Hace algún tiempo, diría que sobrepasa de largo el año, tuve la posibilidad de conseguir una copia de la historia civitatense del prebendado Antonio Sánchez Cabañas. La ojeé con fruición y, siempre con las dudas propias que embargan al investigador, me sorprendieron bastantes aspectos en una primera lectura: las distintas manos que lo habían transcrito, la supuesta incorporación de nuevos capítulos en el entramado y, sobre todo, la posibilidad de enfrentarme, también supuestamente, con algunos otros capítulos que formarían parte del compendio que sobre las antigüedades de España habían referido algunos estudiosos sobre la figura y obra del capellán de coro natural de Cáceres.
El investigador e historiador Jesús Pereira Sánchez, al comienzo de 1913 y en el semanario provincial El Salmantino -en los números del 11 y 16 de enero-, publicó un exhaustivo trabajo que intentaba aclarar el pandemonio en que trocó la historia de Ciudad Rodrigo de Sánchez Cabañas con los sucesivos copistas, en donde aparecen y desaparecen capítulos en función de los intereses del amanuense de turno. Pereira intenta poner negro sobre blanco sobre algo que, todavía ahora y después del análisis plasmado en trabajos de investigación de la categoría del realizado por los profesores Ángel Barrios García e Iñaki Martín Viso, no deja de estar del todo claro a medida que van conociéndose otras copias que nos presentan otros capítulos de la supuesta historia civitatense.
Reproducción del capítulo dedicado al verraco. Archivo Histórico Nacional |
Teníamos noticias de que Cabañas había escrito varios libros sobre las antigüedades de España o sobre los linajes mirobrigenses a través del epinicio sagrado para la inauguración de la capilla de San Andrés, vulgo Cerralbo; incluso, se nos había hablado también de otras historias perdidas de Ciudad Rodrigo escritas por el canónigo Antonio Manuel de Medina o el promonstratense de La Caridad Juan Gómez de Casasola. De la primera no hay más noticias que la recogida en el citado epinicio, de donde bebe también Joaquín de Cáceres -Diario íntimo- para recordarnos su existencia; de la segunda hay constancia de que el obispo fray Benito Uría y Valdés la tuvo en algún momento en sus manos antes de ser nombrado prelado civitatense, y que existió algún ejemplar en la biblioteca del citado cenobio de la orden de San Norberto. Ambas están desaparecidas, al menos no hay otras noticias más venturosas que dichas referencias.
Reitero, hará más de un año tuve la suerte de conseguir una copia de distintos capítulos que parece podrían atribuirse a Antonio Sánchez Cabañas. Forman parte de los fondos del Archivo Histórico Nacional, de la colección Luque. Muchos de los capítulos no se corresponden con lo conocido y publicado hasta ahora, tanto en la denominada edición de Federico Verdi de 1861 o en la entrega que como coleccionable se hizo poco después en el semanario El Eco del Águeda; también hay sensibles diferencias con el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional o el utilizado -el más completo, sin duda- para la edición publicada en 2001 por los citados Barrios y Martín Viso. Aparte quiero dejar el compendio que hizo Benito Polo en su edición de la historia de Ciudad Rodrigo.
No es el momento de profundizar sobre estos aspectos, y menos que sea yo quien, en un atrevimiento que no correspondería a un neófito -como yo- en la materia, me adentrase en ese campo farragoso de la crítica histórica. Tan solo, verbigracia, me atrevo a ofrecerles uno de esos capítulos que, atribuyéndoselo con cierto atrevimiento sin duda, en su origen pudiera haber salido de la mano de Sánchez Cabañas. Va reseñado con el número 20 y se titula De la figura del berraco que está al principio de la puente y de su declaración. Lo transcribo como mero ejemplo sobre lo expuesto: Para entrar en la ciudad, al principio de la puente que está
sobre el río Ágada, ay una figura de mediana grandeza de piedra beroqueña,
semejante al animal que llaman puerco; el vulgo le llama berraco, el qual es de
tanta antigüedad que se tiene por cierto ser del tiempo de Hércules Egipcio. La
causa de auerla puesto en esta ciudad sería por dar memoria de algún hecho
notable, porque según escriuen los historiadores, adonde fundaua pueblo o
alcançaua alguna victoria, ponía la figura del toro o la del puerco, lo qual no
hacía tan solamente para eterniçar su nombre, mas también porque con estas
semejanças de animales fuesen reuerenciados y conocidos sus padres Osiris y Issis,
como lo heran entre los egipcios, los queales debaxo destas sombras o figuras
los venerauan por dioses por ser los primeros que hallaron el modo de arar y
cultivar la tierra. Fue Isis la ynuentora del trigo y de la zeuada y por esto
la llamaron Frugífera. Sustentáuasse los hombres en aquel tiempo con yeruas,
mas después que Isis les enseñó cómo auían de senbrar y coger el trigo, lo
tomaron por sustento ordinario. También les dio yconstituió leies, y por esto
le dieron los griegos antiguos nombre de Legífera.
En lo que se a dicho
queda declarada la figura del berraco que está al principio de la puente de la
ciudad de Ciudad Rodrigo. Resta decir agora la significación del toro de piedra
que se ue en algunos pueblos y ciudades de España.
Según
escribe Diodoro Sículo, Juan Vasco hablando del año de 504 después del diluuio,
afirma que fue el primer tirano que tiranizó el señorío y reino de España y en
pago de avelle vencido y librado a esta prouincia de sus tiranos, quisso que
recibiesen los españoles la ydolatría y por quedar eterna memoria de su nombre,
se hizo adorar por dios con título de Júpiter, y a su hermana y muger Ysis
mandó tanbién que la reuerenciassen por diossa con título de Ceres; y en la
antigua Lusitania, en la tierra que señorearon los vettones, fundó un suntuosso
templo, en el qual pusso su estatua, dándole sacerdotes que le ofreciessen
sacrificios, enseñándoles los ritos y ceremonias con los quales la auian de
adorar. Este templo fue edificado en el lugar que primero se llamó Cerea, según
Tholomeo, y después, según refiere Plinio, Castia Cecilia, y por la estatua de
Zeres, Cáceres. Llamose primero Cerea poa auerle fundado Gereón, natural de
Mauritania, hijo del antiguo rey Huibarbas, y nieto de Dionissio Bacho, el hijo
de Hamnón. Su propio nombre fue de Abus y por oprobio le llamaron los españoles
Gera, que significaua en su lengua Prisca advenedizo. Estuuo recogido Cereón en
la ysla Critiea, junto al cabo de San Vicente, en tiempo que reynaua Beto
sexto, rey de España, dendetubal y saliendo a tierra firme robaua los ganados a
los españoles lucitanos y para fortalecerse fundo una torre sobre la marina,
frontero de Cádiz, a la qual de su nombre llamaron Geronda, la qual edificó
para sojuzgar aquellas comarcas, y sabiendo la muerte del rey Beto, entró por
la tierra adentro confiando en su valentía con otros tales que le seguían, y
agradándole la prouincia de Lusitania y aquella parte ahora se dice
Estremadura, se fortaleció en una cierra muy alta, junto de la qual corre una
fuente muy caudalosa, con la qual el día de oy se riegan más de una legua de
huertas y más de treinta molinos, tintes y batanes. Desta fuente, por ser tan
famossa, habla Marineo Sículo en el libro que dexó escripto de las cossas
memorables de España. El origen y principio desta fuente está un quarto de
legua de la villa de Cáceres, a la parte de mediodía, junto al camino de la
plaza que antiguamente fue calçada real de los romanos. Llámanla la Fuente del Rey y passa
corriendo con sus aguas por las faldas desta sierra, en la qual por ser sitio
alto y fuerte, fundó Cereón el pueblo que ahora se dize Cáceres, en el qual
Sssiris, después de auer dado muerte al tirano Cereón, edificó cassa la diossa
Zeres y su muger Isis, y en ella puso la estatua con el manojo de espigas en la
mano derecha y en la otra un cuerno de abundancia para significar que era
diossa de las mieses y de los frutos, y entre los ritos y ceremonias que dio a
los españoles fue mandar que a esta diossa sacrificasen puerco o puerca, porque
estos animales destruyen los panes si los hoçan y pazen, y para significar
Hércules esto, ponía la figura del berraco o lechón en las puentes o pueblos
que fundaua en honrra de su madres Isis. Y tratando destos sacrificios Ouidio
dixo en sus fastos
Prima Caeres grauidae
gaiussa est sanguine porche
ulta suas merita cae de nocentis opes.
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