Desde ayer, gracias a la predisposición y diligencia de los responsables de la Biblioteca Digital de Castilla y León, los
mirobrigenses –y cualquier interesado- tenemos la posibilidad de acercarnos a
uno de los semanarios que vieron la luz en Ciudad Rodrigo en el último tercio
del siglo XIX. Me refiero a El Eco del
Águeda, del que tan solo tenía noticias directas por medio de algún apunte
en la correspondencia conservada en el Archivo Histórico Municipal de Ciudad
Rodrigo y a través de una de las fichas históricas y también del coleccionable del
historiador y sacerdote rodericense Jesús Pereira Sánchez que se publicaron en el semanario
local Tierra Charra[1].
Cabecera del número de referencia para la discripción del semanario mirobrigense. Biblioteca Digital de Castilla y León |
Hacía
algún tiempo que tuve noticias de la existencia de distintos números del citado
semanario en alguna biblioteca de nuestra Comunidad. Pero no fue hasta el pasado
11 de diciembre cuando confirmé la disponibilidad de una serie de ejemplares de
El Eco del Águeda entre los fondos
documentales de la hemeroteca vinculada a la Biblioteca Digital de Castilla y
León, dependiente de la Dirección General de Políticas Culturales de la Consejería
de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León. Ese mismo día me había
puesto en contacto con el referido centro solicitándole una copia digital de
los números conservados (todo el año 1878) del citado semanario, una revista
cultural de primer orden con infinidad de firmas que dirigía el literato e historiador Dionisio J.
Delicado y Rendón, más conocido como Dionisio de Nogales-Delicado y Rendón. La
respuesta fue inmediata y, no sin sorpresa, recibí por contestación que, a la
vista del interés mostrado –les había referido que estoy también imbuido en un
trabajo de recopilación, investigación y, espero, difusión de la prensa
periódica de Ciudad Rodrigo- habían decidido incorporar dichos fondos, que ya
estaban digitalizados, a la relación de publicaciones periódicas que se
ofrecían en la web de la Biblioteca Digital de Castilla y León y que,
presumiblemente, estuvieran a disposición del público antes de que finalizase
2014.
Este pasado lunes ya pude comprobar que se había creado el enlace aunque no estaba operativo.
En la mañana de ayer, paulatinamente, se fueron incorporando los distintos números
hasta completar todo el año 1878, mientras mi curiosidad fue en aumento al ver
que las imágenes digitales iban creciendo y al pincharlas obtenía respuesta.
Sobre las 10 de la mañana tuve por primera vez ante mis ojos la cabecera de El Eco del Águeda. Revista semanal
artístico-literaria. Se trataba del número 45, correspondiente al jueves 3
de enero de 1878.
Dionisio de Nogales-Delicado, según el lápiz su hijo Juan |
Con las
limitaciones de la época, con la sencillez acostumbrada en la mayor parte de
las publicaciones periódicas, la cabecera presenta en mayúsculas el título y
subtítulo de la publicación, mientras que para significar el nombre del
director se recurre a la letra versalita. En el mismo tamaño, pero retomando
las mayúsculas y eligiendo otra tipografía, se coloca por debajo el nombre del
editor y propietario del semanario, el tipógrafo, impresor y librero Ángel
Cuadrado y Rosado, que tenía su establecimiento comercial en el número 20 de la
Plaza Mayor, local que era aprovechado a su vez como sede social para la
administración del periódico. Era tal la trabazón entre editor, imprenta y
semanario que en la mayoría de las páginas, en la sección destinada a las
noticias locales y generales que compartía casi siempre con la publicidad, se
señalaba que el local era el “establecimiento tipográfico de El Eco”.
El acceso a
los números digitalizados de El Eco del
Águeda está en la web señalada de la Biblioteca Digital de Castilla y León,
en la relación de periódicos. Solo con refrescar el enlace http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=20746
accederemos a la ficha de esta publicación periódica mirobrigense, que salía
por costumbre cada jueves, siempre que imprevistos sobrevenidos impidiesen cumplir con la periodicidad señalada, como de hecho ocurrió en algún momento de
1878, según podrán comprobar quienes escruten con detenimiento los distintos
números disponibles tras su digitalización, que tienen como frontera el 3 de
enero y el 26 de diciembre de 1878.
En la ficha se
señala, aparte de los datos ya adelantados, que el pliego de papel utilizado
medía de alto 31 cm ,
una descripción basada en el citado número 45.
Debajo de la
cabecera se señala el precio de la suscripción al semanario: seis reales al
trimestre para Ciudad Rodrigo y siete si había que enviarlo fuera de la
localidad; en caso de suscripción semestral, el precio subía hasta los 12
reales y si fuera anual, se contaba con una pequeña rebaja, hasta los 22
reales.
El Eco del Águeda contaba con el
aliciente de que en su portada, debajo también de la cabecera, se incluía a una
columna el sumario de cada número, con los distintos e interesantes artículos
que se ofrecían a los lectores, con un sinfín de firmas –también avanzadas-, muchas
de ellas de reconocida relevancia. No voy a hacer una exhaustiva relación de
los colaboradores. Baste, para quienes tengan interés, una detenido escrutinio
de una de las ilustraciones que acompañan a este comentario o, en su defecto,
el recurso de ojear los distintos números.
Recorte coloreado de la relación de redactores y colaboradores de El Eco del Águeda. Biblioteca Digital de Castilla y León |
Por el
contrario, sí quisiera señalar algunas otras características de esta publicación
periódica mirobrigense. A la vista está que se editaba a dos columnas y que
solía contar con ocho páginas, incluyendo las dos del coleccionable.
Habitualmente se dedicaban algo más de cuatro páginas a insertar las colaboraciones,
con artículos de fondo en ocasiones, otros históricos –hay algunos de Ciudad
Rodrigo y comarca-, con trabajos literarios de distinta índole y remataba
siempre con una serie de composiciones poéticas. Es habitual, reiterativo a
veces, apreciar las aportaciones del propio director del semanario, una persona
de vasta cultura y que la explayó en decenas de obras –más de ochenta
publicadas-, algunas de ellas formando parte, como coleccionable por entregas,
del propio hebdomadario.
En la quinta
página se incluían sueltos como noticias, bien de ámbito general –nacional o
internacional- o local, siempre escuetas y sin apenas información que pudiera
conmover al lector, obviando los apuntes necrológicos y las referencias a
cambios de destinos de militares de la guarnición de la plaza que a veces llenan
esta sección, así como otras notas de sociedad.
La última
página de la definición general del periódico se destinaba a la publicidad, con
apenas anuncios más allá de los que generaba la actividad de la propia imprenta
y librería de Ángel Cuadrado. Dentro del cuerpo de la publicación, como coleccionable
y en apaisado, se suceden una serie de relatos cortos o novelas de distintos
autores, aunque la firma de Dionisio J. Delicado y Rendón es también la más
habitual. Todas ellas se publicarían después por separado para su distribución
y venta, impresas en el taller tipográfico de Ángel Cuadrado y Rosado.
En fin, una
noticia edificante para quienes, como el que suscribe, seguimos buscando
argumentos para cincelar la inagotable historia de Ciudad Rodrigo y sus gentes.
[1]
Formaba parte del coleccionable Ratos de
ocio y el referido capítulo llevaba como epígrafe Prensa mirobrigense. Al respecto de El Eco del Águeda nos informa de lo siguiente: “El Eco del Águeda, revista semanal
artístico-literaria. Director, don Dionisio de Nogales Delicado y Rendón. Se
imprimía en casa de Ángel Cuadrado y salía los jueves. Con la prestigiosa firma
del director, aparecen las de Jiménez Campaña, Jiménez Verdugo, Quintana
Medina, R. Carrión, Salvador Martín Granés, Rojo y Sejo, Aurora Lista y otras
plumas parecidas, que hicieron de El Eco del Águeda una revista
eminentemente literaria.
Su vida fue de
tres años solamente, desde 1877
a 1879, que no hizo completo, y en ella publicó el señor
Delicado sus Leyendas originales, El paso de la amistad, Más,
Los fuegos fatuos, El Rosario, El turbante y la ceniza, Los
zapatos del avaro y El pecado del miedo, preciosas narraciones que
luego dio al público en un tomito.”
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