La primera
noticia referida a la construcción de la plaza del Hospicio, un coso de madera,
la encontramos en las vísperas de la
Feria de Mayo de 1871, en concreto en una carta dirigida al consistorio
y fechada el 28 de marzo, en la que se pulsa el grado de implicación de la corporación
al plantear su colaboración para lo que se define como un “ensayo”, una prueba
para conocer si realmente hay necesidad de que Ciudad Rodrigo cuente con un
futuro coso taurino de manera estable.
Paseíllo en la plaza de toros del Hospicio a principios del siglo XX |
El industrial mirobrigense José Iglesias es la cabeza visible de la
iniciativa para levantar una plaza de toros en Ciudad Rodrigo, “a aventurarse a
hacer lo que nadie se atrevió” hasta ahora, y aunque cuenta con otras personas
animadas también para favorecer y aumentar la oferta festiva en la tradicional Feria
de Mayo, un tanto en declive, de momento solo él firmará la propuesta que envía
al Ayuntamiento para la construcción de un coso taurino en un lugar todavía por
determinar, aunque apunta el ferial de las caballerías[1], que
se situaba a la salida de la
Puerta del Sol, hacia lo que hoy es la barriada de San
Pelayo.
La misiva, manuscrita en dos folios, explica que José Iglesias tiene la
“idea de llevar a cabo el proyecto de hacer una plaza de toros formal, en lo
que cabe, que sirva por vía de ensayo para la próxima feria, y dar tres o
cuatro funciones de novillos con sus toros correspondientes de muerte, después
de lidiados por cuadrilla competente”. Tras su explicación, Iglesias plantea al
Ayuntamiento la necesidad de contar con su “ayuda y cooperación”, concretándola
en los siguientes puntos:
1º. El cierro de la plaza tal cual hoy lo tienen, o sea, del que se hace
uso para los Carnavales.
2º. Las maderas, vigas y demás que asimismo tengan, contando con que se
recibirán a beneficio de inventario, respondiendo al hacer entrega y devolución
de cualquier falta que hubiese y sin perjuicio de una intervención inmediata
por parte del Ayuntamiento que con mucho gusto aceptaría.
3º. Permiso del terreno para hacer la plaza fuera de la población, donde
se ponen las caballerías de la feria.
4º. Ver un medio para eludir el pago de matrícula o contribución, puesto
que esto no es más que un ensayo y que de él, por de pronto, no ha de resultar
más que provecho a la población en general.
Vista aérea con la ubicación de la plaza en el Hospicio en 1914 |
5º. Una vez que el exponente va a aventurarse a hacer lo que nadie se
atrevió y lo que tanto bien puede redundar en provecho de esta población,
espera todo el auxilio necesario por parte de esa Corporación para lograr su
fin, sirviéndose asimismo, si lo estiman conveniente, mandarme la resolución
que tomen por escrito para mis fines ulteriores.[2]
El industrial mirobrigense recuerda también al Ayuntamiento “el bien que
de aquí puede venir con la afluencia de gente de todas partes, aumentando y
alargando nuestra pobre feria, vivificando el comercio, industria, etc.”,
además de explicarle que va a llevar a cabo una “empresa tan arriesgada” solo
con el “buen deseo de dar vida a esta población”.
El Consistorio, en sesión del 30 de marzo, ofrece todo su apoyo para
buscar el emplazamiento adecuado y, en caso de decidirse finalmente por el
Hospicio –una de las opciones sugeridas posteriormente-, el Ayuntamiento
plantearía a la Diputación de Salamanca la disponibilidad del corral. Y así se
hace, puesto que la institución provincial, a través de su comisión permanente,
da cuenta el 18 de abril del acuerdo adoptado en la reunión celebrada el día 12
de ese mismo mes, por la que se concede el uso de uno de los corrales de la
también denominada Casa de Niños Expósitos para celebrar la corrida de toros
prevista para el 24 de mayo, con la condición de “reparar los desperfectos que
se ocasionen, dejándolo en el mismo ser y estado en que se entrega y aún mejor
si puede ser”.
El público observa las mulillas en el arrastre de un novillo en la plaza del Hospicio |
Lo principal, el espacio físico y el maderamen para levantar
provisionalmente una plaza de toros en uno de los corrales del Hospicio ya se
había conseguido. Ahora se entra en los detalles. José Iglesias, por una parte,
plantea también al Ayuntamiento que “me haga la gracia de dispensar el pago de
derechos de los seis toros que se han de matar en las dos corridas”, aparte de
que el Consistorio haga gestiones ante el administrador económico del partido
judicial “para que no se me exija el pago de matrícula”, esgrimiendo que, al
tratarse de un espectáculo público, el Ayuntamiento podría plantear como causa
justificante de la dispensa el beneficio general que la organización de estos
festejos repararía a la población, actuando como si fuera el Consistorio quien
realmente organizará las dos corridas de la Feria de Mayo.
El Consistorio debió favorecer a la empresa taurina si nos atenemos al
escrito que, en nombre de la sociedad de la plaza de toros, envía el 10 de mayo
Pedro Tejeda a la Corporación de Ciudad Rodrigo: “Agradecida esta empresa al
favor que el ilustre Ayuntamiento acaba de dispensarle…” decide ofrecer la
posibilidad y preferencia de elegir abonos “a cuantos han contribuido a la
realización del proyecto y construcción” de la plaza de toros, dando de plazo
hasta el 13 de mayo para la reserva de entradas.
Los festejos taurinos de la
Feria de Mayo se celebran y, a posteriori, se conocen los
informes de los desperfectos ocasionados con el montaje y desmantelamiento de
la plaza de toros. Por lo que respecta al Hospicio, el maestro de obras Ramón
Álvarez señala que, aunque “remediaron en parte lo que tenían que componer de
los desperfectos causados en este edificio de resulta de la plaza de toros, la
portada que da a la izquierda entrando, no se rectificó el miembro izquierdo de
la misma a causa de haber roto las agujas y tranqueros cuando la demolieron”.
Se apunta la necesidad de hacer otras piezas nuevas para que la estructura de
la puerta quedase como estaba antes de que se montara la plaza.
Por otro lado, el maestro de talleres Blanco emite un informe dando
también cuenta de los desperfectos ocasionados en el maderamen cedido por el
Ayuntamiento para el montaje de la plaza, no demasiados importantes y que
afectaban a algunos tablones de distinto tamaño, a dos compuertas que quedaron
inutilizadas y a una banda de una puerta.
La plaza se construye con las maderas de las barreras y de los alares propiedad
del municipio y el empresario, a tenor de lo que conocemos con posterioridad,
no quedó defraudado. Así, el 22 de marzo de 1873 vuelve a solicitar amparo al
Ayuntamiento para celebrar tres corridas de toros en la Feria de Mayo; se le concede
de nuevo la madera, a la par que el Consistorio recurre otra vez a la Diputación para que
favorezca la autorización pertinente que permita construir la plaza en uno de
los corrales del Hospicio, tal y como se hizo en 1871.
[1]
AHMCR. En 1731 el ferial de caballerías sufre un cambio de ubicación, como
recoge el Libro de acuerdos en la
sesión celebrada el 2 de mayo, cara a los preparativos de la feria de aquel
año. Estaba en la plazuela de las Descalzas, hoy del Conde, y se decide
trasladar las caballerías a la plazuela del Castillo: En consideración de estar próxima la feria del preste mes y
haverse experimenttado que la ventta de cavallerías que se ejecutta en la
plazuelilla de las Descalzas por la estrechez a que se halla reducida, resulta
en perjuicio del común y no poder rebolberse en ella ni pasar la jente, se
acordó que de aquí en adelante se pongan las cavallerías de ventta en la
plazuela ynmediatta al castillo de estta ciudad, permitiéndolo el Sor
Gobernador de ella y que no pudiera ser por algún embarazo se pasen y venden
por las ferias y mercados en el campo de los zerdos, a espaldas de la
parrochial de Sn Pedro de estta Ciud.
[2] AHMCR.
Caja 1.177, doc. 19: Sobre construcción
de la Plaza de
Toros. Años 1871-1929.
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