viernes, 12 de diciembre de 2014

1929: novillos de muerte para salvar el Carnaval

Nadie quiso enterarse. Tal vez pasó inadvertido para los mirobrigenses y las autoridades locales. El 14 de junio de 1928 la Gaceta de Madrid publicaba una orden del ministro de la Gobernación, el militar gallego Severiano Martínez Anido[2], prohibiendo la celebración de capeas “cualquiera que sean las condiciones y edad del ganado que en ellas hubiere de lidiarse”. Era una estocada para el Carnaval mirobrigense. Pero nadie pareció o quiso enterarse, pensando quizá que, como había ocurrido con otras normativas antitaurinas, se relajaría u obviaría su aplicación.

            Ciudad Rodrigo, los mirobrigenses y sus autoridades, estaban todavía embebidos con la proyección que tuvo para la ciudad la visita de Alfonso XIII, acompañado por un séquito en el que figuraba el presidente del Directorio y del Consejo de Ministros, el general Miguel Primo de Rivera, solemne acontecimiento que tuvo lugar el 25 de mayo de 1928. Aquella estela y la puesta en marcha de otros proyectos de gran envergadura y proyección para el futuro inmediato de Ciudad Rodrigo, ocupaban sobremanera al equipo municipal que seguía presidiendo José Manuel Sánchez-Arjona. Se trataba de importantes iniciativas que avalaban una sobresaliente gestión[3], con un reconocimiento casi general de toda la población y que llevaría, ya por estas fechas, a proponer y plantear un homenaje popular al alcalde mirobrigense que se concretaría el 25 de mayo de 1929 con la colocación de sendas placas de gratitud en el zaguán de la Casa Consistorial y en la plaza de Béjar, que desde entonces se nombraría del Buen Alcalde en honor de José Manuel Sánchez-Arjona de Velasco.

José Manuel Sánchez-Arjona, alcalde mirobrigense
            En medio de todo eso, sin una relevancia especial, ajenos a lo que se avecinaba, el concejo empezó a dar los primeros pasos para la organización del Carnaval de 1929, que se pensaba celebrar del 10 al 12 de febrero siguiendo el patrón acostumbrado. El 29 de diciembre de 1928, el concejal Miguel Cid Sánchez plantea a la comisión municipal permanente que el alcalde vuelva a encargarse de la organización de los festejos carnavalescos y “de la gestión de la autorización correspondiente para celebrar las tradicionales corridas de toros”. Nada nuevo, visto el éxito alcanzado en los años anteriores con la donación de las reses, implicándose directamente el propio alcalde y el consistorio al facilitar sendas corridas de novillos.
            Incluso, ya el 19 de enero, a menos de un mes para celebrar el antruejo, José Manuel Sánchez-Arjona informa a sus compañeros que ha mantenido una reunión preparatoria de las próximas fiestas con los presidentes del Círculo Mercantil y del Casino Mirobrigense, en donde se había insistido en que se obtuviese, sin mayor dilación, “autorización de la superioridad” para celebrar los festejos taurinos. Algo debieron intuir al reiterar con semejante perseverancia al alcalde que gestionase dicho permiso. No obstante, en esa misma sesión se apuntaba ya la procedencia del ganado: una corrida la dará el propio alcalde, otra el resto de la corporación –como en los años precedentes- y para la tercera el presidente del Círculo Mercantil, Francisco M. Apola, compromete una aportación económica de 900 pesetas.
Placa dedicada al Buen Alcalde en la plaza que lleva su nombre
         Por otra parte, de la expresada reunión con los directivos del Círculo Mercantil y el Casino Mirobrigense se concreta también la cuantía económica de los premios de los distintos concursos –carrozas, comparsas y máscaras- y se plantea que los propietarios de los inmuebles en los que se estriban los tablados “cedan por este año los derechos que les están reconocidos, con el fin de que el Ayuntamiento obtenga más recursos para hacer frente a los gastos que la organización de las corridas de este año le han de ocasionar”, previendo ya un cambio en la concreción de los festejos taurinos.
José Manuel de Aristizábal, alcalde de Madrid
            Que ni el alcalde ni el consistorio, y mucho menos los vecinos, se habían enterado de la prohibición de las capeas por el gobierno de Primo de Rivera, la esencia del Carnaval mirobrigense ya que en contadas ocasiones se mataban los novillos, parece evidente cuando el propio José Manuel Sánchez-Arjona, en el extraordinario del semanario local La Voz de Miróbriga[4] de 1954, afirma que la orden ministerial era de 1929, cuando había sido publicada, como se ha dicho, a mediados del año anterior.
            Afirma Sánchez-Arjona en el artículo que titula Notas para una historia del Carnaval de Ciudad Rodrigo, que, cuando trascendió la noticia de la prohibición general de las capeas, “la consternación en Ciudad Rodrigo fue enorme, ya que la disposición gubernamental era tanto como la puntilla, hablando en términos taurinos, para nuestros carnavales. Del clamor del pueblo se hizo eco el municipio y yo, como alcalde, salí sin pérdida de tiempo para Salamanca a hablar sobre el asunto con el gobernador”.
            La entrevista del alcalde con Enrique López Sanz, gobernador civil de Salamanca, fue infructuosa: “Para mis pretensiones –puntualiza José Manuel Sánchez-Arjona-, una verdadera desilusión, ya que de modo categórico se negó a autorizar las corridas, fundándose, como era lógico, en la reciente disposición gubernamental y en una enérgica circular del Ministerio de la Gobernación corroborando aquel real decreto”.
Miguel Primo de Rivera
            Pese a la negativa del gobernador, el alcalde se decide a visitar instancias superiores intentando mitigar el efecto de la citada orden ministerial: “En vista de mi fracaso –explica- aquella misma tarde continué mi viaje a Madrid y al día siguiente pude ser recibido por el presidente del Consejo de Ministros, general Primo de Rivera, en su despacho oficial, al que expuse mi pretensión de que fuera revocado aquel real decreto o, por lo menos, de que se hiciera una excepción para nuestro pueblo”. Las gestiones para abrir las puertas de la presidencia del gobierno a José Manuel Sánchez-Arjona fueron aceleradas por su primo político José Manuel de Aristizábal[5], a la sazón alcalde de Madrid entre 1927 y 1930, aunque Sánchez-Arjona mantenía cierta amistad con el general, sobre todo después de la visita que hizo a Ciudad Rodrigo en mayo de 1928.
            El alcalde mirobrigense expuso a Primo de Rivera el motivo de su visita, escuchándole este con “benévola sonrisa”. Cuando terminó la exposición, el general le contestó, siempre según el propio José Manuel Sánchez-Arjona:
- “Querido alcalde. Usted conoce mi fervor por Ciudad Rodrigo y mi sincera amistad hacia usted, pero esto que me pide y a los pocos días de publicarlo en la Gaceta el referido decreto, sería pedir demasiado a un gobernante.
- Todo se puede arreglar con buena voluntad, le repliqué yo entonces.
- A ver... Usted dirá.
- Las corridas de toros y novillos en las que actúan toreros y hay toros de muerte pueden seguir celebrándose, ¿no es eso?
Albricias en el semanario Miróbriga por la esperada noticia
- ¡Claro, desde luego!
- Pues vamos a hacer un ‘mitad y mitad’. Yo contrato a un novillero para que mate dos novillos cada tarde, y después se lidian otros que no serán de muerte y en los que si el público se echa al ruedo contraviniendo lo ordenado, yo, como alcalde, seré el responsable de las sanciones a que, según mi juicio, se hagan responsables.
- Perfectamente. Usted ha ganado –me dijo el general-. Y créame que me alegro de esta fórmula conciliadora que me parece van a querer seguir en muchas de las capeas que se celebran en España. Después de todo, no deja de ser algo que suavizará y limitará sin duda los trágicos casos que se dan a veces en estas fiestas que es a lo que todo tendíamos”.
            Los mirobrigenses estaban en vilo. Nada sabían del resultado de las gestiones del alcalde y menos de la entrevista mantenida con el presidente del gobierno, con lo que “un pesimismo y miedo grandísimo” se cernía en Ciudad Rodrigo “por la posible no celebración de las corridas carnavalescas”, apuntaba Miróbriga en su número del 3 de febrero. “No éramos nosotros solos –insistía-, sino todos los mirobrigenses; pesimismo y miedo que fue en aumento al pasar la noche del sábado 26 [de enero] sin que el teléfono o el telégrafo nos comunicase la grata nueva de haberse obtenido permiso”.
Programa del Carnaval 1929 publicado en Tierra Charra
            Pasó el fin de semana sin que hubiera noticias: “el teléfono no comunica nada, ni siquiera el curso de las gestiones”, por lo que el desánimo crece entre los mirobrigenses, que no tenían otro tema de conversación en las tertulias o en la barra de los bares, llegando incluso a aventurar las pérdidas económicas que supondría la suspensión de los  festejos taurinos. Otros, incluso, proyectaban sus vacaciones en Portugal para olvidar lo que supondría pasar un Carnaval en Ciudad Rodrigo sin toros.
            El lunes, 28 de enero, se mantiene la incertidumbre al carecer de noticias. Va en aumento el pesimismo, que afecta –según rumores- al resto de la programación: la empresa del Teatro Nuevo, San Galo, renunciaría a traer compañías a su espacio escénico si no se contaba con el tirón de los toros. “Todos decíamos: vaya unos carnavales aburridos que nos vamos a pasar”, apuntaba el redactor del citado semanario católico.
            José Manuel Sánchez-Arjona, desde Madrid, una vez terminada la entrevista con Primo de Rivera, se dirige a la oficina de telégrafos que encuentra primero. En torno a las siete de la tarde llega el esperado telefonema[6] a la central telefónica de Ciudad Rodrigo[7]. Inmediatamente, en el lugar más próximo, la dulcería de Manuel Sánchez, se da cuenta de la buena nueva: el alcalde ha obtenido permiso para que los mirobrigenses disfruten de su inveterado Carnaval taurino. “Todo es alegría y entusiasmo; la noticia corre por la ciudad y arrabales con más velocidad que el viento” –señalaba Miróbriga-. “Se tiran cohetes, la música recorre las calles de la ciudad hasta las dos de la madrugada y no se oye otra cosa que ‘¡ya hay toros! ¡Viva el alcalde!’ Un entusiasta propone que se toque el reloj suelto... Se dirigen telefonemas de felicitación y todo es entusiasmo y alegría”, relata el citado semanario.
Autorización para los festejos taurinos
            Al día siguiente, martes, se confirma oficialmente la noticia. El consistorio, a la vista de la premura con que debe actuar, ajusta la compra de los 12 novillos que protagonizarán las corridas de muerte: “bien encastados, unas verdaderas peras en dulce para que sean estoqueados en las corridas carnavalescas”, apunta Miróbriga.
            Se aventuraba apoteósico el regreso del alcalde desde Madrid. Llegó el miércoles por la noche y el vecindario quería darle muestras de su cariño y reconocimiento por las gestiones realizadas: “Los vivas y los aplausos duraron largo rato y el público se estacionó frente a la magnífica morada del señor alcalde. Una rondalla le obsequió con una serenata y por todos los sitios donde va no deja un momento de recibir felicitaciones y enhorabuenas”, sentenciaba Miróbriga. Pero dejemos que sea el propio alcalde quien lo cuente: “A los pocos días –y seguimos ahora el escrito del alcalde en La Voz de Miróbriga-, el recibimiento que a mi regreso me hicieron en Miróbriga fue sumamente cariñoso. Las caras largas y tristes que había dejado al marchar a Salamanca y Madrid se habían vuelto de nuevo risueñas, con esa alegría peculiar en los mirobrigenses en vísperas de Carnaval. La comparsa Los Becuadros –realmente se trataba de Los X- recorría ya las calles con su música y fueron a mi casa a ofrecerme una serenata en la que cantaron unas coplas de las que recuerdo solamente el estribillo aquel de:


Toreros de postín
nos trajo don Manolo
cuando se fue a Madrid
a gestionar los toros.
Gracias debemos darle
porque si no es su gestión
nos quedamos sin toros,
en esta población.

            Discrepa Tierra Charra sobre el día de la llegada del alcalde a Ciudad Rodrigo, aunque no en el fondo de la cuestión: “El jueves en la noche llegó –un día después de lo que decía Miróbriga-, procedente de la Corte, nuestro alcalde, y no pasarían diez minutos de su llegada cuando una inmensa muchedumbre se estacionó en el Campo del Trigo y calle de Dámaso Ledesma vitoreando a nuestra primera autoridad. Le dieron diferentes serenatas y hasta las once y media siguió el público en la calle aclamando constantemente al alcalde”.
Encierro del Carnaval de 1929 en una instantánea de Agustín Pazos
    Con rapidez, el consistorio hace las gestiones para contar con los novillos que serían lidiados y muertos a estoque en el coso mirobrigense: “Para amoldarse a las nuevas disposiciones de la R. O. del 13 de junio que prohíbe terminantemente las capeas, el alcalde ha dispuesto que los encierros se celebren a las once de la mañana[8]”. Así pues, se suprimía la tradicional prueba matinal, ya que los novillos que se encerraban serían los dispuestos para los festejos vespertinos, previstos para las tres de la tarde, en el que se les daría muerte a estoque.
El novillero Manolo Agüero
          También con suma celeridad se difunden los carteles. Los cuatro novillos que se lidiarán cada tarde pertenecen a la vacada de Genaro Pérez, de Fuenterroble. En el primer festival taurino actuarán, según las previsiones, los diestros Francisco Tamarit, Chaves[9]; Martín Agüero[10] y los novilleros José Pastor[11] y Manuel González, Manolete. La segunda corrida tendrá como protagonistas, en principio también, al bilbaíno Martín Agüero, que repite; al torero Eladio Amorós[12] y a los matadores de novillos Guillermo Martín[13] y Prudencio García Encinas[14]. El último festejo contaría nuevamente con la participación de los diestros Chaves y Amorós y los novilleros Manolo Agüero[15] y Félix Rodríguez II[16]. Todos los matadores se ofrecieron desinteresadamente al alcalde, lo que no fue óbice para que, a la postre, el ayuntamiento tuviera que hacer frente a una sanción de 200 pesetas impuesta por la Asociación de Matadores de Toros y Novillos a los citados diestros y novilleros por participar gratuitamente en los festivales y que el consistorio no tuvo más remedio que satisfacer con fecha de libranza del seis de abril.



[2] Ferrol, La Coruña, 21 de mayo de 1862 - Valladolid, 24 de diciembre de 1938. Fue un militar español, ministro de la Gobernación con la dictadura de Primo de Rivera y Ministro de Orden Público del primer gobierno del general Franco.
[3] Se había conseguido, en 1928, del Ministerio de la Guerra la cesión del castillo de Enrique II para instalar en sus dependencias, primero, un museo regional nutrido con importantes donaciones, y posteriormente un hotel de turismo, inaugurado el 2 de octubre de 1929, germen del Parador actual abierto al público en 1929. Por otra parte, el 20 de octubre de 1928 se había inaugurado el Instituto Local de Enseñanza Secundaria que tendría su sede en la Casa de la Tierra a partir del 17 de enero de 1929, una vez concluidas las obras de adaptación. Mientras se ejecutaban, se dieron las clases en dependencias del seminario conciliar. Por otra parte, se estaba completando la red de abastecimiento de agua potable.
[4] La Voz de Miróbriga comenzó a publicarse el día 13 de julio de 1952 impulsada por Horacio García Lorenzo, Ramón Morales, José María Blanco, José Manuel Hidalgo, Abraham Cid, Ángel Hernández, Luis Vicente e Ignacio María Domínguez. Durante los primeros meses asumió la dirección Horacio García que la pasó a Jesús Huerta manteniéndola hasta los primeros años de la década de los 80 del pasado siglo. En esta fecha, Huerta vendió la cabecera del semanario a José Marcos-Casamar que asumió la dirección hasta su último número, el pasado día 27 de diciembre de 2013.
[5] Estaba casado con su prima María del Rosario Sánchez-Arjona de Velasco, hija de Luis Sánchez-Arjona de Velasco y de Soledad de Velasco Sánchez-Arjona. La ceremonia matrimonial se celebró en el oratorio particular de Luis Sánchez-Arjona el 9 de octubre de 1911.
[6] Despacho telefónico. Comunicación verbal vía telefónica que al llegar al receptor se traslada a papel para su conocimiento y difusión.
[7] Estaba instalada en la planta principal del edificio de la antigua audiencia, propiedad de Fernando León. Fue inaugurada el 20 de enero de 1926.
[8] Tierra Charra, número del 3 de febrero de 1929.
[9] Torero valenciano, natural del barrio de El Grao en donde nació el 18 de octubre de 1897. Tomó la alternativa en la plaza de toros de Valencia el 26 de septiembre de 1925, de manos de Nicanor Villalta. Confirmaría la alternativa el 22 de mayo de 1927. No tuvo suerte en el ejercicio de torero al ser castigado con múltiples cornadas. Cambió de aires, amedrentado por su mala fortuna, y se estableció en México. Allí trocó en subalterno integrándose en la cuadrilla de Jesús Solórzano. Retirado, ejerció de pequeño industrial en México DF, en donde murió el 23 de septiembre de 1964.
[10] Nació en Bilbao el 3 de febrero de 1902, siendo el primogénito de siete hermanos de los que Manolo Agüero y José Agüero fueron novilleros. Fue considerado el mejor estoqueador de la década de 1920, esto tiene especial relieve debido a que en ella se encontraron los excepcionales y gran parte de los considerados mejores matadores de toros que han existido, tales como Diego Mazquiarán, Fortuna, Nicanor Villalta, el mexicano Luis Freg y el propio Martín Agüero. Tomó la alternativa en Málaga el 31 de agosto de 1924, con reses de Felipe de Pablo Romero y con Manuel Jiménez, Chicuelo, de padrino y Luis Fuentes Bejarano de testigo. Confirmó su alternativa en Madrid el 7 de junio de 1925 alternando con Ricardo Anllón, Nacional, y Gitanillo de la Ricla con toros de Antonio Pérez de San Fernando. Sufrió numerosos percances que derivaron, con el tiempo, en la amputación de sus dos piernas. Falleció en Bilbao el 11 de julio de 1977.
[11] José Pastor Mezquida, novillero y torero valenciano natural de Oliva, nacido el 15 de enero de 1903. Tomó la alternativa poco después de actuar en Ciudad Rodrigo, en concreto el 17 de marzo de 1929 en la plaza de Barcelona, de manos de Antonio Márquez.
[12] Eladio Amorós Cervigón fue un torero español nacido en Madrid el 27 de septiembre de 1903 y muerto en Salamanca el 28 de enero de 1987, adonde se había trasladado de muy corta edad. Tomó la alternativa en Zaragoza el 13 de octubre de 1928. Su padrino fue Chicuelo y ejerció de testigo Nicanor Villalta. Los toros eran de la ganadería de Graciliano Pérez-Tabernero. En los carteles actuó con el apodo de ‘El Chico de la Revoltosa’, en referencia al nombre de la zapatería que tenía su familia en Salamanca. Confirmó alternativa en Madrid el 21 de abril de 1929, con Marcial Lalanda de padrino y Vicente Barrera de testigo.
[13] Guillermo Martín, Martinito, nació en Sevilla en 1902. Debutó como espada formal en la feria de Algeciras de 1922, Llegó a presentarse como novillero en Madrid y recorrió los principales ruedos ibéricos en tal categoría. Cambió muleta y estoque por capote de brega y rehiletes y se colocó, antes de la Guerra Civil, en varias cuadrillas de tronío, como las de Cagancho, Ricardito González, Antonio Márques, Jesús Solórzano y Pepe Gallardo, entre otros. En el año 1936 estuvo en América como matador, de nuevo, e incluso llegó a tomar una alternativa, inválida en España, en Uruguay. Formando parte de la cuadrilla de Antonio Bienvenida, se retiró cuando este, el 16 de octubre de 1966.
[14] Unas curiosas notas de este joven novillero la encontramos en El Heraldo de Madrid del 12 de julio de 1928: “¿Otro fenómeno? De estudiante de Medicina a matador de novillos. En la Universidad de Salamanca había un estudiante de Medicina que dedicaba más atención a la lidia de reses que a los libros. Más de una vez faltó a clase por tomar parte en algún tentadero o presenciar las corridas que se celebraban en los pueblos de la provincia. Inútilmente pretendieron corregir esta afición los parientes del joven estudiante. Pusieron en práctica todos los medios persuasivos, pero García Encinas –nombre de guerra del nuevo torero- hizo caso omiso de advertencias y de reconvenciones. Olvidaba la Anatomía, pero, en cambio, se perfeccionaba en el lance a la verónica y en el muletazo al natural. Y comprendiendo que no hay forma de hacerle abandonar el camino voluntariamente emprendido, parecen dispuestos a que el nuevo lidiador demuestre ante los públicos su arte depurado; porque, según afirman quienes le han visto torear, García Encinas es un estilista. Tanto, que solo puede comparársele con ese diestro, que siendo el ídolo de los públicos, se resiste a torear. García Encinas, el nuevo fenómeno tauromáquico, según sus paisanos, se presentará ante la afición de Ciudad Rodrigo el día 25 del corriente, lidiando, en unión de Félix Rodríguez II, cuatro novillos de D. Francisco Rodríguez Pacheco”.
[15] Manuel Agüero Ereño nació en Bilbao el 31 de diciembre de 1910, siendo el cuarto de siete hermanos de los que Martín Agüero Ereño y José Agüero fueron matador y novillero de toros respectivamente. Sus comienzos profesionales se iniciaron en 1927 manteniéndose en activo, como novillero, hasta 1943. Posteriormente, ejerció de banderillero hasta 1962. El día 21 de marzo de 1927, con solo dieciséis años, alternó en Madrid con Chiquito de la Audiencia. Entre 1927 y 1943 toreó numerosas novilladas sin decidirse a tomar la alternativa, entre otras causas, por la ruptura que supuso en su carrera la guerra civil española. En 1962 se retiró de banderillero dedicándose exclusivamente a su trabajo en la imprenta ‘El Arte de Imprimir’, propiedad del destacado aficionado taurino y ‘cocherista’ Dionisio Álvarez. Falleció en Bilbao el 25 de enero de 1990.
[16] Félix Rodríguez Antón, Félix Rodríguez II. Novillero, matador de toros y ganadero natural de Fuentelapeña (Zamora). Tomó la alternativa en su ciudad natal el 9 de septiembre de 1932, actuando como padrino Manuel Jiménez, Chicuelo II, y con toros de la ganadería de Alipio Pérez Tabernero Sanchón. Félix Rodríguez falleció en Medellín (Colombia) el 1 de octubre de 1986. Tenía en las estribaciones del Nevado del Ruiz una ganadería de lidia llamada Fuentelapeña en honor al pueblo zamorano donde había nacido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página.