Tras los avatares de la Guerra de la
Independencia, con las graves consecuencias que tuvieron los dos sitios para la
configuración urbana intramuros, el historiador Mateo Hernández Vegas nos hace
una somera descripción de cómo quedó el entorno de la Catedral de Santa María,
lo que después sería bautizado como Plaza de Pérez de Herrasti, en homenaje al
defensor de Ciudad Rodrigo, y que previamente había ocupado una barriada
relevante en su definición arquitectónica: “Aún era más importante y costosa la
obra de desescombrar todo el campo enfrente de la torre [de la catedral] y la
sala capitular. Por efecto de los bombardeos se habían arruinado todas las
casas que había en aquel sitio (casi todas del Cabildo) y los montones de
ruinas unidos a la inmensa cantidad de tierra acumulada allí para proteger el
depósito de pólvora que estaba debajo de la torre, formaban una gran rampa
continua desde la puerta de la iglesia hasta la altura de la muralla”.
Edificio que albergaba la Comandancia de Ingenieros |
A 13 de octubre de 1827, a instancia del
Cabildo, “el gobernador e ingenieros autorizan para quitar la rambla en el
atrio exterior de la iglesia, haciendo otra subida a la muralla donde señale el
ingeniero”. Así lo hizo el Cabildo, construyendo a su costa la rampa de acceso
que estaba frente a la puerta principal del seminario. Pero como todavía quedaron
hacia la muralla muchas ruinas y escombros, a 11 de agosto de 1830, “el
ingeniero manifiesta al Cabildo que piensa allanar la plazuela enfrente de la
torre, y que si el Cabildo lo tenía a bien, derribaría los paredones de las
casas de fábrica, dejando señalados los linderos. Precaución inútil, pues a
pesar de los linderos, el Cabildo, como había perdido las casas, perdió también
los solares. Así conocimos nosotros aquellos caídos, sin más construcción que
un pequeño cuerpo de guardia y el monumento a los héroes del sitio, hasta que
se construyó en nuestro tiempo el edificio que fue comandancia de ingenieros.”
“Pocos años después, en 1836, se
inauguró el monumento a los héroes de la guerra contra los franceses; se trata
de un templete, sobre una base de piedra con unas escalerillas, de cuatro
columnas monolíticas que sostienen sendos dinteles con inscripciones que
recogen los batallones que defendieron la plaza y la dedicación del monumento
por parte del ayuntamiento y de varios ciudadanos; el techo es escalonado y
remata con un adorno un tanto pesado”.
El monumento se colocó en el centro de la plaza, enfrente de la torre y
de la brecha defendida por Andrés Pérez de Herrasti, a quien el Ayuntamiento de
Ciudad Rodrigo, pocos años después, dedicaría la plaza a su memoria.
Monumento a los héroes de la Guerra de la Independencia |
Este espacio urbano perdió
prácticamente su protagonismo con la explanación de los restos de los edificios
asolados en los sitios hasta que en 1885 comenzaron los trámites para levantar
la comandancia de ingenieros en unos terrenos que habían pasado a propiedad
municipal. “El 26 de enero de 1885, el Ayuntamiento mirobrigense cedió al Ramo
de Guerra un solar de ochocientos metros cuadrados, sito en la Plaza de Pérez
de Herrasti, para construir un edificio de oficinas, pabellones y almacenes de
la comandancia de ingenieros”. Los historiadores José Ramón Nieto y María
Teresa Paliza afirman, al respecto, que se desconoce el autor del proyecto,
aunque el maestro de obras municipal, Gerardo de Corpas, dibuja un pequeño
plano para emplazar el terreno objeto de cesión.
Efectivamente, el 26 de enero de
1885, a
las diez y media de la mañana, se formaliza la cesión del terreno en donde se
levantaría el edificio que albergaría la Comandancia de Ingenieros. El
consistorio había decidido dar posesión al ramo de Guerra que albergaba la
plaza de Ciudad Rodrigo el terreno en donde se habrían de construir las
“oficinas, pabellones y almacenes de la Comandancia de Ingenieros de la misma”.
El acto de cesión del terreno
contó con la asistencia de Juan Manuel Aparicio, alcalde interino en aquel
momento, quien estuvo acompañado por el secretario de la corporación municipal,
Ramón Torres y Nafría. La otra parte, la que recibía y posesionaba el terreno
en cuestión, estaba representada por Juan García Martínez, sargento mayor de la
plaza mirobrigense, y por Francisco Oleo y Estades, comisario de Guerra. Los
cuatro comprobaron “el marcado del expresado terreno, que mide ochocientos
metros cuadrados, según se detalla en el plano y literación que se acompaña”.
El terreno fue cedido a “perpetuidad”, en “posesión pacífica y gratuita y sin
perjuicio a reclamación de tercero al ramo de Guerra”.
El 25 de enero, un día antes de
la firma de la cesión del terreno, Gerardo de Corpas, maestro de obras militares,
había levantado un plano de situación del terreno en cuestión, que contó con el
visto bueno de Cosme Gómez, comandante de ingenieros accidental, en donde
también se aprecia la existencia del cuerpo de guardia.
Plano de situación de los terrenos cedidos por el Ayuntamiento al ramo de Guerra para levantar la Comandancia |
En referencia al edificio, los
citados investigadores Nieto y Paliza califican de “sencilla” la definición del
inmueble: “Constaba de planta baja, dos pisos altos, cubierta accidentada por
un cuerpo central cuadrangular sobreelevado y tejado a cuatro vertientes, además
había unas dependencias anejas de una sola altura. La disposición del piso alto
a modo de ático, de menor altura que las plantas inferiores y separado de éste
por una fuerte molduración de impostas, recuerda lejanamente a planteamientos
usuales en la arquitectura de estilo Segundo Imperio en boga en España en
aquellos años, pero sin las mansardas y la cubierta de pizarra que significan
esta formulación artística. Aparte de esto, la molduración de los cercos de
vanos, esquinales y cadenas verticales en los dos pisos inferiores y los
remates de los huecos ligeramente curvados, poco podemos resaltar de
planteamiento decorativo general”, dicen los mencionados investigadores.
Vista general de la Comandancia de Ingenieros con dependencias anexas |
No obstante, podemos añadir que
el cuerpo principal estaba conectado con el adarve de la muralla a través de
una pasarela, como lo pone de manifiesto una fotografía aérea. Igualmente, el
edificio de una sola planta que servía de dependencias anejas, contaba con una
especie de lucernario. Todo el conjunto contaba con un muro de cerramiento que
remataba en las dependencias catedralicias, en concreto en sala capitular.
Vista aérea de la zona de la Plaza de Herrasti en 1915 |
“Este inmueble fue sede la
Comandancia de Ingenieros hasta la Guerra Civil. Después fue ocupado por la
Jefatura Local del Movimiento, Delegación Sindical, Obra del 18 de Julio y
Delegación de Deportes. Un gran incendio, acaecido en la madrugada del 23 de
diciembre de 1954, convirtió en cenizas este edificio”, señalan José Ramón
Nieto y María Teresa Paliza. Además, continúan afirmando que “inmediatamente se
procedió a la construcción en el mismo solar de la sede de sindicatos. Ésta
también tiene tres alturas y es una obra muy austera, en la que sólo cabe
destacar la ligera molduración rectilínea de los vanos y el desarrollo de las
cornisa del remate. La pobreza general coincide con lo usual en gran parte de la
arquitectura española de los años cincuenta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta página.