miércoles, 25 de febrero de 2015

La Puerta del Conde

Pocas referencias históricas encontramos sobre el origen de la Puerta del Conde. Aparte de las citas en las que parece que fue uno de los accesos que en origen tuvo la muralla medieval y que estuvo protegida por un torreón, sabemos que en sus inmediaciones hubo una serie de edificios y construcciones de carácter público, caso de los graneros y los trojes de la ciudad, en definitiva, la alhóndiga y, también una primitiva ubicación de la Casa del Peso de la Harina.

Dibujo de la Puerta del Conde de Ángel Angoso, 1927
     Antonio Sánchez Cabañas nos la describe así: A la parte que mira a setemptrión está la Puerta del Conde. Dióssele este nombre por memoria del conde don Rodrigo González Girón, que fue el que reedificó a esta ciudad por mandado del rey don Alonso el Sexto. Entrando por esta puerta se va a la Rúa Vieja y a una plazuela adonde están 4 edificios de obra política y muy magnífica, edificados a las quatro partes de oriente, poniente, setenptrión y mediodía. El uno es el convento de las descalzas en la propia muralla, junto a la Puerta del Conde; el otro edificio es el palacio de los Silvas; el terçero el de los Nietos y Silvas; y el quarto el de los Ávilas y Tiedras. Tanbién está çerca desta puerta la parroqchia de Santo Tomé Apóstol. Saliendo por esta puerta está el canpo que llaman de los Bueyes, adonde los días feriados se vende el ganado vacuno. A un lado desta puerta, junto a la muralla, están los graneros y troges de la çiudad, y al otro lado la cassa del Pesso de la Harina, adonde acude a pessarse todo el trigo que se a de moler en las haceñas deste río Ágada, que passa por esta çiudad. Por esta parte tiene Ciudad Rodrigo muy grandes arrabales.
                Al respecto, cabe señalar que también, al socaire de la Guerra de Secesión portuguesa con las consecuencias que dimanó en la fortificación mirobrigense –todavía sin segunda muralla, aunque se fortaleció la del arrabal de San Francisco-, la alhóndiga y los trojes que existían junto a la Puerta del Conde en su extensión sur, estaban en parte deteriorados. Su superficie era considerable y se fue manteniendo una parte, la más próxima al torreón, mientras que el resto de la construcción iba arruinándose.
Plano de 1667 en donde se significa la Puerta del Conde y el edificio de la alhóndiga. AGS
     En la sesión del 19 de enero de 1648, ochos años después de la iniciada la guerra con Portugal, el capitular Juan de Turbique recordó al regimiento que había tenido necesidad de meter la guardia de la caballería en un mesón próximo a la Puerta del Conde, lo que estaba acarreando un dispendio considerable al mesonero, aparte de los pertinentes perjuicios. Por eso propone rehabilitar parte de la antigua alhóndiga para permitir su uso como cuerpo de guardia de la caballería de la plaza: El señor D. Juan Turbique propuso cómo el señor gobernador había metido la guarda de la caballería en la ciudad en un mesón en el Campo de los Bueyes, que es del señor D. Gómez de Chaves, cuya hacienda administra el señor D. Antonio de Jaque, y que parecía en ello se recibía por temor al mesón daño y que en consideración de esto y por excusarle que no se hiciese al dueño del mesón ni se le tomase habiéndose hablado sobre esto en el consistorio pasado el señor gobernador con los caballeros comisarios de la guerra, habían ido a ver la parte donde se podía poner dicha guardia que no recibiese daño y se había hallado que en el taller que está en la alhóndiga de la ciudad, que era sitio a propósito, se podía poner aderezándose el tejado y poniéndole pesebres para los caballos, y que no era de inconveniente alguno y con ello se excusaba dar pesadumbre a muchos vecinos gastándole su hacienda, y que para ello el dicho señor D. Antonio de Jaque había ofrecido prestar a la Ciudad quinientos reales para que luego se hiciese lo susodicho, con que pues había y ha tenido el dicho mesón quince días, poco más o menos la guardia, se mudase a otra parte en cuanto se aderezaba lo susodicho. Y visto por la Ciudad, se acordó que los caballeros comisarios de la guerra luego tentasen de que dicho taller se aderezase tapando de piedra la puerta que cae a la alhóndiga y aderezando el tejado y poniendo pesebreras de palo para los caballos, que sería de menos costa y que dicho aderezo se hiciese de los dichos quinientos reales que ofreció prestados el dicho señor D. Antonio de Jaque…
Otro plano de mediados del siglo XVII con la definición de los edificios inmediatos a la Puerta del Conde. AGS
                En 1704, en un plano realizado por un ingeniero francés, se da cuenta del estado en que se encuentra la plaza de Ciudad Rodrigo después de ampliar las murallas y de “haber abatido numerosas casas que se encontraban próximas a los muros de la ciudad”. En él, todavía sin apuntes de la fortificación abaluartada, se señala en las inmediaciones de la Puerta del Conde (sólo cuenta con torreón) un amplio edificio adosado a la muralla, a la derecha de la puerta, en su exterior, que podría coincidir con los trojes y graneros de que habla Sánchez Cabañas, y su conversión parcial, no ya en cuerpo de guardia sino en cuartel de caballería. Idéntica representación aparece en los planos de Pañalba y Buscayolo, de 1667, con una definición clara de los dos espacios adosados a la muralla y al torreón de la Puerta del Conde.
En aquella misma época, superados ya los avatares de la guerra de Secesión con Portugal, que también dejó su impronta en los muros de la muralla, cabe recordar que en 1703 empezaron en la comarca mirobrigense las hostilidades con los aliados en defensa del trono portugués. En 170
4 se va formalizando la guerra: el rey don Pedro y el archiduque Carlos en persona, al frente de un ejército de 30.000 hombres, se dirigen de nuevo contra Ciudad Rodrigo, cuya defensa fue amagada meses antes. Vuelven a desistir en su empeño y se retiran.
Plano de 1704, ante de la construcción del sistema defensivo abaluartado. La Puerta del Conde se identifica con la letra 'E'. Atlas Masse.

En 1705 repiten la misma tentativa con idéntico resultado. En 1706, en mayo, se desatan otra vez las hostilidades y caen entre el 18 y 22 de mayo los principales conventos. El 24 y 25 de mayo se bombardea la ciudad con dos baterías situadas en el teso de San Francisco y junto al convento de Santo Domingo. Llega la capitulación el 26 de mayo, después de un sitio que duró ocho días. Estuvo ocupada por el enemigo hasta el 4 de octubre de 1707, liberándose a las cuatro y media de la tarde: “abrióse la brecha entre la puerta del Conde y la parroquia de Santo Tomé, que era junto a las casas de don Francisco de Jaque y Campofrío”, dice Mateo Hernández Vegas en su Historia de Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad. Precisamente, en este momento debieron desaparecer, en caso de que aún se mantuvieran en pie, todas las construcciones adosadas a la muralla en la zona que nos ocupa. Baste apreciar la envergadura de la brecha practicada para conocer sus consecuencias, ya que incluso arruinó la iglesia de Santo Tomé, cuya sillería fue utilizada para cerrar la brecha.
En el libro de acuerdos de 1706 se apuntan diversas obras de fortificación. Ese año, la devoción a San Sebastián no pudo plantearse como era tradicional, ya que los regidores no pudieron acompañar la imagen del mártir desde la ermita en la que se veneraba a la Catedral por allarse yntratable el paso de las puertas del Conde y San Francº por los muchos lodos a causa de la fortificacion que se esta haciendo, por lo que ese año se propuso al obispo y al Cabildo se traiga al santo en coche, con la veneracion que se pueda, a la iglesia de San Isidoro.
Puerta del Conde, con el macizo del pilón. Foto Pazos
                La defensa de la Puerta del Conde, después de la ejecución de la importante reforma abanderada por el mariscal de campo Pedro Borrás, y según podemos observar en varios planos de los proyectos de fortificación en el siglo XVIII, contaría más adelante con una barbacana o tambor, ya señalados por Antonio de Gavez en la propuesta fechada en 1751 para la construcción de dos cuarteles. Esos elementos defensivos se mantienen tras la Guerra de la Independencia: un plano firmado por Juan Donoso el 14 de junio de 1812 lo indica con claridad al describir el “torreón y tambor a la Puerta del Conde”. Es significativo que en 1810, durante el asedio francés, el general Pérez de Herrasti, gobernador de la plaza de Ciudad Rodrigo, eligiera como base de mando la bóveda de la Puerta del Conde, seguramente por las garantías que ofrecía su fortificación. En base a los planos aludidos, el citado tambor saldría paralelo al muro derecho exterior de la puerta, abarcando todo el torreón para unirse perpendicularmente con la muralla, a la altura de lo que fue convento de las Franciscanas Descalzas.
                Aparte de la construcción del cuerpo de guardia exterior de la Puerta del Conde –hubo otro dentro de las murallas, en la esquina actual de la calle Madrid con la de Campofrío- y dejando de lado las construcciones públicas citadas para el abastecimiento de la ciudad, como los trojes, graneros y la Casa del Peso de la Harina, hemos de retrotraernos a mediados del siglo XVI, hacia 1548. Explican María Teresa Paliza y José Ramón Nieto, glosando el proyecto de Sagrameña de Vargas para la construcción de un gran acueducto que acercara el agua a Ciudad Rodrigo desde Valdenovillos, “concretamente a una especie de balsa o gran pilón cuya previsión era hacerla junto a la muralla de esta çibdad a las espaldas de la yglesia de Santo Tome…. Para ello, se hará un arca que recoja todas las aguas (…) de la qual harca se hirán repartiendo las fuentes. No aporta soluciones, dejando al hordenador que la hordenare, tan sólo exigiendo que lo que se construya debiera de thener todas las buenas proiedades que un albige tiene”. Con esta salida, para los autores citados queda claro que Vargas “se desinteresaba de la materialización de la obra que proyectaba”.
                Ese aljibe, ese gran pilón proyectado por Vargas, debió construirse más tarde. Al menos existió en ese lugar, a la salida de la Puerta del Conde, adosado al torreón, una estructura que se mantuvo con el fin de abastecer de agua a la población hasta iniciado el siglo XX. Así nos encontramos con que en el libro de actas capitulares, el 27 de diciembre 1783 el señor Antonio Corbalán, como comisario nombrado para la obra de nueva fuente y pilón de agua de la cañería proyectado a la salida de la Puerta del Conde, hizo presente el plan y condiciones que ha hecho levantar para su ejecución a fin que la Ciudad se sirva resolver lo que tuviese por conducente; y enterada, lo aprobó, y mandó que subaste y admitan los postores arreglados en la cantidad en que se haya regulado y se proceda al remate el 10 de enero, digo seis próximo, y el sujeto en quien recaiga escriture y afiance competentemente. Esas obras del pilón y la fuente se licitan el 7 de julio de 1784 con el beneficio del abasto de vino blanco, aunque no comenzarían hasta meses más tarde, ya que en la sesión de 2 de diciembre de 1784 el concejo toma el siguiente acuerdo: En consecuencia de la referida citación se hizo presente por dicho señor alcalde mayor [se trata del licenciado Francisco Antonio Muñiz, abogado de los Reales Consejos, alcalde mayor y teniente de corregidor por Su Majestad de Ciudad Rodrigo] que el pilón establecido para la fuente de la cañería proyectada a la salida de la Puerta del Conde que hace servir de depósito para surtirse el público y que actualmente se está construyendo, es sumamente pequeño y nada correspondiente con respecto a la taza, y no regular que la Ciudad permita que una obra pública tan útil y beneficiosa se ejecute con defecto tan sustancial, originado por no haber tirado el plano el maestro que diseño la fuente con el método y reglas debidas, y que en atención a que hoy es fácil subsanar dicho defecto con poco dispendio, lo ponía en comunicación de la Ciudad; y enterada, reconociendo ser apreciable la proposición de dicho señor alcalde mayor, deseosa de concurrir a enmendar el error padecido por dicho maestro, vino en condescender como condesciende en que se le dé a dicho pilón y fuente la extensión que sea necesaria y corresponda a la taza del vertiente, valiéndose para ello del favor que ha merecido al ingeniero don Pedro Giraldo de Chaves, que se halla en esta plaza, y que con relación de su importe e información de utilidad si fuese precisa, se acuda al señor intendente de la provincia para que lo represente al consejo, pidiendo la competente licencia para el aumento de dicha obra y abono de la cantidad a que ascienda, obteniendo por ahora permiso para que continúe la obra y se finalice con la mayor brevedad, dando como da comisión bastante para cuanto sea necesario practicar al señor Antonio Corbalán[1], igualmente que para la prosecución de la obra del pilón en que han de beber las caballerías y el de un lavadero que la Ciudad tiene por preciso, en el que se recojan y aprovechen las aguas sobrantes de dicha cañería, de suerte que con la ejecución de dicho lavadero se evitará que muchas gentes pasen a lavar la ropa al río.
Otra imagen de la Puerta del Conde, con los elementos añadidos a la derecha. Foto Pazos
Más adelante vemos, también en las actas municipales, que el 24 de mayo de 1792, el convento de San Francisco pide una porción de agua de la fuente de la Puerta del Conde: …pilón, y que vierte la alcachofa que está frente y próxima al rastrillo de la entrada de la Puerta del Conde…, cita que nos introduce otro elemento defensivo, la existencia de un rastrillo en las inmediaciones de la citada puerta.
William H. G. Kingston, un viajero inglés que pasó por Ciudad Rodrigo en 1843, refiere que en el norte, en unas montañas casi a una legua de distancia, nace un acueducto y, justo debajo de las murallas, en un claro en medio de los diseminados arrabales, hay un conjunto de fuentes que se alimentan de él.
En torno a mediados de 1884, al socaire de la construcción de la vía férrea que enlazaría, en principio, Salamanca con Ciudad Rodrigo y cuyo proyecto se extendería hasta la frontera, el ayuntamiento mirobrigense plantea la necesidad de acondicionar los accesos al casco histórico considerando el aumento del tráfico de visitantes que llegaría por ferrocarril. La única entrada con cierta relevancia era por la Puerta del Conde, a pesar de los dos puentes levadizos que mantenía, uno de ellos, el inmediato a la bóveda, ya con su puente, como se aprecian en fotografías próximas a esta época. El otro, el que daba paso a la falsabraga del fielato o registro, seguía operativo, por lo que el consistorio eleva una instancia al gobernador de la plaza para que tramite el proyecto de ensanche del acceso a la Puerta del Conde a las autoridades competentes. El 10 de octubre de 1884 el bisemanal El Progreso, periódico de Salamanca, da cuenta de la resolución ministerial que autoriza al consistorio mirobrigense al pretendido ensanche, que en ese mismo momento ya se está ejecutando “con presteza, con objeto de que al ponerse en explotación la vía férrea, próxima a terminarse, se eviten en lo posible los perjuicios que por lo raquítico de dichas entradas se podrían irrogar a los transeúntes, sobre todo a los peatones, teniendo en cuenta que la referida entrada por la Puerta del Conde es la principal de la plaza y la más próxima a la estación del ferrocarril”.
Imagen del torreón de la Puerta del Conde con la zona ajardinada en donde se encontraba la alhóndiga. Foto Pazos
A principios del pasado siglo, destruida ya la barbacana, cegado el foso de media luna, y la fuente y pilón de la Puerta del Conde, se genera un nuevo edificio, de planta baja, junto a la puerta, en este caso ocupando parte del trazado del tambor en su parte izquierda. Se cierran los accesos a la falsabraga con un verja y se hace una nueva traza para el parapeto, que sería recuperado en parte 1991. Igualmente, ese mismo año se derriba lo que era conocido en Ciudad Rodrigo por la churrería, con todos sus elementos, cuyo acondicionamiento para esta actividad fue autorizado por el ayuntamiento en 1962 a Delfín Sánchez Pérez. En esa misma fecha -1991- y dentro de la misma actuación, se hace desaparecer el tambor y garita de la Puerta del Sol.
Unos años antes, en el lugar que ocuparon los trojes y graneros, el consistorio promovió un jardín junto al lienzo de la muralla, ocupando un tercio del antiguo fielato, en el que fueron plantados diferentes árboles. Esta obra pública coincide en el tiempo con la primera pavimentación moderna del Registro, cuyas obras fueron entregadas el 28 de mayo de 1964. Unos años más tarde, a mediados de la década de los 70, el ayuntamiento renueva el pavimento y acondiciona el jardín, dotándolo del vallado que ha sido eliminado, junto con el jardín y los árboles, en marzo de 2004.

[1]  Antonio Corbalán y Castro, regidor jurado del ayuntamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página.