
enemigo y le obligue a emprender un sitio formal contra la obra que se
establezca en el teso. Éste, por las razones que Calvet expone, parece que es
susceptible de admitir cualquiera de los tres proyectos que propone, de una
corona, tenaza doble u hornabeque. Pero aunque todos sean a propósito en la
forma que los dispone, y yo considere ingeniosa la de la tenaza doble por la
disposición del único flanco de cada frente (que me asegura el mencionado jefe
en el oficio de remisión), no puede ser visto ni arruinado de la campaña, no
estando dominado de ella y que al paso que el pie de la escarpa en la curvatura
de que consta está visto y puede defenderse con el fusil desde los antepechos
de las contrabrisuras. Contemplo, no obstante, debe preferirse la corona
respecto a que sin tanto coste se acomoda bien al terreno, recibe la misma
protección de fuegos de la plaza, descubre igual porción de campaña y el pie de
su escarpa se defiende con el fusil y cañón que puede también quedar oculto,
haciéndolo orejón y flanco curvo, ventajas que no concurriendo en el hornabeque,
sino imperfectamente por medio de las lenguas de sierpe que necesita adelantarse
a su ala derecha, me deciden asimismo a favor de la corona, comparada con el
hornabeque, sin embargo de que se calcule su importe en 1.392.830 reales menos
y que el tiempo de su ejecución se regule de menor duración, pues esto no
equivale a la desventaja de la débil resistencia de la flecha que necesita el
hornabeque para llenar su objeto, el cual sería nulo al perderse aquélla, como
con facilidad sucedería. En cuya consecuencia, no debe tener dicha obra más
lugar que el comparativo, tratándose de mejorar las fortificaciones de un
puesto ya de algún modo defensable, porque en tal caso no ha de repararse en
gasto, ni adoptarse otros ahorros que aquellos que proporcionan los proyectos
más ventajosos, ni estos podrán construirse sino cuando sobre el tiempo y los
medios precisos para hacerlos. No siendo de tal clase las propuestas de obras
de que trata el mismo ingeniero en su presupuesto y cálculo desde el número 21
hasta el 31 y reflexionando que son precisas de absoluta necesidad y útiles en
los términos que refiere, porque su ejecución no ocasionará gastos superfluos,
aun cuando después se proceda a las anteriores de mayor entidad, soy de opinión
que se verifiquen desde luego mediante a que están al alcance a los medios de
la nación, pues sumado su importe sólo asciende a 639.492 reales y que sin
ellas no puede reputarse la plaza en estado de regular defensa, atendido él en
que se hallan actualmente sus fortificaciones, a las cuales, por si fuese
atacada, interesa darles alguna mayor resistencia; y me parece que no puede ser
otra que la que se expone en los citados números. Que es cuanto alcanzo y me
ocurre manifestar a V. E. en el asunto. Dios guarde a V. E. muchos años.
Badajoz, 10 de agosto de 1812. Excmo. Señor Manuel Pueyo. Excmo, Sr. Conde de
Noreña.
[3]
Ibídem. Fol. 3 y ss.
[4]
Ibídem.
[5]
CALVET, Ramón. Plaza de Ciudad Rodrigo.
Año de 1812. Descripción de la plaza de Ciudad Rodrigo. Propuesta y explicación
de las obras de fortificación que se consideran convenientes para aumentar su
fuerza; y cálculo prudencial del importe de cada una: “21º.- Pero si por falta de
caudales, de brazos, de otros de los medios necesarios o de tiempo no pudiesen
verificarse ni emprenderse las referidas obras, se debe a lo menos proceder
desde luego a la ejecución de las que a continuación se expresarán, ninguna de
las cuales es inútil, no perjudica para la construcción de las otras ni causará
gasto alguno de consideración que sea superfluo, aunque aquéllas después se
hayan de ejecutar.
22º.- Tales son el concluir y perfeccionar
las que ya no lo estén de las que se han ejecutado después de la reconquista
con la variación en el reparo de la brecha grande que se ha indicado en el número
16, o a lo menos revestir con céspedes la parte superior de la escarpa para
que, sin causar alteración considerable en el método adaptado, explicado en el
número 10, pueda ser menos la base de su declivio y con menor coste restablecer
en aquel paraje la antigua batería, que podría ser de seis a ocho piezas.
23º.- En el recinto antiguo se ha de elevar
de algunas pulgadas la cresta del parapeto desde el ángulo saliente próximo al
paraje en donde fue abierta la gran brecha hasta el torreón de la puerta del
Conde para que el tránsito por el terraplén sea menos molestado de la
dominación del teso de San Francisco; y en el expresado torreón y en el de la
puerta del Sol se deben construir merlones a fin de que las piezas colocadas en
ellos sean mejor servidas.
24º.- Se ha de reparar el muro que forma el
flanco izquierdo de dicho torreón del Conde que ha sufrido mucho en el último
sitio.
25º.- Toda la falsabraga, los revellines y
las plazas de armas se deben habilitar para que se pueda defender aquel recinto
a lo menos como un campo atrincherado sostenido por el recinto superior, a cuyo
efecto se han de elevar cuatro o cinco pies a lo menos todas las caras y alas
de la izquierda de los ángulos salientes desde enfrente de la gran brecha hasta
cerca de la puerta del Sol, y las caras y alas de la derecha desde la misma
brecha hasta enfrente del paraje en donde estaba el convento de Santa Cruz, y
terminar las crestas de los parapetos de las otras con inclinación descendiente
desde los ángulos salientes a los entrantes. Con igual proporción se ha de ir
elevando la contraescarpa, aumentando y perfeccionando el glacis y haciendo
desaparecer las principales desigualdades de la campaña próxima a él.
26º.- En las caras de la derecha de los
ángulos salientes 17 y 18 (plano general) se han de construir baterías con
merlones para cinco o seis piezas cada una para aumentar fuegos contra la falda
del teso de San Francisco; y en todos los ángulos salientes y puntos de la
falsabraga que flanquean otras partes de ella a distancia proporcionada,
convendría tener algunas cañoneras con merlones y explanadas a fin de que se
pudiesen situar piezas de artillería en aquel recinto en el momento y por la
dirección que fuese necesario. La expresada batería de la cara de la derecha
del rediente 18 es muy útil aunque se forme el baluarte 1º, del cual se puede
considerar como una plaza baja.
27º.- Se ha de revestir el flanco
provisional de tierra que se ha hecho a la derecha del rediente 18 para
defender la izquierda del ángulo saliente contiguo a la gran brecha.
28º.- Se han de habilitar formalmente todas
las comunicaciones que ahora lo están sólo provisionalmente, particularmente la
nueva poterna de Sancti Spíritus, el paso del terraplén que destruyó la
voladura de un repuesto en la puerta del Sol y la salida de la falsabraga por
la puerta de Santiago.
29º.- Se han de resguardar con fosos o cortaduras
las estacadas y parapetos provisionales que se han puesto entre la puerta de La Colada y el puente, a
derecha e izquierda, reemplazar las estacas que falten y mejorar dichos parapetos.
30º.- Convendría construir los tres reductos
propuestos en el número 19 para cubrir el frente del arrabal de San Francisco,
a lo menos transformar formalmente en casas fuertes los restos de las iglesias
de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo, que sería de menor coste que la
construcción de dichos reductos; pero en este caso sería conveniente demoler la
ermita y una parte del barrio de San Cristóbal situado entre los conventos de
Santa Clara y Santo Domingo hacia la campaña, o hacer de dicha ermita un puesto
para fusilería y demoler las casas más próximas a ella.
31º.- En el mismo arrabal de San Francisco
hay algunas de las muchas casas arruinadas por incendios o por el cañón de los
sitiadores o sitiados cuyos restos son más perjudiciales que los de las otras
por estar situados en parajes que ocultan de los fuegos de la plaza algunas
porciones de las calles u otros espacios en donde con su abrigo puede
detenerse, reunirse o establecerse el enemigo después de que ocupe el arrabal
sin tener que temer sino al efecto de algún casco de bomba o de granada, por lo
que será conveniente que se acaben de demoler los restos de aquellas casas en
que concurra dicha circunstancia y que no se reedifiquen las demás sin que
proceda el correspondiente informe del ingeniero comandante sobre si es o no de
las comprendidas en la indicada clase y si puede convenir hacer alguna
variación en su planta y elevación. Lo mismo se debe practicar con respecto a
las del arrabal del Puente, cuya precaución y providencia son las que están ya
prevenidas por ordenanza”.
[6] AHN.
Ibídem. Fol. 13 y ss. La regencia del
reino, después de examinado el proyecto de defensa formado por el ingeniero D.
Ramón Calvet para la plaza de Ciudad Rodrigo y documentos que le acompañan, y
con el fin de adaptar el método más expedito y menos costoso para su pronta
habilitación que es tan urgente, ha resuelto se lleve a efecto las obras a que
se refieren los números desde el 21 al 31 propuestas en la descripción de dicha
plaza que acompaña al proyecto, cuyo costo está regulado en 700.000 reales
próximamente. Que en lugar de los tres reductos propuestos por la parte del
arrabal, se prefiera convertir en casas fuertes las iglesias de San Francisco,
Santa Clara y Santo Domingo del modo que indica Calvet. Y para el teso de San
Francisco (cuya obra debe ejecutarse con preferencia a las demás) se adapten
los que con su comunicación se señalan en el plano, perfeccionándolos y
mejorándolos según lo permita el terreno, reservándose S. A. para lo sucesivo,
si lo permiten las circunstancias, la aprobación de las indicadas en la
mencionada descripción.
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