Tal vez pueda dudarse de su
relevancia para figurar en la galería de ilustres mirobrigenses, porque el
listón, a la vista de los personajes de los que me he ocupado hasta ahora, quizá esté demasiado alto para los méritos que he constatado en Fernando Canillas Cañada,
un industrial mirobrigense que se asentó en la cercana localidad de La
Alamedilla del Chozo en torno a 1904. Pero quizá sea este tipo de personajes,
muchas veces asentados en el poscrito anonimato, los que merecen un recordatorio, mínimo
sin duda por la falta de datos –de tiempo más bien, diría yo, para buscarlos-.
Viene
a colación Fernando Canillas tras esa especie de corrobra que celebró la
Academia Gastronómico-cultural ‘La Vaca Ventanera’ en la noche de la víspera de
la festividad de San Blas, un acto nutrido con la disertación cultural del
obispo civitatense, monseñor Raúl Berzosa. El prelado, en prosa y en verso, fue
crítico e incisivo en su apreciación del actual Ciudad Rodrigo, un rapapolvo en
toda regla para abrir conciencias y para espolear a los mirobrigenses, pero
sobre todo a quienes tienen la responsabilidad de dirigir los designios de los
ciudadanos.
Anuncio de Fernando Canillas. Fuente: https://alamedillaweb.wordpress.com |
La
disertación dio paso a la acostumbrada cena en el restaurante Tamborino II y, a
los postres, los académicos Pedro Muñoz y Agustín Casado interpretaron -dramatizaron- una
poesía de Fernando Canillas, que les facilité previamente. El título de la
composición era Coloquio, un diálogo
entre dos personas sobre los problemas que se plantearon para la organización
del capítulo taurino del Carnaval de 1922, una situación similar, en parte, a lo
que ha sucedido este año con la pretendida adjudicación de todo el engranaje
carnavalesco a una empresa y las dificultades para solventar la papeleta sobrevenida por la ausencia de postulantes.
Bueno,
dejando de lado el acto académico de La Vaca Ventanera –el obispo incluso
dedicó unos festivos versos a la agrupación gastronómica que fueron celebrados por los comensales-, vuelvo a la figura de este mirobrigense,
Fernando Lucio Saturnino Canillas Cañada, que así fue bautizado en la Catedral de
Ciudad Rodrigo el 20 de diciembre de 1893. Había nacido unos días antes, el 12
de dicho mes; hijo del rodericense Vicente Canillas Maldonado, dependiente de
consumos o del resguardo en esta localidad y que ejercía también de zapatero en
la vivienda que tenía en las Cuatro Calles, y de Francisca Cañada Montero,
natural de Carpio de Azaba.
Imagen distorsionada de Canillas en la citada web |
Fernando
Canillas se estableció a principios de siglo en La Alamedilla como industrial,
comerciante en comestibles y panadería. Su inquietud intelectual le llevó a
colaborar en distintos medios de comunicación de Ciudad Rodrigo, aunque también
lo hizo en alguna revista de su localidad de acogida. Artículos de opinión,
pero sobre todo poemas, abundan en las páginas de La Iberia, de El Eco del
Águeda, Nueva Iberia y Miróbriga.
Canillas,
tras fijar su residencia en La Alamedilla, contrajo matrimonio en esta misma localidad
con María del Carmen Rodríguez Gómez, natural de Espeja. La ceremonia se
celebró el tres de septiembre de 1906 en la parroquial de Santiago Apóstol y al año siguiente nacería su primer
vástago, al que bautizaron con el nombre de Alfredo.
Su
implicación en la vida social de La Alamedilla le llevaría a ocupar la alcaldía
de esta pequeña localidad de la comarca mirobrigense durante cuatro años, desde
1912. A
Fernando Canillas se deben numerosas iniciativas en dicho pueblo, destacando
especialmente los actos promovidos por la denominada Fiesta del Árbol, demostrando su amor y defensa de la naturaleza. De hecho, promocionaba una publicación que tenía como título El defensor del árbol.
Por otra parte, nuestro protagonista de hoy ejerció varios años como secretario del Ayuntamiento de La Alamedilla, siendo trasladado al de Sexmiro-Villar del Puerco por orden gubernativa del 7 de enero de 1933.
Por otra parte, nuestro protagonista de hoy ejerció varios años como secretario del Ayuntamiento de La Alamedilla, siendo trasladado al de Sexmiro-Villar del Puerco por orden gubernativa del 7 de enero de 1933.
Canillas patrocinaba la revista 'El defensor del árbol'. Fuente citada. |
Poco
más puedo aportar ahora sobre este ilustre mirobrigense. Tan solo, y como
muestra de su vinculación con Ciudad Rodrigo, con sus fiestas y tradiciones,
permítanme que inserte la citada composición –Coloquio- que sirvió para amenizar la velada promovida por La Vaca
Ventanera:
- Rompe ya ese calendario
que decía por muy cierto
que hogaño en Ciudad Rodrigo
pasaríamos sin cuernos
a causa del mal que aqueja
a las arcas del concejo;
pero ya nuestros ediles
salvando dos mil tropiezos
y no menos exigencias
del público y ganaderos
consiguen que treinta astados
vengan a honrar el festejo
sin igual en toda España,
Europa y el universo.
- ¡Y te llamas farinato!
¡Pa mí que te crees tú eso!
Pues todo aquel que ha nacido
de estas murallas adentro,
o en San Francisco, en el Puente,
Las Viñas, o el Voladero,
no puede dudar ni en broma
el que novillos tendremos.
- ¡Sin toros en Carnaval!
¿Que enmudeciera este pueblo
y hoy los niños no gritarán,
las mujeres y los viejos:
¡que vienen! ¡que vienen! ya
llegando a la huerta El Piejo?
Pensarlo me causa rabia
y con ganas ya me siento
de largarte unas trompás.
- ¡Compadre, quite usted jierro!
¿Con que sin toros, compadre?
¿Que callara el Reloj Suelto
y el viejo Jesús Cuadrado,
el castizo compañero,
no pudiera hacer dom, dom...
anunciando que al paseo
ya llegaban los morlacos
seguidos de un gran cortejo,
formado por montaraces,
señoritos y plebeyos?
- Habrá toros, no lo dudes,
mientras bajo el firmamento
exista un mirobrigense.
¡Te lo juro por mis muertos!
- ¿Quién piensa que ya no hubiera
ese entusiástico encierro,
donde el placer se desborda,
donde acaba el sentimiento
al ver pasar a los toros,
al escuchar los cencerros,
al oír el griterío,
las voces, los improperios
que lanzan hermosas chicas,
niñas, niños viejos, viejos,
subidos en las carretas,
sobre el foso o el muro pétreo?
- ¿Ya no echar la carrerita
si entra o sale el encierro
por la calle de Madrid
con los toritos envuelto;
dando tumbos, pisotones,
y ganar la plaza presto
delante de los novillos,
de jinetes y cabestros,
y alcanzar una barrera
y mirarse en el espejo
que forman las níveas caras
de las hijas de este pueblo?
- ¡Por Dios, compadre del alma!
¿Pasar hoy sin ver el cerco
de la plaza y sus tablados
y los balcones muy llenos
de esculturales figuras
del fuerte y del débil sexo;
ellas luciendo la clásica
mantilla blanca de velo
y el lindo traje de charra,
la airosa saya del ruedo,
oscureciendo sus ojos
la luz del hermoso Febo;
y ellos honrando a la bota,
ellos soplando del cuerno
y lanzando a las vecinas
tal piropo o cual denuesto?
- ¡Que arrinconaran la bimba!
¿Que ya jamás en el ruedo
volviera a lucir la manta
que de mozo usó mi abuelo?
¿Perder la ocasión de ver
al ilustre Ayuntamiento
siquiera una vez reunido?
No compadre, no lo acepto.
- ¿Qué dirán la Viviana,
Ricardo y el del Moderno;
Celestino, Villavieja,
Manzano y el señor Pedro?
¿Qué haría con el besugo
la de Pablo? ¿Y con el fresco?
¿Y Petronilo y Manolo,
qué dirían? ¿Y el Tenquero?
¿Quién el dolor mitigaba
a la comparsa de Trejo?
¿Y los chicos con la hucha,
qué harían? ¿Y el buñolero?
¿Y mi mujer, que aceitunas
tié con tomillo salsero
preparás pa carnavales
y rebozaos pies de cerdo
y buena ración de morro
y merluzas tres lo menos?
- ¿Dónde ocultar la alegría
santa y pura de mi pecho
que guardo para estos días,
que cual reliquia venero,
pues los honraron mis padres
como también mis abuelos?
- Habrá toros, no lo dudes,
mientras bajo el firmamento
exista un mirobrigense.
¡Te lo juro, por mis muertos!
Otro anuncio del negocio de Fernando Canillas |
¡Aranda de Duero! ¡Burgos! y ¡Castilla!
Ínclita región honra de España:
Solar donde aún refulge y brilla
la espada de Vivar; que no la empaña
ni el oro de los Cresos,
ni luchas de enemigos muy aviesos
que anhelan de esta Iberia la mancilla.
¡Salamanca! ¡Burgos! Raza hermana
y hermanas en la flora y eriales;
del arte la riqueza soberana
sustentáis en dos bellas catedrales,
que la fe elevara,
y el hombre con cincel labrara
canto eterno a mansiones celestiales.
¡Aranda de Duero! Cuna excelsa,
como Burgos, de ilustrísimos varones;
Salamanca inmortal, que gloria inmensa,
como el Cid alcanzó por sus acciones;
y en su regazo
España une en tierno abrazo
y funde su sentir, sus corazones.
¡Miróbriga insigne! Son tus hazañas
cual las de Rodrigo el Campeador, también gloriosas;
y alcanza por igual a las cabañas
que a mansiones y palacios suntuosos;
y la amalgama
que tus hijos formaron por tu fama
muriendo por ti, fueron dichosos.
¡Miróbriga y Aranda! Por feliz destino
sois de España y de Castilla dos blasones
alcanzadas por la fe, en el Ser Divino,
y el valor indomable en tus varones;
que con cruz y espada
dirigiendo hacia Dios vuestra mirada,
ejemplo sois de mil generaciones.
Hermosas sois Miróbriga y Aranda;
natura os concedió sus grandes bríos;
mansiones de la Iglesia veneranda;
a los lares las caricias de dos ríos
que con rítmico embeleso
sus aguas unen en eterno beso
sepultando en el mar sus amoríos.
Y Dios para unir nuestras almas
sellando con Aranda eterno amor
Miróbriga con vítores y palmas
recibe entusiasmada a su Pastor.
No quisiera finalizar este buceo sobre la figura de Fernando Canillas Cañada sin transcribir en este blog lo que escribió en el decenario Nueva Iberia en agosto de 1922. Acababa de nacer esta cabecera y Canillas fue invitado a que expresase su opinión sobre la vinculación de la prensa periódica con el desarrollo de un territorio o un país. Fernando Canillas -puede decirse que en la misma línea seguida por el último disertador de La Vaca Ventanera- pretende despertar la conciencia de los mirobrigenses y de sus representantes públicos para encarar un futuro que va más allá que el regodeo en el pasado, en las viejas glorias, en las hazañas que marcaron una época pero que no sirven para otra cosa. Espolea las conciencias, pero también ve en la prensa periódica el instrumento para canalizar la motivación y la acción. Veamos sus argumentos en el artículo que título Lo que necesitamos:
Más que por
mis méritos, sin duda por amistad, he sido invitado por un amigo a escribir
unas líneas para Nueva Iberia, decenario que aún no tengo el gusto de conocer
(de veras lo lamento) y al no conocer su orientación, al ignorar sus fines, al
desconocer las ideas que lo inspiran, ¿de qué voy a escribir, si no soy
periodista, si no soy literato, ni poeta, ni nada más que un simple
escribiente, para que pueda interesar la atención de los lectores? ¿De
política? Es prematuro ocuparnos de ella en sus columnas; el campo aun no está
abonado para mí. ¿De literatura? A los lectores los agrada poco esta clase o
género de periodismo y sobre todo en una hoja incipiente; complaceremos, pues,
al amigo y procuraremos (¡es tan difícil!) agradar a los lectores de Nueva
Iberia con unos renglones acerca de Ciudad Rodrigo y la necesidad que tiene de
un gran periódico, para su engrandecimiento.
El periódico
es hoy a los pueblos tan indispensable como el pan; en el mayor o menor número
de sus periódicos se comprende su estado intelectual y económico; así como la
Iglesia es la comunión de los fieles, la prensa periódica es la congregación de
los ciudadanos, es el intercambio de ideas y de comunicaciones, es la
propulsora.de los sentimientos generales, es la que nos conduce a la salvación
o nos sepulta en el abismo; pueblo sin periódicos, pueblo inerte, pueblo sin
vida.
Por eso se
comprende el grado de prosperidad de Norte América, Inglaterra, Francia,
Bélgica,... Alemania, que son los países de mejor y mayor número de periódicos;
a estos deben las primeras su salvación en la gran guerra; a los periódicos,
debe la última el figurar como nación igual que Austria, y a los periódicos
debemos los españoles el no haber sufrido otra más grave afrenta en el problema
marroquí después de la catástrofe de julio de 1922.
España es uno
de los pasíes donde más periódicos se publican y menos lectores hay a base de
la misma población; y no es precisamente por su vergonzoso mayor número de
analfabetos, no; es porque nuestra prensa (igual que los libros) es cara y nada
buena; es porque nuestros periódicos no caminan por la verdadera senda que
deben inspirarlos, por el bien de España. Anteponen a ésta tal o cual criterio
de un personaje político, hasta que sus campañas, sus escritos logran hastiar,
aburrir a los pocos lectores qué tienen.
También los españoles
hacemos muy poco en favor de la prensa; por lo general, tomamos un periódico y
no nos detenemos en leer hasta que hallamos una reseña de toros o un suceso
espeluznante; muy raros son los lectores que se detienen a leer el artículo
editorial; por eso en España no nos conocemos, porque el periódico es sólo de
los privilegiados de la fortuna y por falta de periódicos se desgobierna a
España; el 90 por 100 de los españoles no leemos periódicos. ¿Qué se puede
esperar de un país que desdeña esos elementos de inteligencia entre pueblos y
ciudades?
«¿Ves Frades,
ves los demás lugares?» dice un refrán. Miras a España y ves a Ciudad Rodrigo,
y éste tiene que hacer honor a su abolengo español; nada de periódicos, nada de
aleluyas que molestan y a nada conducen. Así piensan mis queridos paisanos. ¿Tienen
razón? Quizá, porque las molestas hojas que han visto la luz en la ciudad del
Águeda no han llenado las aspiraciones de los mirobrigenses, no han tocado las
fibras sensibles de los habitantes de la región, han sido periódicos de casa
con vistas al interior; no han generalizado, han particularizado y sobrevino lo
que tenía que sobrevenir: la muerte.
¿O es que
acaso no tenían en la región campo para sus empresas? Sí; Ciudad Rodrigo tiene
mucho, muchísimo para hacer, desde la frontera portuguesa hasta las estribaciones
de las sierras de Gata y Francia; la cuenca del río Yeltes hasta la Ribera, que
comprende su riquísimo suelo. Tiene campo para obrar, tiene riquezas fecundísimas
que explotar; pero carece de vías de comunicación apropiadas; pocos caminos,
menos fuentes, nada de teléfonos; vivimos casi como hace cincuenta años en ese
particular; pesa sobre nosotros una vergüenza nacional, que es el trozo de
carretera que falta por construir desde Ciudad Rodrigo a La Alberguería.
En Ciudad
Rodrigo y su región existe, a pesar de su riqueza, el problema del hambre; sus
obreros viven como las culebras, seis meses arrastrándose y otros seis aletargados,
consecuencia de hallarse su estómago vacío, y es que, como la región es eminentemente
agrícola, el invierno es pavoroso para el obrero, para el comercio y la industria
es alarmante, y para el propietario es intranquilo y azaroso, y como el obrero
y bracero castellanos son honrados, tienen que emigrar en busca de lo que su
patria les niega: trabajo.
Esto se
evitaría intensificando las obras públicas en el invierno, para que no faltaran,
como ocurre, brazos en el verano. Ciudad Rodrigo, si quiere conservar el decoro
de su Historia, necesita una guarnición militar que nombre de tal merezca; no un
simple destacamento, no una pequeña guardia cuartelera.
¿Tiene Ciudad
Rodrigo hombres que lo conduzcan a su engrandecimiento? Sí; los tiene como
cualquiera otro pueblo; pero ocurre con esos hombres respecto a Ciudad Rodrigo,
lo que le sucedería a un médico que no fuese solicitado por el enfermo: tendría
que dejarlo morir por inconsecuencia. Pues he ahí lo que acontece a Ciudad
Rodrigo: se halla enfermo, aletargado, pensando en sus antiguas grandezas; mira
a sus murallas, y dice: ¡Qué grande fue nuestro poderío! Contempla los
destrozos de su Catedral, y murmura: ¡Qué héroes fueron nuestros abuelos!
Observa el silencio de sus cuarteles, y platica: ¡Cuántos soldados había antiguamente!
Y sigue soñando y diciendo: ¡Qué grandes fuimos!
Pues ese letargo,
ese anonadamiento, esa enfermedad que padece el pueblo de Ciudad Rodrigo y su
región, necesita un facultativo; ese médico no es más que un buen periódico, un
periódico que no tenga más ideales que el bien de Ciudad Rodrigo; un periódico
que no aparte su vista de la región mirobrigense; un periódico que encarne el
noble sentir de los habitantes de este trozo de suelo castellano, que recoja
sus lamentos, que le defienda de ataques, que le lleve consuelos en momentos de
aflicción, que sea su portavoz, su norte, su guía, para conseguir bienestar,
prosperidad y engrandecimiento para este pedazo de terruño, flor y nata de la
meseta castellana.
El periódico
es el creador de las conciencias, es la formación de los ciudadanos, es la
palanca de la máquina social. Por tanto, con buenos hombres como cuenta Ciudad
Rodrigo, y con un buen periódico que les lleve el sentir y el pensar de los
pueblos, que les transmita sus necesidades, que haga llegar a todos los ámbitos
de la nación sus dolores o sus parabienes, próximo está el día en que podamos
decir: Ciudad Rodrigo no ha muerto, Ciudad Rodrigo y su región viven y viven
felices, como lo fueron sus antepasados, para hacer grande y poderosa a la madre
común, a la madre patria.
¿Será Nueva
Iberia la que obre el milagro? Puede que sí; pues sus instigadores y sus
fundadores son gente joven, con inteligencia y brío; son hijos de la tierra, y
por ello conocen sus cuitas; hay, por tanto, que abrigar esperanzas. «Hágase el
milagro...»; es lo principal, sea este u otro periódico; lo indispensable es
que haya uno, dos o más periódicos, que hagan luz, que nos despierten en nuestros
infantiles sueños, es lo que necesita Ciudad Rodrigo y su distrito, si anhela,
como creemos, bienestar y engrandecimientos.
Saludos: me llamo Fernando Canillas y soy, claro, descendiente de Fernando Canillas. Te felicito por tu excelente artículo y agradezco en nombre de mi familia y de mi parte estas bonitas palabras. Muchas gracias.
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