Tomada la
plaza, calmados los ánimos y apagadas las luces y las sombras de la victoria,
los ingleses se ponen manos a la obra. Hay que reparar las brechas e intentar
fortificar el padrastro del Teso de San Francisco, ya que se había demostrado insuficiente
el pequeño reducto ideado por el general de brigada Reynaud. Así, como comprobamos
en un plano levantado por el ingeniero José Martín Ortega Nieto pocos días después
de la reconquista de Ciudad Rodrigo, en concreto el 10 de febrero –como curiosidad,
se aprecia el aislamiento del arrabal del Puente por la crecida del 1 de
febrero-, ya se ha empezado a definir y construir el sistema defensivo ideado
por los ingenieros ingleses para el Teso de San Francisco, preservando la
luneta francesa y añadiendo otros tres reductos en este enclave –renombrado el
Reynaud como Wellington, los otros fueron bautizados con nombres señeros del
ejército aliado, sin duda en su homenaje: Crawford, Mckinnon y Fletcher-,
mientras que en la parte este, en el arrabal de San Francisco, los ingenieros
consideraron también necesario defender este frente con un reducto que
bautizaron con el nombre del general Castaños, como recoge Juan Cini, primer ayudante
del Estado Mayor, en un plano levantado el 2 de diciembre y copiado por Ignacio
Milgana, subteniente del batallón de tiradores de Doyle. Cini, en la leyenda
del plano, señala que por entonces ya se había “fortificado el convento de
Santa Clara aspillando el paredón y colocado dos piezas de artillería de corto
calibre en el testero de la iglesia que mira al campo; los conventos de San
Francisco y Santo Domingo se están demoliendo y disponiendo sus iglesias para
colocar artillería como está en la de Santa Clara”.
Una
descripción más completa del estado de las defensas de Ciudad Rodrigo la
encontramos en el proyecto para afianzar la fortificación mirobrigense,
dibujado por Juan Donoso, validado por el ingeniero Ramón Calvet[1] y
realizado a mediados de junio de 1812, un proyecto muy ambicioso y que se
encontraría a la postre con las dificultades de llevarlo a efecto por la
cuantiosa inversión que precisaba, aunque en parte sería tenido en cuenta.
Proyecto de Cini fechado en diciembre de 1812. A.G.S. |
Empieza Calvet
describiendo la situación actual de la plaza de Ciudad Rodrigo: “Está cerrada
con un muro de 10 a
11 varas de altura, comprendida la del parapeto, sobre el nivel del terreno
natural; construido, según manifiestan el paramento exterior, los desconchados
y las brechas, con hormigón y mampostería ordinaria de piedra pequeña no con
mucha solidez. A este muro se aplicó después en toda su extensión, menos hacia
la parte del río, un terraplén que generalmente es de poca latitud, bien que
tiene la suficiente para el uso y servicio de la artillería. Los parapetos
están revestidos exterior e interiormente, pero su espesor en pocos parajes es
de siete varas que deben tener los de su clase, y su altura en las alas, caras
o porciones que se presentan de frente al teso de San Francisco no es en todas
partes la necesaria para que esté bien cubierto todo el piso del terraplén.”
Afirma el ingeniero militar que
“este recinto, que es realmente el cuerpo de la plaza, sólo puede oponer
fuegos directos al sitiador por no tener otros flancos que los de tres pequeños
torreones desde los cuales sólo se descubren algunas porciones del pie del muro
que son, aunque en el plano están representados otros torreones, tan reducidos
y de tan poca consideración su salida o resalto que por la parte superior
quedan embebidos en el espesor del parapeto”. Y “por la parte del río hay en el
mismo recinto algunas porciones de terraplén, pero el resto es sólo el muro
antiguo, también sin flancos, coronado con un antepecho de piedras que le sirve
de parapeto, entre el cual y algunos edificios de la población o los patios de
otros, queda sólo un angosto callejón para el tránsito de una o dos personas, y
aun está enteramente interceptada la comunicación por una elevada torre,
llamada castillo, muy próxima al recinto y unida a él por su primer cuerpo;
bien que en nada perjudica por no causar sino un rodeo de pocos pasos”.
Proyecto de Calvet con los distintos reductos, incluido, al este, el denominado General Castaños. AGS |
“La debilidad
que se reconocería en dicho recinto por carecer de flancos, de foso y de camino
cubierto, inclinó, sin duda, a envolverle en toda su extensión menos por la
parte del río con otro recinto que llaman aquí falsabraga, el cual se compone
de una banqueta y un parapeto de cuatro a cinco varas de espesor y de un foso
de tres a cuatro de profundidad y de nueve a 12 de latitud en los ángulos
salientes. El expresado parapeto, como también el resto de la escarpa y la
contraescarpa están revestidos con mampostería ordinaria y paramentos de
sillería de varias porciones y ejecutadas en unas con más y en otras con menos
solidez, según los medios de que se había podido disponer en las épocas en que
se ha ido construyendo. No tiene camino cubierto, pero sí un pequeño revellín
hacia la izquierda de la puerta del Conde, otro casi igual delante de la puerta
del Sol, una plaza de armas en el frente de la derecha de esa puerta y otra en
la salida de aquélla”.
“Este nuevo
recinto, al que casi en todas partes le sirve de adarve el mismo terreno
natural, por su poca altura, por su figura en simples ángulos entrantes y
salientes, a excepción de dos pequeños frentes como de una obra coronada que
hay delante de la puerta del Sol y a su derecha; por su poca solidez y por
carecer de camino cubierto, sería ciertamente más propio para cubrir un campo
que para aumentar el grado de fuerza de una plaza. La traza particular de la
mayor parte de las alas que le forman, es también defectuosa por estar muchas
de ellas enfiladas y otras vistas de revés de la cumbre y de la pendiente de
derecha e izquierda del referido teso de San Francisco, cuyo borde sólo dista
de este recinto unas 650 varas y se domina, como también el antiguo, y se descubre
desde él casi todo el paramento exterior de uno y otro; por cuya razón, con las
mismas baterías así en el sitio de los franceses en julio de 1810, como el de
los ingleses en enero último, se abrieron brechas al mismo tiempo en entrambos”.
“Por la parte
del río no corre el expresado recinto nuevo o falsabraga, pero hay porciones de
retrincheramientos al pie del muro antiguo y en la pendiente del ribazo que,
con sus fuegos, contribuyen a oponerse a que los enemigos se aproximen a la
orilla izquierda del río, a que permanezcan tranquilamente en el arrabal del Puente,
que es sólido y de piedra, a que intenten pasar éste bruscamente y a que
emprendan trepar por dicho ribazo y llegar a las puerta de La Colada y Santiago y a los
extremos de la falsabraga.”
Proyecto de Calvet, con hojas volantes, para la reconstrucción y fortificación de la brecha. AGS |
“El río, en su
estado ordinario, es poco caudaloso, pero el terreno es llano y despejado hacia
su orilla izquierda. A excepción del abrigo que puede proporcionar el arrabal
del Puente, todo está descubierto de los referidos retrincheramientos o del
cuerpo de la plaza hasta el alcance de un tiro largo de cañón, en donde están
los cerros de Pedrotello y doña María Mayor, por donde cruzan los caminos de El
Bodón y Fuenteguinaldo. Pero, aunque sus cumbres sean más elevadas que el nivel
de la plaza, parece que no se han establecido jamás en ellas baterías para
molestar a los defensores. De aquellos cerros es regular que nunca saque el
sitiador otro partido que hacerlos uno de los apoyos de su circunvalación o del
bloqueo que establezca por aquella parte, con la seguridad de no poderse
impedir su comunicación con los cuerpos del ejército que hagan el sitio o
concurran al bloqueo por la otra, por los vados casi siempre practicables que
hay en el río fuera del alcance del cañón de la plaza, aunque no construyan
puentes”.
“No son tan
favorables a la plaza las circunstancias del terreno que está enfrente de las
demás partes del recinto. En los barrancos, ondulaciones y canteras que hay
entre el río y los caminos del convento de La Caridad y el lugar de
Pedrotoro puede hallar el sitiador un seguro abrigo para conducir sus trincheras
y excusar una parte de las paralelas. Y por la misma orilla del río y pie del
ribazo puede acercarse hasta a poca distancia de la plaza sin recibir daño de
sus fuegos. El extenso arrabal de San Francisco y las ondulaciones que cortan
casi perpendicularmente los caminos de Pedrotoro y Sancti Spíritus le
proporcionan un ahorro de trinchera y de tiempo, al paso que las iglesias y
restos de los conventos de San Francisco, Santa Clara y Santo Domingo, y el
nuevo hospicio, ocupados por los sitiadores, son sólidos abrigos que le
aseguran la posesión de dicho arrabal, de cuyas calles algunas son próximamente
paralelas al recinto y muy pocas enfiladas por sus fuegos”.
“Aún es mucho
más perjudicial la altura llamada Teso de San Francisco. Todas sus
circunstancias son favorables al sitiador, que puede subir a su cumbre desde la
profundidad o barranco de su espalda sin ser visto de la plaza; que puede
conducir su trinchera por la misma cumbre sin ser descubierto ni aun de los
puntos más elevados del recinto y que llegando al borde y otros parajes de su
falda sin necesidad de construir antes otra paralela, se halla de la plaza a
una distancia desde la cual se pueden abrir y se han abierto efectivamente las
brechas en los expresados sitios. No se hace mención del convento de
trinitarios, ya demolido, que estaba más cerca aún de la plaza que los demás
edificios del arrabal y era como un caballero de trinchera que descubría en
varios sentidos las líneas de la falsabraga; ni del convento de Santa Cruz, que
ya se está acabando de demoler, y que si existiese sería un apoyo de la derecha
de los ataques; un escalón, un punto de la base de la operación ofensiva de
viva fuerza hacia el paraje del recinto que empieza a girar sobre el río por
aquella parte, lo que proporciona también la imperfección del glacis de su
frente y las ondulaciones y barrancos que hay en el terreno, que serán ya menos
perjudiciales por faltarles el apoyo del dicho convento”.
“La brecha
grande abierta en el último sitio, como en el de los franceses delante de la Catedral , y la pequeña en
el primer torreón hacia la derecha de este paraje, están cerradas
provisionalmente con revestimientos de fajinas y gaviones en la parte superior,
que era la enteramente arruinada, y con una estacada volante. Después se proyectó,
y aun se empezó, por dirección de los señores ingenieros del ejército aliado,
un reparo formal de los expresados puntos y de los desconchados que hay a uno y
otro lado de ellos, causados por la artillería de los sitiadores en entrambos
sitios, adelantando muros de unos veinte pies de altura, de los cuales el
correspondiente a la brecha del torreón está ya casi concluido y sólo le falta
ejecutar la mayor elevación que ha de tener el de la cara; y el de la brecha
grande se está al presente construyendo. Han de ser la parte inferior de la
escarpa y sobre ellos sólo ha de un sólido de tierras que, formando exteriormente
un ángulo de 40 grados sobre el horizonte, ha de ser la parte superior de la
escarpa y el parapeto. Del mismo modo se ha ejecutado el reparo de la brecha de
la falsabraga delante de la grande del cuerpo de la plaza”.
Proyecto de los cinco reductos previstos para fortalecer la defensa de Ciudad Rodrigo, ideados por Calvet. AGS |
“Las obras
exteriores empezadas también por dirección de los mismos ingenieros del
ejército aliado, la mayor parte concluidas provisionalmente por los españoles
desde últimos de marzo, en las que, como en las demás, se trabaja al presente
construyéndolas o perfeccionándolas, son las siguientes: dos reductos en la
cumbre del teso de San Francisco, uno de ellos en el punto del borde más
próximo de la plaza, desde donde se ve mucha parte de la cumbre de las caídas
de la derecha o izquierda del teso y la izquierda y espalda del arrabal de San
Francisco; y el otro en el borde opuesto que descubre el barranco de su frente,
algún terreno próximo de su izquierda y el distante hacia su derecha, pero no
la caída del teso hacia esa parte ni las inmediaciones de dicho arrabal. Un
semirreducto situado entre aquéllos para proteger su comunicación. Una flecha
en el cerro que hay entre el expresado teso y la plaza que protege su
comunicación con las obras del teso, ve el arrabal por la espalda y flanquea
una parte de un barranco que hay hacia Santa Cruz. Otro reducto a la derecha
del mismo arrabal en un punto desde el cual se enfilan o se descubren de revés
un barranco, otras ondulaciones del terreno y un escalón formado por una
cantera. Una zanja o cortadura en la pendiente del ribazo del río para
dificultar el acceso hacia la extremidad de la derecha de la falsabraga e
izquierda de la puerta de Santiago. Una batería para dos piezas sobre un sólido
de piedras, tierras y ruinas en el testero de cada una de las iglesias de Santo
Domingo y Santa Clara en el referido arrabal. Y otra batería para una pieza
sobre un andamio de madera en una capilla de la iglesia del convento de San
Francisco, cuyas baterías pueden hacer uso de sus fuegos contra toda la campiña
del frente del arrabal, la de Santo Domingo dirigirlos también hacia su derecha
y la de San Francisco hacia la pendiente del teso por aquella parte”.
“El
retrincheramiento con que se cubrió el frente del arrabal de San Francisco
antes del sitio de los franceses, compuesto de algunas porciones de parapeto de
tierra y algunos fosos y de paredes o cercas atroneradas, del cual no quedaban
a principios de marzo último sino éstas con algunas descomposiciones y sólidos
informes de tierra, aunque en dicho mes se ha restablecido con algún pequeño
aumento y refuerzo de sus perfiles, es aún una línea defectuosa, ya por la
debilidad de las obras que la forman, que de ningún modo pueden resistir a la
artillería enemiga ni causar sino muy ligera detención si fuesen atacadas
bruscamente, ya por su extensión, que exige muy numerosa guarnición para que
pueda hacer alguna oposición a un ejército enemigo que tenga fuerzas
suficientes para intentar alguna empresa contra la plaza; ya porque su
izquierda y centro reciben muy poca protección de las obras del teso de San
Francisco, aunque su derecha la hacen más respetable los fuegos del reducto que
se ha construido en aquella parte”.
“Si a lo
explicado y expuesto hasta aquí se añade que los muros de la plaza, particularmente
los del recinto antiguo desde la puerta del Conde por enfrente de la Catedral hasta la
extremidad del seminario conciliar, han padecido mucho en los dos últimos
sitios; que los edificios de la población interior son generalmente de débil
construcción; que como una tercera parte de ellos se hallan enteramente
arruinados, otros muchos inhabilitados e inhabitables, y la mayor parte de los
restantes con algunos quebrantos por los estragos que han sufrido en dichos dos
sitios; que, por consiguiente, si ocurriese luego otro no habría más recurso
para procurar un tranquilo descanso a la guarnición y al vecindario y seguridad
para las municiones de guerra y para los víveres que la torre llamada castillo,
una parte de la Catedral ,
alguna capilla de alguna otra iglesia, un corto número de blindajes que quedan
y los apuntalados con que se afirmen algunos pisos bajos de algún edificio; que
las calles son casi todas angostas y que no hay sino pequeñas plazas; que el vecindario,
habiendo quedado en un triste estado de miseria, no podría por sí proveerse de
una cantidad proporcionada de víveres; que cortada por el sitiador la cañería
que conduce el agua a las fuentes sería preciso beber la de algunos pozos que
hay o bajar al río a tomarla; que no existe ninguna de las arboledas que antes
había entre la plaza y el arrabal de San Francisco en el espacio llamado Campo
de Toledo y en otros puntos en la orilla del río, por cuya falta se habrán de
traer de algunas leguas la leña y las maderas necesarias para todos los objetos
en que se destinan en la defensa; y que no hay estacada sino en las plazas de
armas, en los tambores de las puertas, en los retrincheramientos de la parte
del río y en algún otro pequeño espacio, parece que son suficientes noticias
para que con un ligero examen del plano general de la plaza se pueda formar una
exacta idea del grado de fuerza de esta plaza con respecto a su situación y sus
actuales fortificaciones permanentes y de campaña, como del estado en que se
halla relativamente a todos los demás ramos que deben concurrir a su defensa”.
[1] AHN. Diversos-Colecciones,
132, N.17. Fol. 10 y ss.
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