A nadie se oculta que la configuración urbana
de Ciudad Rodrigo ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Intentaré, en
una serie de trabajos, ir haciendo algún recorrido por las islas, manzanas y
campos que definen el actual entramado urbano mirobrigense. En esta ocasión, a
vuela pluma, ofrezco algunas notas y noticias sobre la actual isla que
protagoniza la iglesia de San Agustín en su definición suroeste, con los
linderos de las calles de los Colegios de Miguel de Palacios y la que está
dedicada al arcediano Domingo García Velayos.
Espacio en el que se encontraba la iglesia de San Bartolomé. Foto Pazos |
A la hora de analizar la
evolución urbana de estas calles no tenemos más remedio que aunar espacios, que
tratar en conjunto la investigación histórica y la proyección urbanística que
ha tenido esta zona a espaldas de la Plaza Mayor, en la que coexistieron
culturas durante siglos.
Así, si nos atenemos a los
trabajos de investigación realizados por historiadores locales y foráneos,
tenemos claro que el núcleo en el que hoy se levanta la iglesia de San Agustín
y el colegio de Santa Teresa de Jesús estuvo hasta el siglo XVI ocupado por
diversos inmuebles; en concreto, hasta el siglo XV y antes de la expulsión de
los judíos por los Reyes Católicos, con la expropiación consiguiente de sus
bienes, el enclave estaba preferentemente ocupado por viviendas en las que
moraban judíos.
De hecho, enfrente, en lo que
hoy es la entrada al Hospital de la Pasión, hay noticias documentadas de que en
los primeros años del siglo XV había una sinagoga. Curiosamente, en oposición
urbana y también religiosa, se encontraba la iglesia de San Bartolomé, de la
que tenemos constancia documental de actividad en 1397 a través de un acta
notarial firmada por Esteban Fernández el 9 de octubre a través de la cual el
concejo de Ciudad Rodrigo consigue recuperar lo que tenía ocupado Santo Gómez
de Herrera en Fuentes de Oñoro y en la dehesa, devolviendo antes lo que le habían
embargado.En este documento se cita como testigo del auto a Pero Alfonso, clérigo de Sanct Bartolomé.
La parroquia fue perdiendo
protagonismo con el paso del tiempo. De ser una referencia urbana a la hora de
imponer las colaciones, fue adscrita poco después, en 1473, a la Catedral y más
tarde perdió su función religiosa, quedando abandonada.
Esta situación la corrobora las
citas de distintos historiadores que han investigado el origen fundacional del
convento de San Agustín. Casi todas ellas parten de la referencia de Mateo
Hernández Vegas en su extenso trabajo sobre la historia de la Catedral y, por
extensión, de Ciudad Rodrigo. Afirma el investigador mirobrigense que en torno
a 1566 se comenzó la construcción de la iglesia de San Agustín, ya que el 17 de
octubre de ese año “se queja el Ayuntamiento de que la plaza de San Pedro está
muy embarazada con la piedra de San Agustín, y manda retirarla”. Además, en una
nota explica que “por esos mismos días se discutía con calor [en el
Consistorio] la cesión de la iglesia de San Bartolomé a los agustinos. Por fin,
se llegó a un acuerdo, cediendo los religiosos todo el cuerpo de la iglesia
para plaza y calle y ornato del Hospital de la Pasión, a cambio de una calleja
sin salida que había entre la iglesia y el convento. Más tarde los agustinos
cedieron la parte que quedó de esta iglesia al maestro Palacios, para sus
colegios”.
Plano de Ciudad Rodrigo: Francisco Coello, 1867 |
Una
referencia parecida y que nos acerca también al cambio de la configuración
urbana de este espacio la encontramos en el trabajo de Feliciano Sierro
Malmierca Judíos, moriscos e Inquisición
en Ciudad Rodrigo. Dice el investigador local que “hasta 1483 se puede
considerar como el núcleo principal de residencia de los judíos en Ciudad
Rodrigo, la zona actualmente comprendida en toda la manzana donde está enclavado
el Hospital de la Pasión, y la parte que ocupa la iglesia de San Agustín y el
Colegio de las Teresianas, que se adentraba en la actual plazoleta, que no
existía. Por el centro de la calle de los Colegios había un estrecho callejón
sin salida, que el Concejo permutó por el trozo de edificio que llegaba hasta
enfrente del portón del hospital, y con este terreno que se ganó pudo hacerse
la plazoleta”.
La
orden de San Agustín estuvo, por tanto, muy vinculada a la definición urbana de
esta zona. Los agustinos se habían asentado en Ciudad Rodrigo en 1483 en el Valle de Corte de Ángeles, gracias
al benefactor local y “promotor de la fundación Francisco de Chaves, regidor de
la ciudad y miembro de una de las familias locales más destacadas de su tiempo.
Un historiador agustino afirma que lo hizo en vista de la fama de santidad que
había dejado en la ciudad de Salamanca San Juan de Sahún, agustino, el cual
había muertos pocos meses antes”, escribe Carlos Alonso en su trabajo Los agustinos y las agustinas en Ciudad
Rodrigo.
La
fundación del convento de San Agustín en Ciudad Rodrigo había tenido su origen
en el ámbito de la congregación de observancia de Castilla, iniciada antes de
mediados del siglo XV, por obra de fray Juan de Alarcón, en el convento de los
Santos de Villanuela (Valladolid). En concreto, en 1483 se dio impulso a la
ampliación de dicha congregación mediante la fundación del convento de Ciudad
Rodrigo y de otros cenobios que posteriormente le siguieron. Sin embargo, los
agustinos prefirieron buscar otro enclave, más céntrico y más saludable, en la
propia ciudad. Y así, dando pábulo a su empeño, se trasladaron del Valle de
Corte de Ángeles a la ciudad el 23 de abril de 1530, según refiere Hernández
Vegas, “ocupando el convento nuevamente edificado en lo que había sido palacio
de los Garci-López de Chaves, grandes protectores de esta orden religiosa en
Ciudad Rodrigo”, señala el investigador citado. Además, explica Hernández
Vegas, “la magnífica iglesia [de San Agustín] no se empezó hasta después de
estar instalados los religiosos en su nueva casa, costeándola también los
Chaves casi al mismo tiempo que la de Villavieja, villa que compraron a Felipe
II con la protesta de Ciudad Rodrigo, que en vano alegó sus privilegios de no
ser enajenados de la Corona ni la ciudad ni ninguno de sus pueblos”.
Reproducción de la provisión
real de Felipe II sobre el pleito planteado por el convento de San Agustín para
derribar y demoler la capilla de la iglesia de San Bartolomé. Años 1566 y 1567. AHMCR
Ya
hemos referido la protesta del Concejo de 17 de octubre de 1566 por el acopio
de material para la obra de la iglesia que estaba entorpeciendo el paso en la
plaza de San Pedro, por lo que ordena retirarla. Ese mismo año, según una
provisión de Felipe II, que es copia de otro documento, anterior, los agustinos
mantuvieron un pleito con el Consistorio, que avala el escribano Sebastián
López, para proceder al derribo y demolición de la capilla de la iglesia de San
Bartolomé, cuyo contencioso continuó al
año siguiente, 1567. “A 21 de julio de 1581, [la obra de la iglesia] estaba
para terminarse”, explica Hernández Vegas antes de señalar que “Garci-López de
Chaves dice que de presente há de hacer
la bóveda de su capilla de San Agustín, e que para ello tiene necesidad de
mucha cantidad de pinos para cimbras e para otras cosas”.
No
quiero extenderme más. Solo recordar el trabajo publicado en este mismo blog
sobre Miguel de Palacios y la fundación de sus colegios, que viene a ser un complemento
o preámbulo de estas notas vinculadas, sobre todo, al origen o fundación de la
iglesia y convento de San Agustín.
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