Hemos visto hasta ahora la posible evolución de la configuración urbana de lo que hoy conocemos como Plaza de Herrasti, otrora Plaza del Rey. Se ha apuntado la existencia de diversas calles en el entorno de la Catedral de Santa María, de la existencia de edificios que fueron destruidos progresivamente y que sabemos de ellos y de sus propietarios a través del catastro del marqués de la Ensenada. Hay que recordar que algunos de esos edificios tienen un carácter solariego. De ellos escribiremos hoy siguiendo a la
investigadora e historiadora local Paz de Salazar[1]
en un artículo publicado en el Libro de
Carnaval del año 2002 y que también se insertó en la revista del Centro de Estudios Mirobrigenses.
En
primer lugar nos habla de la Casa de los Valderas: “Entrando por la Puerta del Rey, la primera casa de la izquierda, pertenecía a
los Valderas. Nada
sabemos de ella aparte de su existencia, pues según el reconocimiento de casas arruinadas que se hizo en 1747, quedó la
maior parte de su
territorio yncorporado en el terraplén de la muralla y bóveda de la Puerta del Rey, al ampliarse ésta a comienzos de ese siglo. Los Valderas se hallaban asentados en Ciudad Rodrigo, al menos desde el siglo XV. Los primeros de este linaje, de los que hay constancia, fueron Juan González de Valderas, escribano de esta ciudad en 1454 y Pedro González de
Valderas, platero de profesión, que hacia
1460 vivía en la Rúa Nueva y era abuelo de
Pedro González Altopico y de Diego y Francisco
de Valderas que, juntamente con Hernando de Valderas, aparecen empadronados en
1486, en la Plaza y colación del Sepulcro y Santo Tomé, por lo que suponemos
que ninguno de ellos fue el promotor de esta casa construida seguramente en el siglo XVI como la mayoría
de las principales de la ciudad”.
Vista aérea de la Plaza de Herrasti en una fotografía de 1915 |
Continúa Paz de Salazar afirmando que “no
sabemos quién ordenó su construcción. De los nombres que han llegado hasta nosotros de los de ese linaje, la mayoría son clérigos o pertenecientes a órdenes religiosas. Destacamos entre ellos a fray Femando de Valderas,
de la Orden de San Juan, que en 1505 era
Prior de esta iglesia y vivía junto a ella en una casa de su propiedad, en la
calle San Juan, que más tarde se
incorporó a dicha iglesia. Fundó la capilla mayor de la parroquia de San Juan, en cuios arcos se ben los escudos de
armas de los Valderas,
que son un castillo con tres torres, y dotó
una sepultura para los de su linaje. Diego de Valderas fue Abad de la Caridad en 1563. Fray
Jerónimo de Valderas, mercedario, siendo Provincial de esta orden de la Merced en la Provincia de Castilla, fue
nombrado calificador del Santo Oficio en 1641, luego obispo de Badajoz y posteriormente de Jaén.
Fundó una capellanía en
la iglesia de San Juan. Sobrino
suyo fue el Licenciado don Pedro de Salamanca y Valderas, presbítero, oficial del Santo Oficio, y
secretario de su tío siendo éste obispo de Badajoz”.
Sigue
explicando la investigadora que “a
este linaje perteneció también el Licenciado Antonio de Valderas, que aparece como Racionero de
la Catedral en 1578; fundó una capellanía, dejando como patrono de ella a la cofradía vieja del Santísimo Sacramento,
de la que era cofrade, y
dotó una sepultura en la Catedral, para él y sus deudos, en la que puso las armas de los Valderas y de los
Paz, apellidos de su padre.
Este licenciado Antonio de Valderas,
es el único de todos los arriba mencionados que pudo ser el promotor de la casa junto a la Puerta del Rey,
teniendo en cuenta la
fecha en que vivió y su calidad de racionero de la Catedral. Era esta zona, vivienda habitual de canónigos y curas, llamándose popularmente una de sus calles la de los clérigos y
tomando otras el nombre de algunos de ellos
como Ynorriza o del Licenciado de la Rúa. Por otra parte,
era bastante habitual que canónigos de conocidos linajes -como los Osorio, Gómez de Silva y Miranda- edificaran casas principales en esta ciudad, sin olvidar a
don Alonso de Jaque, racionero de la Catedral de Salamanca, y la aportación económica del obispo de Zamora para terminar el Palacio de los Águila. Pese a todo, no deja de ser
una suposición que no puedo demostrar documentalmente”.
Otro de los inmuebles solariegos que
configuraba el entramado urbano de la Plaza del Rey fue la casa de los Centeno de Indias. “Junto a la casa de
los Valderas –dice Paz de Salazar- se encontraba la de los Osorio Centeno,
llamada a partir del siglo XVII de los Centeno de Indias, por estar sus poseedores en el Perú. Pertenecía al mayorazgo fundado en 1535 por Alonso Osorio y doña Clara Centeno, hija del famoso Hernán Centeno, el Travieso, alcaide del
castillo de las Eljas en 1480. Fue
poseedor de este mayorazgo don Francisco
Centeno Maldonado, padre de Pedro, de Fernando
y de Francisco que en la primera mitad
del siglo XVII, pasaron a Indias ejerciendo cargos políticos y militares. Allí se
establecieron, dejando su hacienda de Ciudad Rodrigo en manos de administradores”.
Explica De Salazar que “en 1701,
don Fernando Centeno y Corbalán, en
nombre de don Antonio Centeno y Fernández
Heredia, su pariente estante en Indias, tomó posesión del mayorazgo por muerte de doña Elena Centeno de Caraveo, que comprendía entre otros bienes unas casas principales junto
a la Puerta que llaman del Rey que están antes de llegar a dicha puerta a mano derecha, frente de la calle que llaman de Pacheco Melgar, en que al
presente vive el Licenciado Santiago
Hernández, presbítero, maestro de
capilla de la Catedral”.
Como ya hemos visto, y nos recuerda la
investigadora, “esta casa fue destruida en la Guerra de Sucesión”, haciendo referencia al recurrente inventario
de 1747: “Solares caídos que
fueron Casa Principal de los Centeno
de Indias” y se dice que “por detrás lindava con el muro desta ciudad,
en donde al presente están
metidos mucha parte de lo que eran jardines y corrales de dicha casa”.
La relación de casas
principales ubicadas en esta zona continúa con la de los Soria, una casa que “seguía a la de los Centeno, la llamada casa de los caballeros Soria. García de Soria, alcaide de las Eljas, por su testamento que otorgó en 1496, mejoró a su hijo Juan de Soria en el tercio y cuarto de sus bienes, entre éstos se encontraban
las casas de la Puerta del Rey que lindan con casas de Diego Osorio. Este mayorazgo recayó en la
segunda mitad del siglo XVIII en doña Francisca de Paula Blanco de Salcedo y Soria, mujer de don Melchor de Miranda, mariscal de campo y regidor perpetuo de Ciudad Rodrigo, pero en esta
época ya no existía la casa, pues, igual que las anteriores, fue destruida en
la Guerra de Sucesión”. De Salazar
vuelve a recurrir al inventario de 1747 para describir el solar, lo que de él
apreciaron los peritos: Que por estar
hecho muradal y confundidos sus cimientos, no se puede dar medida cierta de lo
fondo y largo, aunque se pueda afirmar que, “como la casa anterior, tiene mucha parte de lo que eran jardines y
corrales bajo la muralla, pues lindaba con ella por la parte de atrás, de la que está metida un pedazo de corral
para el uso de una casa del cavildo en que vibe don Nicolás Martín, razionero
de dicha Santa Iglesia”.
Siguiendo con la descripción, llegamos a la
casa que ocupó la familia Barba Osorio. Dice Paz de Salazar que “delante de la
Catedral, en su fachada de la puerta del Perdón, se extendía la calle llamada
de Pacheco Melgar, que desembocaba en la que llevaba a la Puerta del Rey. La
primera casa junto a la muralla, en esta calle de Pacheco Melgar, pertenecía al
mayorazgo de los Barba Osorio, fundado por el licenciado Hernán Barba y su
mujer doña Constanza Osorio en la primera mitad del siglo XVI. En 1641 don
Francisco Osorio Barba declara que tiene
de su varonía el mayorazgo de los Osorio a quien pertenecen unas casas que al
presente vive en la calle de Pacheco Melgar, las cuales son muy principales”.
Explica la historiadora mirobrigense que la
casa “tenía de fachada 17 varas y media y de fondo 26, medidas que corresponden
sobradamente a una casa muy principal. Sin embargo, en 1747 sólo constaba de
piso bajo y estaba sin habitar, aunque disfrutaba de caballeriza, bodega y
corral”. Especula la investigadora con que fuera “posiblemente una reedificación
de la anterior, arruinada, como las demás en la guerra de principios de ese siglo”. Explica De
Salazar que en esa época poseía el inmueble “don Juan Agustín Álvarez
Maldonado, que gozaba el mayorazgo de los Barba Osorio y varios más en Ciudad
Rodrigo, Ledesma y Salamanca. Vivía en esta última ciudad, en el palacio de los
Figueroa, junto a la Plaza Mayor, actualmente Casino, pero pasaba temporadas en
Ciudad Rodrigo, donde, como hemos dicho, tenía varias casas, huertas y fincas y
a un cuarto de legua de esa ciudad y al
sitio de las huertas de Santa Cruz de ella, un jardín con sus fuentes que
surten de los encañados que para ello están fabricados, con cipreses, parrales,
árboles y álamos que le sirven de adorno, con su estanque de agua, una casa con
habitación alta y baja, cochera, caballeriza, el que no produce utilidad alguna
por servir solo para el gusto y diversión de sus poseedores”. Es lo que se
conoce actualmente por el nombre de Jardín
de Samaniego.
Junto a la casa de los Barba Osorio se
hallaba la del “mayorazgo de los Pacheco Herrera, que en 1747 gozaba don Diego
Luis Gijón y Herrera, vecino de Almodóvar del Campo”, explica Paz de Salazar en
su estudio sobre la estructura urbana de lo que hoy es Plaza de Herrasti. Se
trataba de un solar de casa principal que
está hecho corral de la casa de Melgares y linda por detrás con la zitada
muralla, no produce utilidad alguna por hallarse arruinada, explica la
investigadora remitiéndose al inventario de 1747 y al catastro de 1751.
La casa de los Melgar, otro de los inmuebles supuestamente
ubicados en la zona que nos ocupa, es una de las mejores referencias
documentales encontradas. Paz de Salazar ha hecho un detallado estudio de la
casa principal de los Pacheco Melgar, familia que tuvo “su origen en el matrimonio
de Hernando de Melgar y María Álvarez Pacheco. Varios de sus descendientes
fueron personajes de mucho prestigio en Ciudad Rodrigo por su participación en
el gobierno de la ciudad. Hijo de este matrimonio fue Francisco de Melgar, que
era regidor en 1545; fueron también regidores su hijo y su nieto, don Cristóbal
y don Francisco Pacheco Melgar, que ejercieron además el cargo de Escribano
mayor de sacas, vedados, diezmos y aduanas de Ciudad Rodrigo y su tierra. La
hija de este último, doña Laurencia Pacheco Melgar, casó con don Tomás de
Castro a principios del siglo XVII.”
Ya en referencia al edificio, seguimos a De
Salazar al afirmar que “en 1665 visitaron estas casas unos caballeros de
Santiago para informar sobre la nobleza de los Melgar y las describieron así: Son de las más antiguas de esta Ciudad, de
la quales toma nombre la calle adonde están, i se intitula la calle de Pacheco
Melgar = el lienço principal está fabricado desde el cimiento asta el texado de
Piedra de sillería, con una puerta mui principal i encima un escudo de armas de
bara i tercia de largo i tres quartas de ancho, en el qual estan divididos dos
quarteles i esculpido en ellos en el de la mano derecha un castillo i sobre el
un braço armado con una espada desnuda en la mano i tres oxas de Mielga, i
encima una media luna, las quales armas fuimos informados que tocaban a los
Melgares, i en el cuartel de la mano izquierda ai dos calderas que son armas de
los Pachecos = i la casa tiene encorporada en si por la parte trasera una
torre, que cae sobre la muralla de esta ciudad, mui fuerte y mui alta la qual
predomina a todas las casas que estan a sus lados i en frente, con cinco
almenas por banda i sus troneras para la artillería. Medía [la casa] 22 varas de frente y lo mismo de
fondo, y tenía bodega, paneras, caballeriza y corral. En el año 1750 su renta
estaba tasada en 500 reales que no se percibían por vivir en ella doña
Gertrudis Nieto, viuda de don Fernando de Castro, poseedor que había sido del
mayorazgo de los Melgar. Vivían con ella sus nietos, huérfanos de madre desde
muy pequeños, hijos de don Juan Agustín Álvarez Maldonado, del que ya hemos
hablado más arriba, viudo desde 1743 de doña Francisca de Castro y Nieto.
Otra casa principal, la de los Herrera y
Escobar, lindaba con la de los Melgar.
Cuenta Paz de Salazar en su amplio artículo sobre los edificios de la
Plaza de Herrasti, que “a principios del siglo XVII vivía [en esta casa] doña
María de Herrera, poseedora de este mayorazgo, mujer del doctor Martín de
Escobar, conocido letrado de esta ciudad y su regidor entre 1610 y 1633. En
1715 poseía el mayorazgo doña Melchora de Escobar, vecina de Béjar, que la
tenía alquilada al ayuntamiento para alojamiento
del coronel del regimiento de Zamora, en precio de 290 reales al año. Le
sucedió su hijo don José Antonio Ramírez Escobar y Pacheco, regidor de Béjar,
alférez mayor y alcaide del palacio del duque de Béjar, que recibía por ella la
renta de 330 reales de vellón. Su fachada frente a la Catedral medía 25 varas.
Finalmente, por lo que a la descripción de
las casas principales que había en este espacio urbano a mediados del siglo
XVIII respecta, cabe señalar la casa principal de los Robles y Chaves. Ya hemos
aludido a la cita que Antonio Sánchez Cabañas daba de ella en sus apuntes sobre
la Puerta del Rey: la que mas canpea es
la cassa y palaçio de los Chaves y Robles. Estaba ubicada en el lugar que
hoy ocupa el seminario y ya la hemos descrito al referirnos al inventario
pericial de casas arruinadas y solares encargado por el ayuntamiento en 1747.
Señala De Salazar y Acha que esta casa “pertenecía al mayorazgo de los Robles y
Chabes descendientes de Martín Alonso de Robles, regidor de Ciudad Rodrigo, y
de doña Estefanía de Chaves, hija de Diego de Chaves, señor de esta casa.
Martín Alonso era nieto de Alonso de Robles, el que al enviudar fue obispo de
Ciudad Rodrigo en 1343”.
Continúa la investigadora aportando datos
sobre los poseedores de este mayorazgo que finalmente quedaría sin sucesión,
“viniendo a recaer en la descendencia de don Francisco de Chaves y Robles que,
casado en Portugal, se había establecido allí. En 1750 lo poseía doña Teresa
Coutiño de Chaves y Alencastre, vecina de Arcucelo, en Portugal, como sucesora
de don José de Chaves Osorio, marqués de Almodóvar del Campo, del supremo
Consejo de Guerra y capitán general de los reales ejércitos. En 1764 se sacó a
subasta este extenso solar de casa
arruinada, con todos sus despojos y materiales adjudicándose a don Gaspar
Alerudo, que como delegados del señor obispo, don Cayetano Cuadrillero, habían
ofrecido por él seis mil reales. En 1765 se comenzó a levantar el seminario y
posteriormente su iglesia, según los planos y bajo la dirección del conocido
arquitecto don Juan de Sagarvinaga, y se ocuparon los solares de doña María
Josefa de Castro y Rodríguez Ledesma, marquesa de Castelar, que habían
pertenecido al mayorazgo de los Cáceres Pacheco”.
[1] SALAZAR Y ACHA, Paz de. Casas principales en la Plaza del Rey. Libro
de Carnaval, 2002.
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