La prensa local,
provincial y nacional se hizo eco de un “macabro” –con este calificativo fue
tildado- accidente de circulación ocurrido en las inmediaciones de Sancti Spíritus,
concretamente en los conocidos como Puentes de Castillejo, en la tarde del 14 de
septiembre de 1924. Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Municipal
mirobrigense acompañaban –escoltaban más bien- a un rico propietario de la
villa de El Bodón, el también ganadero Demetrio Durán Risueño, que se había
trastornado –“alienado” significaban algunos medios de comunicación- como
consecuencia del desenlace de un negocio que traía entre manos y que le produjo
un “estado de anormalidad nerviosa”, como eufemísticamente apuntaba el
semanario Miróbriga en el relato del
suceso, quien precisó tratamiento en un centro asistencial de Salamanca.
Demetrio Durán Risueño, casado, de
51 años de edad, exalcalde de El Bodón, según se señalaba en distintos
periódicos –no en el semanario católico local, que fue respetuoso con el
tratamiento de la noticia- “se había vuelto loco del efecto que le produjo el
habérsele muerto todos los cerdos de una numerosa partida que compró para
revenderlos después de cebados”. Su estado de enajenación fue tal que precisó
su traslado a Salamanca para intentar devolverle la cordura y evitar que su
estado de suma excitación provocase algún tipo de incidentes. No debió ser
demasiado efectivo el tratamiento en la capital salmantina. Por ello y por
orden gubernativa, se decidió el traslado del demente a Ciudad Rodrigo para su
internamiento en un centro asistencial; posiblemente el destino fuera el Hospicio,
con la idea de que fuese superando su trastorno psíquico, aunque no se señala
este extremo en las noticias publicadas.
Demetrio Durán, acompañado por dos
guardias civiles y el agente de la policía local Juan Conde Manuel, viajaban en
un vehículo marca Studebaquer, fabricado en Estados Unidos, conducido por
Eliseo Rivas Marcos, persona conocida entre los mirobrigenses, entre otras
cosas, por haber trabajado durante bastante tiempo en la fábrica de harinas La
Concha, propiedad entonces de María Rosa Sevillano.
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El vehículo, con los custodios
señalados, el choffeur salmantino y
un tal Domingo García –seis personas en total-, salió de Salamanca a primera
hora de la tarde del citado domino septembrino. Todo discurrió con normalidad
hasta llegar al entonces kilómetro 44 de la carretera entre la capital y Ciudad
Rodrigo, ubicado en los conocidos como Puentes de Castillejo. Al tomar una de
las curvas el conductor no pudo evitar el vuelco del vehículo, “con tan mala
fortuna que los ocupantes salieron despedidos y el choffeur quedó muerto en el acto, destrozado el cráneo por el golpe
espantoso”, se refería en el artículo de Miróbriga.
El policía Juan Conde quedó en estado crítico, con fractura de la columna
vertebral, lesión que pocos días después le provocaría la muerte; Domingo
García tuvo un fuerte traumatismo en la espalda, “con hundimiento de la décima
vértebra dorsal, grave; uno de los guardias con la clavícula derecha
fracturada, y el otro con una extensa herida en la cabeza y contusiones en las
vértebras”, señalaba el diario católico La
Cruz, editado en Tarragona.
¿Y que ocurrió con el demente, el
protagonista del suceso? Fue el único indemne, físicamente, porque “al ocurrir
el vuelco, el loco salió de entre los restos del coche y en medio de los
heridos, que tirados en la carretera demandaban socorro, se puso a cantar y a
bailar. A los pocos minutos tuvo un momento de lucidez y se convirtió en auxiliar
de los heridos”, explica el citado diario tarraconense. Poco tiempo después del
accidente pasaría otro automóvil, cuyo ocupante u ocupantes que se afanó/aron
en atender a los heridos. Llegaron más ayudas y se determinó el traslado de las
víctimas a un centro hospitalario de Salamanca, incluido Demetrio Durán
Risueño.
“Lo horroroso del accidente ha
causado general pena en Ciudad Rodrigo por tratarse de familias muy apreciadas
en la localidad y a quienes aquel ha sumido en el dolor más horrible”,
sentenciaba el semanario mirobrigense Miróbriga.
Los titulares que aparecieron en la
prensa periódica allende los límites provinciales son expresivos: “Sólo se
salvó el loco”, apuntaba el citado La
Cruz; “Vuelca un automóvil y un loco que en él iba baila junto a un
cadáver”, señalaba El Porvenir Castellano
de Soria; o el ladillo de “Un loco baila la danza macabra” que refería La Libertad de Madrid.
También se hizo eco la prensa extranjera: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k7619251x.langES
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