Antes de que
finalizase junio de 1908, el día 29, festividad de San Pedro, el coso
mirobrigense ubicado en los corrales del Hospicio acoge un nuevo espectáculo
taurino, otra becerrada mixta –muerte y capeones- para los aficionados locales
y a beneficio de los pobres de la localidad[1]. De
nuevo pisarán el ruedo conocidos mirobrigenses, como Vasconcellos, Huertas,
Sánchez Manzano, Nemesio, Santiago Sánchez, El Aldeano… que dieron cuenta de
los tres becerros que se lidiaron. Pero las cosas no salieron como estaban previstas,
ya que hubo una bronca monumental iniciada cuando silbaron la actuación de
Arturo Vasconcellos al coger los trastes para matar. Mata-Reses, crítico
taurino de La Iberia, arremete contra
quienes van a la plaza y no tienen “ni idea de lo que son corridas de toros, ni
de becerros, ni respeto a la autoridad, ni van a la plaza más que a armar
escándalo, sin medir las consecuencias”.
Lorenzo Roldán, en su etapa de alcalde mirobrigense |
El alboroto que se monta es tal que el presidente del festejo, Lorenzo
Roldán, a la sazón alcalde accidental de Ciudad Rodrigo, llega a denunciar “al
Juzgado a diez o doce individuos”, incluso uno de ellos fue multado e ingresó
en la “perrera”. Se trataba del puntillero oficial, el que estaba anunciado en
el cartel –Mateo Cid-, que dio la puntilla a un becerro cuando el público saltó
al ruedo, “navaja en mano y apuñalaban al pobre animal, mucho menos bruto que
ellos”, afirma el crítico de La Iberia , quien
también recrimina a la presidencia su actitud y las denuncias formuladas, ya
que con una multa podría haberse arreglado el asunto, según argumenta Mata-Reses.
Pero veamos, en letra del corresponsal de El Lábaro, el desarrollo de este peculiar festejo –obvió en su
crónica alguno de los incidentes señalados por La
Iberia- que, como entradilla, deja meridianamente claro
lo que ocurrió: “La novillada de ayer. Pánico. A la enfermería. Muerte alevosa.
El Aldeano. Estocada maestra…”
Afirmaba el redactor del citado diario destacado en Ciudad Rodrigo que
“con una entrada de esas que hacen poner la cara alegre a los empresarios, se
celebró ayer tarde la novillada en la que los jóvenes y casados se las
entendieron con tres bonitos novillos de la ganadería de Aparicio, de esta
ciudad.”
“A las cuatro y media en punto aparece en la presidencia D. Lorenzo
Roldán, siendo ovacionado. Después de las formalidades de rúbrica, salta a la
arena el primero, de muchas arrobas, parándole los pies Vasconcellos y Huertas.
Nemesio, después de muchos preparativos, clava… en el suelo, siendo cogido y
volteado sin consecuencias.
“Empieza el pánico. Santiago coloca un par a la media vuelta, repitiendo
ambos con medio par. Cambio de suerte y sale Vasconcellos con los avíos de
matar; brinda, da unos cuantos pases de esos que no tienen imitación, se
perfila, dando una estocada que abre un ojal, muriendo el novillo de
aburrimiento. (Pitos y…).
“Segundo. De menos libras que el anterior y con reumas. Manzano le para
los pies y hace una faena de maestro; Galache coloca medio par saliendo
enganchado y defendiéndose a patadas. Manzano coloca un buen par y Eduardo no parece,
por lo que el presidente le impone una multa.”
“Tocan a la suerte suprema y Huertas, con los avíos en la mano, recita un
verso a la presidencia; se dirige al novillo, le da unos pases, quedando el
cuerpo al descubierto; se perfila y da una estocada en el aire, otra del mismo
calibre, siendo cogido aparatosamente, retirándose a la enfermería, donde fue
reconocido por el facultativo Sr. Mirat, certificando que aunque la herida no
revestía importancia, le impedía continuar la lidia.”
Vasconcellos coge los trastos, protestando el público, que arma una
bronca monumental. Viendo el presidente el mal carácter del público, ordena
salgan los mansos. Nueva bronca y los lidiadores se tiran al novillo, dándole
muerte con la puntilla. Estos señores son llamados a la presidencia, y lo que
hubo no lo sé.
“Tercero. Más grande que sus hermanos y con unas velas que me río yo de
las que llevan los buques. Pero, y los toreros ¿dónde están? Por fin sale
Manzano, quien le obsequia con unas verónicas que son muy aplaudidas. Un
aficionado que responde por El Aldeano, pide permiso a la presidencia para
banderillear, concediéndosele. El público le da una gran ovación. Puso un par
de banderillas en silla, superior, y otro al cambio, archi, llenándose el ruedo
de puros, sombreros y monedas. A petición del público coge los trastos de matar
Manzano. Aldeano le prepara el toro de una manera magistral, siendo muy
aplaudido. Manzano le da unos pases regulares, terminando con una estocada requetesuperior
que hace morder el polvo al novillo. Ovación estruendosa, vuelta al ruedo y
salida en hombros de la plaza. Y hasta otra.”
[1] El Lábaro, en su número del 28 de junio,
da cuenta de los pormenores del festejo: “El día 29, festividad de San Pedro,
se celebrará en esta ciudad una gran novillada a beneficio de los pobres de la
localidad. Se lidiarán tres hermosos novillos toros de la ganadería de la
Sra. Viuda e hijos de D. Juan Aparicio,
vecinos de Ciudad Rodrigo, por las siguientes cuadrillas: Espadas, Alfredo
Vasconcellos, José Huertas y José Hidalgo; banderilleros, Ladislao S. Manzano,
Nemesio Prieto, Santiago Sánchez, Antonio Galache, Eduardo Sánchez y Eusebio
Cid; puntillero, Mateo Cid; peones, Manuel Rivera y Antonio Mateos. Si se salva
la dificultad que hoy existe para encontrar caballos, serán picados por los dos
que figuran como peones. En el caso de que alguno de los toros reuniera
condiciones, serán ejecutadas por individuos de la cuadrilla las suertes
banderillas en silla y el hombre alfalfa. A continuación, serán capeadas por
los aficionados que quieran bajar al redondel, dos o tres reses mayores”.
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