La configuración
urbana del recinto amurallado mirobrigense pone en evidencia la existencia de
cuatro vías cardinales vinculadas a las entradas o salidas al casco histórico,
a cuatro de las puertas más ancestrales –como se sabe, existieron y existen
otras- de Ciudad Rodrigo: las de La
Colada , la de Santiago, la del Conde y la del Sol. Significar
que también se corresponden con los cuatro puntos cardinales: la de La Colada situada en el
poniente en confrontación con la del Sol, ubicada al levante, mientras que la de
Santiago apunta al mediodía y la del Conde se concreta en el septentrión.
Lógicamente estas cuatro puertas
enfocaban y desembocaban con lo más relevante de la estructura urbana
mirobrigense, con calles principales que, en general, se conocían por el nombre
de las puertas de situación. No obstante, estos vanos en la muralla en
diferentes momentos de la historia local fueron considerados como padrastros o
portillos, especialmente la
Puerta del Sol, que buena parte de su historia, de forma sustancial,
la soportó sin el fin para el que fue concebido: la comunicación a través de su
bóveda con el Arrabal de San Francisco a través de las calles de La Magdalena y su
bifurcación por la de San Miguel, dos iglesias desaparecidas en el siglo XVIII.
Accesos a la Puerta del Sol antes de las últimas reformas |
Las necesidades de la defensa del
recinto murado por el levante no eran tan acuciantes como en la zona noroeste,
ubicación de los tesos de San Francisco, un padrastro utilizado en sucesivos
capítulos bélicos de la historia mirobrigense, aunque en algún momento, como en
el sitio de Enrique II de Trastámara en el siglo XIV, tuvo cierto protagonismo
en el escenario del cerco ordenado por el monarca castellano, ya que el asedio
fallido se produjo precisamente entre el actual Puente de San Felipe –obra de
la fortificación abaluarta emprendida en el siglo XVIII- y las inmediaciones de
lo que se conocía como Puerta de los Sexmeros, ubicada en el exterior de la Puerta del Sol, hacia el
sur, un postigo abierto en la cerca del arrabal, fortificación que precisamente
partía de este punto para proteger buena parte del Arrabal de San Francisco y
que remataba su definición estructural entre las puertas Nueva y del Rey, cerca
de la brecha que sucesivamente se abrió en 1706, 1707, 1810 y 1812.
Aunque nunca pareció excesivamente
relevante la posibilidad de un ataque enemigo por este flanco, reforzado por la
cerca del arrabal, buena parte de la historia de la Puerta del Sol se nutre en
su nulidad para la comunicación entre el recinto murado y el arrabal, ya que
durante décadas, incluso siglos, estuvo cerrada, aunque no cegada, caso al que
fue abocada en distintos momentos la
Puerta del Rey, ubicada precisamente en lo que después se
convirtió en La Brecha. Baste
como ejemplo el debate y votación que los regidores mirobrigenses
protagonizaron el 11 de diciembre de 1651, en plena Guerra de Secesión de
Portugal, sobre la conveniencia o no de cerrar las puertas del Rey y del Sol: Los señores D. Diego Pacheco de Carabeo y D. Juan Turbique dijeron a la Ciudad que el señor
Sargento Mayor, D. Felipe de la
Maza , les había dicho diesen cuenta a la Ciudad , como lo hacían, el
que convendría mucho para la seguridad de ella se cerrase la Puerta del Rey por el
riesgo que tenía viniendo el rebelde, por tener allí tan cercanas las casas que
están por de fuera de dicha puerta, que así la Ciudad ordenase en razón de
ello lo que fuese servida. El señor D. Antonio Rodríguez de Jaque propuso el
que también convendría el que se cerrase la Puerta del Sol; y sobre si se había de cerrar o
no se votó en la manera siguiente:
El señor D. Diego del Águila dijo que su voto
y parecer es que ambas puertas se cierren, la Puerta del Rey a piedra y la de la Puerta del Sol con la
puerta que tiene. El señor D. Esteban Sánchez, teniente de alguacil mayor, votó
lo mismo. El señor D. Juan Turbique votó lo mismo. El señor D. Juan de Miranda
votó lo que el señor D. Diego del Águila. El señor D. Antonio Brochero votó lo
mismo. El señor D. Antonio Rodríguez de Jaque votó lo mismo. El señor D. Juan
de Miranda se reformó en su voto y dijo que su voto era el que la dicha puerta
no se cierre por ser muy de servicio para los labradores de esta ciudad y ser
muy fuerte, que tiene tres puertas que son de mucha defensa. El señor D.
Fernando Núñez de Jaque votó el que la Puerta del Rey no se cierre y que la Puerta del Sol se cierre
con sus puertas, cerrojo y llave. El señor D. Félix Rodríguez Pacheco dijo que
su voto era el que la dicha Puerta del Rey no se cierre y haga para su mayor
defensa lo que el señor maestro de campo ha dicho, que es hacer un parapeto a
la puerta de la estacada y un cuerpo de guardia entre el rastrillo y la primera
puerta, y en la dicha primera puerta un postigo para la retirada. Y que la Puerta del Sol se cierre
con llave. El señor D. Juan Barba votó el que no se cierre ninguna de dichas
puertas. El señor D. Miguel Muñoz votó lo mismo. El señor D. Diego Pacheco de
Carabeo votó lo que el señor D. Diego del Águila. El señor D. Francisco de
Jaque votó el que no se cierre ninguna de dichas dos puertas y que en la del
Rey se haga todo lo que el dicho señor D. Félix Pacheco refiere en su voto. El
señor D. Juan de Burgos votó lo que el señor D. Diego del Águila.
Y regulados los votos, pareció ser la mayor
parte el que las dichas dos puertas se cierren, la del Rey de piedra y todo, y
la del Sol con sus puertas, cerrojo y llave.
Imagen retrospectiva de la Rúa del Sol hacia la homónima puerta |
Además, esta puerta,
como el resto, estaba dotada en su momento con un rastrillo, del que no queda
impronta de su definición por las sucesivas reformas que ha soportado este vano
en la muralla, la última en 1868. La puerta quedaría expedita a partir de
entonces, aunque la comunicación con el arrabal no se concretaría, y de forma
provisional, hasta los albores del siglo XX, cuando la Comandancia de
Ingenieros de Ciudad Rodrigo autorizó al Ayuntamiento a construir un puente de
caballetes para salvar el hornabeque y enlazar con el revellín de San Andrés
construido por el gobernador Pérez de Herrasti en los preparativos del sitio
napoleónico de 1810. Además, la comunicación con el arrabal se afianzaría a
través del terraplén sobre el glacis que en el primer tercio del siglo XX se
realizó entre el revellín de San Andrés y las inmediaciones del fenecido Árbol
Gordo con “la tierra que cubría las bóvedas de la nave lateral del Evangelio”
de la Catedral
de Santa María, afirma el historiador Mateo Hernández Vegas en una nota a pie
de página de su obra Ciudad Rodrigo: la Catedral y la Ciudad.
Sirvan estas notas
sobre la Puerta
del Sol para considerar la relevancia que pudo tener este enclave de la
fortificación en la definición de la estructura urbana del casco histórico de
Ciudad Rodrigo. En torno a la susodicha Puerta del Sol y desde la Plaza Mayor , la cartografía que
se conoce y se utiliza para este estudio apunta la existencia de ocho manzanas
urbanas, cuatro a la derecha y otras tantas a la izquierda, siendo las más voluminosas
o extensas las situadas en la inmediación de la Plaza Mayor , en la calle conocida
como Rúa Nueva, en contraposición a la Rúa
Vieja , que partía del centro de la Plaza Mayor y posteriormente
pasó a denominarse calle de la
Tabernilla del Vino Blanco o simplemente Tabernilla, ahora
llamada calle Madrid. La Rúa Nueva
llegaría aproximadamente hasta las actuales calles del Arco y de Agustín San
Ezequiel ‘Triguito’, antes de la
Manga o Mangada, comenzando a partir de aquí otra vía urbana,
aunque fuera mera extensión de la Rúa Nueva ,
que a mediados del siglo XVII se denominaba como el mismo postigo de la
muralla, es decir, calle de la
Puerta del Sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.