Los proyectos para poner en
verdadera defensa el recinto mirobrigense se sucederían, aunque su plasmación
nunca llegó a concretarse en su exacta definición. Así se pone de manifiesto,
por ejemplo, con el proyecto que levantó el ingeniero Antonio de Gaver[1],
fechado en la localidad zamorana de Carbajales el primero de abril de 1752, y ceñido
sobre todo a la protección del arrabal de San Francisco y a la construcción del
fuerte del Teso de San Francisco, en el que propone unas defensas que eviten el
“excesivo gasto” que supondría la ejecución de planteamientos anteriores, unas
medidas que concreta en un hornabeque frente al convento de Santa Clara y una
línea de defensa que partiría de un pequeño reducto situado en el solar que
ocupó el primitivo convento de Sancti Spíritus, cerca del postigo de San
Pelayo, para enlazar con el hornabeque previsto en el Teso de San Francisco,
defendido a su vez por una línea avanzada, con entrantes y salientes, y tres
pequeños reductos para consolidar la defensa en una primera instancia. Afirma
el ingeniero en defensa del proyecto que afecta al padrastro del Teso de San
Francisco que su propuesta serviría para asegurar “la comunicación que sirve de
camino cubierto que por el labio del barranco corre hasta dos reducidos
reductos puestos en sus extremos; sirve para barrer la espaciosa cañada de su
frente y, dando mayores ventajas al hornabeque figurado, hará disputable este
puesto y, por consiguiente, asegurará la plaza hasta su rendición”. De Gaver
reconoce que no ha tratado de lo que “corresponde a la cabeza del puente”, ni se
ha detenido “en referir las menores circunstancias que son precisas a una perfecta
inteligencia”, que remite al desarrollo pormenorizado de su propuesta.
Proyecto de fotificación de Ciudad Rodrigo de Antonio de Gaver (AGS) |
El proyecto de Antonio de Gaver
recuerda y justifica las obras de fortificación realizadas hasta el momento en
Ciudad Rodrigo, al tiempo que hace una somera descripción de las defensas de la
plaza de armas rodericense en aquel momento: Un “recinto antiguo, cuyas
paredes, de nueve varas de alto, suben a plomo y, respecto de no estar
flanqueados sus frentes, procuró lograr esta precisa circunstancia el celoso
inteligente gobernador mariscal de campo, D. Pedro Borraz, circuyendo el todo,
de orilla a orilla del río, con un recinto de muralla y foso a modo de
falsabraga, y sus parapetos de nivel con la retreta de la principal, habiendo apremiado
el terreno al disponerse así, por lo que se lograron los fuegos más rasantes y
tener esta plaza una provisional defensa en los disturbios del año diez.”
De Gaver reduce su proyecto a “cinco
baluartes, su línea de defensa y demás partes proporcionadas a las máximas”,
proponiéndose “dejar encerrada esta plaza dejando al tiempo de la ejecución el
entrarse más hacia el recinto antiguo con las cortinas, excusando cantidad de
mampostería y tierras que necesitan por caer los ángulos flanqueados en el
pendiente natural del terreno.” En el plano, simplificado en lo posible, el
ingeniero se limita a señalar la traza de los “revellines y contraescarpa para
evitar la cantidad de líneas necesarias y porque a vista del mismo podrán
disponerse las piezas, de modo que cubriéndose las caras y flancos (lo que se logra
a veces en corto movimiento) se consiga dejar más horizontales aproximándose al
nivel de la campaña el excusar mucha parte de mampostería y tierras, y así sólo
esta línea de cordón manifiesta lo que se le ajusta, porque lo demás se ha de
perfeccionar a vista del terreno, dejando encerrada la torre llamada el castillo,
en el modo que se demuestra por servir de ruina, retirada y freno de cualquier
sedición.” Recuerda también “que en el proyecto anterior se proponía con seis
baluartes, entendiéndose con el crecido gasto de unos contraguardias que miran al
frente de la Trinidad
y un tenallón avanzado hacia el convento de las religiosas de Santa Cruz, extramuros,
aunque le ocupó este puesto, mudado en poco para asegurar aquella parte y
avenida por la falda del convento de San Francisco.”
Un año antes, en octubre de
1751, Antonio de Gaver había levantado otro proyecto general en el que señalaba
la construcción de dos cuarteles en el recinto interior y marcaba las islas de
casas que consideraba necesario destruir por su proximidad a la muralla. En
total, afectaba a 14 islas de edificios en el contorno interior de la muralla,
que se iniciaba con la que partía de la puerta del Rey en dirección a la de La Colada y remataba en la Catedral de Santa María,
en donde proponía eliminar una de las capillas del claustro para favorecer el
terraplén de la muralla. En total, la tasación de los edificios afectados y,
por tanto, las indemnizaciones presupuestadas, suponía una inversión de 791.180
reales de vellón.
Plano de Gaver en donde se destaca la ubicación propuesta para levantar dos cuarteles en el recinto amurallado (AGS) |
En relación a los cuarteles, el
primero se planteaba entre la puerta del Sol y el postigo de San Pelayo,
afectando a una “casa arruinada del mayorazgo que poseyó don Manuel de Chavez”,
entonces ya propiedad del conde de Casasola, quien también tenía otra propiedad
afectada por este proyecto; otra casa de los herederos de Gaspar Guijal y
completaban la tasación una casa propiedad de las monjas carmelitas y parte de
otra perteneciente al marqués de Cardeñosa.
El segundo cuartel ocupaba parte del solar en donde
se levantaría más tarde el seminario. El proyecto levantado por el ingeniero
afectaba a las casas y tres corrales de la marquesa de Rionegro, al inmueble de
los herederos de Joseph de Chaves, a tres corrales del cabildo eclesiástico y
al solar y cochera de Manuel de Paz.
[1]
Antonio de Gaver y Marí ejerce como ingeniero extraordinario desde 1719 con
diversas intervenciones en Cataluña hasta 1736, en que es nombrado director de la Academia de Matemáticas
de Orán, donde también realiza proyectos de varios acuartelamientos y
fortificaciones hasta 1745. Su obra se extiende hasta 1776, trabajando en diversos
emplazamientos desde Galicia hasta la Andalucía occidental.
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