Se aventuraban
unas Fiestas Tradicionales históricas y, desgraciadamente, sí lo fueron. El
domingo antes de Carnaval se propaló a los cuatro vientos la celebración del
antruejo mirobrigense. Después de los vanos intentos del año anterior con el
poeta Agustín de Foxá, el historiador jaenés Rafael Láinez Alcalá pronunció el
que sería el primer pregón del Carnaval del Toro, un acto multitudinario,
festivo, que también sirvió de homenaje a otro referente de la antonomástica
fiesta mirobrigenses: Agustín San Ezequiel, Triguito.
Después llegaría la sana alegría
iniciada con los festejos taurinos del sábado siguiente. Todo iba bien... hasta
que en la madrugada del Martes de Carnaval de 1954 se desató un voraz incendio
que destruyó completamente los locales del Casino Mirobrigense y de El
Porvenir, anexos al Teatro Nuevo. Todos los esfuerzos por sofocar el fuego
fueron inútiles. Esos centros de referencia para los mirobrigenses fueron
devorados por las llamas. Pérdidas cuantiosas... Lamentos y tristeza general.
Era Carnaval y la fiesta siguió. No era el final previsto, ni mucho menos.
Pero, como otras tantas veces ha ocurrido en la historia carnavalesca, los
mirobrigenses se sobrepusieron ante la desgracia vivida unas horas antes y la
fiesta continuó hasta el último desencierro, que dio paso a los bailes
previstos, incluido el del Teatro Nuevo.
El café El Porvenir y el Casino Mirobrigense en llamas |
Más que glosar la tragedia que
arrasó el Casino Mirobrigense, dejemos que sean los periodistas de turno –en
este caso seguiremos a Lorenzo Martín Báez, corresponsal de La Gaceta Regional en Ciudad Rodrigo-
quienes nos cuenten lo sucedido aquel 2 de marzo, Martes de Carnaval de 1954:
Un
violento incendio destruyó en las primeras horas de la mañana de hoy el
edificio conocido por Teatro Nuevo, en la parte que ocupaban el Casino Mirobrigense
y el café El Porvenir, y que está situado en la calle del Generalísimo.
Cartel anunciador de las Fiestas Tradicionales de 1954 |
El
fuego debió iniciarse después de las cinco y media de la mañana, porco más de
una hora después que el numeroso público que había asistido a los bailes, en el
teatro y en el casino, hubiera abandonado los locales. Los primeros en darse
cuenta del fuego fueron los empleados de la empresa El Pilar, que salían con un
autobús de la autoestación de dicha empresa, situada frente al edificio
siniestrado.
Dieron
la voz de alarma y varios jóvenes que aún circulaban por la calle del
Generalísimo consiguieron, después de grandes esfuerzos, que el conserje
municipal tocase la campana en señal de alarma, pues este empleado creía que
era una broma carnavalesca.
Entre
los primeros que acudieron al lugar del siniestro, se encontraban el dueño del
café El Porvenir, don Juan José Sánchez y Sánchez que, acompañado de varios empleados,
se encontraba tomando chocolate en un establecimiento abierto durante estas
fiestas en la Plaza del Caudillo. El dueño y los empleados habían estado
tomando una segunda cena en la cocina del café, por lo que no exageramos si
decimos que habían salido del edificio un cuarto de hora o media antes de la
señal de alarma.
Mirobrigenses y forasteros colaboran en la extinción del incendio |
La
primera actuación del señor Sánchez y de sus empleados fue avisar a su esposa,
familiares y servidumbre, que se encontraban acostados dentro del edificio para
que pudieran ponerse a salvo. Las numerosas personas que acudieron desde los
primeros momentos, ayudaron al dueño y sus empleados a sacar utensilios del
establecimiento, ya que nada podían hacer en cuanto al Casino. A pesar de los
esfuerzos de los bomberos voluntarios mirobrigenses, cuya labor no podemos
menos de elogiar, ya que se portaron heroicamente, y de las numerosas personas
que acudieron a ayudar a sofocar el incendio, no puedo evitarse que esta parte
del inmueble quedase totalmente destruida, consiguiendo únicamente que el fuego
no se propagase a la parte ocupada por el Teatro Nuevo, y en el que estos días
actúa con éxito la compañía de Pepita Serrador.
Titular y subtítulos de La Gaceta Regional de Salamanca sobre el suceso |
Poco
después de darse la señal de alarma, fueron llegando al lugar del fuego las
autoridades locales. Allí vimos desde el primer momento al juez de instrucción,
al alcalde, al jefe local del Movimiento y otras jerarquías; al capitán jefe de
la Guardia Civil, señor Perrino, con las fuerzas a sus órdenes, algunos de
cuyos miembros fueron de los primeros en acudir.
Allí
también se encontraba la guardia municipal con su inspector al frente; la
directiva del Cuerpo de bomberos y los jefes del parque activo.
Ante
la magnitud del fuero y pensando que tal vez los elementos locales resultasen
insuficientes si se levantaba el viento, las autoridades llamaron a Salamanca,
donde se dispuso que acudiese a nuestra ciudad un tanque de bomberos salmantinos,
cuyo personal actuó bajo las órdenes del aparejador municipal de Salamanca, don
Vicente del Río. Llegaron a Ciudad Rodrigo a las 8,40 y en aquellos momentos ya
estaba sofocado el siniestro, ya que se había derrumbado la techumbre y aislada
la propagación al teatro y edificios colindantes.
Bomberos y fuerzas del orden coordinan los trabajos de extinción del fuego |
No
obstante, el tanque y los bomberos salmantinos prestaron una valiosa cooperación
para terminar de sofocar el fuego. A mediodía regresaron a la capital de la provincia.
El
gobernador civil de la provincia, que desde el primer instante estuvo informado
del siniestro y de la posible propagación del mismo, dispuso que fuerzas de la
Guardia Civil de Fuentes de Oñoro y otros destacamentos acudiesen a esta
población. Al frente de ellas llegaron el capitán señor Sojo y el teniente
señor Fernández. También llegó a esta población rápidamente el teniente coronel
de la comandancia salmantina.
Las
fuerzas y sus superiores abandonaron la población a última hora de la tarde,
cuando se consideró que ya no serían necesarios sus servicios.
El público observa el estado del edificio tras el control del incendio |
Como
desde los primeros momentos estuvimos en el lugar del siniestro y nos une una
gran amistad con el propietario del café El Porvenir, le hemos preguntado al
señor Sánchez sobre la posible causa del fuego. El amigo Sánchez, que lleva con
gran serenidad tan dura prueba, nos dijo que él cree firmemente que el fuego
debió se motivado por alguna colilla tirada sin apagar en la parte baja del
estrado que ocupa en las fiestas del Casino la orquesta de baile. El salón,
anoche, estaba lleno de papelines y serpentinas.
Las
pérdidas del edificio, mobiliario, biblioteca del Casino y los perjuicios sufridos
por el señor Sánchez, que además de propietario del café es repostero del Casino,
deben sobrepasar al millón y medio de pesetas.
Las autoridades se interesan por las consecuencias deparadas por el fuego |
La
orquesta Ritmo ha perdido sus instrumentos y lo mismo ha ocurrido a varios
músicos de Salamanca que estos días refuerzan el conjunto local. Por este
concepto las pérdidas deben aproximarse a pesetas 50.000.
Hay
que destacar la actuación del conserje del Casino, señor Pedro, que con riesgo
de su vida penetró en la conserjería para salvar los libros de contabilidad y documentos
a su cargo. Su actuación ha sido muy elogiada. Tampoco debemos silenciar la
actuación de un grupo de alumnos de la Universidad salmantina, en su mayoría vascos,
que prestaron un gran servicio al logar salvar enseres del café El Porvenir y
acudir con cubos de agua desde los primeros momentos para tratar de sofocar el
fuego. Destaquemos también esa legión de mirobrigenses que ayudaron a los
bomberos en sus trabajos y a sacar enseres del café El Porvenir.
Estado que presentaba el edificio tras el incendio |
El
edificio siniestrado fue construido en 1900 y su inauguración coincidió con
aquella exposición regional celebrada en esta ciudad y para la cual un grupo de
destacados mirobrigenses levantó este edificio, que alojaba el Casino, el café
y el Teatro Nuevo. Este último es el que ha quedado totalmente en pie, sin
sufrir daño alguno.
Un
retén del Cuerpo de Bomberos monta guardia esta noche entre las ruinas, por si
ha quedado algún rescoldo.
lo recuerdo perfectamente. al oir la campana crei que era el encierro y me asome al balcon. aunque ni madre me retiro rapidamente la impresion de aquella enorme antorcha en un edificio en que habia entrado muchas veces me persiguio muchos anos
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