Ciudad Rodrigo,
obviando cualquier prurito, puede vanagloriarse de contar entre sus vástagos
con relevantes personalidades, mirobrigenses ilustres que, con el paso de los
años y generaciones, han ido engrosando la inexplicable nómina del olvido.
Personajes que gestaron, en las variopintas ramas de la sabiduría y la acción,
incuestionables méritos para ingresar en una hipotética galería de rodericenses
excelsos. Uno de ellos es, sin duda, y con el que queremos continuar con esta relación
reivindicativa -la nómina, además, se nutriría en su base con los artículos dedicados en este blog al ingeniero militar mirobrigense Juan Martín Zermeño, a los eclesiásticos Cristóbal García Guillén de Paz y Esteban Pacheco Centenares o al promotor del PSOE Casimiro Jacobo Muñoz Matilla-, el ingeniero agrónomo José Cascón Martínez, alcalde que fue de
Ciudad Rodrigo entre el 1 de julio de 1891 y el 31 de diciembre de 1893, a quien en su
momento, tras su muerte, se le dedicó una calle, la sempiterna Rúa del Sol, en acuerdo
corporativo gestado el 2 de diciembre de 1932 y que quedó anulado tras el golpe
de estado del general Franco y su conversión en epónimo con la designación de
esa vía con el apelativo del Generalísimo.
La figura de José Cascón, nacido en
Ciudad Rodrigo en 1852, traspasó con mucho el ámbito geográfico local y
provincial. Fue un ilustre mirobrigense reconocido por su sabiduría en la
materia en la que se formó y que dominó como nadie. Su labor sigue siendo
reconocida en España con la permanencia de un premio de investigación sobre
ingeniería agronómica que lleva su nombre. Pero en Ciudad Rodrigo, como ocurre
con tantos otros destacados personajes mirobrigenses, José Cascón sigue siendo
un perfecto desconocido en el acervo local, pese a haber sido, entre otras
muchas iniciativas que abanderó, uno de los promotores –junto con Toribio Cáceres y Clemente de Velasco- de la construcción de la presa del Águeda, el pantano
cuyas obras se iniciaron en julio de 1925 tras décadas de gestiones
infructuosas.
José Cascón Martínez |
A la muerte de José Cascón, ocurrida
en Ciudad Rodrigo el 27 de abril de 1930, la Dirección General de Agricultura
publicó un voluminoso libro que recogía una amplia selección de los trabajos
realizados por este ilustre mirobrigense en los campos de la agricultura y
ganadería, una labor de investigación y difusión que venía a colocar en su
sitio a este fecundo personaje mirobrigense, para quien, tras su muerte, la
Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos pidió, también como póstumo
homenaje, la colocación de una lápida en la casa donde nació, una solicitud que
fue despachada por la corporación rodericense con el tímido acuerdo de pedir
permiso al propietario del inmueble en cuestión.
Sirvan estas pinceladas biográficas
para reivindicar la figura de este hombre de acción, un verdadero referente en
la historia de la agronomía nacional, como en su día, en la publicación
señalada como homenaje póstumo, fue resaltado por Juan Díaz Muñoz, presidente
en 1934 de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos, en una necrológica
que sirvió de introducción al compendio selectivo de los trabajos realizados
por este insigne mirobrigense. Al considerar que servirá de ilustración para
aquellos que quieran acercarse o profundizar en el conocimiento de esta egregia
personalidad local, con notoria y evidente proyección nacional, inserto a
continuación el aludido texto biográfico rescatado de la susodicha publicación:
Una vez más se ha repetido el
hecho. Los hombres a quienes más debe la patria, los que sólo se preocupan de
trabajar con tenacidad, desinterés e inteligencia tales que saltan por encima
de los obstáculos y falta de medios que en las esferas oficiales encuentran, y
ofrecen al final de su vida una aportación positiva al conocimiento y resolución
de los grandes problemas nacionales, desaparecen sin que el país conozca lo que
a ellos debe, que sólo trasciende a la esfera de sus discípulos y compañeros.
Este es el caso del ilustre ingeniero agrónomo D. José Cascón.
Portada del libro homenaje al ingeniero agrónomo |
Fue Cascón uno de los
hombres que más apasionadamente han consagrado su actividad y su inteligencia a
la tierra y a sus trabajadores. Fue un luchador, un enamorado del campo, un
verdadero apóstol de la agricultura, conocedor como pocos del problema agrícola
castellano y castellano viejo
él, todo franqueza y corazón.
Nada extraño tiene que su palabra, su ejemplo, su consejo y visión clara de las
cosas hayan tenido eco tan difundido entre aquellos con quienes convivió.
En contacto constante
con el labriego, penetra en su vida y conoce sus estrecheces, sus problemas.
Nace de ello su interés por los problemas económicos y sociales de nuestra
agricultura y los cultiva y enfoca con tal claridad y tino, que no pocos de sus
escritos sobre estas materias tienen hoy, si cabe, una mayor actualidad que en
el momento de publicarlos, por la urgencia e intensidad con que acucian hoy los
problemas que plantea la reforma agraria del campo español.
La labor de D. José
Cascón ha sido formidable. Terminó sus estudios en la Escuela Especial de
Ingenieros Agrónomos de la Moncloa en el curso de 1874-75, y sus primeras
publicaciones, producto de los años mozos de experiencia profesional transcurridos
en los campos salmantinos, versan sobre variedades de trigo y crédito agrícola.
Ya entonces merecen la atención de los poderes públicos y se le adjudica un
galardón por su memoria sobre este último tema. Entra en el servicio del Estado
y, después de dejar honda huella de su paso por varios puestos a que se le
envía en las provincias de Santander y
Soria, y de redactar el
proyecto de la Granja Experimental de Valladolid, llega, en I905, a Palencia,
con la misión de crear la Granja Agrícola. Los once años que la dirigió son la
médula de su labor agronómica.
Llega a la Tierra de
Campos. El secano tenía sus problemas de sequía, abonos, maquinaria, etc., sin
resolver y agudizados porque la ganadería lanar de la comarca sólo era motivo
de preocupación y pérdidas para el labriego.
Cascón estableció
experimentalmente los fundamentos del cultivo de secano y la razón de ser del
barbecho, rehabilitando nuestro cultivo tradicional y anticipándose a los
trabajos de los agrónomos norteamericanos sobre el dry-
farming.
Como problema
fundamental del campo español señaló el funesto divorcio de la agricultura con
la ganadería y la imprescindible necesidad de aumentar el peso vivo mantenido
por hectárea, mediante la producción de forrajes.
Convocatoria actual de los premios 'José Cascón' |
Resuelve de este modo
el problema de la producción del estiércol que necesitan nuestras tierras de
secano, tan pobres en materia orgánica.
Estudió allí también,
y resolvió, los problemas de la alimentación animal como base de mejora de la
ganadería. Dio normas sobre las diferentes clases de ganado, dedicando especial
estudio a la oveja churra de Tierra de Campos, por ser el ganado lanar el
adecuado para las altas mesetas castellanas. De estas materias se ocupa uno de
sus mejores libros: «El estiércol y la alimentación animal».
Fue en Palencia
también donde, continuando trabajos iniciados en Ciudad Rodrigo, estudió a
fondo el problema triguero, ensayando diversas variedades de trigo y mejorando
las más aptas para aquella comarca. Y allí encontró soluciones a los principales
aspectos del cultivo cereal: siembras, labores, alternativas y abonos.
Al terminar su
gestión al frente de aquel centro, estos problemas estaban resueltos, gracias a
la tenacidad y energía con que a ellos se dedicó el agrónomo benemérito.
Su labor prodigiosa
no se limita a esto. Cascón estaba siempre haciendo agricultura. Trabaja y
escribe sobre regadío, vides y vinos, cultivos forrajeros, ensilaje y
henificación. En una palabra, sobre cuantas facetas puede ofrecer la ganadería
y la agricultura de las regiones castellanas. Sus monografías sobre los
sistemas de explotación característicos de éstas están llenas de interés y de
enseñanzas.
Pasó sus últimos años de vida oficial activa en la Junta Consultiva Agronómica y, cuando la edad le impone la jubilación, se retira a su querida Ciudad Rodrigo. Allí lee, escribe y sigue preocupándose de la agricultura, hasta sus últimos días, con el fervor y entusiasmo de siempre.
Pasó sus últimos años de vida oficial activa en la Junta Consultiva Agronómica y, cuando la edad le impone la jubilación, se retira a su querida Ciudad Rodrigo. Allí lee, escribe y sigue preocupándose de la agricultura, hasta sus últimos días, con el fervor y entusiasmo de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.